21/12/2012 - El día del fin del mundo. (3ª parte) 2

-General... el Primer Ministro Putin -le avisaron.

Baturin se puso los auriculares y repuso, orgullosamente:

-Aleksey Baturin.

-Le felicito, Aleksey -dijo Vladimir Putin, con sonrisas en la voz-. Por aquí no sabemos si darle la Orden de San Jorge, la de San Andrés o hacerle directamente Héroe de Rusia. En todo caso, es usted ya mariscal.

A Baturin le gustó eso. Sería el primer mariscal combatiente desde los grandes Héroes de la Unión Soviética, durante la Segunda Guerra Mundial: Zhukov, Rokossovsky, Konev, Malinovsky... Sí, señor. El mariscal Aleksey Baturin se había ganado ya su puesto en la Historia de la Humanidad.

-Se lo agradezco, Primer Ministro -contestó, con modestia a todas luces falsa-. Los americanos han recibido lo suyo. Ahora habrá paz y prosperidad para Rusia durante muchos años.

-¿Pero está usted tonto, mariscal? -repuso Putin, sinceramente sorprendido- ¿Cree que los americanos se conformarán con eso? Ahora es cuando debe ponerse en máxima alerta. Los americanos van a volver. Y usted los debe aplastar otra vez.

XVII. Cruces de declaraciones.

La prensa internacional estaba histérica. Después de varios días oyendo rumores de guerra, ahora parecía haber una guerra de verdad en marcha... y nadie sabía de qué se trataba. Llegaban rumores dispersos de potentes explosiones en regiones remotas de Rusia, de cientos de aviones despegando de sus bases, e incluso de grandes destellos mucho más allá del horizonte, por todos los mares. Supieron que parte de las comunicaciones por Rusia, especialmente las realizadas a través de enlaces de microondas, estaban cortadas. Se hablaba de armas extrañas capaces de volver invisibles regiones enteras del planeta, lo que activaba el escepticismo de los más racionales y el morbo de los más amarillos.

Pero nadie pudo decirles qué estaba pasando de verdad. Así que las televisiones y radios se limitaban a hacer sus patéticas tertulias sobre la situación, cada cual barriendo para sus propias preferencias políticas, y luego proseguían con sus programas normales. Por ello, mucha gente no se dio cuenta de la verdadera gravedad de los hechos, y siguieron sus vidas pensando "pues otra más... ya me enteraré mañana."

Algunos corresponsales con buenos contactos en los gobiernos y servicios secretos obtuvieron declaraciones difusas, off the record, según las cuales podrían estar ocurriendo grandes combates en las fronteras occidentales y meridionales de Rusia. Algunos reporteros de guerra quisieron salir para allá con el primer vuelo, sólo para enterarse entonces de que se estaban cancelando todos los vuelos y los que ya estaban en el aire, daban la vuelta hacia aeropuertos alternativos.

Cadenas locales de Ucrania, Lituania y China informaron de que las fronteras terrestres rusas estaban cerradas provisionalmente. Llegaron imágenes de grandes colas de coches y camiones detenidos frente a ellas y, a falta de mejores videos, dieron la vuelta al mundo. También fueron llegando algunas imágenes de aquellos grandes destellos en la noche, que parecían sólo eso... grandes destellos. La población europea lo vio en las noticias de la tarde y prosiguió sus labores pensando en general "la gente está loca... ahora, que a mí, mientras aquí no llegue..."

Los canales rusos de televisión por cable tampoco parecían estar mejor surtidos. Una cadena privada informó que sus agentes locales estaban siendo testigos de lo que parecían combates aéreos al norte y al sur de Moscú... pero sólo había algo de audio, ruido de reactores en la noche. Y, sin imágenes potentes, en las sociedades modernas nada es real.

Por eso, cuando todas las cadenas de televisión rusas se interrumpieron a las 22:00 hora de Moscú para transmitir un mensaje especial desde el Kremlin, toda la prensa internacional se giró atentamente hacia sus pantallas. Y escuchó.

La declaración de Dimitry Medvédev. Moscú, 22:00.

 

 

-Pueblos de Rusia. Pueblos del mundo -comenzó el Presidente Dimitry Medvédev, muy serio, desde su despacho en el Kremlin.

Los periodistas más jóvenes no se dieron cuenta. Pero a los más veteranos, un hormigueo incómodo les recorrió la espalda. Narody Rossiy, Narody Mirya. Esas eran viejas palabras. Palabras sólidas, que les retrotrajeron a otros tiempos.

-Esta tarde -prosiguió el dirigente- los Estados Unidos han atacado a Rusia a traición. Oleadas de misiles y de bombarderos han penetrado en el espacio aéreo ruso a partir de las siete y media de la tarde. Sus submarinos han disparado contra nuestros submarinos. El gobierno criminal de la fascista Sarah Palin, sus ladrones de naciones y sus fabricantes de guerras ha querido declararle la guerra a Rusia.

Un veterano de la BBC se llevó la mano a la boca, con un escalofrío, desde su redacción en Londres.

-Las heroicas fuerzas armadas de Rusia, de la aviación, de la marina, del ejército de tierra, de la guardia de fronteras, de las tropas cósmicas, han repelido la agresión fascista -continuaba Medvédev, y esas eran también palabras muy viejas y muy sólidas. Fashistskaya agressiya. Ni más ni menos.

-¿De qué habla ese tipo? -preguntó una becaria muy moderna, demasiado joven para recordar.

-Habla de guerra -contestó el veterano de la BBC, muy bajito.

Pero Medvédev seguía:

-En estos momentos, no queda una sola unidad norteamericana en territorio ruso. Nuestros servicios humanitarios están rescatando a sus pilotos y marinos. Serán bien tratados, pues ellos no tienen culpa alguna del fanatismo de su gobierno. El gobierno de Rusia se siente también en la obligación de anunciarles que hemos utilizado armas nucleares en nuestra defensa. Estas armas se han usado bajo reglas estrictas, en territorio ruso y en tierra de nadie. Como consecuencia de nuestro contraataque, las fuerzas navales de superficie norteamericanas han sido destruídas por todos los mares y océanos del mundo.

Ahora sí, el caos inundó las redacciones. Todo el mundo exclamaba, gritaba, corría de aquí para allá. Pero el veterano de la BBC siguió mirando su terminal con los ojos muy abiertos y la mano en la boca, viendo la historia desarrollarse ante su mirada temblorosa.

-Los agresores fascistas han querido declararle la guerra a Rusia, pero Rusia no quiere la guerra. Rusia es una nación de paz, que aspira a la libertad y al progreso común de toda la Humanidad. Por ello, hemos convocado una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para mañana a las ocho de la mañana. Tampoco tomaremos medidas de represalia. Y, como gesto unilateral de buena voluntad, restableceremos el suministro de gas natural a Europa en los niveles anteriores a la crisis. No sólo eso: el gobierno de Rusia acaba de liberar una partida de diez billones de rublos para acelerar la terminación del gran gasoducto bajo el Báltico, que favorecerá las buenas relaciones entre Rusia y Europa, liberadas del chantaje de gobiernos inestables, belicosos y revanchistas.

