Juana tenía 67 años. Padecía esclerosis múltiple, insuficiencia respiratoria, obesidad y otras afecciones. Era totalmente dependiente de su marido, Rogelio. Un día ella cayó al suelo. Él la tapó con una manta, le puso una almohada y le dio unos analgésicos, pero ni le suministró el oxígeno que necesitaba, ni la llevó al hospital. Tres días más tarde, murió. Juana habría fallecido por una insuficiencia respiratoria aguda.
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