Concurso de microrrelatos de Menéame
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El candidato

Silvia era la militante más brillante —y también la más atractiva— de las juventudes del partido. Por eso la elegí para aquel trabajo: investigar a Ramírez, que estaba en boca de todos como posible candidato a la presidencia de la Diputación. Nuestros viejos amigos en la policía y la judicatura seguían siendo fieles y extremadamente útiles.

—Lo hemos investigado a fondo. Cuentas, contratos, vicios, adicciones, secretos, favores debidos y prestados, amistades poco recomendables... El pack completo.

—¿Y bien?

—Es indefendible como candidato ante la cúpula. No nos sirve.

—Gracias, guapa.

Aproveché que se retiraba para admirar su fantástico culo, mientras apuraba la copa de Soberano.

Puto Ramírez —pensé—. No solo tiene menos arte que Robocop bailando flamenco, encima esto. Espero que sea un caso aislado entre los militantes. 

No tenía nada sucio con lo que controlarle en el futuro. No nos servía alguien así. No era de fiar.

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La boda sonada

Federica siempre quiso casarse en la ermita de su pueblo. Su novio se mostraba reticente, debido a la lejanía y al mal estado de la construcción.

-Mis padres se casaron allí.

-El sitio está lleno de humedades. Alguien podría lastimarse.

-Hace poco repararon el tejado y pusieron puertas nuevas.

-Me sigue pareciendo inseguro.

-¿Pero qué crees que va a pasar? Déjalo, Carl, confía en mí.

El día de la boda, ya declarados marido y mujer, salieron juntos por la puerta de la ermita cuando un rayo cayó sobre el pequeño campanario, soltando la campana que aterrizó justo en la cabeza de Federica, matándola en el acto.

Carl despertó de la pesadilla, y procedió a romper el anuncio del enlace, ese en el que se podía leer:

"EN ESTE LUGAR SAGRADO, EL SÁBADO 24 DE MAYO A LAS 12:00, SE UNIRÁN EN MATRIMONIO FRIEDERICA WILHERMINE WALDECK Y JOHANN CARL FRIEDRICH GAUSS"

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Así sea.

Su hijo y su marido estaban en la habitación.

Ella, acostada en la cama y conectada por múltiples cable y tubos a diferentes máquinas, les observaba con la mirada tranquila y con todo el amor de una vida.

La mano de su hijo temblaba sobre los interruptores que apagarían las máquinas y la vida de su madre.

“Dijiste que lo harías tú, eso hablamos”, le animo dulcemente y con una sonrisa la madre.

Él, aparto la mano de la máquina.

“No puedo, mamá, no puedo” dijo abrazado a ella, mientras las lágrimas arrasaban su cara.

El médico presente en la habitación dio un paso adelante y fue detenido suavemente por el brazo del marido.

Ella lo miró. Cincuenta años juntos daban para muchas cosas, entre ellas hablar sin hablar.

“Hay que hacerlo, así debe ser”, le dijo ella con todo el amor que daba ese medio siglo.

“Así sea. Siempre te has salido con la tuya”, le respondió él con una sonrisa mientras una solitaria lágrima comenzaba a rodar por su mejilla.

Se abrazó a su mujer y a su hijo en silencio mientras pulsaba los interruptores.

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Un Rogelio en mi Ascensor

Un Rogelio en mi Ascensor

Ante los desastrosos resultados de la edición anterior, se decidió por unanimidad elegir a un grupo potente, entre todos los políticos del país, para aprovechar su carisma. La primera votación fue muy reñida entre Marlaska y los Pegamoides, Mariano of Lesbian, Los Mazones Rebeldes y Azúcar Montero.

El voto más maduro fue para Progredades, Los Chiringuitos, Vago de Vox, Objetivo Begoña y Presuntos Imputados.

Mañueco y los trogloditas, Rufiangoria, Extremowoke y  Héroes del Sanchismo aportaron las actuaciones más canallas y del agrado del público, pero finalmente la elegida fue Lady Gagá, con el inexplicable voto masivo de la izquierda.

