Concurso de microrrelatos de Menéame
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El candidato

Silvia era la militante más brillante —y también la más atractiva— de las juventudes del partido. Por eso la elegí para aquel trabajo: investigar a Ramírez, que estaba en boca de todos como posible candidato a la presidencia de la Diputación. Nuestros viejos amigos en la policía y la judicatura seguían siendo fieles y extremadamente útiles.

—Lo hemos investigado a fondo. Cuentas, contratos, vicios, adicciones, secretos, favores debidos y prestados, amistades poco recomendables... El pack completo.

—¿Y bien?

—Es indefendible como candidato ante la cúpula. No nos sirve.

—Gracias, guapa.

Aproveché que se retiraba para admirar su fantástico culo, mientras apuraba la copa de Soberano.

Puto Ramírez —pensé—. No solo tiene menos arte que Robocop bailando flamenco, encima esto. Espero que sea un caso aislado entre los militantes. 

No tenía nada sucio con lo que controlarle en el futuro. No nos servía alguien así. No era de fiar.

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Soy el mejor

Ayer tuve un sueño lúcido, de esos en los que sabes que la verdad es ciertamente falsa. Me premiaban en los Óscar como el mejor actor de la historia. El presentador enumeraba mis méritos: toda una vida fingiendo.

El buen estudiante, que se sacó una carrera que odiaba para complacer a sus padres. El trabajador ejemplar, que jamás dejó entrever su desprecio por la empresa. El compañero perfecto, que fantaseaba con dejar de producir mierda para poder comprar cosas que no necesitaba, o algo así, como en aquella película. El esposo ideal, cuya mujer nunca sospechó de sus infidelidades. El padre modelo, que ocultaba su arrepentimiento por traer más vidas a esta picadora de carne llamada civilización.

Desperté. Mi mujer me miró soñolienta.

—¿Estás bien?

—Estupendo.

Besé su labio tembloroso y salí al frío de la vida, con la mejor de mis máscaras. Definitivamente, soy un gran actor.

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De bien en mejor

Con 5 añitos ya decía palabrotas e insultos a mis compañeros de clase.

—Qué gracioso. Son más grandes sus palabras que él mismo.

En primaria quitaba el bocadillo a los empollones.

—Cosas de niños. Deja que se apañen entre ellos.

Con 13 años me sancionaron 4 semanas sin jugar la liga con mi equipo de fútbol infantil por agresión a otros jugadores.

—Es competición. Hay que tener ambición e ir al límite o no llegarás a nada.

Malas notas, fiestas, peores compañías. Alguna que otra pelea de bar.

—Todos hemos cometidos errores de juventud. Hay que vivir la vida.

Mis dos tíos en el cuerpo me ayudan a prepararme las oposiciones para Policía Nacional.

—Tradición familiar. Servirá para enderezarte y que aprendas disciplina.

Después del ascenso a Inspector, me pillaron en un chanchullo con un par de conocidos camellos de la ciudad.

—Bueno… un caso aislado.

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Caperucita y el peor resultado posible

Fátima se preparaba para una cita a ciegas que, sabía de antemano, sería trascendental para su futuro. Tras ponerse su mejor vestido y maquillarse, se sentó en la mesa donde le esperaba su pretendiente.

Fátima fingió ser bizca. Se encogió para evidenciar una joroba inexistente. Eructó varias veces y tosió escupiendo trozos de dátil a la cara de su enamorado. Respondió a sus escasísimas preguntas fingiendo retraso mental y hablando de sus dolores crónicos que le impedían levantar en peso siquiera dos gramos.

Al acabar la cita, el pretendiente se dirigió al padre de Fátima. “Dos cabras y tres ovejas como acordamos”. Acto seguido abandonó la sala. Fátima, niña pakistaní de tan sólo 12 años, se había jugado la peor paliza de su vida para evitar el peor resultado posible. Lamentablemente, no lo consiguió: su sentencia de muerte en vida junto al anciano que la pretendía ya había sido dictada. 

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Un mundo destruido por los pelos

-Son las 0:00 horas del 21 de enero de 2026 y aún no han llegado las disculpas de Xi Jinping por decirle al presidente Trump que se está quedando calvo. Debemos cumplir el ultimátum.