"Qué hábil", reconoció el veterano de la BBC, en silencio. "Qué jodidamente hábil."

-Rusia no quiere la guerra -terminaba ya Medvédev-. Pero si es atacada otra vez, contraatacará de nuevo con todos los medios a su alcance, incluyendo los estratégicos. Con el objeto de evitar que una cobardía así pueda repetirse, y castigar a los culpables, Rusia está preparando un caso ante los tribunales internacionales para el procesamiento del gobierno fascista de Sarah Palin y sus lobbies de ladrones de naciones y fabricantes de guerras. Divulgaremos un informe más ampliado durante las próximas horas al respecto de todos estos acontecimientos. En estas horas difíciles, Rusia confía en la supremacía de la paz con justicia, y agradece la comprensión y el apoyo de las gentes de buena voluntad de todo el mundo. Rusia pervivirá junto con todos aquellos que deseen nuestra amistad. Los enemigos de Rusia serán aniquilados, como hemos hecho tantas veces a lo largo de la historia. Gracias, buenas noches.

 

 

La declaración de Sarah Palin, Washington DC, 15:30 EST

 

 

-Ciudadanos de Estados Unidos, amigos de todas las naciones -inició su alocución la Presidenta Sarah Palin, desde el despacho oval de la Casa Blanca-. Esta noche, Rusia ha elegido empezar una guerra nuclear.

Después de la declaración de Medvédev, el mundo entero bramaba por la versión norteamericana de los hechos, y los Estados Unidos estaban más que dispuestos a concedérsela. Palin hablaba lentamente, dulcemente, como una madre hablaría a sus hijos ante una gran tragedia familiar:

-Todas las personas conscientes del mundo saben que Rusia, después de una breve aventura que quiso ser de libertad, ha vuelto a caer en sus viejos vicios. Es la pestilente herencia del comunismo: guerra, violencia, tiranía. Los servicios secretos de los Estados Unidos tuvieron conocimiento hace semanas de la existencia de una trama rusa para romper la OTAN y someter a Europa y al mundo entero de nuevo bajo la opresión. Las acciones de simular una agresión en Norilsk, de asesinar a mi predecesor y de cortar el gas a Europa formaban parte de esta conspiración siniestra, que debía culminar con la caída del Mundo Libre. Los Estados Unidos ni estaban, ni están dispuestos a consentirlo. Somos la tierra de la libertad, y lucharemos por la libertad hasta el último aliento.

Millones de personas de todos los países veían ahora la transmisión en directo. El Departamento de Estado se encargó de disponer traducciones simultáneas en 140 idiomas.

-Antes de que Rusia pusiera en marcha su plan tiránico, los Estados Unidos han realizado una intervención preventiva para suprimirlo en su misma cuna. Esta intervención ha tenido un éxito abrumador, y la agresión rusa ha quedado contenida dentro de sus mismas fronteras. Su orgullo, su rabia y su despecho les ha impulsado a iniciar irresponsablemente una agresión nuclear contra múltiples objetivos norteamericanos por todo el mundo, creyendo que así nos debilitaba. Más de doscientas cabezas atómicas rusas han asesinado a muchos miles de buenos americanos. Pero, lejos de debilitarnos, esta atrocidad nos hace más fuertes. Ahora, nadie puede dudar del verdadero Mal que se esconde detrás de la naturaleza rusa.

El periodista veterano de la BBC observaba atentamente las palabras y los gestos de la Presidenta Palin. Y por un momento, creyó ver dos trenes de mercancías avanzando a toda velocidad en rumbo de colisión.

-Grandes catástrofes se derivarán de este crimen ruso. Pero no nos doblegaremos. Las naciones libres del mundo no nos pondremos de rodillas, ni toleraremos este genocidio, ni permitiremos nuevas agresiones. Quien crea que puede alcanzar la paz y la seguridad apaciguando al genocida, es que no ha aprendido nada de la historia, y ni merece, ni tendrá paz ni seguridad. Apelo a la conciencia moral de todos los hombres y mujeres libres de América y del mundo: el mal sólo puede prosperar cuando las gentes de bien lo permiten. Apelo a la unidad de todas las naciones libres, de todas las personas libres, para que le digan a Rusia:

Acto seguido, Sarah Palin miró a la cámara muy fijamente. Y dijo, como quien le hablaría al asesino de sus hijos:

-¡Rusia! ¿Por qué haces el mal? ¿Por qué tanta sangre y destrucción? ¿Es que no sabes vivir en paz, en libertad? ¿Crees que escaparás sin tu justo castigo?

Hizo una pausa, y añadió:

-Bien, pues no escaparás sin castigo. Estados Unidos no quiere la guerra, pero tampoco la paz bajo la tiranía. ¡Rusia, escucha! No intentes hacer más el mal, porque Estados Unidos te lo impedirá, como ha hecho hoy mismo. Las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos están listas para impedírtelo, ahora, mañana, dentro de un año, dentro de cien. El mal, la violencia y la tiranía nunca triunfarán. Dios bendice a los luchadores por el bien y por la libertad, y con Él, nada tememos. Dios bendiga a las gentes libres, a las gentes de bien. Dios bendiga a América. Buenas noches a todos.

 

 

Otras declaraciones.

Durante las siguientes horas, se sucedieron las declaraciones por todo el mundo.

David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido, suscribió estrechamente las palabras de Sarah Palin y amenazó a Rusia con una "gran alianza del mundo libre en contra de la tiranía y el terrorismo nuclear". El Presidente polaco y los gobernantes bálticos se unieron rápidamente a esta opinión. Ucrania, en cambio y de manera sorprendente, no hizo declaraciones.

Nicolás Sarkozy, de Francia, consideró "justificada" la acción norteamericana y "positivas" las propuestas de Rusia para suavizar la situación y volver al statu quo anterior. Hizo gran hincapié en el papel de la diplomacia para la resolución del conflicto, ofreciéndose como mediador, y apeló a restablecer rápidamente la paz y seguridad internacionales. Preguntado por su opinión sobre la "alianza del mundo libre" de Cameron, respondió que "Francia responderá adecuadamente a la evolución de los acontecimientos". Observó, eso sí, que el artículo quinto del Tratado del Atlántico Norte únicamente cubre las agresiones contra los firmantes "en Europa y América del Norte."

En Alemania, Angela Merkel se felicitó porque la acción norteamericana "ha hecho reflexionar a Rusia" y "pronto se restablecería la normalidad". Valoró muy positivamente la propuesta de acelerar la construcción del gran gasoducto bajo el Báltico. Cuando le preguntaron sobre la "alianza del mundo libre", Merkel declaró que "Alemania, desde luego, es un socio leal de la OTAN" pero que "Alemania aspira a ser un agente de paz y prosperidad, un país donde las naciones se encuentran para mantener la seguridad de todos". Preguntada por lo que había dicho Sarkozy sobre el artículo 5º del Tratado de la OTAN, respondió: "eso es lo que dice el texto, sin duda" y no aceptó más preguntas.

