Desde que recibe la visita en su propia casa de un familiar que viene a verle con su perrita Emma, su vida y la de sus cuidadores es muy diferente. Cuando Emma, una simpática carlina entra en la habitación una sonrisa se le cruza de oreja a oreja a Rafael. Entonces Emma salta a saludarle en su regazo y Rafael que entiende el lenguaje incondicional de Emma, la acoge de buen grato y se siente feliz. Es como un pequeño milagro, sobretodo para los cuidadores que a veces creen que no van a verle sonreir más o escucharle una palabra suya de nuevo.
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