El Panadero apuntaba su arma al pecho del Profesor, con la muerte en la mirada.
-- Quince años en la cárcel, y eso gracias a la amnistía... hubieran sido treinta, por tu culpa. Vengo a matarte.
-- Adelante -- el Profesor llevaba mucho tiempo imaginando este encuentro -- No te lo voy a negar, fui yo. Yo os delaté a todos. Me torturaron, y no soy un espía ni un héroe. Todos jugábamos a revolucionarios, y nos pillaron. Así que vamos, mátame. Pero después mastica ese cañón y dispara, porque este momento es fruto del simple azar: me interrogaron antes. Si hubiera sido al revés, tu habrías cantado igual y nuestros papeles ahora estarían invertidos. Así que dispárame o vete a tomar por culo, pero cierra la puerta despacio al salir. No tolero los ruidos fuertes.
El Profesor se sentó en su sillón favorito de espaldas al Panadero, y esperó.
¡BAM!