Año 2125.
La cola daba la vuelta a la manzana, rodeando el templo, compuesta por gentes venidas de allende los mares, personas transpirenaicas, transalpinas, transatlánticas, transmediterráneas, transidas de cansancio por tanta espera.
Y es que la noticia del fenómeno había llegado a todos los rincones del planeta. Y la palabra "fenómeno" no le hacía justicia: casi se podría considerar un milagro. De hecho, la Iglesia había iniciado ya el proceso de beatificación.
No había más que ver la expresión de los que ya lo habían visto, de aquellos que salían del recinto por la puerta lateral: asombro, estupefacción, repugnancia, incredulidad…
Le pregunté a uno de los que habían salido qué había visto:
-Está ahí, en perfecto estado de conservación, sujetando todavía el último fajo de billetes de la última comisión: el brazo incorrupto del San Cristobal el Corrupto.
El templo estaba situado, no podía ser de otra manera, en Montoro.
André está sentado en su despacho. Sobre la mesa, un gran mapa de Francia. Con un dedo juega torpemente a Candy Crush. La otra mano retuerce su bigote. Llega el consejero.
―¿Lo has pensado bien? ―dice el recién llegado sin saludar.
―¡Nada que pensar! ¡Plan aprobado! Las obras comienzan la semana que viene en el Sur.
―Pues así vais a la mierda… suelta mi puta tablet y escucha lo que te digo.
Siguen discutiendo media hora más. Alzan las voces. Frustración. El consejero se despide para siempre. Por la tarde vuelve a su pequeña habitación alquilada en París y escribe en su dispositivo: «Maginot no se cree que vengo del futuro. Pasa de mí y construirán la línea defensiva. Plan B: a por Adolf».
Pobre consejero. Cien años después, en su época, también crece el fascismo. Y también está enfocando mal su lucha mediante este viaje al pasado.
Eurovisión es ese ritual kitsch que une a Europa una vez al año con lentejuelas, fuegos artificiales y coreografías imposibles. Entre gallos, prodigios vocales y discursos de unidad paneuropea, se cuelan a veces historias que merecen más que un estribillo pegadizo. Esta semana, en el concurso de Microrrelatos, afinamos la pluma al compás del televoto y os proponemos sumergiros en ese universo donde todo cabe: la ambición, la vergüenza ajena, los amores imposibles, las venganzas balcánicas y los votos falsos. Adelante, que empiece el espectáculo.
Esta semana, en Menéame, celebramos el noble arte de desatascar, ya sea cañerías o tramas políticas. El concurso gira en torno a «fontaneros y fontaneras», una figura que, más allá del mono azul y la llave inglesa, ha cobrado protagonismo en las noticias por obra y gracia de una fontanera mu apañá. Ya sea en clave de Mario Bros, de Nixon o de Ferraz, buscamos noticias que huelan a humedad, apaños en la trastienda o goteras institucionales.
Me tomo de nuevo la libertad de publicar el artículo para elegir tema de la semana del concurso de microrrelatos, no oficial durante el verano, que nos estamos autoorganizando.
La idea es:
1) sugerir aquí un tema por comentario.
2) cada usuario puede sugerir un solo tema. No más.
3) cada usuario puede votar todos los temas (comentarios) que quiera.
4) el tema que más votos positivos tenga el domingo 27 a las 23:59h, será el tema de la semana señalada en el título. Imparsifal nos hará el favor de establecerlo en el sub.
5) en caso de empate, gana el tema que primero se propusiera.
6) El próximo viernes/sábado quien quiera puede abrir otro artículo como este para la siguiente semana.
Pues el tema de la semana de nuestro concurso semanal de mircrorrelatos, es «Fuego» y por eso a este minitexto le acompaña una imagen promocional de El coloso en llamas. Sed cínicos, irónicos, puñeteros pero sobre todo ingeniosos.
menéame