A pesar del sol abrasador y el aire sofocante, Dimitri, de doce años (nombre ficticio), se esconde en la modesta casa de chapa de su madre en Birere, un asentamiento informal en Goma, en el este de la República Democrática del Congo. "No quiere soportar las burlas de otros niños por su pelo rizado y su piel más clara", le dice a la BBC su madre, Kamate Bibiche, antes de que Goma cayera ante los rebeldes del M23 en enero. "Él (Dimitri) es ruso, pero quizá nunca viva de acuerdo con su verdadera herencia", añade.
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