Con gran tristeza, John apretó el botón rojo que, en 10 segundos, lanzaría una decena de bombas nucleares contra las principales ciudades chinas.

De repente, el jefe de protocolo de La Casa Blanca entró en la sala gritando como un loco:

-Detened el lanzamiento, nos acaban de llamar de Pekín!! Mandaron un mail de disculpas hace 1 hora pero no nos llegó porque tenemos roto el servidor central. Nos quedan 6 segundos para evitar la catástrofe!!!

-Señor…el programa de desactivación de lanzamientos nucleares también se aloja en ese servidor. Me temo que estamos jodidos.

-Y yo que pensaba que lograría salvar el mundo por los pelos…

-A mí no me mire, yo voté a Kamala.

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Ya tenemos ganador del segundo concurso de microrelatos de Menéame

El microrelato titulado Tu contraseña es muy débil de Karakol ha ganado el concurso de esta semana. Podéis leerlo completo (no os llevará mucho tiempo) aquí: www.meneame.net/m/microrelatos/tu-contrasena-muy-debil

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Y el ganador del Goya, digo del concurso de microrelatos de esta semana es "Tarifa de última hora"

Tarifa de última hora de Devnull es el texto ganador del concurso de microrelatos de esta semana: www.meneame.net/m/microrelatos/tarifa-ultima-hora

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Un vídeo de despedida

«El Inútil», así lo llamaba su suegra. Por eso se ofreció para hacer el vídeo.

Parecía una tarea fácil y, de hecho, le llevó menos tiempo del esperado. Solo tenía que entrar en el viejo ordenador, seleccionar unas cuantas fotos y hacer un montaje para el funeral. Todos se emocionarán, algunos incluso llorarían y, lo más importante, se ganaría la simpatía de su familia política.

Acceder al contenido fue sencillo (su suegro había usado una contraseña trivial), pero, al abrirlo, su cuerpo reaccionó de inmediato y tuvo que apartarse para no vomitar sobre el teclado. Eran niños.

Tras el estupor inicial, se obligó a reaccionar. Pensó en cuáles eran sus opciones y en las consecuencias de cada una de ellas. ¿Llamar a la policía? ¿Contárselo a su mujer? No, eso sería demasiado doloroso para ella.

Con pulso firme, formateó el disco duro.

Prefería seguir siendo el Inútil.

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Un Rogelio en mi Ascensor

Un Rogelio en mi Ascensor

Ante los desastrosos resultados de la edición anterior, se decidió por unanimidad elegir a un grupo potente, entre todos los políticos del país, para aprovechar su carisma. La primera votación fue muy reñida entre Marlaska y los Pegamoides, Mariano of Lesbian, Los Mazones Rebeldes y Azúcar Montero.

El voto más maduro fue para Progredades, Los Chiringuitos, Vago de Vox, Objetivo Begoña y Presuntos Imputados.

Mañueco y los trogloditas, Rufiangoria, Extremowoke y  Héroes del Sanchismo aportaron las actuaciones más canallas y del agrado del público, pero finalmente la elegida fue Lady Gagá, con el inexplicable voto masivo de la izquierda.

Defenderá el tema “La alegría de mentir”, en un claro homenaje a Ray Heredia, que según fuentes consultadas, está pensando en resucitar, para volver a morirse del disgusto.

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Berlanga, que nos conocemos...

Acabado el franquismo, Berlanga buscó al censor que tanto había combatido sus guiones. Y no para ajustar cuentas, sino para trabajar a medias, si era posible.

Vino la cosa de un guión que comenzaba así:

“Tres hombres se bajan de un coche y entran una casa”

Y la línea apareció tachada en rojo, con una enmienda a la totalidad.

Berlanga, espantado, trató de averiguar qué había sucedido, hasta que alguien consiguió ponerlo en contacto telefónico con el censor.

Una voz caprina respondió al otro lado:

—Berlanga... Que nos conocemos...

—Pero oiga... Tres hombres se bajan de un coche y entran en una casa. Es sólo eso...

—Ya. ¿Y quien me dice a mí que no son tres curas y entran en un casino? Que nos conocemos, Berlanga... Especifique, ¿eh?

