Incluso aunque mañana mismo se consiguiera reformar la constitución y pasar a la república, la victoria no sería completa si no tuviéramos claras las razones técnicas por las que la república es mejor.
La trampa ideológica de la monarquía consiste en un conjunto de razonamientos cuyo objetivo es convencer al pueblo de que el hecho de que el gobernante no sea elegido democráticamente no es algo malo sino bueno; en particular, bueno para el desempeño de las funciones de gobernante. Así que esta trampa es peligrosa no tanto por la prohibición de la democracia que supone (que también), sino porque, encima, presenta esa no elegibilidad como algo bueno, no malo, para el buen desempeño del gobernante y por tanto para el pueblo. En suma, la trampa ideológica de la monarquía no solo prohíbe la democracia, hace esa prohibición algo bueno.
Puede parecer una burla al pueblo trabajador que se le intente convencer de que es bueno que no pueda elegir al mejor gobernante posible, pero, de hecho, esta trampa ideológica es realmente buena consiguiendo que la monarquía se haga inmensamente rica del sustento familiar del pueblo trabajador a cambio de nada con la propia connivencia de un pueblo trabajador cuyo nivel cultural se reduce a ser explotado desde la muerte de sus padres y a criar hijos para que sigan siendo explotados cuando ellos mueran.
En este artículo se presenta de forma simplificada (para destacar los rasgos importantes) cómo consigue la trampa ideológica monárquica convencer al pueblo trabajador de que es bueno que el gobernante no sea elegido democráticamente, y también se presenta simplificadamente de qué "tretas" conceptuales ocultas se sirve magistralmente para alcanzar sus propósitos. Como veremos, para desmontar esta trampa necesitaremos recurrir incluso a consideraciones científicas.
Entender esta trampa ideológica es importante porque de ella se sirven las monarquías parlamentarias modernas para perpetuarse en el poder, cobrando inmensas cantidades de dinero del pueblo sin trabajar ni desempeñar nada a cambio, pues las funciones, culpas y responsabilidades las asume a través del refrendo el Gobierno democráticamente elegido. Es decir, que encima, el pueblo tiene que agradecer a la monarquía que no haga nada a cambio de lo que gana y que sea el Gobierno democrático el que gobierne en su lugar.
Trampa ideológica de la monarquía (I): los ciudadanos no están suficientemente cualificados para elegir al mejor gobernante (politológicamente).
Una primera parte de la trampa ideológica de la monarquía consiste en que si un país tiene al mejor gobernante posible o que exista en ese país, entonces ese gobernante será la persona con una mejor o más alta formación en su área profesional (Politología o Ciencia Política) en todo ese país. La consecuencia es que cualquier otro ciudadano de ese país poseerá una formación profesional (politológica) inferior a la de ese mejor gobernante. Como todos los ciudadanos poseen una formación profesional (politológica) inferior a la de ese mejor gobernante, entonces desde esa inferioridad formativa o profesional los ciudadanos no están suficientemente cualificados para someter a evaluación electoral o elegir a ese mejor gobernante desde la perspectiva de la formación profesional (politológica).
Obviamente esto descansa en el principio general de que alguien con una cualificación o nivel formativo inferior no puede evaluar técnicamente a alguien con una cualificación o nivel formativo superior (sino que más bien será al contrario: la persona con superior nivel formativo puede evaluar a la persona con inferior nivel formativo, en la materia de que se trate). Así, por ejemplo, es el profesor el que puede evaluar cómo de bueno o de malo es el nivel formativo del alumno, no al contrario: un alumno no está todavía suficientemente formado para poder discernir si el profesor es bueno o malo, o cuál de entre dos profesores es mejor. También se ve claro en el ejemplo de que un ciudadano que posea una formación politológica completamente nula o casi nula no poseerá criterio técnico para discernir si un gobernante (es decir, un politólogo) es bueno o malo, o cuál de entre dos gobernantes es mejor.
