Concurso de microrrelatos de Menéame
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Yo no soy racista pero...

No puedo, de verdad, es que no puedo. Yo no soy racista. Sí, sé que lo habéis leído muchas veces, que lo habéis escuchado muchísimas veces pero es que es verdad. Yo no soy racista pero es ver calcetines de ejecutivo y ponerme malo. Sí, lo primero son los puñeteros calcetines de ejecutivo. A mí es que me gusta mirar a las personas de abajo arriba hasta verles el rostro y saber cómo son. Los malditos calcetines no van solo. Miras y ahí está: el pantalón, la camisa, la chaqueta y la corbata. Si es que no falla, joder. Algunos, además, engominados hasta el cielo. No soy racista pero en cuanto veo uno así, pienso: este es de los que me ha jodido la Sanidad; este es de los que hace que mi hijo, a lo mejor, no pueda estudiar; este es de los que dice que mis padres no van a poder tener pensión porque son insostenibles. No falla: habría que colgarlos por los calcetines y ver si son sostenibles o no, no te jode.

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La paella bielorrusa

Ante la tórrida experiencia de los ya habituales cincuenta grados en latitudes impropias, se decidió elegir algún proyecto de geoingeniería. Muchos países suspicaces, ahora no veían otra salida.

Esparcir carbonato de calcio era simple y barato, pero las consecuencias eran imprevisibles. Deflectar parte de la radiación con una sonda era más complejo, pero fácilmente controlable y reversible.

Se decidió afectar el tercio inferior del planeta, porque era mayormente agua y hielo, y compensar a las regiones australes, que pasaron a una eterna noche.

La idea funcionó, pero el clima cambió por completo, como si alguien hubiese girado la tierra treinta grados.

Lo peor, sin embargo, fue ver a escoceses cantando saetas, y sacando en procesión a un William Wallace martirizado.

La saudade polaca también hizo daño, pero no tanto como el reggaeton progresivo alemán.

A su lado, el tango iraní y la cumbia coreana eran hasta soportables.

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Sol y sombra

Sol y sombra les llamaban a las dos hermanas, igual que al coñac con anís que tomaba su padre los domingos.

Una era rubia y otra morena. Una era seria e introvertida y la otra sonriente y habladora. Por eso era tan difícil decidir quién era sol y quien era sombra. Quien no las conocía, pensaba que Cristina, la rubia, era el sol, y Amaya, la morena, la sombra. Quien las trataba con frecuencia, era de la opinión contraria.

Su hermano Juan contrajo una grave enfermedad degenerativa y después de infinita lucha y sufrimiento, pidió la eutanasia. Los jueces se la negaron.

Las dos hermanas decidieron entonces ayudar a Juan por su cuenta. Al final, sol no se atrevió. No tuvo valor en el momento decisivo. Pero sombra sí. Porque el sol se apagará algún día, pero la noche es eterna.

¿Qué importa su nombre? Sombra lo hizo.

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La sombra de Platón

La fábula del viejo Platón nos dice que unos prisioneros vivían en una cueva subterránea donde sus amos, a modo de teatro de sombras chinescas, hacían deslizarse diversas siluetas, simulando la realidad de su mundo. Un día, el elegido descubrió el engaño y decidió actuar. Tras una ardua escalada —pues toda victoria sobre las sombras requiere transitar el camino del héroe— pudo contemplar la realidad con sus propios ojos.

Lo que el maldito griego no nos contó es que, una vez regresó con sus compañeros, estos lo humillaron. Allí fuera era pleno estío y en la cueva se estaba fetén. Además, podía creerse muy listo, pero ya se habían dado cuenta del engaño hacía tiempo; decidieron continuar con la farsa porque sus captores les trataban bien.

Salustio, romano y más práctico, ya nos explicó que el hombre no busca la libertad, sino un amo justo. Y fresquito en verano.

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Nanorelato: Calcetín

Se separaron en la casa de ella.

Quedó bajo su cama, testigo mudo de gemidos ajenos.