Muerto de la risa, el director colgó el teléfono, reconociendo la genialidad. 

Luego enmendó el guión. Qué remedio.

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Súper………

¡¡¡Riiiiing!!!! Levanta, aseo, corre, niños, desayuno, coche, cole… respira.

Coche, trabajo, cambia ropa, uniforme, repone, ordena, caja, señora maleducada, chico que te sonríe (aún queda magia), carro que pita, ¡seguridad!…

Descanso, almuerzas, vuelves, ordenas más, repones más, cuadras caja, llamas al encargado, terminas turno…

Rápido, coche, colegio, niños, comida, platos, parque, café mientras juegan, casa, deberes, doblar ropa, plancha…

Cena, pijamas, cama, cuento, platos, caes rendida en el sofá…

TV (un ratito), dormida en el sofá hasta que el gato te despierta, cama, piensas, sueñas…

"Este mes no me faltará dinero a fin de mes, igual puedo llevar a los niños al McDonalds…"

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Acércate

—Hoy da una charla un catedrático que es un crack. Acércate —me dijo mi colega J.

Aquel día no tuve tiempo ni de respirar. Llegué tarde, sin haberme podido informar ni siquiera del tema de la conferencia. Me senté junto a mi amigo justo cuando acertaba a oír:

—…para acabar siendo un compendio de prácticas antidemocráticas, defensa de valores éticamente abominables y sumisión al imperialismo más atroz; un ejemplo de lo que significa dar prioridad a los intereses económicos sobre los Derechos Humanos, blanqueando a regímenes genocidas si se considera necesario e invisibilizando a los ciudadanos críticos. En suma, un espectáculo humillante para los propios europeos, a quienes se somete a intereses extranjeros y corporativos, al tiempo que se les dice que ha sido su propia elección…

—No sabía que el tema era Eurovisión —susurré.

—No. El título de la charla es “La Unión Europea: historia y perspectivas de futuro”.

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Tu padre en Eurovisión

Tu padre en Eurovisión

Tamara aún no ha digerido que su padre, ingeniero industrial, participe en Eurovisión. ¡En la final!

Anuncian el turno de España. Don Eduardo aparece levantando los puños cerrados en señal de saludo victorioso. Está en ropa interior. Calzoncillos de abuelo, tradicionales del siglo XX, tipo slip, blancos con abertura delantera. Camiseta de tirantes del mismo color ligeramente amarillento. La panza asoma entre ambas prendas.

Comienza a moverse torpemente por el escenario. El holgado calzoncillo deja entrever el movimiento pendular del flácido saco escrotal. Los potentes focos revelan su silueta. Canta su conocida y divertida canción.

Tamara sabe que oculta algo en los puños. La emisión se interrumpe antes de que Eduardo despliegue en el suelo una bandera oficial de República de Xionachi y defeque sobre ella. Pero este desconcertante final inesperado se difunde rápidamente en redes sociales.

España permanecerá varios años expulsada del festival. Aquí se castigan los comportamientos agresivos.

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Dar luz al asunto del apagón

El veterano asesor abrió la reunión del Consejo de Ministros. 

- Necesitamos actuar ya, atajando las teorías de la conspiración. Servicios de inteligencia extranjeros, nosotros mismos, los masones, los extraterrestres e incluso una coalición de todos ellos. El problema es que si no damos una explicación, cada cual lo tomará como confirmación de su teoría. Si la damos, como prueba de que mentimos. 

El nuevo fichaje le cortó:

- Señor presidente, me he adelantado redactando un borrador. Hemos de modernizarnos.

Este gobierno, comprometido con la transparencia, la libre expresión y los valores democráticos, ha decidido no dar explicaciones. Una teoría oficial sería un intento de adoctrinamiento. Por tanto, cada español es libre de informarse en redes sociales o a través de cualquiera que, ejerciendo sus derechos fundamentales, se haya autoproclamado experto. Podemos crear nuestra propia opinión: recordemos que todos somos iguales y, por tanto, todas las teorías son igual de respetables. 
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La plusmarca

Nunca es agradable robar tumbas, pero unas son mejores que otras. Las de las mujeres ricas siempre son una tentación, y más si eran religiosas. No les gusta separarse del rosario o del crucifijo.

