Ya en enero de 2020, casi dos meses antes de que los políticos en Europa entraran en acción, el gobierno cubano puso en marcha un plan nacional para combatir el coronavirus. Se lanzaron campañas masivas de información en los barrios obreros y en la televisión. El gobierno cubano actuó con decisión e hizo todo lo posible para cortar el virus de raíz. El turismo, principal fuente de ingresos pero también de contagio, se detuvo inmediatamente. Desde marzo de 2020 casi 30.000 ‘rastreadores de contactos’ han ido de puerta en puerta.
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Traducción aquí: https://rebelion.org/por-que-cuba-no-tiene-un-movimiento-antivacunas/
Cada vez más, amplios sectores de la población europea expresan abiertamente su desconfianza hacia las políticas para combatir en COVID-19. La reacción de la política tradicional es de pánico y se caracteriza por el paternalismo y la represión: obligación general de vacunarse y restringir la libertad de circulación. Esa no es la forma de crear apoyo en la población. Para ello será necesario, como mínimo, escuchar los temores y las preocupaciones de las personas no vacunadas. Pero también hay otros elementos en juego. La comparación con Cuba es interesante.
Desconfianza en el gobierno
Muchas personas no vacunadas dudan, con razón, de la competencia y/o de la buena fe de los gobiernos que ahora quieren vacunar lo antes posible. No es tan incomprensible.
Los países europeos están improvisando desde marzo de 2020. No existe ningún tipo de uniformidad o lógica en las políticas para atacar la pandemia de COVID-19. Con índices de contagio similares las medidas difieren mucho de un país a otro.
En Bélgica, donde yo vivo, como en otro países en Europa, la improvisación era incomprensible. El gobierno belga esperó hasta mediados de marzo antes de tomar medidas. Eso fue un mes y medio demasiado tarde. Si hubieran tomado medidas antes, la tasa de propagación habría sido mucho menor y se habrían evitado miles de muertes por COVID-19. Y parece que no aprenden de sus errores. La respuesta a cada nueva ola de COVID-19 llega tarde.
Aunque los expertos llevaban años advirtiéndolo, el gobierno belga no estaba preparado para una pandemia. Al principio decía que las mascarillas no servían, porque (todavía) no se disponía de ellas debido a una mala gestión. Luego, de repente, se convirtieron en obligatorias.
En septiembre de 2021 las medidas se relajaron en Bélgica con cifras peores, mientras que en los Países Bajos se endurecieron con mejores cifras. ¿Cómo explicar eso? En Bélgica se tienen que poner de acuerdo siete ministros de Sanidad para poder implementar una nueva política. Al mismo tiempo, los gobernadores y alcaldes introducen normas más estrictas o más permisivas y los presidentes de los partidos pulen su imagen a costa de la salud pública.
Cuando esa desconfianza llega a las calles y a las redes sociales, la extrema derecha solo tiene que meter el balón de cabeza. Atraen a su lado a quienes están legítimamente descontentos solo con mostrar empatía con su desconfianza en el gobierno. El objetivo, por supuesto, no es exigir más democracia para los que no tienen voz. La historia nos enseña por que el objetivo de la extrema derecha es apresurar la formación de un régimen autoritario que deje completamente fuera a estas personas y lleve al extremo la explotación de todo y de todos por parte del 1%.
Las medidas anti-COVID-19 en muchos países europeos fueron y siguen siendo un enorme caos. Pero, en realidad, la desconfianza es mucho más profunda. En la anterior gran crisis, la bancaria de 2008, los ciudadanos también fuimos los que pagamos el pato. Los bancos que habían especulado con nuestro dinero se salieron con la suya y fueron salvados. Y la gente común pagamos la factura. Es obvio que existe desconfianza en la capacidad de gestión de una crisis por parte del gobierno.
¿Y en Cuba?
Ya en enero de 2020, casi dos meses antes de que los políticos en Europa entraran en acción, el gobierno cubano puso en marcha un plan nacional para combatir el coronavirus. Se lanzaron campañas masivas de información en los barrios obreros y en la televisión. Ni gobiernos contradictorios ni siete ministros de sanidad que se tenían que poner de acuerdo ni discusiones sobre mascarillas obligatorias.
El gobierno actuó con decisión e hizo todo lo posible para cortar el virus de raíz. Nada de promesas fáciles diciendo que íbamos a recuperar el ‘reino de la libertad’ gracias a las vacunas, nada de soltar las riendas demasiado rápido, debido a motivos electorales o a la falta de coraje político, sino medidas firmes. Algunos ejemplos. El turismo, principal fuente de ingresos pero también de contagio, se detuvo inmediatamente. Los niños a partir de seis años están obligados a llevar mascarilla. Cuando quedó claro que las escuelas también eran importantes focos de contagio, se pasó a la educación en casa, con muy buen apoyo de la televisión escolar, entre otras cosas.
