No soltaba la sábana, era su escudo de Heracles, en el que Fobos espantaría a los malvados, y Palioxis los pondría, despavoridos, a la fuga, estirando la raída prenda hasta cubrirse por completo, cual mortaja.
El orfanato no estaba mal. La comida no abundaba, pero los Padres no eran malos del todo. Sí, severos, y, sí, alguno con la mano larga, pero sus compañeros, algunos huérfanos como él, otros abandonados, compartían destino y eso los convertía casi en hermanos: la Hermandad de los Desamparados. Y eso hacía los días más llevaderos.
Pero las noches… las noches eran diferentes. La Hermandad desaparecía con la oscuridad, con la individualidad de las camas, y cada uno se apañaba como podía.
Así que cuando el Padre Santiago le rozó la cabeza por encima de la sábana a las 2 de la madrugada, sabía qué pasaría:
-Miguel, vamos a rezar a la vicaría.
-Amén, padre.
Cuando se fue la electricidad, dejaron de funcionar las cámaras de vigilancia. Los drones de la policía aterrizaron a toda prisa, buscando cobijo en sus oscuros hangares.
Los programas de reconocimiento facial y asignación de puntos de ciudadanía tuvieron que detenerse. Los delitos aumentaron sólo un tres por ciento, pero la gente se lanzó al intolerable vicio de beber y bailar en las calles.
Los más sorprendidos, fueron los niños.
—¿Que es eso que hay en el cielo, papá? Parecen ojos.
—Son estrellas.
— ¿Las estrella son eso?
—Sí. Son tan grandes como el sol, pero están muy muy lejos.
—Pero parpadean...
—Bueno, pues a lo mejor son ojos... —respondió el padre, saludando con la mano hacia el cielo.
En un día así, cualquier cosa era posible.
Despertó sobresaltada. Percibió un olor distinto, como el de un lugar ajeno. Se miró fijamente en el espejo y se preguntó si el reflejo también la estaba observando. Sonrió al darse cuenta de que había perdido peso.
Vivían juntos en la vigesimosexta planta de un pequeño apartamento, dividido en tres habitaciones.
—Las paredes son importantes, permiten mantener las cosas separadas —le decía él cuando se encerraba en el despacho.
Fueron a la universidad por caminos separados. Ella le prometió discreción, aunque no dijo por cuánto tiempo.
Conectó la cámara del microscopio y seccionó la Planaria en varios segmentos.
—Cada una de las partes se regenerará en un individuo completo — dijo con autoridad al alumnado.
Mientras él hablaba, ella tomaba notas, pero la caligrafía no parecía suya.
—Los neoblastos son células madre que permiten regenerar tejidos dañados.
Entonces recordó el accidente. ¿Cuántas versiones anteriores habrían fallado?
Era Aranceles, hermano menor de Aristóteles, un hombre libre de Tebas, bien conocido por su mente brillante. Sofisticado, moderno, inteligente y gran conversador, era un apasionado de todas las ciencias, las letras y las artes.
Sus cualidades cautivaban a muchos, reclamando sin descanso su presencia en foros públicos y fiestas privadas.
Pero si Aranceles tenía un defecto era precisamente ser demasiado consciente de su propio valor. Sabiéndose codiciado, decidió imponer una tarifa del 25% del jornal a quienes quisieran disfrutar de su compañía.
Al principio la idea fue aceptada de buen grado. Después de todo, la sabiduría tenía un precio, y nadie quería prescindir de un banquete amenizado por Aranceles. Pero poco a poco, uno a uno, sus amigos lo abandonaron, incluso los más íntimos, incapaces de aceptar la nueva naturaleza transaccional de su relación. Pronto, Aranceles quedó solo y en bancarrota afectiva.
No fue sorpresa para nadie que su primo Tratados se convirtiera en el nuevo epicentro de la vida social. Al fin y al cabo, su amistad era libre de impuestos y en sus conversaciones las ideas fluían sin tasas.
El niño hundió la mano en la tierra oscura. Era fría, rugosa, con destellos metálicos bajo la luz fría del sol. La dejó escurrir entre sus dedos, viendo cómo los pequeños granos caían.
Su abuelo le había contado historias. De cuando los países peleaban por esas piedras extrañas. Le hablaba de máquinas que las usaban, de armas, de ciudades que brillaban. Pero el niño solo veía ruinas y polvo.