Defenderá el tema “La alegría de mentir”, en un claro homenaje a Ray Heredia, que según fuentes consultadas, está pensando en resucitar, para volver a morirse del disgusto.

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Pues a lo mejor...

Cuando se fue la electricidad, dejaron de funcionar las cámaras de vigilancia. Los drones de la policía aterrizaron a toda prisa, buscando cobijo en sus oscuros hangares.

Los programas de reconocimiento facial y asignación de puntos de ciudadanía tuvieron que detenerse. Los delitos aumentaron sólo un tres por ciento, pero la gente se lanzó al intolerable vicio de beber y bailar en las calles.

Los más sorprendidos, fueron los niños.

—¿Que es eso que hay en el cielo, papá? Parecen ojos.

—Son estrellas.

— ¿Las estrella son eso?

—Sí. Son tan grandes como el sol, pero están muy muy lejos.

—Pero parpadean...

—Bueno, pues a lo mejor son ojos... —respondió el padre, saludando con la mano hacia el cielo.

En un día así, cualquier cosa era posible.

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Miserere mei, Deus

Miserere mei, Deus

No soltaba la sábana, era su escudo de Heracles, en el que Fobos espantaría a los malvados, y Palioxis los pondría, despavoridos, a la fuga, estirando la raída prenda hasta cubrirse por completo, cual mortaja.

El orfanato no estaba mal. La comida no abundaba, pero los Padres no eran malos del todo. Sí, severos, y, sí, alguno con la mano larga, pero sus compañeros, algunos huérfanos como él, otros abandonados, compartían destino y eso los convertía casi en hermanos: la Hermandad de los Desamparados. Y eso hacía los días más llevaderos.

Pero las noches… las noches eran diferentes. La Hermandad desaparecía con la oscuridad, con la individualidad de las camas, y cada uno se apañaba como podía.

Así que cuando el Padre Santiago le rozó la cabeza por encima de la sábana a las 2 de la madrugada, sabía qué pasaría:

-Miguel, vamos a rezar a la vicaría.

-Amén, padre.

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Primero, lo importante

Hassan estaba buscando a Malek: tenía que saber cómo iban las votaciones. Acabó encontrándolo en la esquina de su casa, mirando el móvil:

-¡Malek, ¿cómo van?!

Sabía que Malek estaría justo en esa esquina, era de los pocos sitios con cobertura, y eso lo convertía en peligroso. Malek empezó a contestar:

-¡Le acaban de dar 12 puntos a Suiz…!

cuando una bala desparramó sus sesos contra el teléfono.

Hassan se paró en seco.

-Vaya, me va a tocar buscar a otro amigo con teléfono-, pensó.

¿Samir, tal vez…? Pero recordó que había volado por los aires hacía dos días, junto con su casa, padres, hermanos y hermanas. Y el bar donde vio las semifinales se derrumbó en un ataque con tanques…

-Ya está: Walid.

Finalmente encontró a Walid, pero ya habían acabado las votaciones.

-Ha ganado Austria-, le dijo.

Y Hassan se echó a llorar: su favorito era Suiza.

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La misa se autorregula

La misa se autorregula

El cura alza el datáfono y comienza la oración:

—En el nombre de Mises, Hoppe y el espíritu de la Mano Invisible.

—Amén.

Se sirve una copa de vino y publica las cotizaciones de hoy en la pizarra electrónica.

—Hoy patrocina mi desayuno Supermercados Mercabrones —despliega la publicidad tras el altar y se sienta dispuesto a comer sobre el mismo.

Unos niños harapientos le sirven viandas. Algunos feligreses solicitan comprar vino. Otros se dan hostias unos a otros.

La mañana termina con la criptosubasta: un par de pisos, aparatos tecnológicos... a Claudia ya le ha venido la regla (eso afirma su mamá), así que también su virginidad.

Los niños harapientos barren todos los desperdicios dentro del templo. Descubren el cadáver de uno de los toxicómanos habituales. ¡Esta noche en todas sus chabolas tendrán cena!