Eso pensamos de Doña Amalia. Y además había muerto quince años atrás. Ya no sería muy repugnante.

Amén, dijo mi colega, en recuerdo de la beata.

Pero no llevaba crucifijo. Al lado de su triste calavera recogimos unos pendientes. Y en torno a un fino hueso de un brazo, un pequeño reloj de pulsera. 

Entonces escuchamos algo. ¿Pasos? ¿Un chirrido? Mucho peor: tic-tac-tic-tac

La puerta del cementerio estaba abierta, pero aún así saltamos la tapia.

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El suburbio virtual

Sucedió entre la décima y la undécima cerveza. El servidor se entregó a la anarquía, todo empezó a fallar, sin motivo, en la primera noche que podía saborear con los amigos. Llegaban alertas que sonaban a Nokia de los noventa, mensajes turbios que miraba con nostalgia y desapego.

El maldito duende tecnológico nos recordaba que es sólo un sofisticado invento de Damocles, esperando el momento más inoportuno para lanzarnos veinte años atrás en un segundo.

Veinte años. Veinte eneros intentando olvidarla, disfrazando su cabello en algoritmos mágicos, su piel en rododendros indexables, su mirada en logaritmos trágicos...

Maldito enero plagiándose cada enero, por más que mienta los colores de la aurora con los baudios de su recuerdo, en píxeles manchados de lascivia y de cosenos.

“Lo arreglaré mañana”, dijo apurando un cigarrillo cisterciense. “O me haré modista.”

“Lo que suceda primero.”

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Los besos se parecen a palabras como "libertad"

Estoy muerto desde no sé cuándo, y creo que en el infierno. Carmine me dio el beso de la muerte por tangarle 30.000, y me concedió 3 horas para huir. En menos de 1 hora me pillaron en un callejón de Palermo y me acribillaron. Luego abrí los ojos y no sentía ni oía nada, y tampoco podía moverme. Solamente veo, sin poder mover nada mi foco de visión. Ahora soy un espíritu, y seguramente estoy condenado a permanecer eternamente mirando a ese maldito muro del callejón.

Dos imágenes pasaron por mis ojos antes de cerrarlos. El beso que di a mi hijo, de 15 días. Sonrió. No sabía que los críos sonriesen tan pronto. Lloré de alegría. Y el beso de mi madre cuando me largué de casa. Tan amargo. Los besos se parecen a palabras como “libertad”. Según de qué labios salgan, pueden ser veneno o cielo.

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Pues a lo mejor...

Cuando se fue la electricidad, dejaron de funcionar las cámaras de vigilancia. Los drones de la policía aterrizaron a toda prisa, buscando cobijo en sus oscuros hangares.

Los programas de reconocimiento facial y asignación de puntos de ciudadanía tuvieron que detenerse. Los delitos aumentaron sólo un tres por ciento, pero la gente se lanzó al intolerable vicio de beber y bailar en las calles.

Los más sorprendidos, fueron los niños.

—¿Que es eso que hay en el cielo, papá? Parecen ojos.

—Son estrellas.

— ¿Las estrella son eso?

—Sí. Son tan grandes como el sol, pero están muy muy lejos.

—Pero parpadean...

—Bueno, pues a lo mejor son ojos... —respondió el padre, saludando con la mano hacia el cielo.

En un día así, cualquier cosa era posible.

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Nadie va a notar nada

- Antes de apagar esas máquinas quiero que revisemos otras opciones. Ignoramos qué consecuencias puede tener para toda esa gente, ¿es que no te importan?

- No tenemos tiempo ahora para revisiones. O apagamos los módulos estropeados o los errores van a propagarse al resto del sistema. Y no sé si me importa esa gente, pero me importa más que acabemos teniendo una caída general de toda la simulación. No te preocupes tanto, hay módulos de reemplazo para emergencias. No están afinados pero valdrán. Tus “personitas eléctrónicas” no van a notar nada.

- Ojalá tengas razón. Y espero que esos módulos no tengan comportamientos incontrolables como lo de la semana pasada con ese Adolf Hitler.