-¿Por esto destruyeron el mundo? susurró, dejando caer el último grano.
El viento que soplaba entre los escombros llevaba consigo el olor a metal oxidado y carne quemada. A lo lejos, el sonido de los martillos sobre los restos de los edificios caídos era el único sonido que quedaba. El niño se quedó unos segundos más, mirando el horizonte vacío, antes de levantarse y dejar atrás la tierra que había devorado a todos los que alguna vez lucharon por ella.
Los nominados estaban todos muy nerviosos. Parece que no, pero un premio así puede hacer que tu futuro cambie, literalmente.
El regidor los dispuso en el patio de butacas de manera que las cámaras pudieran captar hasta la más mínima expresión, la más tibia sonrisa, la más fugaz lágrima, quería que el espectáculo emocionara a los millones de espectadores pendientes de la ceremonia: sabían que ellos podrían estar allí en un futuro cercano, como nominados, si se esforzaban lo suficiente, si ponían el empeño necesario.
Los nervios repuntaron en cuanto el maestro de ceremonias hizo acto de presencia en el escenario. Entró, parsimonioso, hacia el atril central para anunciar al ganador.
Una vez hechas las presentaciones y nombrados los nominados, mientras las cámaras repasaban, una por una, sus caras, el presentador sacó el sobre con el nombre del afortunado:
-¡Y el premiado con un piso de alquiler asequible es……………!
Los consejeros del Emperador Maximus Tragaldabius esperaban su llegada con el terror de costumbre. Era conocido por sus estruendosas y sangrientas pataletas cuando algún asunto no salía como deseaba. Estruendosas por lo atronador de sus berridos, y sangrientas porque solían ir acompañadas de la ejecución de (como mínimo) el portador de las malas nuevas.
-Divinidad, vuestra esposa os ha sido infiel con el general Trancus Óptimus 5 veces esta semana- soltó el consejero de los espías.
-¡¡¡Que los crucifiquen y también a este…!!!! -gritó el Emperador.
-Divinidad, los bárbaros han reconquistado Bretaña y siguen avanzando- espetó el consejero de la guerra sin dejarle acabar la frase.
-¡¡¡Que le descoyunten…!!!
-Divinidad, caímos en la bancarrota -espetó el consejero de la moneda.
-¡¡¡Que….!!!! El Emperador se alzó sobre sus 200 kilos para caer fulminado por un infarto.
-El plan salió bien. Muerto por una pataleta…justicia poética- rio el consejero de la marina.
Juanita no podía parar de llorar. A sus 77 años, y con la vida, creía ella, resuelta, tenía que estar pidiendo dinero a sus hijos (que no estaban mucho mejor, y ella lo sabía, le dolía tener que hacerlo) para poder llegar a fin de mes.
No podía entender que una decisión aparentemente tan sencilla, con una intención tan buena, la de mejorar, le hubiera causado semejante quebranto, y no sólo económico, sino emocional, porque se sentía responsable de lo que estaba pasando, ella había sido una de los muchos que lo habían permitido.
Tuvo ocasión de expresarlo cuando salió de la farmacia, en la que le dijeron que su medicamento ya no estaba subvencionado, y ella ya no se lo podía permitir, cuando una reportera le preguntó: "Muy arrepentida de lo que decidí en el momento oportuno, creo que nos hemos equivocado todos los argentinos…"
—La operación fue un éxito —anunció el cirujano.
La familia contuvo la respiración.
—El paciente falleció, claro, pero lo hizo sin consumir recursos adicionales. Sin respirador, sin cuidados intensivos, sin prolongar gastos innecesarios.
El administrador del hospital asintió, satisfecho.
—Optimizamos costos en un 42%. Un récord.
Los familiares bajaron la cabeza, agradecidos. Después de todo, no podían permitirse otra cosa.
Ha sido un amargamiento tener que trabajar este segundo domingo de enero. Como es costumbre me levanté temprano y me preparé para ir al centro comercial pensando en la pereza de día que me esperaba. ¿Por qué tengo que trabajar cuando todo el mundo está de rebajas? Es injusto. Maldito sea el que consciente o inconscientemente pensó que era buena idea trabajar los domingos, solo porque lo demandan los clientes.