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La plusmarca

Nunca es agradable robar tumbas, pero unas son mejores que otras. Las de las mujeres ricas siempre son una tentación, y más si eran religiosas. No les gusta separarse del rosario o del crucifijo.

Eso pensamos de Doña Amalia. Y además había muerto quince años atrás. Ya no sería muy repugnante.

Amén, dijo mi colega, en recuerdo de la beata.

Pero no llevaba crucifijo. Al lado de su triste calavera recogimos unos pendientes. Y en torno a un fino hueso de un brazo, un pequeño reloj de pulsera. 

Entonces escuchamos algo. ¿Pasos? ¿Un chirrido? Mucho peor: tic-tac-tic-tac

La puerta del cementerio estaba abierta, pero aún así saltamos la tapia.

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Dar luz al asunto del apagón

El veterano asesor abrió la reunión del Consejo de Ministros. 

- Necesitamos actuar ya, atajando las teorías de la conspiración. Servicios de inteligencia extranjeros, nosotros mismos, los masones, los extraterrestres e incluso una coalición de todos ellos. El problema es que si no damos una explicación, cada cual lo tomará como confirmación de su teoría. Si la damos, como prueba de que mentimos. 

El nuevo fichaje le cortó:

- Señor presidente, me he adelantado redactando un borrador. Hemos de modernizarnos.

Este gobierno, comprometido con la transparencia, la libre expresión y los valores democráticos, ha decidido no dar explicaciones. Una teoría oficial sería un intento de adoctrinamiento. Por tanto, cada español es libre de informarse en redes sociales o a través de cualquiera que, ejerciendo sus derechos fundamentales, se haya autoproclamado experto. Podemos crear nuestra propia opinión: recordemos que todos somos iguales y, por tanto, todas las teorías son igual de respetables. 
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Sección hogar

El becario entró en la Redacción buscando con la mirada a su mentor.

-Puntual, documentación revisada y con el libro de estilo del periódico –dijo el joven con varios folios en la mano y un “pendrive”.

-A ver, déjame echarle un ojo antes... –tras leer el titular se lo quedó mirando con cara de circunstancias-. ¿Sabes que el artículo era para la sección de Política, no?

-Sí, claro.

-¿Qué contenido te pedí? –preguntó arrellanándose en su silla.

-Lo tengo aquí, de su puño y letra: Sección política. Casas Aisladas –dijo entregándole la nota garabateada en un trozo de papel.

-Esto es una “o”, la letra “o” de casos, casos, no casas, casos aislados –dijo sin dar crédito a la escena.

La cara del becario se volvió roja, pálida y luego roja otra vez. Y con un hilo de voz preguntó.

-¿Podría ir en la sección hogar?

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Acércate

—Hoy da una charla un catedrático que es un crack. Acércate —me dijo mi colega J.

Aquel día no tuve tiempo ni de respirar. Llegué tarde, sin haberme podido informar ni siquiera del tema de la conferencia. Me senté junto a mi amigo justo cuando acertaba a oír:

—…para acabar siendo un compendio de prácticas antidemocráticas, defensa de valores éticamente abominables y sumisión al imperialismo más atroz; un ejemplo de lo que significa dar prioridad a los intereses económicos sobre los Derechos Humanos, blanqueando a regímenes genocidas si se considera necesario e invisibilizando a los ciudadanos críticos. En suma, un espectáculo humillante para los propios europeos, a quienes se somete a intereses extranjeros y corporativos, al tiempo que se les dice que ha sido su propia elección…

—No sabía que el tema era Eurovisión —susurré.

—No. El título de la charla es “La Unión Europea: historia y perspectivas de futuro”.

