En ingeniería de software se le llama refactorizar al proceso de mejorar el código existente simplificándolo. Esto a menudo implica borrar líneas que, aunque parezca contraintuitivo, hacen el programa más robusto. El mismo concepto se puede aplicar a cualquier país democrático, especialmente a España.
Noam Chomsky escribió:
En cada estadio de la historia, nuestro propósito debería ser erradicar aquellas formas de autoridad y opresión que, si bien en su momento pudieron tener una justificación por motivos de seguridad o desarrollo, hoy agudizan la miseria material y cultural
Traducido a la jerga del desarrollador: hay que identificar el código muerto y eliminarlo antes de que produzca fallos en cascada.
Tomemos algunos code smells institucionales.
- El Senado: en 2023 tramitó 1.100 textos que el Congreso aprobó sin cambios en un 87 %; costó 254 Millones, 2,3 veces el presupuesto de la Asamblea suiza.
- El Consejo General del Poder Judicial: 12 de sus 20 vocales son nombrados por mayorías políticas, lo que el GRECO califica de «injerencia» desde 2009.
- La Ley de Seguridad Ciudadana: en 2021 se impusieron 80.000 sanciones por «falta de respeto a la autoridad», 1,3 por minuto, con una tasa de anulación judicial del 42 %.
- Falta de democracia activa: la ciudadanía solo participa de forma significativa cada cuatro años, sin mecanismos de referéndum o consulta vinculante que permitan corregir políticas o decisiones problemáticas. Esta ausencia de control directo acumula deuda democrática y limita la capacidad del sistema para autorrepararse.
- La parálisis presupuestaria: en ocho de los últimos veinte años, España ha tenido que prorrogar los Presupuestos Generales por bloqueo político. En 2024 ni siquiera se llegó a registrar un proyecto.
- La centralización política: muchas decisiones clave se concentran en el Gobierno central, lo que ralentiza la respuesta ante problemas locales y genera cuellos de botella institucionales. Las comunidades autónomas dependen de la aprobación central para ejecutar políticas fundamentales, aumentando la deuda técnica del sistema y reduciendo su resiliencia.
Cada caso cumple la definición de legacy code: mantiene el sistema, pero a costa de complejidad y deuda técnica.
Refactorizar es eliminar lo que sobra para que lo esencial funcione. Tal vez ha llegado el momento de aplicar esa lógica al Estado: depurar el código institucional, borrar dependencias inútiles y reescribir aquellas estructuras que solo introducen errores. Porque, igual que en software, no hacer mantenimiento no preserva el sistema: lo vuelve obsoleto.