Además cabe considerar otro aspecto. Cuando un ciudadano, desde el punto de vista del nivel formativo o profesional (politológico), evalúa electoralmente o somete a elección a un gobernante, está "co-gobernando" con dicho gobernante. Esto es así porque con su elección el ciudadano está censurando la forma de gobernar de los gobernantes no elegidos, y está aprobando y respaldando la forma de gobernar del gobernante sí elegido. Por tanto la elección "politológica" realizada por el ciudadano condiciona e influye en la forma en que gobierna el gobernante. Cuando los ciudadanos, desde el punto de vista del nivel formativo o profesional (politológico), eligen al gobernante, están actuando como "co-gobernantes".
Pero si, por nuestro razonamiento de partida, por definición todos los ciudadanos poseen una formación politológica de inferior nivel a la del mejor gobernante posible o existente para el país, entonces si se permite que los ciudadanos "co-gobiernen" el país por la vía de permitirles evaluar y elegir (politológicamente) al gobernante, ese "co-gobierno" ciudadano entorpecerá y empeorará la labor o desempeño profesional del mejor gobernante, y terminará determinando que quien ocupe el puesto de gobernante en ese país sea alguien con una formación profesional politológica deficiente o insuficiente, a la altura de la propia formación politológica de la ciudadanía electora.
Esta trampa ideológica es el origen de las prerrogativas monárquicas, que son básicamente la de la inelegibilidad democrática (de la que es una extensión o ampliación el carácter hereditario de la corona) y la de la inviolabilidad del monarca; prerrogativas monárquicas que, por las razones expuestas, tienen que ver tanto con el hecho de que los ciudadanos no estén formativamente capacitados para elegir al gobernante de mayor nivel formativo profesional (politológico), como con que la labor desempeñada por el gobernante (labor que ha de poseer diversas cualidades, tales como la de la neutralidad, etc) no se vea entorpecida, obstaculizada, condicionada negativamente ni empeorada por el "co-gobierno" electoral (o judicial) de los ciudadanos, pues los ciudadanos deben necesariamente poseer una formación politológica inferior a la del gobernante si ese gobernante es o ha de ser el mejor de todos los existentes en el país. Si gobierna él, debe gobernar solo él, no otros con él.
Trampa ideológica de la monarquía (II): precisamente porque los ciudadanos no están suficientemente cualificados para elegir al mejor gobernante no importa si el gobernante no es el mejor (politológicamente).
La pregunta es obvia e inmediata: si, por (necesariamente) poseer una formación politológica inferior, los ciudadanos no pueden elegir (politológicamente) al mejor gobernante posible, entonces ¿cómo diablos se determina quién es el mejor gobernante existente en un país?
Obsérvese que así como cuanto mejor sea un gobernante más merece ser quien gobierne el país, más merece ser también quien reciba conferidas las prerrogativas monárquicas (inelegibilidad e inviolabilidad) porque menos le importará al pueblo no poder elegirlo o procesarlo judicialmente (el pueblo querría poder elegirlo como gobernante de todas formas, por ser el mejor gobernante posible). Por contra, cuanto peor sea el gobernante menos merecerá recibir conferidas las prerrogativas monárquicas, hasta el punto de que si el gobernante posee un nivel formativo profesional (politológico) inferior al promedio del propio pueblo, el pueblo no querría conferirle en absoluto las prerrogativas monárquicas y desearía poder someterle a evaluación electoral para garantizar que el puesto de gobernante sea desempeñado por alguien con una formación profesional politológica como mínimo tan alta como pueda ser la promedio del pueblo.
En definitiva, si el pueblo puede elegir (desde el punto de vista de la formación profesional -politológica-), elegirá a un gobernante a la altura formativa del propio pueblo; si el gobernante es mejor que el pueblo, el pueblo lo cambiará por otro gobernante peor, que satisfaga los incualificados criterios del pueblo; mientras que si el gobernante es peor que el pueblo, el pueblo lo cambiará por otro mejor, que satisfaga esos mismos criterios.
El pueblo, pues, desde el punto de vista formativo profesional (politológico) sabe cambiar a un mal gobernante por otro que sea al menos tan bueno como el propio pueblo, pero no sabe elegir a un gobernante que sea mejor que el propio pueblo.