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El cazador

La última vez que hubo electricidad fue hace ya años. Esa noche en que todavía funcionaba todo malgasté unas horas leyendo un libro. Los días siguientes fueron primero tranquilos, luego tensos, finalmente caóticos. En el betún espeso de la noche se oían alaridos, bramidos de destrucción, risas desquiciadas. Animales salvajes que habían sido ciudadanos salían a desatar una agresividad primitiva y eufórica. Cuando las baterías y antorchas improvisadas escasearon pocos arriesgaban a salir de noche, salvo para quienes la oscuridad era indiferente: los ciegos. Se instauró entonces un justo equilibrio. De día la ciudad era territorio de caza para los dotados de vista y los invidentes se escondían en agujeros. De noche campaban estos últimos, que acometían ágiles en plena negrura. Nos cazaban como a conejos. Entendí que para comer era más fácil cazar a muchos que a pocos y cambié de bando. No me importó mucho arrancarme los ojos.

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De bien en mejor

Con 5 añitos ya decía palabrotas e insultos a mis compañeros de clase.

—Qué gracioso. Son más grandes sus palabras que él mismo.

En primaria quitaba el bocadillo a los empollones.

—Cosas de niños. Deja que se apañen entre ellos.

Con 13 años me sancionaron 4 semanas sin jugar la liga con mi equipo de fútbol infantil por agresión a otros jugadores.

—Es competición. Hay que tener ambición e ir al límite o no llegarás a nada.

Malas notas, fiestas, peores compañías. Alguna que otra pelea de bar.

—Todos hemos cometidos errores de juventud. Hay que vivir la vida.

Mis dos tíos en el cuerpo me ayudan a prepararme las oposiciones para Policía Nacional.

—Tradición familiar. Servirá para enderezarte y que aprendas disciplina.

Después del ascenso a Inspector, me pillaron en un chanchullo con un par de conocidos camellos de la ciudad.

—Bueno… un caso aislado.

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El deslizador

El deslizador

Dios, como siempre, iba a lo suyo. Es lo que tiene ser "omni": omnisciente, omnipresente, omnipotente…, que estás a todo pero no estás a nada. Estaba otra cosa, con el tablero de mandos de la Humanidad ahí, desatendido, en automático.

Belce (nombre cariñoso) sabía que su tío era también omnidespistado (es lo que tiene ser "omni", que lo eres en muchas cosas). No levantaba todavía dos palmos del suelo, pero ese tablero… colorines, ruiditos, palanquitas, pantallas… Así que, de puntillas y viendo apenas lo que hacía, alcanzó el único mando al que llegaba, un deslizador, en ese momento desplazado totalmente a la izquierda, y lo movió al centro. Rápidamente se escabulló, temiendo que tito Dios le pillara.

No fue hasta 6 meses después cuando Dios se dio cuenta de que alguien había movido ese deslizador y había apagado el sentido común de la mitad de la población mundial:

-¡¡¡BELCEBÚÚÚ!!! 😡😡😡

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La caída de Occidente

Tras siglos de baños de sangre y millones de muertos, no pareció descabellado resolver los conflictos internacionales con un criterio igualmente arbitrario: aquel concurso musical que provocaba simultáneamente insultos y pasiones. Los mismos que lo denostaban se convertían en animales enfurecidos con los resultados del certamen. No había tanta diferencia emocional con una guerra, pero era mucho más económico.

Debía ganar Bélgica. Ese año el manipulador de voto del Mossad sufrió un error de programación y las VPNs israelíes empezaron a desbordar sus propios servidores con infobasura votando por “Tierra de paz”, que interpretaron erróneamente como un ataque del Vaticano. Rusia aprovechó el caos y hackeó el resultado para apoyar a “Jaula para Julia”, un canto a la libertad de expresión. Japón rechazó que los votos estadounidenses para Austria se asignaran a Australia.

Al terminar todo ganó Transnistria, que gobernó con infame mano de hierro de ese 2029 en adelante.

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Un vídeo de despedida

«El Inútil», así lo llamaba su suegra. Por eso se ofreció para hacer el vídeo.

Parecía una tarea fácil y, de hecho, le llevó menos tiempo del esperado. Solo tenía que entrar en el viejo ordenador, seleccionar unas cuantas fotos y hacer un montaje para el funeral. Todos se emocionarán, algunos incluso llorarían y, lo más importante, se ganaría la simpatía de su familia política.

Acceder al contenido fue sencillo (su suegro había usado una contraseña trivial), pero, al abrirlo, su cuerpo reaccionó de inmediato y tuvo que apartarse para no vomitar sobre el teclado. Eran niños.