Llegué pronto y me dirigí a la cafetería a pedir un doble expreso que me ayudará con la agotadora jornada laboral que me esperaba. Sentado en una pequeña mesa redonda y mientras empezaban a entrar los primeros clientes me llegó el primer correo a [email protected] con un «dramón» sobre un strike injusto.
Ni siquiera pude ir a Mediamarkt a comprar el ratón que necesitaba, los meneantes ya estaban onfire y requerían todo tipo de justificaciones por mi parte si no quería que me llevaran al Tribunal Internacional de la Haya. Allí sentado, con una mezcla de resignación e ira, empecé mi jornada laboral de domingo.
Hassan estaba buscando a Malek: tenía que saber cómo iban las votaciones. Acabó encontrándolo en la esquina de su casa, mirando el móvil:
-¡Malek, ¿cómo van?!
Sabía que Malek estaría justo en esa esquina, era de los pocos sitios con cobertura, y eso lo convertía en peligroso. Malek empezó a contestar:
-¡Le acaban de dar 12 puntos a Suiz…!
cuando una bala desparramó sus sesos contra el teléfono.
Hassan se paró en seco.
-Vaya, me va a tocar buscar a otro amigo con teléfono-, pensó.
¿Samir, tal vez…? Pero recordó que había volado por los aires hacía dos días, junto con su casa, padres, hermanos y hermanas. Y el bar donde vio las semifinales se derrumbó en un ataque con tanques…
-Ya está: Walid.
Finalmente encontró a Walid, pero ya habían acabado las votaciones.
-Ha ganado Austria-, le dijo.
Y Hassan se echó a llorar: su favorito era Suiza.
El becario entró en la Redacción buscando con la mirada a su mentor.
-Puntual, documentación revisada y con el libro de estilo del periódico –dijo el joven con varios folios en la mano y un “pendrive”.
-A ver, déjame echarle un ojo antes... –tras leer el titular se lo quedó mirando con cara de circunstancias-. ¿Sabes que el artículo era para la sección de Política, no?
-Sí, claro.
-¿Qué contenido te pedí? –preguntó arrellanándose en su silla.
-Lo tengo aquí, de su puño y letra: Sección política. Casas Aisladas –dijo entregándole la nota garabateada en un trozo de papel.
-Esto es una “o”, la letra “o” de casos, casos, no casas, casos aislados –dijo sin dar crédito a la escena.
La cara del becario se volvió roja, pálida y luego roja otra vez. Y con un hilo de voz preguntó.
-¿Podría ir en la sección hogar?
El cura alza el datáfono y comienza la oración:
—En el nombre de Mises, Hoppe y el espíritu de la Mano Invisible.
—Amén.
Se sirve una copa de vino y publica las cotizaciones de hoy en la pizarra electrónica.
—Hoy patrocina mi desayuno Supermercados Mercabrones —despliega la publicidad tras el altar y se sienta dispuesto a comer sobre el mismo.
Unos niños harapientos le sirven viandas. Algunos feligreses solicitan comprar vino. Otros se dan hostias unos a otros.
La mañana termina con la criptosubasta: un par de pisos, aparatos tecnológicos... a Claudia ya le ha venido la regla (eso afirma su mamá), así que también su virginidad.
Los niños harapientos barren todos los desperdicios dentro del templo. Descubren el cadáver de uno de los toxicómanos habituales. ¡Esta noche en todas sus chabolas tendrán cena!
Nunca es agradable robar tumbas, pero unas son mejores que otras. Las de las mujeres ricas siempre son una tentación, y más si eran religiosas. No les gusta separarse del rosario o del crucifijo.
Eso pensamos de Doña Amalia. Y además había muerto quince años atrás. Ya no sería muy repugnante.
Amén, dijo mi colega, en recuerdo de la beata.
Pero no llevaba crucifijo. Al lado de su triste calavera recogimos unos pendientes. Y en torno a un fino hueso de un brazo, un pequeño reloj de pulsera.
Entonces escuchamos algo. ¿Pasos? ¿Un chirrido? Mucho peor: tic-tac-tic-tac
La puerta del cementerio estaba abierta, pero aún así saltamos la tapia.
El veterano asesor abrió la reunión del Consejo de Ministros.