Mariano Luis Rodríguez Rajoy, recientemente elegido Presidente del Gobierno de España una vez más, aseguró "comprender" los motivos de Estados Unidos, "deplorar" los ataques nucleares realizados por Rusia y "apelar" al entendimiento entre todas las partes implicadas para "garantizar el sostenimiento y la expansión de la paz y seguridad internacionales."

El Primer Ministro chino Hu Jintao aseguró sentir "gran preocupación" por esta "guerra de imperios energéticos" e indicó que China "seguirá cooperando normalmente con todos sus socios para asegurar la prosperidad y el bienestar colectivo". Preguntado, reconoció que el Ejército Chino "se ha desplegado", puntualizando que era para "asegurar y garantizar la seguridad de China en estos momentos tan complejos."

En una línea muy parecida habló el Primer Ministro indio Pandit Nehru, aunque "desaprobó" las "acciones irresponsables de los Estados Unidos, causantes de una gran catástrofe." Manifestó su preocupación por las personas "inocentes que puedan ser afectadas por la radiación" y apeló a "restablecer rápidamente el statu quo anterior."

Japón, por su parte, lamentó "profundamente que, casi setenta años después, el arma nuclear se haya cobrado otra vez su tributo de muerte y aniquilación." Apeló a la rápida normalización de las relaciones internacionales y, muy especialmente, "a la razonable moderación de los precios de los combustibles fósiles, que deben ser herramienta de progreso y prosperidad, no arma para el chantaje entre las naciones." Canadá y Sudáfrica hicieron unas declaraciones muy parecidas, que muchos sospecharon pactadas.

Entre los países exportadores de hidrocarburos, la tónica general fue de apelaciones al retorno de la normalidad en los mercados. Desde Venezuela, el Presidente Hugo Chávez deploró "esta guerra imperialista para robar los recursos de un país productor y buen amigo" y aseguró "haber aprendido perfectamente, gracias a Rusia, cómo hay que tratar con los Estados Unidos." El Rey Abdullah de Arabia Saudita llamó a "la paz que nos exige el único Dios" y señaló también que los países del mundo árabe habían demostrado a lo largo del tiempo ser un "leal" socio para todos sus clientes y amigos en la producción y distribución de hidrocarburos, "a diferencia de algunos países poco estables."

Desde Irán, Ahmadineyad "saludó" la "gran victoria rusa frente a la agresión sionista." Declaró que "América es culpable" y aseguró que, en caso necesario, "un millón de bayonetas iraníes defenderán Moscú." Eso provocó cierta intranquilidad en los ámbitos radicales islámicos, sobre todo los vinculados al chiísmo, a los que les costaba decidirse entre el "pequeño Satán" y el "gran Satán".

En general, el mundo entero permaneció a la expectativa, atemorizado por la enormidad de los acontecimientos, con una espada de Damocles atómica pendiendo de un hilo sobre las cabezas de todos. Y así terminó el día 18 de diciembre de 2012, y amaneció el 19.

 

 

XVIII. Del ruido y del silencio.

19 de diciembre, 08:00 EST.

The UN Headquarters in New York

 

Eran exactamente las ocho de la mañana en Nueva York cuando la reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se inició con gran griterío. Vitaly Churkin, representante permanente de Rusia, abrió la sesión como parte convocante con una durísima propuesta de resolución de condena contra el gobierno de los Estados Unidos por crímenes contra la paz y contra la humanidad.

La representante norteamericana Madelaine Rice y el británico Sir Douglas Callaghan vetaron de inmediato la propuesta rusa, y contraatacaron con otra conjunta según la cual Rusia sería condenada por crímenes contra la paz, uso ilegal de armas nucleares y terrorismo nuclear a gran escala. Evidentemente, Churkin la vetó también al momento, con la aquiescencia del representante chino Zhang Yesui. Ante la mirada un poco atónita del resto de representantes, de los cuales sólo el francés poseía también derecho de veto, las tres delegaciones -Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido- se enzarzaron en una bronca a gritos que no parecía tener fin.

-¡Ustedes nos han atacado sin provocación alguna! -insistía el ruso.

-¡Ustedes han bombardeado nuestra Armada con armas nucleares! -gritaba la norteamericana.

-¡Ustedes quieren acabar con Occidente! -le apoyaba el inglés.

-¿Acabar con...? ¡Son ustedes los que casi acaban con Rusia ayer, si no llegamos a estar atentos! -respondió Churkin, destemplado.

-¡De sus actividades de espionaje hablaremos después! -bramaba Rice- Porque tienen ustedes espías, ¿verdad? ¡Claro que sí! ¡Eso es un acto hostil!

-¿Hablan ustedes de espías, y sabemos que tienen más de diez mil a sueldo en nuestro país? ¡Hipócritas!

Así siguieron durante un buen rato. Después, el representante francés extrajo una propuesta "en nombre y representación de la mayor parte de la Unión Europea" que no condenaba a nadie, sino que apelaba a la inmediata cancelación de las hostilidades y a la creación de una comisión investigadora para esclarecer serenamente las responsabilidades.

-¿En nombre y representación de la mayor parte de la Unión Europea? -contestó de inmediato Sir Callaghan, burlón- ¡Mejor diga usted en nombre y representación de Francia y Alemania, señor, porque los Países Bálticos, Polonia, Chequia y toda la Europa del Este están con nosotros! ¡Rusia debe ser condenada!

-Nuestra propuesta ha sido votada favorablemente por Francia y Alemania, sí -se defendió el francés-, pero también por los Países Bajos, Holanda, Italia, España, Portugal, Bélgica, Dinamarca y...

-¡Pues más vale que voten cómo hacer que Polonia, Chequia y Ucrania paguen su gas en vez de robarlo! -contestó el ruso- ¡Porque todo este jaleo ha empezado por su culpa! ¡Y por el terrorismo de las empresas americanas que vinieron a Norilsk a robarnos nuestro petróleo y nuestro gas!

-¿Al libre comercio le llama usted robar? ¡Preocúpese de esos mafiosos que tienen ustedes por gobernadores! -estalló la estadounidense.

-¡A violar las leyes rusas para quedarse con algo que no les pertenece, eso es a lo que le llamo robar...!

-¿Sí? ¿Y las leyes rusas contemplan regalarle misiles Vampyr a unos terroristas para que maten al presidente de los Estados Unidos?

- ¡Nosotros no hicimos eso! ¡De hecho, sabemos que esos misiles estaban en manos de Hezbollah pero cayeron en manos de Israel, sus amiguitos...!

Y prosiguieron con estas formas durante mucho tiempo más.

 

 

Área 51, 19 de diciembre, 05:50 PST.

