Desde la cárcel, y a través de una serie de cartas con el escritor Luis G. Martín, Bretón ha relatado con escalofriante frialdad cómo planificó y ejecutó el asesinato. “Disolví las pastillas machacadas en agua con azúcar. Antes de poner los cuerpos en el fuego, comprobé que no respiraban. Estaban ya muertos”, confiesa en el libro. Su motivación, según él mismo, fue la ruptura con su mujer: “Cuando Ruth me abandonó, entré en cólera. Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato”...
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