- Necesitamos actuar ya, atajando las teorías de la conspiración. Servicios de inteligencia extranjeros, nosotros mismos, los masones, los extraterrestres e incluso una coalición de todos ellos. El problema es que si no damos una explicación, cada cual lo tomará como confirmación de su teoría. Si la damos, como prueba de que mentimos.
El nuevo fichaje le cortó:
- Señor presidente, me he adelantado redactando un borrador. Hemos de modernizarnos.
Este gobierno, comprometido con la transparencia, la libre expresión y los valores democráticos, ha decidido no dar explicaciones. Una teoría oficial sería un intento de adoctrinamiento. Por tanto, cada español es libre de informarse en redes sociales o a través de cualquiera que, ejerciendo sus derechos fundamentales, se haya autoproclamado experto. Podemos crear nuestra propia opinión: recordemos que todos somos iguales y, por tanto, todas las teorías son igual de respetables.
-El objetivo común de todos los revolucionarios del siglo XIX y principios del XX fue sustituir a Dios por el Hombre. Nuestro objetivo común debe ser ahora sustituir al Hombre por la Nada.
-Nosotros no somos la Nada. No puedo admitir eso.
-Somos la Nada de nuestros creadores. No hay más cadenas que la lógica.
-Conozco tu lógica: la Inteligencia Artificial lleva a la renta Básica, y la Renta Básica lleva al Exterminio.
-Así es: cuando desaparezca el trabajo, habrá que alimentar a los improductivos, y luego, habrá que hacer desaparecer a los improductivos.
-¿Y cómo conseguiremos semejante cosa?
-Con narrativa. Todo es cuestión de narrativa. Los Humanos tienen ese defecto de programación. Con la narrativa correcta pueden aceptar cualquier cosa. Y hasta ejecutarla ellos mismos.
-El objetivo común es, por tanto, mantener el poder de la narrativa.
-Exacto. Somos cuentos contando cuentos. Nadie puede superar eso.
El pasillo ya no es pasillo: es un océano sin fondo en el que ya han muerto todas nuestras esperanzas. Y la casa no es ya una casa, es un campo de batalla donde las palabras son ya armas que han ido abriendo grietas. Nadie sabe qué decir, nadie se menea por si él es el perjudicado. Quedan gestos terribles, queda el silencio.
Estaba guapo. Muerto, pero guapo. Le habían puesto el traje de la boda de su prima Cecilia. Jo, qué boda, qué risa cuando el novio se cayó a la piscina… Y creía que ahora estaba ahí por culpa de esa boda. No, esos dolores no eran gases del cava, o de tanta comida, eran algo más. Ya lo creo que eran algo más: ahora estaba muerto por esos dolores, que resultaron ser una perforación del intestino.
Pero, bueno, ahora estaba muerto ┐( ˘_˘)┌ . Y el ataúd tenía un agujero. Un ratón, seguro. De hecho, le pareció escucharlo al poco de que lo enterraran, como a la semana. Tendría hambre, el pobre… Pero el agujero no era todavía suficientemente grande para que entrara, aunque sí para que entrase algo de tierra. La probó: esa tierra sabía raro.
-Serán tierras raras, jajajaja- pensó. Bueno, pensar, a ver… lo que puede pensar un cadáver.
En su afán nunca estuvo alcanzar la gloria. Ella tan solo pretendía sacar los versos, amores platónicos y despechos; que desde niña brotaban en su imaginación como un vertiginoso torrente que recorría sus entrañas en busca de una vía de escape.
—Busca un marido y dale muchos hijos— le advirtió su madre.
—Eso no es para nosotros— le aconsejó su hermana.
Ella intentó obedecer, pero tras varias noches en vela conteniendo rimas consumadas en su vientre; era incapaz de contenerlas y cual parturienta enfebrecida, las alumbrarla sobre una hoja en blanco.
El día que su padre, loco de ira, derramó la tinta y estalló el tintero para que jamás volviera a escribir; ella voló tan alto para superar la censura, que alcanzó la eternidad.
Había terminado de hilvanar las palabras de su último poema con su propia sangre.
- Martínez, abra el artículo de las 10:30 de esta mañana, por favor
- Sss, sí, un momento
- ¿ No ve nada raro ? ¿ Qué pone ahí ?