Las instalaciones del Campo de Pruebas de Nevada han sido con frecuencia otro motivo de leyendas de toda clase. De todas ellas, las más conocidas envuelven a la llamada "área 51", un complejo de edificios y estructuras subterráneas que incluye una gran base aérea de seis pistas.

El motivo de estas leyendas es fácil de entender: las instalaciones que rodean al lago de sal Groom están estrictamente restringidas desde los años '40. A nadie se le permite el acceso. Cualquier persona no autorizada que se acerca es rápidamente detectada e invitada a abandonar el lugar. Su espacio aéreo está totalmente prohibido, incluso para la propia Fuerza Aérea de los Estados Unidos, a menos que se cuente con una autorización especial. Se sabe que desde allí volaron los primeros SR-71 Blackbird, y también los primeros aviones furtivos F-117 Nighthawk; y se supo cuando ambos ya habían sido retirados del servicio. Todos los programas y operaciones de la base de Groom Lake son, simplemente, secretos.

Un avión de transporte pesado C-5 Galaxy estuvo dando vueltas por la zona prohibida hasta que le confirmaron que no había ningún satélite de reconocimiento óptico ruso en el cielo. Cosa cada vez más complicada, pues los rusos seguían lanzando sus reservas satelitarias desde Plesetsk a razón de uno cada seis o siete horas. A las 05:50, siendo todavía de noche, se abrió una ventana de 20 minutos en que las operaciones en la superficie del área 51 no podrían ser observadas más que por los satélites de reconocimiento electrónico. Y usaron muy poquita electrónica. Lo justo para aterrizar en la pista principal como cualquier otro avión.

El Galaxy carreteó hasta unos hangares con una rapidez inusitada en una aeronave de su tamaño, y levantó la enorme compuerta frontal con los motores en marcha. Usando tractores de remolque, el experto personal de tierra introdujo velozmente dentro de la bahía de carga tres enormes bultos cuidadosamente envueltos en lonas negras sin intercambiar más que breves órdenes. No habían abandonado aún su interior cuando el ingeniero de a bordo ya estaba cerrando de nuevo la compuerta. Aceleró, rodó rápidamente a la pista principal otra vez y se elevó con poderoso rugir más o menos cuando el siguiente satélite ruso comenzaba a asomar por el horizonte.

 

Ya en el aire, el Galaxy viró hacia el Este. Hacia Oriente, hacia el amanecer.

 

 

De las voces

Durante el día 19, movimientos pacifistas, antimilitaristas, religiosos o simplemente preocupados de todo el mundo convocaron manifestaciones y vigilias por todo el mundo, a partir de la noche del miércoles.

El grupo popular en el Parlamento Europeo produjo una declaración conjunta durante la mañana del 19 en la que "condenaba" la "agresión atómica rusa", pero se "congratulaba" de la "reflexión que la firme respuesta norteamericana ha causado en Moscú" y se emplazaba a "avances en la normalización de los mercados de hidrocarburos, que permitan el normal funcionamiento del libre mercado, sin chantajes de ninguna clase". "Saludaba" la voluntad norteamericana de "defender el mundo libre y los mercados libres" aunque "apelaba a la prudencia en el nuevo contexto". Llamaba también a "una utilización más extensiva de la energía nuclear pacífica, para una menor dependencia energética de países inestables".

El grupo socialista, por su parte, elaboró también una resolución hacia el mediodía en la que "condenaba todo uso de la violencia para resolver las diferencias entre las naciones, y muy especialmente la utilización de armas nucleares por parte de Rusia en el presente conflicto". Sin embargo, "valoraba muy positivamente el cambio de actitud en Moscú, que permitirá el pronto restablecimiento de las economías afectadas por este conflicto." Off the record, uno de sus miembros hizo una escueta observación sobre la propuesta conservadora de ampliación del uso de la energía nuclear: "hay aún menos uranio que gas en el mundo, y no parece el mejor de los momentos para proponer de nuevo ese debate".

El grupo de la Izquierda Unitaria Europea - Verdes condenó los hechos como "guerra atómica imperialista, que ha sido posible por el mantenimiento de fórmulas energéticas ecológicamente insostenibles, socialmente explotadoras y políticamente conservadoras". Lamentaba profundamente "el uso de armas nucleares, de consecuencias inciertas para toda la humanidad" y apelaba a "una nueva forma de pensar, una nueva forma de vivir, sostenible, pacífica y humana." Preguntados sobre el uso de energía nuclear civil, respondieron: "acabamos de ver a lo que conduce la energía nuclear. Haremos una declaración más extensiva al respecto."

A los grupos de derecha identitaria les costó pactar una resolución común, pues sus intereses nacionales percibidos eran muy divergentes. El FN francés, por ejemplo, habló de "plantar centrales nucleares como setas para garantizar la independencia energética francesa" e invitó a otros países "a hacer lo mismo". Varios de Europa del Este pidieron una declaración de guerra contra Rusia, que fue rechazada. Otros, sin embargo, "defendieron" el "derecho de Rusia a defenderse por todos los medios de la agresión estadounidense-sionista".

Los grupos nacionalistas también tuvieron problemas para ponerse de acuerdo, por razones muy parecidas. En general se configuraron en dos bloques, uno que condenaba a Rusia y otro que condenaba a Estados Unidos, con unos pocos posicionándose en posiciones muy parecidas a las de los demás.

Finalmente, el Alto Comisionado de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, hizo una lacónica intervención:

"Acabamos de vivir el inicio de una guerra nuclear. Esta es una situación muy crítica, que podría evolucionar en cualquier sentido, en cualquier momento. Llamo a la moderación y el diálogo de todas las partes en conflicto, para prevenir males espantosos. Creo que en este momento no sería prudente ir más lejos."

El reciente Secretario General de las Naciones Unidas, en cambio, fue muchísimo más duro, aunque sin dientes:

"Dos grandes naciones están al borde de una guerra nuclear mayor, que de hecho ha comenzado ya. A lo largo de toda su existencia, la ONU ha luchado para evitar precisamente este conflicto, y vamos a seguir haciéndolo. Apelo a ambas partes a tomar medidas inmediatas para desactivar la situación en el contexto de esta casa, que es la casa de toda la Humanidad. De lo contrario, la vergüenza y el oprobio caerá sobre ellos por los siglos de los siglos, con independencia del resultado. Esto se tiene que detener, ya."

 

 

Cerca de Alekseevka, 19 de diciembre, 16:00 hora de Moscú.

Aún aturdido por la anestesia, el comandante del B-2 Spirit of Louisiana miró por la ventana del hospital ruso, al bosque helado y el cielo gris, y le embargó la tristeza y la melancolía. Era un pequeño hospital comarcal, viejo, de tiempos soviéticos, con las paredes alicatadas hasta el techo, armarios llenos de medicinas en botellines marrones con su correspondiente algodón y camas de metal un poco desportillado.