Y si no se confiere al pueblo el derecho de elegir democráticamente al gobernante, entonces el buen gobernante podría seguir siendo tan bueno como es, pero el mal gobernante también seguiría siendo tan malo como es.
Es decir: que el pueblo pueda elegir (politológicamente o formativo-profesionalmente) es malo de cara al buen gobernante, pero bueno de cara al mal gobernante. O dicho de otra forma: de cara al buen gobernante, lo mejor es que el pueblo no elija; de cara al mal gobernante, lo mejor es que el pueblo sí elija.
Lo que hace en este punto la trampa ideológica monárquica es asumir que en general la formación profesional politológica del pueblo es completamente nula, porque si alguien posee formación profesional politológica entonces no estará actuando como un ciudadano que desea elegir a un gobernante, sino que estará actuando como un ciudadano que ofrece su servicio como gobernante y presenta su candidatura para ello. Así quienes habrían de elegir gobernante y quienes no poseen ninguna formación profesional politológica se identifican e igualan.
Si se asume que en general el pueblo no posee ninguna formación profesional politológica, entonces es mejor que el pueblo no pueda elegir (politológicamente) al gobernante. Porque si pudiera elegirlo, elegiría a un mal gobernante o bien deterioraría completamente la labor de un buen gobernante. Pero si no puede elegirlo, entonces la labor del buen gobernante no queda deteriorada, y si el gobernante es malo da igual porque de todas formas el pueblo no entiende de politología y elegiría a un mal gobernante, y no se quejará de las malas políticas del mal gobernante.
Por estas razones la trampa ideológica de la monarquía nos lleva a concluir que es malo permitir a los ciudadanos el derecho de elegir democráticamente al gobernante del país.
Esta trampa en cierto modo puede resumirse así: da igual cuán bueno o malo sea quien gobierne, o si quien gobierna no es el mejor; el pueblo no entiende de politología y de todas formas no puede distinguir ni elegir entre un buen y un mal gobernante, ni entre una buena y una mala política o gobierno.
Así que desde la perspectiva de la nula cualificación politológica del pueblo, el gobernante "nunca puede fallar". La nula cualificación politológica del pueblo hace "bueno" hasta al mal gobernante.
La ciencia al rescate del país. La Ciencia Económica nos explica cuál es la cualificación electoral de los ciudadanos.
Como vemos esta trampa ideológica condena al pueblo a tener un gobernante corrupto sin que el pueblo pueda defenderse despidiéndole democráticamente por otro gobernante mejor. Pero el pueblo no debería querer, ni puede, salvarse de esta trampa por las bravas porque eso sería salvarse en falso, no de verdad, sino que debería basarse en razones teóricas adecuadas.
Y es que esta trampa ideológica esconde (intencionadamente y por necesidad, claro) un defecto conceptual gravísimo que la hace insostenible.
Un ejemplo puede ayudar a empezar a resaltar dónde se esconde este defecto. En vez de la profesión de gobernante o politólogo hablemos de otra profesión o actividad económica, por ejemplo la de fabricante de ordenadores o ingeniero electrónico (y lo que vamos a explicar a continuación valdría para cualquier otro tipo de actividad económica: fabricante de coches, fontanero, dentista, carpintero, etc). Y apliquemos a este caso del fabricante de ordenadores los razonamientos que hemos hecho más arriba sobre la profesión de gobernante.
Según los razonamientos anteriores, ni el mejor fabricante de ordenadores existente ni su producto, el mejor ordenador existente, podrían ser elegidos (desde el punto de vista del nivel formativo profesional del fabricante y de la construcción interna del ordenador) nunca por nadie, incluso aunque la demás gente también poseyese conocimientos técnicos sobre electrónica. El motivo es que el mejor fabricante de ordenadores existente, por definición, posee un nivel formativo profesional (como ingeniero electrónico) superior al nivel en esa materia de cualquier otra persona en la economía del país. La gente, desde su inferior nivel formativo profesional en Ingeniería Electrónica, carecería del suficiente criterio técnico para evaluar y elegir o seleccionar al mejor fabricante de ordenadores, y por tanto al mejor ordenador (desde el punto de vista de la construcción interna del ordenador). Esto se ve más claro cuando pensamos en el caso extremo de una persona que no posea ninguna formación en Ingeniería Electrónica, o bien una formación casi nula, nivel cuñado. Esta persona no poseería criterio técnico suficiente para distinguir o identificar, y por tanto seleccionar, al mejor fabricante de ordenadores, ni su producto, el mejor ordenador (desde el punto de vista de la construcción interna del ordenador).