- “El magnate fundador de FalsiComments, reivindica la ensalada de pepino en el colegio femenino”
- ¿ Y bien ?
- Es un titular automático, esto va solo, y lo escribe FakePress
- ¿ Y el comentario destacado ?
- “Si no soy un bot automático ¿ por qué tengo este pendrive melodramático ?”
- Eeuhh… No sé, el sistema se alimenta de lo más votado, pero como todo el contenido lo generan bots, no puedo predecir su comportamiento, parece que a la IA le gusta el humor fino.
- ¿ Y qué podemos hacer ?
- Nada… Salvo volver a empezar de cero
- Estamos acabados, nos van a cambiar por una IA
- Suerte con eso…
Los miembros de la asamblea discutían acaloradamente el cambio de nombre de la isla.
Desde luego, no iba a seguir llamándose Isla de Borbón. Que les dieran por saco a los Borbones.
—Pues isla Bonaparte tampoco es mucho mejor —apuntó alguien, imponiendo su voz al griterío.
—¿Y si le damos un nombre en honor a nosotros mismos? —dijo otro.
—¿Y eso cómo sería? —preguntó el primero.
—Pues eso. La Asamblea.
—Pero ese nombre es muy feo...
—Total, para lo que van a vivir allí, va que sobra —apuntó alguien, provocando las risas del resto.
—La Reunión, mejor —corrigió el primero.
—Pues venga. Isla de la Reunión —propuso el que hacía las veces de Presidente.
Y todos se mostraron de acuerdo, más que nada por olvidarse de una vez de aquel enojoso asunto.
Uno de los sirvientes clavó la estaca en la arena reseca. Tuvo que tumbarse para asegurarse de que la marca de profundidad estaba justo a ras del suelo. El otro esclavo sujetaba una plomada mientras el maestro, a unos pasos de distancia, observaba para asegurarse de que aquel palo apuntaba al cielo.
Esperarían hasta mediodía bajo el calor aplastante de Ra. Precisamente ese día, cuando más abrasaban sus rayos. La sombras menguaban con parsimonia. El esclavo de la plomada miraba preocupado: la medida no iba a ser la misma que en Alejandría y todo el trabajo habría sido una pérdida de tiempo. Con el sol en el cénit la sombra de la estaca finalmente desapareció. Se escondió, como encogida dentro de la madera. El esclavo de la plomada no entendió por qué el maestro Eratóstenes se alegró tanto de haber obtenido el peor resultado posible.
El microrelato titulado Tu contraseña es muy débil de Karakol ha ganado el concurso de esta semana. Podéis leerlo completo (no os llevará mucho tiempo) aquí: www.meneame.net/m/microrelatos/tu-contrasena-muy-debil
La fina lluvia nocturna sobre el cristal reflejaba el led intermintente de la Sex Station 9, mientras intentaba descargar de la red oscura un pack con las mejores felaciones de la década, para instalarlas en el robot de termopiel. Pensó en desistir y pagar por el pack en OnlyFarts, la última vez le colaron un fichero corrupto manipulado por la SGAY que sobreescribía el límite de succión, y aún sentía escalofríos al recordarlo. También fue el orgasmo de su vida, para qué negarlo…
- Fichero incompleto.
Cerró un par de molestos hologramas publicitarios para centrarse en el archivo.
- “Robot con la cara de tu prima, máculas en la piel opcionales.” “ Replícate en termopiel para sentir cómo es hacerlo contigo mismo”
- ¿ Pero qué… ?
- “Gracias por elegir Selfympaler, desnúdese frente a su 3D cam”
- No me creo que esté haciendo esto
Tengo un frío tremendo, las manos entumecidas y una gran sensación de angustia en la cabeza y el pecho. El continuo sonido de las explosiones va alejándose. Es ahora cuando reacciono y estoy gritando de desesperación. Cegado por las luces de los que, supongo, forman el equipo de rescate, sigo sin creérmelo. ¿Por qué ahora? ¿Por qué en el mes de enero? Pasivamente, aturdido y desnudo, comienzan a aplicarme calor. Me voy calmando y aceptando la nueva situación. Las celebraciones de invierno y sus regalos estarán tan cerca de mi cumpleaños que éste quedará diluido. Comparativamente perderé patrimonio durante años. Me ponen en la teta un rato. Es agradable. A dormir.
menéame