Y sin embargo, fueron tremendamente correctos y profesionales, dadas las circunstancias. No se puede esperar que nadie sonría mucho a un tipo que ha venido a bombardear su país, y sin embargo, las enfermeras lo hacían, aunque fuera ocasionalmente. El doctor, que hablaba un precario inglés, fue en todo momento educado y demostró verdadero interés en curar su tobillo roto después de saltar en paracaídas en medio de la noche y el frío.

Le habían derribado dentro del área de blackout, y el comandante ni siquiera sabía qué lo hizo. Tuvo que ser uno de aquellos malditos Sukhois, apuntando sus Archers a corta distancia desde atrás y desde arriba. El caso es que hubo una explosión, y un segundo después el Spirit of Louisiana ardía y se desplomaba a las tinieblas. El comandante se eyectó. Su copiloto también. No había vuelto a verle: colgó mucho tiempo del paracaídas, en el aire helado, sin saber hacia dónde caía. Al tomar tierra topó con unas ramas y terminó rodando por unas piedras congeladas. Oyó perfectamente cómo se rompía su tobillo, bien jodido, en varios pedazos.

No le quedó más remedio que cojear entre grandes dolores, a veinte grados bajo cero y sangrando por la fractura abierta hasta unas luces próximas; resultaron ser una especie de granja colectiva reconvertida en cooperativa. Y pedir ayuda. Les dio dinero, tratando de que no avisaran a las autoridades. Doktor, dijo. Sólo doktor. Nadie más. Nikto bolsh, OK?

Se quedaron con su dinero, y vino un doktor, que en realidad se dice brachu. Pero con él vino también la Milicia, que es como llaman en Rusia a la policía. Poco después, llegaron también unos militares. El doctor dijo que se le podía transladar, o cosa parecida. Los militares lo metieron en un camión, sin violencias pero con fuerte escolta, para llevarlo a este hospital comarcal donde le practicaron una intervención quirúrgica de urgencias con objeto de salvarle el pie.

Llegó la enfermera a cambiarle el gotero. Una enfermera muy blanca, muy morena, gordita, pecosa. Muy joven. Le sonrió. Él a ella también, aunque con tristeza. La muchacha sustituyó la bolsa de suero, le dio una palmadita de ánimo en el muslo y marchó. "Buena gente", pensó el comandante. "Qué mierda, la guerra."

Ah, sí. Se encontraba muy débil. Muy triste, casi compungido. Sintió de pronto unas enormes ganas de llorar, cosa que le sorprendió, pero a los pocos segundos se encontraba muy bien. Por la ventana parecía querer asomar un sol frío, y le pareció que todo a su alrededor adquiría un aura mágica. Era... bonito, agradable. Pacífico. Sereno.

Al poco apareció un hombre en la habitación. Alto, muy rubio, de mirada azul profunda. Vestía vaqueros, camisa y bata blanca. Tomó asiento a su lado. Y dijo, en excelente inglés, con sólo un leve acento:

-Hola, Johnny. ¿Cómo te encuentras?

-Ah... bien... pero no me llamo Johnny -respondió el comandante del Spirit of Louisiana, gangoso.

-Ah... lo siento, ¿cómo te llamas, hombre?

-Bernie...

-Hola, Bernie. Encantado de conocerte. Yo me llamo Frank. Una noche dura, ¿verdad?

Bernie, comandante de bombardeo estratégico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, asintió con el gesto de un niño herido. El hombre rubio que decía llamarse Frank y que en realidad se llamaba Iván, médico psiquiatra y coronel de inteligencia de las Tropas Cósmicas vinculado al GRU, miró el gotero de reojo para asegurarse de que la dosis era correcta. Satisfecho, dijo con una voz muy cálida:

-Bueno, muchacho, tranquilo. Ya pasó todo. Ahora ya estás a salvo. He venido a hacerte compañía un rato. ¿Te apetece charlar? ¿De dónde eres?

"Qué gente más guaaaayyyy...", llegó a pensar el comandante del Spirit of Lousiana, mientras las telarañas farmacológicas se apoderaban de su mente. Y asintió de nuevo, exactamente con la cara de un niño haciendo un puchero, con una lágrima cayéndole lentamente por la mejilla.

 

 

Complejo de telecomunicaciones de Ostankino, Moscú, 16:34.

La Torre de la Televisión de Ostankino, durante mucho tiempo el edificio más alto del mundo con sus 540 m de altura, es sólo parte de un enorme complejo de telecomunicaciones civiles y militares situado en el sector norte de Moscú. Por sus galerías subterráneas pasan de un modo u otro la mayor parte de las líneas internacionales terrestres y satelitarias, a veces por viejos cables de cobre con aislante de algodón y, cada vez más, por modernos canales de fibra óptica.

Natalia Ivanova, de 26 años, era una técnico electrónica que siempre aspiró a más de lo que podía ofrecerle su país en estos tiempos complejos. A Natalia, para qué vamos a negarlo, le gustaba mucho el dinero. Quiso ser modelo, y por Dios que valía para ello: metro ochenta de estatura, silueta de volúmenes perfectos, largas piernas eslavas, rubia como el oro blanco. Pero se desempeñó mal en un mundo que dependía tanto de los contactos y de aplastar a la de al lado como cualquier otro. También quiso ser actriz pero, para qué vamos a negarlo, sus habilidades dramatúrgicas no estaban a la altura de su físico espectacular; y mujeres de físico espectacular, en Rusia, hay muchas. Terminó ejerciendo de lo que su padre le había hecho estudiar en la escuela politécnica nº 32 de Moscú, ¡y menos mal! Trabajaba diez horas al día en el servicio de mantenimiento del complejo de Ostankino, seis días a la semana, por un sueldo de unos quinientos euros al mes.

Francamente, eso estaba muy lejos de lo que Natalia Ivanova soñaba para sí misma.

Como todos los días antes de irse a casa, bajó al túnel número 39N. Por allí pasaban gruesos mazacotes de fibra óptica que iban y venían hacia todas partes de Rusia y del mundo. Nadie podía sospechar nada, pues Natalia Ivanova tenía asignado el mantenimiento de ese y otros dos túneles. Los guardias militares le saludaron con su sonrisa seductora habitual, y ella flirteó un poquito con ellos. Como siempre.

Después, caminó por el túnel. Y, abriendo un armario de interconexiones, extrajo de su interior una pastilla de memoria muy parecida a las que usan las cámaras digitales. Después, introdujo otra en su lugar. Si alguien hubiera revisado exhaustivamente los planos, habría descubierto que en ese armario no tenía por qué haber ninguna pastilla de memoria de ese tipo. Pero, entre tanta electrónica, ¿quién iba a fijarse en un pequeño módulo oculto tras el rack?

Con un movimiento rápido, se escondió en las bragas la pastilla de memoria que acababa de retirar. Luego, caminó hacia la salida. Volvió a flirtear con los soldados. Fichó como todos los días y abandonó el complejo para tomar el monorraíl. De ahí saltó al metro en dirección a su casa. Sólo que se bajó una parada antes.

