- A ver, Yuli, que ya van dos veces.
- Si es que estoy en racha, Jaime. El primer examen lo estudié a medias. Y saqué un notable.
- Lo sé...
Yuli seguía entusiasmada.
- En el segundo, solo me estudié un tema que no cayó y otro notable. Estoy en racha estas últimas semanas.
- Pero Yuli, aunque apruebes el examen, si no sabes, ¿ de qué te vale en la vida ? Lo que necesitas es conocimiento, no una nota que en unos meses nadie recordará.
- Estoy en racha, estoy convencida. Para este examen no voy a estudiar nada y quiero aprobarlo.
- Pues amén. Que haya suerte, que así sea.
Y dos días más tarde Yuli daba la noticia.
- ¡ Jaime, he aprobado otra vez !
- Lo sé. Ese era tu tercer deseo.
- ¿ Deseo? ¿ Igual que los de los genios ?
- No hacías mucho caso a lo que te contaba hace unas semanas cuando me presenté, ¿ verdad ?
El Panadero apuntaba su arma al pecho del Profesor, con la muerte en la mirada.
-- Quince años en la cárcel, y eso gracias a la amnistía... hubieran sido treinta, por tu culpa. Vengo a matarte.
-- Adelante -- el Profesor llevaba mucho tiempo imaginando este encuentro -- No te lo voy a negar, fui yo. Yo os delaté a todos. Me torturaron, y no soy un espía ni un héroe. Todos jugábamos a revolucionarios, y nos pillaron. Así que vamos, mátame. Pero después mastica ese cañón y dispara, porque este momento es fruto del simple azar: me interrogaron antes. Si hubiera sido al revés, tu habrías cantado igual y nuestros papeles ahora estarían invertidos. Así que dispárame o vete a tomar por culo, pero cierra la puerta despacio al salir. No tolero los ruidos fuertes.
El Profesor se sentó en su sillón favorito de espaldas al Panadero, y esperó.
¡BAM!
-¿Cómo se encuentra la paciente?
El jefe de turno en Urgencias preguntaba al residente mientras caminaba, prácticamente trotaba, ese servicio era un no parar: ambulancias con accidentados, una sala de espera llena de tobillos torcidos, niños con fiebre y mocos, llorando, abuelas quejándose de la cadera, algún indigente traído por la policía con síntomas de embriaguez severa… y era la primera semana del residente allí.
-Estable dentro de la severidad de los síntomas, doctor.
-Detalles, Alarcón, detalles…
-Fiebre, tos, dificultad respiratoria, dolor muscular, en la espalda, sobre todo, y dice encontrarse muy cansada.
-Eso parece una gripe. ¿La han tratado?
-Sí, pero no responde, ni siquiera a los antipiréticos.
-Hmmm… ¿Hay casos similares?
-Puede que en la sala de espera…
-Quiero una analítica completa, y trasládenla a A1.
-¿Aislamiento? Pero…
-Pero nada. Y vistan EPI para atenderla.
-¿EPI? Pero, doctor…
-¡Pero nada!
-Sí, doctor.
(28 de Enero de 2020)
...y cuando se despertó, el dinosaurio se había ido sin despedirse
-Que no, que el informe es un maldito bulo de ese coronel de allí. Como sabe que lo vamos a defenestrar se ha montado el solito un lío de cojones...
-Entonces... ¿Nada de nada de esa esfera?
-Nada. El muy cabrón tiró de galones y llamó a dos contactos en Bruselas y otros en... no sé dónde...
-Mierda. Con la que hay liada.
-Ah, y no te lo pierdas, llamó al Vaticano...
-¿Para qué?
-A un cardenal papable amigo suyo.
-Pero para qué.
-Está jugando al billar. A este cabrón hay que meterle la bola negra en sus mismísimas troneras.
-Y el papable ese quién es... y qué pinta.
-Ni idea, es de Asia, luego me pasan el informe. Al final el maldito apagón se lo comen los iberos.
-¿Quién?
-Coño, los de la península ibérica.
-Ah, bueno los portugueses pintan poco.
-Y una mierda. Los mejores infiltrados, son la hostia.
-Bueno, entonces crisis superada.
-Crisis enquistada, que el papable es un broncas de la cuerda... de esa cuerda que es soga para nosotros.
-Nos cargamos al coronel ese y ya vamos viendo.
-Ya. Anoche lo llamé... ¿Y sabes lo que me dijo?
-¿A quién llamaste?
-¡Al coronel Smith-Roscoe!
-Ah, vale. ¿Y?
-Me dijo que “amén”... ese tipo planea algo. Manda a los tuyos y que lo traigan a casa, es-col-ta-do. Que ya tenemos bastante movida en casa con el “agente naranja”.
-¿Amén? Bueno... le vamos a dar “amén y bola negra” a la vez.
«Amén» no es solo la última palabra de una oración, es también una llave que cierra y sella, un eco de obediencia o resignación, una firma espiritual sin posibilidad de réplica. Esta semana, la palabra que da título a nuestro concurso de microrrelatos coincide con el Cónclave, ese ritual antiguo y secreto en el que los cardenales del mundo se encierran bajo juramento hasta alumbrar a un nuevo Papa.
¿Te has fijado alguna vez en cómo los noticiarios, los políticos o los comunicados de prensa llaman «caso aislado» a lo que ocurre con una frecuencia inquietante? Esta semana en el concurso de relatos de Menéame proponemos girar en torno a esa expresión, a medio camino entre la coartada y el eufemismo. Escribe un relato sobre uno de esos hechos excepcionales que se repiten sin cesar. O, si lo prefieres, entrégate al absurdo y construye un verdadero caso aislado: irrepetible, imprevisible, fuera de toda lógica. El relato es tuyo, el encubrimiento o la denuncia también.
Esta semana, en el concurso de microrrelatos de Menéame, nos adentramos en la oscuridad. Bajo el tema «El apagón», os invitamos a hacer un ejercicio de imaginación —o a relatar las experiencias recién vividas— cuando se apagan las luces. ¿Qué ocurre cuando la electricidad desaparece? ¿Qué secretos salen a la luz en medio de la sombra? ¿Qué miedos, qué revelaciones, qué conexiones inesperadas nacen en la penumbra? Tenéis hasta el domingo para enviar vuestro relato, breve pero contundente, capaz de iluminar con palabras ese instante en que todo se detiene.
Eurovisión es ese ritual kitsch que une a Europa una vez al año con lentejuelas, fuegos artificiales y coreografías imposibles. Entre gallos, prodigios vocales y discursos de unidad paneuropea, se cuelan a veces historias que merecen más que un estribillo pegadizo. Esta semana, en el concurso de Microrrelatos, afinamos la pluma al compás del televoto y os proponemos sumergiros en ese universo donde todo cabe: la ambición, la vergüenza ajena, los amores imposibles, las venganzas balcánicas y los votos falsos. Adelante, que empiece el espectáculo.
menéame