En el cajón ya no extraña. Prefiere la soledad a hundirse en el sudor prestado.

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Los mejores veranos de nuestra vida (Valdesuei)

Mis vacaciones perfectas eran sobre dos ruedas. Unas veces recorriendo los caminos del pueblo en busca de aventuras; otras, huyendo del cinturón de don Ignacio, el hortelano, cuando nos descubría devorando sus sandías. Eran el delicioso sabor de tortilla recién cocinada, del helado almendrado en la piscina y la rebanada de pan con aceite de oliva que mi abuela nos preparaba todos los días para merendar.

Cuando enfermó y tenía tratamiento en la ciudad, nos la dejaba en la alacena junto a una nota: “Pan y oro para mis tesoros”. —Siempre tuvo una vis cómica—.

El día de su funeral, busqué refugió en la alacena para llorar tranquilo. Allí contemplé varias cazuelas de pan con aceite, junto con una nota: “Oro y pan duro para el futuro”. —Siempre tuvo esa vis cómica—.

Lágrimas y risas se entremezclaron confusamente mientras merendaba, en aquel último verano de mi niñez.

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Otra vez es verano

Felipe está contento y nervioso. Van a ser sus primeras vacaciones de verano en 15 años. Hasta hoy ha sido físicamente imposible disfrutar siquiera unos minutos de luz estival.

Guarda su escaso equipaje y se acomoda en el estrecho vehículo. No necesita más. Ni su mujer ni sus hijos, fallecidos durante la Tercera Guerra Mundial, le acompañarán.

Los kilómetros avanzan y las densas nubes se van disipando. El cielo empieza a lucir un azul tan intenso que duele en los ojos. Luego ennegrece y aparecen miles de estrellas. Nítidas, increíbles, ¡qué visión! La finísima capa superior de la atmósfera queda debajo, cubriendo el uniforme marrón y gris de la Tierra.

«Mi primer verano nuclear» se susurra a sí mismo, emocionado, intentando jugar con las palabras. La antítesis de la oscuridad y el hollín que le esperan nuevamente en tierra firme.

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La conversación

-¡No me chilles!

-¡Que no estoy chillando, sólo me estoy riendo! Porque hoy estás muy bonita……

-¿Lo dices en serio?- respondió arrobada. -Bueno, tú también estás muy guapo, ese pelo te queda muy bien.

-¿Te gusta? Me lo han puesto esta mañana, de una bufanda que había en el armario.

-Oye, pues ni tan mal, ese color rojo te favorece…

-Pues lo mismo que el jaspeado de tus ojos, te queda muy bien.

-Gracias, son de un abrigo antiguo, ya no se ven de éstos.

-Ni sin éstos, jajajaja.

-Qué tonto eres, jajajaja.

-¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?

-¡Por supuesto! Pero habrá que pedírselo a ellos, ¿no?

-¡Pues claro, tonto! Chicos, ¿nos lleváis a dar un paseo?

-Por supuesto- dijeron tanto él como ella. Y se cogieron de la mano para irse a dar un paseo, mientras sus otras manos seguían con su conversación.

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Romanticismo a 40 grados

Dicen que el musgo sienta bien a los recintos abandonados, y que los pintores, especialmente los románticos, adoran esas ruinas verdosas impregnadas de niebla.

Y con esa esperanza vine hoy a este recinto nuestro de los relatos, pero no hay musgo que resista los cuarenta grados, ni niebla, ni siquiera tema de la semana.

Poco romanticismo se ha pintado representando un solazo de parrilla, gente sudorosa, y perros con la lengua fuera. Imaginaos a Drácula, acojonado en lo más hondo de su tumba. Imaginaos a Frankenstein, huyendo al desierto de Argelia en vez de a las brumas y los hielos del Norte. Nada cuadra, nada encaja en esos escenarios de calor.

Salvo el Infierno, claro. Pero esa ya sería otra historia.