Fue paseando tranquilamente a través de un parque frío y nevado, envuelta en su largo abrigo y en su gorro negro. Luego, desapareció de la vista tras unos árboles. Allí había tres rocas de buen tamaño, a modo de asiento rústico. Metió con cuidado la mano por una oquedad y extrajo un pequeño contenedor plástico. Sacó la pastilla de las bragas, la metió en el contenedor que debía protegerla y lo puso de nuevo en el agujero. En menos de un minuto, allí no quedaba nada para ver.

Luego salió del parque y, con una tiza, hizo una pequeña marca en un semáforo de peatones mientras esperaba para cruzar la calle, como llevaba haciendo durante los dos últimos años. Y por fin, se fue a su casa de verdad, sabiendo que pronto tendría cinco mil dólares más en la cuenta secreta de Liechtenstein. Sí, Natalia Ivanova aspiraba a más, y no iba a pudrirse entre aquellos cables que siempre odió hasta el fin de sus días. Ni por casualidad.

 

 

Gonsáles el traficante.

Charly Tokagura, que en realidad se llamana Charlene, no era una rusaza espectacular, sino más bien una flacucha mona de ojos rasgados que apenas había cumplido dieciocho años. Eso sí, con una simpatía y un desparpajo dignos de mejor causa. Con apenas catorce años, fue escabulléndose de la estricta disciplina de la asiática casa familiar en downtown San Francisco para buscar una vida mejor.

Por desgracia, la policía de San Francisco no estaba de acuerdo con sus peculiares maneras de perseguir el sueño americano, más relacionadas con el trapicheo de éxtasis y con su parte en cada vez menos pequeños delitos de las bandas locales -siempre como ayudante, ojeadora, cosas así- que con el trabajo duro. Incluso fue en algunas ocasiones (permítaseme decirlo así porque lo otro tampoco sería exacto) acompañante a sueldo de caballeros adinerados. Tras varias pasadas por el reformatorio y muchos correazos en la casa paterna, Charly decidió buscar algo más fijo, mejor cubierto.

Y lo encontró al calor de Gonsáles, el traficante. Gonsáles era un wetback de segunda generación, que traficaba con todo lo traficable, desde armas, mujeres e inmigrantes ilegales hasta drogas y medicamentos con receta. En opinión de Charly, Gonsáles era un tipo razonablemente decente, que cumplía sus pactos. Ella intentaba hacerlo también. Por eso se sentía incómoda cuando entró en uno de sus chalets.

Si en alguna ciudad del mundo se pueden encontrar varias juergas salvajes corriendo a todas horas, todos los días del año, esas son San Francisco y San Petersburgo. Cosas del santoral, es de suponer. Gonsáles y Charly no sabían nada de las noches blancas y los días morados de San Petersburgo, pero sí mucho de los de San Francisco. Gonsáles mantenía una red de discotecas y chalets para prestar ese servicio a quien lo deseara, que no son pocos. En los garitos de Gonsáles nunca le faltó nada a nadie, siempre que tuviera buen dinero para pagarlo: buena música, alcohol, comida, tías, tíos, drogas, lo que hiciera falta, a cualquier hora del día o de la noche.

La avalancha de sonido la aplastó en cuanto entró por la puerta. Diez o doce fantasmas bailaban, descansaban o follaban en el salón y las habitaciones superiores. A Charly siempre le gustaron los fiestones que Gonsáles montaba, y más o menos vivía entrando y saliendo de ellos. Aquellas discotecas y chalets venían a ser su nuevo hogar.

-Hombre, chinita -dijo Gonsáles, desparramado en un sillón con una tía a cada lado y la mesa llena de cánulas, portacedés y polvo de cocaína.

-Hola, Gonsáles -repuso Charly, a gritos para hacerse oír sobre la música.

-Llevo una semana esperándote, chinita.

-Te tengo dicho que no me llames chinita.

-Bueno, gringuita. ¿Tus amigos se deciden, o qué?

Charly se mordisqueó los labios. Si es que era una putada. Se suponía que esa era una gente muy seria, que quería hacer un negocio del que ella se llevaría un montón de pasta... y una vez cerrado el tema con Gonsáles, no hacían otra cosa que darle largas. Un día decían que sí, al otro que no, y así a lo largo de toda la semana.

-Sí. Es que por lo visto tienen un problema para traer la farlopa a San Francisco. Por toda la movida esa de Rusia, que hay maderos y milicos por todas partes.

-Pues a ver si se espabilan. Que yo tengo las armas para ellos. Y me pone nervioso tenerlas tanto tiempo encima.

-Ya lo sé, Gonsáles, ya lo sé. Por eso vengo. Dicen que antes del finde. Seguro.

-Pues a ver si es verdad. Oye, ¿qué van a hacer tus coleguitas con tanto hierro?

-Ah, yo de eso ni idea. Ya nos enteraremos por la tele.

Gonsáles asintió, pintando otra rayita más. Y dijo:

-Pues que se den prisa, joder. Son cinco kilos de farlopa por todo ese hierro, ¿lo tienen claro?

-Sí, sí, eso lo tienen clarísimo.

-Y si no, que lo paguen con pasta y listos.

-Ellos lo que tienen es farli.

-Lo que sea. Hale. Pues va. ¿Quieres un tiro, gringuita?

-¡Vale! -repuso Charly, con gula en sus ojos asiáticos. Y se lo metió mientras Gonsáles le toqueteaba un poco el culo, sin que a ella le importara ni mucho ni poco. Una raya es una raya.

 

 

XIX. Moon Raven option Bravo

Bajo los Montes Urales, 19 de diciembre, 22:30 hora de Moscú.

El psiquiatra rubio que era también coronel de Tropas Cósmicas del GRU llegó en un avión militar al complejo antiatómico subterráneo desde donde el mariscal Baturin comandaba ahora la totalidad de las fuerzas armadas rusas. Todas ellas permanecían en la máxima alerta. El mariscal Baturin se reunió personalmente con él en una sala aislada.

-Los tres coinciden en que esa operación... Moon Raven... tenía una opción B en caso de que fallara la inicial. Option Bravo.

-Qué originales -masculló el mariscal-. Pero, ¿en qué consiste?

-Los pilotos de los B-2 sólo saben que tenían que abandonar Rusia en todas direcciones, porque llevaban un instrumento especial a bordo. Pero no saben más. Mis compañeros del GRU están recogiendo los fragmentos a toda velocidad, y analizándolos en sus laboratorios. Pero están muy dispersos y deteriorados... no creo que consigan nada antes del lunes.

-Pues qué bien. ¿Seguro que esos tipos no saben nada más?

El psiquiatra rubio se miró las uñas antes de responder:

-Sus historias coinciden, con la diversidad natural en tres seres humanos distintos, y nadie se resiste a nuestros tratamientos especiales. A uno de ellos le van a quedar algunas secuelas por el cóctel de fármacos, pero... bien, haremos como que le operamos de un aneurisma y diremos que se dio un golpe en la cabeza al ser derribado.