Téngase en cuenta que la formación profesional de una persona es la que determina cómo debe ser construido o desarrollado internamente el bien o servicio que esa persona se dedique a producir. Por ejemplo, si una persona tiene como profesión la de fabricante de ordenadores, entonces su formación profesional se denomina "Ingeniería Electrónica" (o sea, un fabricante de ordenadores es un ingeniero electrónico); esa formación profesional de Ingeniería Electrónica es la que determina cómo deben ser construidos internamente los ordenadores producidos por esa persona. Otro ejemplo: si una persona tiene como profesión la de fontanero, entonces su formación profesional se denomina "Fontanería"; esta formación profesional de Fontanería es la que determina cómo esa persona debe ejecutar o desarrollar internamente su servicio de reparaciones de tuberías, desagües, etcétera.
¿Qué falla, pues, en el razonamiento indicado? Lo que falla en el razonamiento indicado es la suposición de que si los bienes o servicios no pueden ser elegidos o seleccionados desde el punto de vista de cómo estén construidos o desarrollados internamente, entonces no pueden ser elegidos o seleccionados desde ningún otro punto de vista. Y esta suposición falla porque es falsa, según la ciencia.
Así, cuando la monarquía nos cuela el razonamiento de que la insuficiencia formativa politológica de los ciudadanos que les impide evaluar electoralmente al gobernante desde la perspectiva del nivel formativo politológico (que determina cómo el gobernante desarrolla o desempeña internamente su labor) ya es suficiente para negarles a los ciudadanos el derecho a elegir democráticamente al gobernante, nos está colando soterrada y maliciosamente la defectuosa y tramposa idea de que si al gobernante no se le puede evaluar y elegir por cómo desarrolle o desempeñe interna, politológicamente su labor o profesión, entonces no se le puede evaluar ni elegir de ninguna otra forma (es decir, no se le puede evaluar ni elegir desde la perspectiva de aspectos "no internos", sino más bien "externos").
Pero, de hecho, cuando la ciencia modeliza teóricamente el proceso por el que la gente toma decisiones de elección, esta elección no se basa en cómo estén construidos o desarrollados internamente los bienes y servicios, sino en cuál sea la utilidad externa de los bienes o servicios. Uno no necesita tener una titulación en Ingeniería Electrónica para poder elegir comprarse un buen ordenador, como tampoco necesita tener adicionalmente otra titulación en Ingeniería Mecánica para poder elegir comprarse un buen coche, como tampoco necesita tener también otra titulación adicional en Odontología para poder elegir a un buen dentista, y como tampoco necesita tener también otra titulación en Politología para poder elegir votar a un buen gobernante.
Por tanto, incluso admitiéndose que sea cierto que los bienes y servicios no puedan ser seleccionados (en cuanto a lo bueno de su calidad) desde el punto de vista de su construcción o desarrollo interno (y por tanto desde el punto de vista de las ramas de formación profesional relativas a esa construcción o desarrollo interno), todavía quedará otra posibilidad para seleccionarlos, a saber, desde el punto de vista de su rendimiento o utilidad externa.
