El juez instructor reconoce los hechos por los que se imputó a Camps, pero considera que estos hechos no tienen relevancia penal en tanto que no establece relación entre los regalos y un acto de prevaricación.[...]Reducir el ámbito de lo moral, al ámbito de lo penal es patético y los medios deberían ser los primeros en hacer todo lo posible por elevar los estándares de la vida pública española, más allá del maniqueísmo partidario habitual.
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