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La paradoja de la la paradoja de la tolerancia

Desde hace unos meses, he visto que se usa de forma indiscriminada la ya famosa paradoja de la tolerancia de Popper (o más bien la versión en viñeta que acompaña a este texto), tanto aquí en menéame, como en otras redes sociales, y creo que es necesario revisar qué decía Popper al respecto porque en mi opinión se está malinterpretando, dando lugar a, curiosamente otra paradoja: y es que muchos de los que usan esta viñeta son lo que Popper calificaba como intolerantes.

Primero, aclarar que la paradoja de la tolerancia no es más que una nota a pie de página que forma parte de un libro llamado "La sociedad abierta y sus enemigos", que podríamos resumir en:

  1. Crítica al historicismo y al totalitarismo
  2. Defensa de las democracias liberales

Para ello, Popper critica primero a Platón como base filosófica del historicismo, para pasar después a la crítica a Hegel y a Marx, personajes que para el escritor representan el origen del totalitarismo del siglo XX.

Una vez aclarado esto, volvamos a la famosa paradoja de la intolerancia. ¿Qué decía Popper?

La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente. Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrario, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia.

Como se puede ver, Popper no dice que debamos impedir expresarse a aquellos que subjetivamente consideramos intolerantes, sino a aquellos que usan la violencia o justifican su uso para contrarrestar las ideas de otros.

La viñeta acierta cuando usa al nazismo para explicar la paradoja, porque es el perfecto ejemplo del tipo de grupos que no podemos tolerar. El problema de esta viñeta, aparece cuando algunos de los que la usan, pretenden equiparar cualquier idea que no gusta con el nazismo y por lo tanto, consciente o inconscientemente, está justificando posibles agresiones a personas por pensar diferente. Se convierten pues, en los intolerantes que no deben ser tolerados.

Por cierto, esta viñeta tiene otra versión, que dejo aquí abajo. ¿Se ve más claro ahora?