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Las vacaciones como animal mitológico

Mis dos abuelos murieron hace mucho. Como ya he contado alguna vez, uno era falangista y otro de la CNT, lo que a ellos no les impidió ser buenos amigos y a mí aún se me nota, por herencia, en demasiadas ocasiones.

Además, uno era agricultor y otro ganadero, dos oficios, como se sabe, enfrentados desde la prehistoria.

Pero entre tantas diferencias, había una similitud que los unía: las vacaciones.

Para cualquiera de mis dos abuelos, las vacaciones eran algo incomprensible, casi mágico, tan producto de la modernidad como la luz eléctrica, los coches y la televisión. Los dos habían trabajado desde niños, con más o menos ahínco, con mejor o peor fortuna, pero sin disfrutar otra forma de asueto que los días festivos.

¿Vacaciones? Claro hombre, cuando las vacas no coman. No te joroba...

Por eso, entre otras cosas, nadie se quedó en el pueblo.

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Sombras en tu dormitorio

Surgió de la luna llena y de aquel primer niño ancestral que temió las sombras de un árbol; no del miedo a la oscuridad. No, no son el mismo miedo.

Ahora se mueve por tu dormitorio aprovechando las largas sombras que el resplandor de la calle te mete en casa, o las luces de tus propios dispositivos. A veces consigue que notes su presencia, soplándote levemente en la nuca.

No es la muerte, que está bien definida. Es otra cosa que se queda atorada. Como la mirada perdida que viste en la residencia de ancianos. Esa mente sepultada bajo las sombras, que no vuelve ni tampoco se termina de marchar todavía.

Está cerca. Ten cuidado. No dejes que se obsesione contigo.

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Versión de pobres

En el cuento clásico, el gato con botas le dijo a su dueño que se bañara en el lago, para quitarle la ropa, hacerlo pasar por un noble y que el rey lo invitara a palacio.

Pero el contexto es el que es, y de donde no hay no se puede sacar, y a lo máximo que aspiraban era a colarse por la noche en la piscina comunitaria. Se quitaron los calcetines para bañarse. Y, por supuesto, sin invitación al palacio, solo le pudieron dar al gato los restos fríos de una barbacoa que había en la basura.

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Vacui dies

Imparsifal y Horas se han tomado vacaciones, el tema de esta semana es el de la semana pasada, no se ha designado vencedor de ella, y los usuarios siguen mandando relatos sobre un tema posiblemente caducado.

Pero yo también me tomé vacaciones la semana pasada. Vacaciones de un concurso con el que no tengo ninguna obligación formal, pero sí una autoimpuesta, un compromiso adquirido, una querencia natural: la de enviar cada semana un relato. Porque me gusta, simplemente.

Y, sin embargo, mi cerebro no me "avisó", no se acordó de los microrrelatos: tenía una actividad más absorbente, más deseada, un viaje en ciernes, un encuentro en perspectiva, y eso borró la escritura de mi mente. Curioso, ¿no?

Y, cuando vuelvo, abandono, desolación. Igual es sólo que tenía que pasar, que mi abandono era contagioso, era un síntoma, era el preludio de…

En cualquier caso, fue bonito mientras duró.

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Miramare

Abrió la verja con cierta desgana, y bajó catorce escalones blancos.

Por fin miraba al mar de Positano desde una terraza anaranjada. Llegó con su flamante dos caballos charlestón, como en sus sueños. Se acompañó de una guitarra y de algunas canciones petulantes, como en sus sueños.

Pero nada era igual, porque en sus sueños este verano era mil novecientos setenta, y él era un chico más alto, y ella italiana y jamona.

Flipper, bar, café y helado, y el sol muriendo rosa entre sus dedos. No importaba, en realidad, era distinto y perfecto.

Él con camisa de flores, ella con tanga y sombrero.

Qué hermosa tarde para hablar de amor, mientras muere el sol, y se preguntan a qué saben los besos en el Miramare.