“Al informar adecuadamente a la población sobre los riesgos sanitarios, los cubanos comprenden la importancia de quedarse en casa. Saben cómo transmitir la enfermedad, y se responsabilizan de su propia salud y de la de sus familiares y vecinos”, dice Aissa Naranjo, médica en La Habana.
La asistencia sanitaria en Cuba se centra principalmente en la prevención y está muy descentralizada. Cada barrio tiene su policlínica y existe un fuerte vínculo de confianza entre la población local y el personal sanitario. Desde marzo de 2020 casi 30.000 ‘rastreadores de contactos’ han ido de puerta en puerta, hasta los rincones más alejados de la isla, para comprobar en cada familia si uno de sus miembros estaba infectado. Se movilizó a los estudiantes universitarios para ayudar en ese rastreo. En Bélgica la detección la realizaron personas anónimas en centros de llamadas, lo que no inspira precisamente confianza.
Mientras tanto, todo se centró en el desarrollo de vacunas contra el coronavirus. En marzo de 2021 tres vacunas estaban ya en fase de prueba. En la actualidad Cuba cuenta con cinco vacunas propias, una de ellas para niños de tan solo dos años.
Las diferencias en las políticas COVID entre Cuba y Bélgica se reflejan también en las cifras. En Cuba hubo 146 muertes por COVID-19 a finales de 2020. En Bélgica, con el mismo número de habitantes, la cifra era de casi 20.000. Eso fue antes de la variante Delta. Cuba no llegó a tiempo. Las vacunas propias recién se terminaron tres meses después de que la variante Delta empezara a proliferar. La rápida vacunación en Bélgica, a partir de finales de 2020, ha permitido reducir significativamente el número de muertes causadas por la variante Delta, al menos en las fases iniciales.
En Cuba la variante Delta en realidad llegó demasiado pronto; no había vacunas en ese momento. El pico de infección se produjo en el mes de julio. Esto causó muchas muertes y sacudió el sistema sanitario. Esta precaria situación sanitaria se sumó a los graves problemas económicos derivados del bloqueo económico de Estados Unidos, la pérdida de turismo y el aumento del precio de los alimentos. Como resultado, hubo mucho descontento entre la gente. A través de las redes sociales se ha intentado desde Estados Unidos agitar ese descontento y canalizarlo en protestas. El intento acabó fracasando.
Una vez iniciada la campaña de vacunación en Cuba los resultados fueron espectaculares. El 20 de septiembre, al inicio de la campaña, todavía había diariamente más de 40.000 nuevas infecciones y 69 muertes. Hoy en día hay 120 nuevas infecciones y una muerte al día. En Cuba también se vacuna a los niños a partir de dos años. El 2 de diciembre el 90% de los cubanos había recibido su primera dosis. Es el segundo porcentaje más alto del mundo, después de los Emiratos Árabes Unidos, y el más alto de América Latina. En Bélgica estamos al 75%.
2. Desconfianza en las grandes farmacéuticas
A muchas personas no vacunadas en Europa les parece sospechoso que el gobierno proporcione vacunas gratuitamente. Hay que pagar cada vez más por otros medicamentos. La sanidad cuesta cada año más a los pacientes y ahora, de repente, todos “tenemos” que vacunarnos gratuitamente. ¿No hay nada detrás? ¿Se es un teórico de la conspiración si se hace esta pregunta?
La gente sabe que las grandes farmacéuticas sólo miran las ganancias y no siempre se toman en serio la seguridad de las personas. Entre 1940 y 1980 millones de futuras madres tomaron DES (dietilstilbestrol) contra los abortos espontáneos y en los años 60 se les recetó Softenon contra los mareos del embarazo. Esas decisiones produjeron miles de bebés deformes. En Estados Unidos Purdue Pharma, propiedad de la acaudalada familia Sackler, vendía hasta hace poco el potente analgésico OxyContin, sabiendo perfectamente que es altamente adictivo.
Purdue es responsable de la muerte de miles de estadounidenses y de la adicción de millones. El fentanilo, inventado por Paul Janssen, del gigante farmacéutico belga del mismo nombre (que ahora forma parte de Johnson & Johnson), es también un analgésico altamente adictivo que se podía adquirir libremente en Estados Unidos y que se promocionaba con fuerza. Johnson&Johnson fue condenada por su responsabilidad en este caso.
La gente también sabe que las compañías farmacéuticas están cobrando precios demasiado altos por sus vacunas contra el COVID-19 y que muy están subvencionados por el gobierno, pero se les permite quedarse con miles de millones de beneficios. Cuando estas mismas empresas dicen entonces que es necesario otra inyección de refuerzo, esto despierta comprensiblemente la sospecha, aunque la necesidad sea científicamente correcta.
¿Y en Cuba?