Es de una irónica casualidad que precisamente la rama de la ciencia que se encarga de establecer el modelo teórico explicativo de la decisión de elección por el ser humano sea la de las Ciencias Sociales, rama que incluye a la propia Politología y a la ciencia que en particular recoge la teoría aplicable para describir y explicar la elección humana, la Ciencia Económica. Es decir, que la teoría científica que describe y explica cómo toma el ser humano sus decisiones de elección, denominada Teoría Económica, no viene de alguna rama científica alejada de lo social y lo político, sino que viene de las propias Ciencias Sociales. O dicho más vulgarmente: que es la propia y misma rama científica que nos habla de cosas como la monarquía la que nos dice que los seres humanos poseen una capacidad de elección que no depende ni necesita de tenerse una formación especializada acerca de los aspectos de construcción o desarrollo internos de la cosa sobre la que se elige, y por tanto los ciudadanos pueden perfectamente elegir a un buen gobernante sin necesidad de estar formados en Politología. Es la propia rama de las Ciencias Sociales la que desmonta a la monarquía y su trampa ideológica. A la monarquía se la vence en su terreno científico.
Toda la Teoría Económica es una modelización formal de los procesos por los que los agentes económicos eligen. Los consumidores finales eligen los bienes y servicios finales que llenarán sus cestas de la compra, y los productores y consumidores intermedios eligen sus factores de producción. Y el proceso teórico por el que se efectúan o toman esas decisiones de elección en ningún momento requiere que consumidores y productores conozcan la construcción o desarrollo interno de los bienes, servicios y factores productivos que eligen, ni que por tanto consumidores y productores estén titulados en todas las especializaciones profesionales relativas a esa construcción o desarrollo interno.
Así, la ciencia (en particular, la Ciencia Económica) nos dice que cuando un consumidor final elige los bienes y servicios finales que integrarán su cesta de la compra lo hace sin necesidad de conocer cómo están construidos o desarrollados internamente esos bienes y servicios, y por tanto sin necesidad de poseer todas las titulaciones académicas necesarias para conocer y evaluar esa construcción o desarrollo interno.
El consumidor final elige qué bienes o servicios finales comprará con el objetivo de maximizar su función de utilidad, y los bienes o servicios finales a comprar alimentan esa utilidad. Para esta maximización de utilidad el consumidor final no necesita saber cómo están fabricados o desarrollados internamente los bienes y servicios finales que elige comprar. En otras palabras, el consumidor final efectúa su elección desde la perspectiva de la utilidad externa de los bienes y servicios, no desde la perspectiva de la construcción o desarrollo interno.
Todos los años millones de personas acuden al mercado a comprar buenos ordenadores, buenos coches, y a contratar a buenos fontaneros o buenos dentistas sin necesidad de estar titulados en Ingeniería Electrónica más Ingeniería Mecánica más Fontanería más Odontología.
Análogamente la ciencia (es decir, la Ciencia Económica) también nos dice que cuando una persona, actuando como profesional o productor, decide cuánto producirá de su bien o servicio, lo hace eligiendo de entre los distintos factores de producción disponibles (bienes y servicios intermedios) sin necesidad de conocer cómo están construidos o desarrollados internamente esos factores de producción o bienes y servicios intermedios (y por tanto sin necesidad de poseer todas las titulaciones académicas necesarias para conocer y evaluar esa construcción o desarrollo interno).
El productor elige qué factores o bienes y servicios intermedios comprará con el objetivo de maximizar su beneficio, y los factores o bienes y servicios intermedios a comprar alimentan ese beneficio (y la función de producción). Para esta maximización de beneficio el productor no necesita saber cómo están fabricados o desarrollados internamente los factores productivos que elige comprar. En otras palabras, el productor o consumidor intermedio efectúa su elección desde la perspectiva de la utilidad o rendimiento externo de los bienes y servicios que constituyen sus factores de producción, no desde la perspectiva de la construcción o desarrollo interno.
Por ejemplo, un productor elegirá comprar un determinado coche porque gasta menos gasolina que otro, y para esto no necesita saber nada acerca de cómo está fabricado internamente ese coche, ni necesita tener el correspondiente título de Ingeniería Mecánica. Todos los años millones de productores acuden al mercado a comprar buenos bienes y servicios intermedios sin necesidad de estar titulados en todas las disciplinas técnicas relativas a la fabricación o desarrollo interno de dichos bienes y servicios.