Tras el estupor inicial, se obligó a reaccionar. Pensó en cuáles eran sus opciones y en las consecuencias de cada una de ellas. ¿Llamar a la policía? ¿Contárselo a su mujer? No, eso sería demasiado doloroso para ella.

Con pulso firme, formateó el disco duro.

Prefería seguir siendo el Inútil.

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Abriendo puertas, rompiendo diques

Indomable y presumida; mi abuela se enfrentó a la Trinidad de poderes del pueblo encarnada en: alcalde, cura y marido; para que yo pudiera ser “monaguilla”, —privilegio reservado exclusivamente a los niños varones—.

Mi abuelo se atragantó con la sopa y el sacerdote con el vino, cuando les dijo: — ¿Acaso la niña sólo puede pasar el cepillo en la iglesia cuando por turno de limpieza nos toque barrerla? —“Privilegio” reservado a las mujeres—.

Escribió al Obispado y amenazó con presentarse en el mismísimo Vaticano en el próximo viaje del Imserso, si no atendían a su pretensión.

Hoy, luzco por primera vez la sotanilla y ayudo en misa al señor cura; quien cada vez que dice amén, me mira de soslayo al no poder disimular la sonrisa triunfal que se dibuja en mis labios.

Lástima que mi abuela, tan indomable como presumida, le tocó contemplarme desde el cielo.

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Eliminando rastro completo y registro

-...Entre Casa del Centinela y Arroyo de la Higuera, en medio de ninguna parte...

-Ese gilipollas portugués casi mete la pata...

-Se corrigió al momento.

-Porque le dimos un toque desde aquí.

-¿Y dónde está la cosa ahora?

-Ni idea.

-Y quién la tiene.

-Ni idea. Nosotros no.

-En el informe dice esferoide de aspecto cristalino de un metro cúbico aproximadamente. ¿Y los ojos y oídos que tenemos en esa zona no pillaron nada?

-Nada. A 500 metros emitió ese pulso concreto y descendió al suelo... quedó entre un camino de tierra y unos árboles. Y la red eléctrica se fue al cuerno.

-Pero si pedimos tiempo para poder moverlo y llevarlo a...

-Pues allí no lo tienen, ni los franceses, ni los alemanes, ni los españoles, ni...

-Los ruskies descartados y los chinos también... No se puede haber perdido eso. Tengo en el informe que mandamos a gente de la base de Morón y de Rota, y de la base gris que tenemos en Beja, Portugal.

-Hubo que traer una grúa y meterla allí en mitad del campo, pesaba unas cinco toneladas o así. 

-Cada vez que están los españoles metidos en una de estas se lía... ¿se les ha dado el toque?

-Cuatro veces. Van a colaborar, claro.

-¿El señor naranja lo sabe?

-No, y no lo sabrá.

-Bueno, tenemos que encontrar esa cosa. Pon a los tuyos en marcha.

-Vale. Esta conversación no ha tenido lugar. Eliminando rastro completo y registro.

-Clic. 

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Confianza

El granjero fue al mercado y compró un pavo chiquitín. El pobre bicho, iba en una caja, de cartón aterrorizado, por los vaivenes del coche. Finalmente llegó a casa y lo soltaron el corral.

Allí también pasó muchísimo miedo. Estaba rodeado de unas bestias gigantescas que le lanzaban picotazos, de una especie de león con unas uñas terribles y de un lobo gigantesco que lo empujaba con el hocico.

La primera noche, fue horrible. La segunda, mejor. En una semana, estaba a gusto. En tres meses, era el dueño del corral. Todo iba magníficamente. Su optimismo y su confianza en la vida aumentaban cada día, por buenas razones.

Hasta el día de Nochebuena.

Otros pavos, en los años siguientes, escucharon la historia a finales del otoño, pero aunque nadie dudó de su veracidad, la consideraron unánimemente un hecho asilado.

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Los siete sellos

Esto no podía estar pasando. Solamente se trataba de una prueba.