En Cuba no existe una industria farmacéutica privada. Todas las vacunas contra el COVID-19 las fabrican laboratorios biomédicos de propiedad gubernamental. El 80% de las vacunas utilizadas en los programas de vacunación del país son de fabricación nacional. Aquí no encontrará precios escandalosos ni beneficios usureros.
Desde la infancia toda a población está vacunada contra una serie de enfermedades, al igual que aquí en Europa. Este es uno de los principales factores del rapidísimo aumento de la esperanza de vida en Cuba en las últimas décadas. En Cuba la esperanza de vida es mayor que en Estados Unidos y la mortalidad infantil menor. En los últimos meses se ha demostrado que las vacunas también son muy eficaces. Por eso no es de extrañar que cualquier persona cubana no solo confíe en sus empresas farmacéuticas nacionales, sino que se sienta orgullosa de ellas.
Desconfianza
En Cuba no hay nada fuera del Estado. Aquí eso causa mucha envidia, parece.
1.- Desconfianza en el sistema lo resumiría y coincido bastante:
.- Gobiernos mintiendo; Decir que mascarillas no eran necesarias cuando se tenia esa información y forma parte de los protocolos es un grandisimo error. Nunca puede jugarse la credibilidad y menos en temas criticos como ese, una vez perdida la confianza pierden toda autoridad y legitimidad en cualquier tema. No se puede mentir tan descaradamente a la población en temas de vida o muerte (realmente en ninguno)
.- Manipulación de cifras disfrazados en tecnicismos, inopertancia en cosas tan simples como organización o simples compras de mascarillas (reflejando realmente la 'profesionalidad' de nuestros politicos)
.- Contrato opaco, privado y sin acceso publico de la UE con las farmaceuticas....sin comentarios
.- Incoherencias OMS, que la llevaba sospechas por culpa de su financiación por farmacéuticas y conflictos de intereses de algunos de sus miembros; La autoridad 'cientifica' se empaña por intereses espurios y pierde legitimidad (no habla en nombre de la ciencia)
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Igualmente creo que los antivacunas agrupa demasiados grupos y motivaciones distintas, pero la falta de crediblidad y confianza consecuencia lógica de mentiras e incoherencias del gobierno / sistema es el gran foco del problema y por tanto no son los antivacunas los que toca auditar.
¿Porque no hay sociedad civil?
#8 Sin entrar en las razones de porque en Cuba no hay antivacunas, esa es una respuesta absurda.
La vacunación es una decisión individual y las organizaciones que están en contra de la misma son residuales, en paises con muy bajas de tasas de vacunación como los del este de Europa, no existen grandes organizaciones contra la vacunación, simplemente la gente no se fia de las cosas que les dices desde los gobiernos.
#13 No conozco Cuba, se como cuidan a los niños y la educación que tienen. En Colombia me he cansado de ver niños trabajando por cuatro perras y me han comentado que en la Guajira todavía es mucho peor porque no tienen agua, excepto alli se que hambre no pasan, porque el alimento no falta. Aquí la gente de estratos bajos no estudian porque no les compensa, la universidad es un lujo que no se pueden permitir, también se que en Cuba, a pesar de la pobreza material, la mayoría de la gente tiene estudios. No defiendo el sistema cubano precisamente porque he leido a Marx y como él no creo en el estado porque hasta que el mismo trabajador no ejerza el control social del trabajo nunca se podrá emancipar y, aunque no comparto el entusiasmo que tenía Marx por el capitalismo (lógico si tenemos en cuenta que conoció solo sus inicios) admito que ese control solo lo podrá lograr en un sistema capitalista evolucionado. Cuba es una oligarquía caciquil al mismo nivel que es una oligarquía todos los paises latinoamericanos, esa es la herencia que dejamos.
Por la misma razón que el PCC gana las elecciones con el 99,9% de los votos..
#7 ... ¡joder! el daño que hacen Inda, Losantos, etc y muchas horas viendo la 13 Tv ... ¿aún no te has enterado que en Cuba no se presenta a las elecciones ningún partido, el PCC tampoco?
Las vacunas vienen de Cuba, no son impuestas desde fuera.
Porque alli no hay gente gilipollas unineuronal. Siguiente pregunta
En Cuba llevan 60 años de represión, la tiranía tiene a la población controlada reprimiendo duramente cada manifestación en contra del estado y deteniendo a los líderes.
Allí tienen problemas muchos mas importantes que las vacunas, como la falta de libertad y la pobreza extrema provocada por el comunismo.
#3 ... se ve que no te has dado un paseeo por todos sus paises vecinos Haiti, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Mexico, ....
#3 Estoy en Colombia, en casa de la familia de mi mujer de estrato 2... Cuéntame que provoca la pobreza aquí, porque esto es alucinante
#12 Tu no has estado en la Cuba profunda... hay zonas donde comen gatos