Los ateos tienen mejores vidas sexuales que la gente religiosa que se atormentan con la culpa durante el coito y semanas después, según han descubierto investigadores de la Universidad de Kansas. Creyentes y no creyentes admiten que realizan las mismas actividades como masturbación, ver pornografía, sexo oral y tener aventuras, pero los religiosos no disfrutan tanto como deberían debido al estigma creado por sus sistemas de creencias.
Yo la verdad es que nunca he tenido el más mínimo reparo con la masturbación y el coito. Mi ateismo comenzó bien temprano, en la catequesis el cura me parecía un impresentable, porque cada vez que me surgía una pregunta siempre respondía con evasivas, y aún a mi tierna edad me parecía de algún modo un fraude: si tanto hacía Dios y tanto sabían sus ministros ¿por qué sólo veía desgracias en los telediarios y el cura era incapaz de explicarme las más simples preguntas? Además, no le veía ni pies ni cabeza a eso de dejar matar a su hijo en lugar de ayudarle, ni veía que relación podía tener dejarse crucificar con salvar a la humanidad. Además todo el ambiente era lúgubre, tiránico y dictatorial, aunque lógicamente a esa edad yo no lo expresara con esas palabras.
El día antes de la comunión, el cura me preguntó en la confesión si había cometido "actos impuros". Yo, que no tenía ni idea le dije que no, porque penaba que era cosa de matar o robar, o así. Cuando le pregunté a mis padres me quedé perplejo ¿qué le importaba al tipo ese si me tocaba la picha? Y cualquier niño pequeño se toca la pirulilla, porque es curioso y de algún modo estimulante aunque no se tenga ni idea de lo que es, y yo no estaba dispuesto a dejar de hacerlo, salvo en público que me habían explicado que no estaba bien visto.
Así que el último día en que realmente entré a una iglesia a rezar fue el de la comunión, además me acuerdo de que el puto butafumeiro me puso malísimo (el olor a incienso me da arcadas) y la hostia de las narices se me pegó al paladar un buen rato. Encima tuve que leer en público, con lo vergonzoso que era yo a esa edad, y en los cantos tuve que hacer como que movía los labios porque no me había aprendido ni una.
Tras aquello, y mi gloriosa entrada en la adolescencia donde descubrí que me lo podía pasar pipa haciendome pajas, no volví a tener la mínima duda de que si había un regalo del tal Dios a la humanidad era ese. Y después vi lo suavitas que eran las pieles de las chicas, lo bien que olían, y la de cosas divertidas que tenían, definitivamente me convencí de que no había nada de malo en todo eso.
Así que desde entonces no pasa un día en que no disfrute de este regalo, sólo o en compañía cuando se tercia. Pero eso sí, sólo para ensayar, que lo que es procrear no tengo la menor intención.
Esto rompe con el mito del creyente que lo hace a pelo todos los días cobrándose el débito marital. La cruda realidad es que el ateo suele tener siempre más dinero que el creyente (y por tanto disfruta más de todo lo que se le ofrece...) y también más ganas de vivir por que sabe que esta vida tiene un final.
Comentarios
¿Y las ateas durante el coito gritan "¡Darwin, Darwin!"?
#1 Si te sirve, yo conocí a una que gritaba ¡Hostias! ¡Hostias!.
#8
Yo la verdad es que nunca he tenido el más mínimo reparo con la masturbación y el coito. Mi ateismo comenzó bien temprano, en la catequesis el cura me parecía un impresentable, porque cada vez que me surgía una pregunta siempre respondía con evasivas, y aún a mi tierna edad me parecía de algún modo un fraude: si tanto hacía Dios y tanto sabían sus ministros ¿por qué sólo veía desgracias en los telediarios y el cura era incapaz de explicarme las más simples preguntas? Además, no le veía ni pies ni cabeza a eso de dejar matar a su hijo en lugar de ayudarle, ni veía que relación podía tener dejarse crucificar con salvar a la humanidad. Además todo el ambiente era lúgubre, tiránico y dictatorial, aunque lógicamente a esa edad yo no lo expresara con esas palabras.
El día antes de la comunión, el cura me preguntó en la confesión si había cometido "actos impuros". Yo, que no tenía ni idea le dije que no, porque penaba que era cosa de matar o robar, o así. Cuando le pregunté a mis padres me quedé perplejo ¿qué le importaba al tipo ese si me tocaba la picha? Y cualquier niño pequeño se toca la pirulilla, porque es curioso y de algún modo estimulante aunque no se tenga ni idea de lo que es, y yo no estaba dispuesto a dejar de hacerlo, salvo en público que me habían explicado que no estaba bien visto.
Así que el último día en que realmente entré a una iglesia a rezar fue el de la comunión, además me acuerdo de que el puto butafumeiro me puso malísimo (el olor a incienso me da arcadas) y la hostia de las narices se me pegó al paladar un buen rato. Encima tuve que leer en público, con lo vergonzoso que era yo a esa edad, y en los cantos tuve que hacer como que movía los labios porque no me había aprendido ni una.
Tras aquello, y mi gloriosa entrada en la adolescencia donde descubrí que me lo podía pasar pipa haciendome pajas, no volví a tener la mínima duda de que si había un regalo del tal Dios a la humanidad era ese. Y después vi lo suavitas que eran las pieles de las chicas, lo bien que olían, y la de cosas divertidas que tenían, definitivamente me convencí de que no había nada de malo en todo eso.
Así que desde entonces no pasa un día en que no disfrute de este regalo, sólo o en compañía cuando se tercia. Pero eso sí, sólo para ensayar, que lo que es procrear no tengo la menor intención.
#1 te votaría hasta el infinito
#1 No, a medio polvo el ateo dice: "evolución" y cambian de postura. Algunos incluso les da tiempo a evolucionar varias veces durante el proceso...
Doy fe.
#4 Pues trae, que yo la necesito.
¿Dice algo el estudio de los pastafaristas?
Esto me recuerda un chiste:
-¿Sabes en qué se parecen un soltero y un casado?
...
-En que los dos piensan que el otro folla más.
Si, pero...
Los creyentes son más felices que los ateos [ENG]
Los creyentes son más felices que los ateos [ENG]
telegraph.co.uk#2 Lo cual se contradice con esta noticia
Dependerá del ateo. Mel Gibson creo que tiene mejores y más seguidos coitos que el meneante ateo medio.
Esto rompe con el mito del creyente que lo hace a pelo todos los días cobrándose el débito marital. La cruda realidad es que el ateo suele tener siempre más dinero que el creyente (y por tanto disfruta más de todo lo que se le ofrece...) y también más ganas de vivir por que sabe que esta vida tiene un final.
Vistiéndote de pirata los viernes y con el paraíso lleno de birra fresquita, no se puede estar tan mal en las distintas materias sexuales.
Pero un poco de seriedad, caballeros, no todo va a ser follar.