Había elucubrado si la bomba de haz de neutrinos sería capaz de barrer la esfera desde un punto de la misma, y le pareció que bastaba con alinear el eje del plano a una tangente que fuera perpendicular al centro.

Pero olvidó que estaba en producción, y no en el entorno de pruebas, maldita sea.

Había aniquilado toda la vida del planeta basada en el ADN. Había matado a toda su familia, a todos los seres vivos. Cada planta, cada bacteria. Cada. Ser. Humano. Salvo él, que estaba dentro de la esfera emisora.

Pensó en buscar viviendas con placas solares para almacenar alimento fresco.  Pensó si las nucleares tendrían auto apagado. Pensó infinitas cosas, para no pensar.

Había desencadenado el apocalipsis, y solamente pensaba en comer.

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El buque

El buque

El agua empezaba a entrar en los camarotes de primera clase, y, sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo, sabía que ya no había nada que hacer, el buque estaba condenado. Bruce Ismay se dirigió a la cubierta y empezó a ayudar a los asustados pasajeros a abordar los escasos botes salvavidas.

Cuando ya no hubo nadie más a quién ayudar, se dirigió al último bote, uno de los 4 botes plegables Engelhardt con los que contaba el barco, sobre la cubierta del costado de estribor, junto al puente. Lo engancharon al mecanismo de descenso del pescante del chinchorro y, antes de descender, echó una mirada atrás, no sólo para comprobar que no quedaba nadie, sino para despedirse de su creación, de su buque insignia, del que habría sido el orgullo de su compañía.

Sería la última vez que Ismay vería el buque, no quiso volver a mirarlo.

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Asalto a la colina HE-127

El capitán ordenó precaución porque había visto un puesto enemigo enfrente de nuestro avance.

Agazapado entre las rocas, vimos el casco de uno de ellos. Nos ordenó disparar desde todos los ángulos posibles.

Pero no tuvimos éxito. Ni se inmutó.

Para ablandar su firmeza, se pidió refuerzo de la artillería. Tres días de fuego casi constante.

Ni se inmutó.

Nos retiramos unos kilómetros al pedir el apoyo de la aviación. Decenas de pasadas de bombarderos durante tres largas horas.

Al volver, seguía ahí. Ni se había inmutado.

Entonces es cuando, desobedeciendo las órdenes, el soldado Juan se levantó y salió a andar despreocupadamente. Al principio pensábamos que iba a mear, pero se dirigió al puesto del enemigo. Le dio una patada y salió rodando. Era un casco aislado.

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Tu padre en Eurovisión

Tu padre en Eurovisión

Tamara aún no ha digerido que su padre, ingeniero industrial, participe en Eurovisión. ¡En la final!

Anuncian el turno de España. Don Eduardo aparece levantando los puños cerrados en señal de saludo victorioso. Está en ropa interior. Calzoncillos de abuelo, tradicionales del siglo XX, tipo slip, blancos con abertura delantera. Camiseta de tirantes del mismo color ligeramente amarillento. La panza asoma entre ambas prendas.

Comienza a moverse torpemente por el escenario. El holgado calzoncillo deja entrever el movimiento pendular del flácido saco escrotal. Los potentes focos revelan su silueta. Canta su conocida y divertida canción.

Tamara sabe que oculta algo en los puños. La emisión se interrumpe antes de que Eduardo despliegue en el suelo una bandera oficial de República de Xionachi y defeque sobre ella. Pero este desconcertante final inesperado se difunde rápidamente en redes sociales.

España permanecerá varios años expulsada del festival. Aquí se castigan los comportamientos agresivos.

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Lunfardo

 Agarraste la manija

mientras andabas a boleo

en el barrio de las ranas,

y sin compasión me hieres

de fierro grande y profunda

y me robas hasta la voz

pa’ decirte adiós.

 

Duerme mi barrio entre sueños

y entre sueños se marchó

como tú te haces la morronga

mientras todo es hacha y tiza

bandeado por heridas

echando barracas sin parar

en esta suerte de vida

que sin suerte

me dejó.

 

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