Se fueron apagando decenas de miles de luces verdes, como luciérnagas agonizantes. Entraron a funcionar los módulos de reemplazo con un siniestro fulgor naranja. En la simulación, empezaba el 20 de enero de 2025.

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Maldito Enero

Maldito Enero

mmm

Evitar tópicos

mmm

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Me rindo

Empezar el año rindiéndome

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¿Qué es enero?

Enero es tristeza. Es sentir que le has dado a tu vida un giro de 360 grados. Enero son los kilos que cogiste durante las fiestas, o peor: los que no cogistes. Enero es ese fichaje que hace tu equipo por haber planificado mal la plantilla en verano. Es la vigesimosegunda entrega de esos fascículos que empezaste a comprar el septiembre, y que ahora cuestan ocho veces más que el primero.

Enero es cuando empiezas a ahorrar para las vacaciones. Café caliente a oscuras, hielo en la luna del coche y sexo bajo una manta. Conciertos en auditorio, carteras vacías y promesas olvidadas. Niños cansados y adultos apesadumbrados.

Porque enero es como ese resfriado persistente que no se quita, o el olor a leña quemada que impregna la ropa. Sólo queda esperar a febrero y que, a lo mejor o por fin, podramos respirar aire fresco.

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Basado en hechos reales (II)

Benito observaba con un nudo en la garganta a su mujer y a su hijo mayor que, gracias a la cortesía de un viajero del tren, viajaban sentados en un incómodo asiento. El pequeño, Estebitan, no era consciente de la situación y dormía en brazos de su madre.

Llevó instintivamente la mano al bolsillo donde guardaba los pasaportes con visado de turismo. Entrarían como inmigrantes ilegales pero le habían dicho que, si encontraba trabajo, obtendría el permiso de residencia.

Viajaban hasta una localidad francesa y para él era una aventura de final incierto, pero sin alternativa. Trabajando catorce horas diarias, no podía ni pagar los intereses de sus deudas.

Corría el año 1960 y España había salido de la autarquía económica, empujando a la emigración a miles de españoles. Aunque eso no lo sabía Benito. Si le hubieran preguntado, no podría haber dicho ni qué es un arancel.

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Aranceles, hombre libre de Tebas

Era Aranceles, hermano menor de Aristóteles, un hombre libre de Tebas, bien conocido por su mente brillante. Sofisticado, moderno, inteligente y gran conversador, era un apasionado de todas las ciencias, las letras y las artes.

Sus cualidades cautivaban a muchos, reclamando sin descanso su presencia en foros públicos y fiestas privadas.

Pero si Aranceles tenía un defecto era precisamente ser demasiado consciente de su propio valor. Sabiéndose codiciado, decidió imponer una tarifa del 25% del jornal a quienes quisieran disfrutar de su compañía.

Al principio la idea fue aceptada de buen grado. Después de todo, la sabiduría tenía un precio, y nadie quería prescindir de un banquete amenizado por Aranceles. Pero poco a poco, uno a uno, sus amigos lo abandonaron, incluso los más íntimos, incapaces de aceptar la nueva naturaleza transaccional de su relación. Pronto, Aranceles quedó solo y en bancarrota afectiva.

No fue sorpresa para nadie que su primo Tratados se convirtiera en el nuevo epicentro de la vida social. Al fin y al cabo, su amistad era libre de impuestos y en sus conversaciones las ideas fluían sin tasas.

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Los siete sellos

Esto no podía estar pasando. Solamente se trataba de una prueba.

Había elucubrado si la bomba de haz de neutrinos sería capaz de barrer la esfera desde un punto de la misma, y le pareció que bastaba con alinear el eje del plano a una tangente que fuera perpendicular al centro.

Pero olvidó que estaba en producción, y no en el entorno de pruebas, maldita sea.

Había aniquilado toda la vida del planeta basada en el ADN. Había matado a toda su familia, a todos los seres vivos. Cada planta, cada bacteria. Cada. Ser. Humano. Salvo él, que estaba dentro de la esfera emisora.

Pensó en buscar viviendas con placas solares para almacenar alimento fresco.  Pensó si las nucleares tendrían auto apagado. Pensó infinitas cosas, para no pensar.

Había desencadenado el apocalipsis, y solamente pensaba en comer.

menéame