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Vacaciones solidarias

Por amor se aguanta casi todo. Cuando mi chica me dijo cómo pretendía pasar las vacaciones, no pude evitar fruncir el ceño justo antes de decirle que me parecía una idea estupenda y muy solidaria. Volamos directamente desde los States. Menos mal que mi suegro, al final, no vino, empeñado como estaba en conocer la tierra de sus ancestros.

Así que ahora me encuentro aquí, al borde de la insolación, en el lugar más elevado de Sderot, desde donde se ve el espectáculo. “No son seres humanos. Son monstruos. Hay que destruirlos”, dice uno de los locales. Mi chica, con ese acento tejano que tanto me pone, susurra: “Quiero ayudarles como sea, después de lo que han pasado. Venir aquí y ver el frente con mis propios ojos ayuda a entender la historia más a fondo”.

Además de guapa, es culta y buena gente. Pero yo quería ir a Magaluf.

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Una mañana como otra cualquiera

Sebastián Horza se había levantado esa mañana como cualquier otro día, pero casi por casualidad se dio cuenta de que no tenía sombra, miró y remiró varias veces buscando como un perrillo su cola hasta que se convenció de que no tenía sombra. Nunca la había echado en falta hasta que la perdió. Se tocó los brazos, las piernas, la cara, todo parecía seguir en su sitio pero su cuerpo no bloqueaba la luz. Decidió ir a Urgencias.

Justo cuando iba a salir hacia la calle se miró de refilón en el espejo de la entrada. Se detuvo en seco y dio un par de pasos atrás. Se quedó mirando esa lámina reflectante con marco dorado, un espejo vacío que sólo mostraba el cuadrito de la pared de enfrente. Sebastián tampoco se reflejaba en el espejo.

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Villa pato

Cuando llegaba a casa de mis tíos en verano lo primero que hacía era mirar si aquel cactus seguía allí, ese que me regaló unas cuantas púas clavadas en la pierna y que mi tía las quitó riéndose de mi torpeza. Sí, seguía allí. Luego visitaba el columpio, la alberca llena de agua de pozo y saludaba a los conejos y pollos que en días posteriores irían a la cazuela. No, patos no había. Mi prima, la moderna, ponía música pop de aquellos años en un viejo tocadiscos portátil. Eran tardes sin siesta donde nos íbamos los primos al pueblo. Una de aquellas tardes aprendí lo que era un beso de labios, coqueto, simple, sonrojante y sincero. Un beso de labios temblorosos, inseguros, limpios de dos críos de doce años. Recuerdo que cerramos los ojos, recuerdo que ella también veraneaba en la zona, en una casona del pueblo. Nosotros en una zona apartada sin agua corriente ni electricidad. Nada importaba viviendo en Villa Pato. Jamás supe por qué le pusieron ese nombre. Jamás pregunté. Me acuerdo del cactus y de unos labios.

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El tema de la semana es: Vacaciones

El tema de la semana es: Vacaciones

Efectivamente, en una ráfaga de creatividad e inspiración hemos decidido hacer una pausa (hasta septiembre) en nuestro concurso semanal de microrrelatos y lanzar el último tema antes de que todos hagamos las maletas, cerremos el portátil y huyamos —si podemos— del calor, los jefes, los noticieros y las opiniones en Twitter (de Menéame sabemos que no es posible). Es el momento de escribir brevemente sobre eso que todos anhelamos y tememos: las vacaciones.

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Presupuesto

Presupuesto

-Lo siento, pero es imposible mantener los árboles, no hay presupuesto- espetó el técnico de Jardines.

Los vecinos ya se temían esa postura del Ayuntamiento, estaba canino y se resistía a gastar ni un euro en "cosas inútiles". Pero, muy al contrario, eran imprescindibles.

-Más lo siento yo: esa respuesta es inaceptable. Los árboles del barrio están casi todos muertos por su negligencia, y su sombra es más que necesaria- dijo el portavoz vecinal.

-Bueno, bueno, lo primero es mirar cómo están los que quedan. Vamos…

Salieron del local comunitario, en Julio, a mediodía, sol de justicia, hacia el primer árbol todavía en pie. El técnico, sudando la gota gorda, se sitúa bajo su sombra.