Baturin reflexionó. Él ya sabía que los norteamericanos tenían algo más en marcha. Pero, ¿qué? Los satélites de inteligencia electrónica rusos venían detectando de nuevo un aumento de las telecomunicaciones norteamericanas. No sabían lo que decían -esos malditos sistemas criptológicos-, pero sí que cada vez había más. Otra vez.

-Bien. Bien, gracias, coronel.

-Para servirle, mariscal. Y muchas felicidades por su ascenso.

 

 

Base Aérea de Riga-Lielvarde, Letonia, 19 de diciembre, 23:26 hora de Moscú.

Había anochecido ya sobre los Países Bálticos cuando por fin extrajeron el primer bulto de uno de los hangares de la Base Aérea de Riga-Lielvarde, donde el C-5 Galaxy procedente del área 51 aterrizó para descargar tan rápidamente como cargó algunas horas antes. El hangar estuvo protegido toda la tarde por una multitud de soldados norteamericanos, que impedían el acceso a todo el mundo, de acuerdo con el gobierno letón. Se oyó trabajar a los técnicos dentro del hangar.

-¿Qué coño es esa cosa? -preguntó uno de los guardianes norteamericanos, atónito.

Parecía un ataúd negro, sólo que con forma de cuña en la parte de los pies y una toma de aire muy estrecha y alargada en ese mismo lugar. Tenía unos 18 metros de longitud y aproximadamente tres de envergadura, aumentado a nueve con unas alas cortas que le habían ensamblado. Y tres trenes de aterrizaje de aspecto bastante precario, parecidos a los de los aviones de la Primera Guerra Mundial.

Estaba conectado a una manguera, y ésta a un camión cisterna que llegó en otro Galaxy a primera hora de la noche. En la gélida noche, la manguera desprendía una neblina de condensación a su alrededor.

Los técnicos empujaron silenciosamente el extraño artefacto con sus brazos hasta la cabecera de pista, seguidos del camión cisterna; dejando tras sí aquella extraña neblina de olor ácido. Quedó con la parte de los pies del ataúd hacia adelante, y los técnicos se alejaron. Uno de ellos desconectó en el último momento la manguera, y el camión se apartó a toda prisa también.

Entonces, se oyó el rumor de una turbina y el raro ataúd comenzó a avanzar. Lo hizo muy poco a poco, con poca aceleración, y algunos de los presentes pensaron que nunca lograría despegar antes de que se le terminara la pista. Sin embargo, lo consiguió, para elevarse muy lentamente en dirección al mar.

El objeto no era furtivo en absoluto. Debería haber sido detectado por la defensa antiaérea rusa apenas despegar, allí en lo que pocos años antes era aún la Unión Soviética. Cualquier S-300 o S-400 podría haberlo derribado en cualquier momento. Pero las zonas de blackout electromagnético permanecían a lo largo de la frontera, y los operadores de radar rusos nada podían ver más allá, al menos hasta que empezara a disolverse.

El ataúd disparó sus precarios trenes de aterrizaje con un dispositivo pirotécnico, y éstos cayeron a la tierra helada poco más allá de la pista. Entonces viró en amplios círculos, ascendiendo cada vez más y más. Siempre muy despacito. Le costó casi cuarenta minutos llegar a 34.000 pies de altitud. Detrás de él, ya subían los otros dos que llegaron tan secretamente desde el área 51, de la misma manera, en amplias circunferencias.

El primero de los objetos esperó dando vueltas a que los otros dos llegaran también a su misma altitud. Entonces, encaró el rumbo a Moscú. Otros dos dispositivos pirotécnicos expulsaron las cortas alas que le habían llevado hasta allí.

Sin sustentación, quiso caer. Pero en tal momento incierto, se encendió un cohete en su cola. El ataúd salió propulsado hacia adelante, elevándose y acelerando hasta los 45.000 pies y superando la barrera del sonido con un estruendo que se oyó por toda la región.

Antes de que el cohete terminara de quemarse, se produjeron como unas toses dentro del ataúd volador. De pronto, surgió tras él una potente llama como de soplete, muy blanca y azul.

Y el objeto salió propulsado a una velocidad extraordinaria. Muchas millas más atrás, el operador de un AWACS quedó atónito. Mach 1.2, 1.5, 1.9, 2.3, 2.7, 3.4, 4.3, 5.1, 5.7... todo en menos de un minuto.

El primer objeto penetró el área de blackout a 67.000 pies de altitud, desplazándose ya a seis veces y media la velocidad del sonido. Y no paraba de acelerar. Detrás de él, los otros dos hicieron lo mismo con rumbos divergentes.

Las aeronaves hipersónicas Aurora volaban ahora sobre Rusia, a Mach 8.73, dejando tras sí un larguísimo soplete blanco y una estela compuesta de anillos de rosada condensación. En dirección a Moscú, los Urales y un lugar secreto cerca de Nizhny Nóvgorod. En pocos segundos saldrían del área de blackout, pero nada sobre la faz de la tierra podía detenerlas ya.

 

 

Frente del Ártico y del Pacífico, 20 de diciembre, 00:13 hora de Moscú.

Los once submarinos clase Los Angeles que venían convergiendo frente a la Península de Kola y los diez que lo hacían ante Petropavlovsk-Kamchatskiy dispararon sus primeros torpedos al recibir la señal satelitaria en sus largos cables receptores que flotaban entre dos aguas. Durante las horas anteriores, se habían asegurado de que ningún submarino de misiles balísticos ruso abandonó las seguras aguas de la Bahía de Avacha, de los canales de Kola y del Mar Blanco. Tampoco tenían por qué hacerlo.

A la entrada de la Bahía de Avacha, en Petropavlovsk-Kamchatsky, el primer torpedo sin guía topó con unas redes submarinas que cerraban el acceso a cualquier intruso, a unos 20 metros de profundidad. El detonador se activó instantáneamente, y la cabeza nuclear de 175 kilotones lo hizo una fracción de segundo después.

Fue como si el mar se levantara en forma de una gigantesca burbuja a lo ancho de todo el estrecho canal. La red de redes y minas que lo protegía fue violentamente apartada y destruida por el monumental ariete hidráulico. Los sensores acústicos quedaron aplastados. La turbulencia del agua hizo perder toda capacidad de escucha a los submarinos de misiles balísticos que se encontraban a refugio en el interior.

Por si las dudas, un segundo torpedo atómico llegó detrás del primero, terminando de aniquilar completamente las defensas antisubmarinas estáticas en el acceso a la bahía interior.

Lo mismo sucedió en la Península de Kola, a la entrada de la Bahía de Andreyeva, de Ara, de Ura, y del acceso a Severomorsk y al Mar Blanco. Los submarinos norteamericanos avanzaron un poco, y abrieron fuego de nuevo, uno o dos kilómetros más adentro. Nuevas explosiones nucleares sacudieron bajo el agua los canales y bahías, del fondo a la superficie. Y así, a escopetazos atómicos como si dijéramos, comenzaron a abrirse paso hacia el interior.

 

Frente Oceánico, 20 de diciembre, 00:15 hora de Moscú.

A lo largo de las últimas horas, diez submarinos de misiles balísticos norteamericanos de la clase Ohio venían ubicándose en posiciones muy precisas de los Océanos Índico, Ártico y Atlántico. Exactamente de tal modo que a las 00:15 hora de Moscú, ningún satélite ruso de detección de lanzamiento de misiles estuviera apuntando a esos lugares exactos.

Los Ohio eran submarinos antiguos y los misiles Trident II D-5 que transportaban, también. Pero habían sido actualizados y modernizados muchas veces a lo largo de los años. Lo suficiente, desde luego, para aplicar una técnica muy antigua: disparos de trayectoria deprimida. En los disparos de trayectoria deprimida, el misil balístico no llega a salir de la atmósfera de la Tierra, y su alcance es mucho menor. Pero suficiente para lo que se proponían. A cambio, su velocidad es mayor. Y, al permanecer dentro de la atmósfera, los procedentes del Atlántico y del Índico quedarían apantallados por las regiones blackout hasta que las cabezas estuvieran ya dentro del espacio aéreo ruso, a muy poca distancia de sus blancos.

El primer Trident II saltó fuera del agua cerca de La Coruña, y se alzó al cielo rápidamente dejando tras sí una estela blanquecina y un brillante punto de luz. Cuatro minutos después, 240 misiles termonucleares Trident con 1.920 cabezas atómicas de entre cien y 475 kilotones avanzaban hacia Rusia a velocidad casi hipersónica. Y las regiones de blackout impedían su detección. Rusia no sabría lo que le llegaba hasta menos de dos minutos antes de la primera explosión.

Los marinos que lo hicieron no tenían muchas dudas morales. Era exactamente lo mismo que los rusos le habían hecho a sus compañeros de la flota de superficie pocas horas antes. Y si todo salía bien, Rusia no tendría ninguna manera de responder.

 

 

XX. Los quince minutos de la furia.

La defensa antiaérea rusa lo intentó. De veras que lo intentó, con todas sus fuerzas.

Es sólo que no era posible. Dispararon S-300, S-400, misiles especiales de la Defensa Antibalística de Moscú. Pero nada en el mundo puede interceptar realmente un objeto como un Aurora, o una cabeza termonuclear avanzada.

Los vehículos hipersónicos experimentales Aurora llevaban a bordo una pequeña cabeza nuclear furtiva de 20 kilotones, con apenas 22 kilos de peso y un pequeño sistema de autoguiado. La liberaron a cientos de kilómetros de su blanco, y luego se autodestruyeron.

Gracias a información recopilada por la espía de Ostankino y por muchos años de observación con sus propios satélites y estaciones de inteligencia electrónica, sabían dónde estaban los tres nodos principales de control y comunicaciones de la red nuclear rusa. Se hallaban profundamente bajo tierra, al sur de Moscú, cerca de Nizhny Nóvgorod y en los Montes Urales, no lejos de donde se ocultaba el mariscal Baturin. Resultaban inaccesibles, pero sus antenas no. Las cargas nucleares estallaron pocas decenas de metros por encima, aniquilándolas.

-¿Qué coño pasa? -exclamó el mariscal Baturin, al ver que todas sus pantallas se oscurecían.

-Lo ignoro, mariscal, yo...

-¡No tenemos comunicaciones! ¡Mierda! ¡Restablezcan las comunicaciones ahora mismo!

Al cortarse las comunicaciones, los operadores de los silos y camiones de misiles se dispusieron a aplicar el procedimiento según la "mano del hombre muerto". Pero costaba unos cinco minutos realizar el lanzamiento. Durante las horas anteriores, los satélites de reconocimiento norteamericanos habían establecido la posición de los camiones lanzadores que permanecían a la intemperie. Durante los años anteriores, determinaron la posición de la boca de los túneles, para los que se hallaban en los laberintos subterráneos.

Con sólo dos minutos de preaviso, no había tiempo de reaccionar.

Las 1.920 cabezas nucleares de los misiles Trident aparecieron de súbito por las zonas de blackout electromagnético, en cuatro grupos.

Por una parte, llegaron las W76 de 100 kilotones. Detonaron en los campos misilísticos, sobre las tapas de los silos, enterrando los misiles ICBM e incendiando su combustible por irradiación.

Un grupo de W88 de 475 kilotones estallaron sobre los camiones a la intemperie repartidos en cientos de kilómetros. Otro grupo cayó sobre las bocas de los túneles, a nivel del suelo, enterrándolos bajo miles de toneladas de tierra y rocas. Los camiones lanzadores que se encontraban en su interior no tendrían por dónde regresar a la superficie hasta que alguien los rescatase, mucho tiempo después.

El último grupo, compuesto por casi mil cabezas W88 cayeron como granizo sobre la Bahía de Avacha, sobre el Mar Blanco y sobre los canales y bahías de la Península de Kola. Se frenaron durante la reentrada, desplegaron pequeños paracaídas y cayeron suavemente hasta hundirse en el mar, a modo de cargas de profundidad termonucleares.

Detonaban quince segundos después de sumergirse, barriendo los estrechos y bahías una y otra vez hasta la más completa aniquilación. Los cascos de los submarinos rusos de misiles balísticos eran aplastados, y estallaban antes de hundirse en las aguas poco profundas. Sólo quedaron dudas sobre el resultado en el Mar Blanco, donde se hallaba el Borei, el Severstal de la clase Typhoon y al menos un Delta IV. Para terminar la tarea, los once Los Angeles que ya se abrían paso por la entrada del mar penetraron en avalancha hacia su interior, seguidos por dos Seawolf. En cuanto las aguas se normalizaran, cazarían y destruirían a esos tres últimos submarinos, que de todas formas ya no podían recibir órdenes.

Cayeron también algunas cabezas sobre la Fábrica de Maquinaria de Votkinsk, que construye la mayor parte de ICBM y SLBM rusos. Sobre tres centros de investigación y producción científica situados fuera de las grandes ciudades. Y sobre otra multitud de centros de control y comunicaciones.

A las 00:30 todo había finalizado. Sólo quedaban los tres submarinos del Mar Blanco, que pronto serían perseguidos por los Los Angeles, y un montón de camiones enterrados en sus laberintos subterráneos.

Hubo aproximadamente siete millones de muertos en daños colaterales directos. Miles de kilómetros cuadrados de tierra rusa ardían en furiosos incendios radiológicos. Grandes nubes radiactivas comenzaron a extenderse por toda Rusia. Pero había poco viento, en general de componente norte, y se deslizaban lentamente en la dirección general del Ártico. La NOAA había jurado y perjurado que sería así.

Tal y como el general Brown prometió a la Presidenta Palin, aproximadamente el 90% de la fuerza nuclear estratégica rusa acababa de desaparecer.

El discurso de victoria de la Presidenta Palin.

Sarah Palin apareció de nuevo ante las cámaras desde un lugar no identificado, ante la mirada