-No, hombre, venga al sol, con nosotros: no hay árboles, va cargado con compra y no hay resguardo…

A la semana siguiente iniciaron las labores de replantado y protección de los árboles de la calle.

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Propuestas de tema. Semana 21-27 de julio

Antes de que se me olvide, creo que el relato ganador de la semana pasada ha sido este:

www.meneame.net/m/microrelatos/yo-no-soy-racista-pero-9

 ¡Enhorabuena!

La idea sería sugerir aquí un tema por comentario. Mejor limitar a una idea por usuario, para no saturar de ideas. El que más votos positivos tenga será el tema de la semana. Como hoy ya es lunes 21, vamos un poco tarde para proponer temas y escribir un relato con el tema elegido. Así que, habrá que tocar de oído con fechas y demás. Sabiendo que son malas fechas (o buenas, que las vacaciones son vacaciones) para tener algo medio organizado. Ya diréis hasta cuándo dejamos que se pueda votar.

EDITO: Se puede votar y proponer tema hasta el MIÉRCOLES a las...23:59.

Por supuesto, si @La_patata_española tiene otra idea, no he dicho nada.

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Propuestas de tema. Semana 7-13 de julio

Sin pedir permiso a nadie, creo este artículo siguiendo la idea que @daphoene tiene en este comentario 8:

meneame.net/m/microrelatos/vacui-dies/c08#c-8

La idea sería sugerir aquí un tema por comentario. Supongo que es buena idea limitar a una idea por usuario, para que nos lo pensemos más y sean de más "calidad". El que más votos positivos tenga el domingo 6 a las 23:59, será el tema de la semana del 7 al 13 de julio. El próximo viernes/sábado se puede abrir otro artículo como este.

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También de meneame

Iba a escribir algo, pero prefiero descansar.

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El microrrelato ganador ha sido: Un punto en el radar (Homenaje a Lem)

El microrrelato ganador ha sido: Un punto en el radar (Homenaje a Lem)

En la pantalla del radar aparecía un punto sospechoso. Podía ser una nave enemiga. La amenaza permanecía a una distancia constante. Si nos alejábamos, avanzaba hacia nosotros. Si nos acercábamos, huía a una velocidad equivalente a la nuestra. Quien quiera que pilotase aquella nave, parecía dispuesto a hacernos perder los nervios. Eran ya tres semanas de tira y afloja, y nuestras reservas de combustible comenzaban a agotarse.
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Iba a ser EL verano

Todo aprobado, celebración en el parque... mi padre nos olió, y para evitar que nos viera, corrimos hacia la oscuridad. Lo conseguimos. Durante la carrera la rodilla hizo crack. La escayola del día siguiente rompió el sueño del interrail, de disfrutar de albergues como si fueran palacios.

Así que otro verano en el pueblo, viendo a los niños jugar en el lago, que al contrario que el océano, no tenía apenas olas ni marea. Al menos todavía no había reguetón. Aunque recuerdo con más claridad a la orquesta durante las fiestas (las mejores de la comarca, dicho sea de paso) con su son montuno hasta las 3 de la mañana.

Pero uno no es incorruptible al aburrimiento. A falta de propuestas más interesantes como hacer solitarios con una baraja española, me dediqué a la papiroflexia, así los podría liar en la oscuridad para no tener que huir como un narco.

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Otra vez es verano. Vacaciones solidarias

Otra vez es verano. Vacaciones solidarias

Por amor se aguanta casi todo. Cuando mi chica me dijo cómo pretendía pasar las vacaciones, no pude evitar fruncir el ceño justo antes de decirle que me parecía una idea estupenda y muy solidaria. Volamos directamente desde los States. Menos mal que mi suegro, al final, no vino, empeñado como estaba en conocer la tierra de sus ancestros. Así que ahora me encuentro aquí, al borde de la insolación, en el lugar más elevado de Sderot, desde donde se ve el espectáculo.
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