Y, para la Ciencia Económica, la de "gobernante" es solo una actividad económica más, susceptible por tanto de ser evaluada desde un punto de vista externo (no de su desarrollo o ejecución interna politológica) por cómo impacte en las funciones de utilidad y en las funciones de producción y beneficio de los agentes economicos directamente afectados por ella o que la tengan a ella entre sus inputs económicos.
Por tanto los ciudadanos, desde el marco de sus respectivas formaciones profesionales y sin necesidad de poseer una titulación extra en Politología, están perfectamente capacitados para evaluar y elegir al mejor gobernante, conforme a los procesos de decisión o de elección modelizados por la Teoría Económica para consumidores finales y productores.
La monarquía es mala porque por su carácter antidemocrático es mala para la economía del país. Son las propias Ciencias Sociales las que refutan a la monarquía y su trampa ideológica desde el punto de vista económico.
El disparatado esperpento de ver a la monarquía refutarse y desmontarse a sí misma
Frente al argumento republicano de que si el pueblo no puede elegir ni enjuiciar al gobernante entonces no puede supervisar y controlar que ese gobernante sea bueno y no se corrompa ni se extralimite de sus funciones, la monarquía, a través de su trampa ideológica, alega que, por el contrario, las prerrogativas de inelegibilidad, carácter hereditario de la corona e inviolabilidad garantizan y aseguran que el gobernante hará una buena labor de gobierno, sin corromperse.
Esta tramposa idea monárquica ya no se la creen ni las Constituciones monárquicas modernas, que inventan el refrendo para trasladar los errores, culpas y responsabilidades del rey al Gobierno, y para que el Gobierno gobierne por el rey. Si las prerrogativas de inelegibilidad, consanguinidad e inviolabilidad hacen que el rey no se equivoque ni se corrompa y gobierne bien, ¿por qué inventar el instrumento del refrendo, cuya función es trasladar los errores y culpas del rey al Gobierno, y hacer que el Gobierno gobierne por el rey? (Y, por el contrario, si de todas formas es el Gobierno elegido democráticamente el que ha de asumir y desempeñar las funciones y responsabilidades de la Jefatura de Estado, entonces ¿qué problema puede haber con que a la Jefatura de Estado se la elija también democráticamente?)
Asistimos pues al disparatado esperpento de que hacer al rey inelegible, consanguíneo e inviolable no termina desembocando en que el rey gobierne bien y sin corromperse, sino que termina desembocando en que al rey se le tengan que retirar todas sus funciones y responsabilidades (de manera que él ya no tenga que hacer nada y sea imposible que se equivoque, y pueda así ocupar el cargo hasta el más inepto) y en que, a través del refrendo, quien tenga que gobernar por el rey sea un órgano elegido democráticamente, el Gobierno.
Lo cual reduce la monarquía a lo que en el fondo ha sido siempre desde el principio: un fraude económico por el que una determinada dinastía familiar se hace inmensamente rica sin trabajar y sin tener ninguna responsabilidad a cambio, pues la responsabilidad y las funciones son del Gobierno refrendante.
No sería descabellado pensar que los Borbón hubiesen estado detrás del golpe de Estado de Franco y de la guerra civil, con tal de volver al poder. Y una vez recuperada la corona, los Borbón ingeniaron la constitución de 1978 como una forma astuta de darse una posición más duradera en el poder, pues en vez del rey a través del refrendo gobernaría el Gobierno democráticamente elegido por el pueblo (lo cual, además de una descarga de responsabilidad y de trabajo para el rey, sería encima una concesión al pueblo que el pueblo tendría que agradecer), y así la dinastía borbónica podría limitarse a cobrar inmensas cantidades de millones de euros del pueblo español trabajador sin tener ninguna responsabilidad a cambio, pues las responsabilidades son del Gobierno refrendante, Gobierno refrendante que apuntalaría esa posición perpetua de la dinastía Borbónica en la mamandurria gratuita.
Así que hay que abolir la monarquía por 2 razones:
1ª) Porque en sí misma es un fraude económico que lastra la economía del país. Su único propósito es sacar dinero del sustento familiar del pueblo trabajador, sin dar ni hacer nada a cambio, utilizando la Jefatura de Estado como medio o instrumento.
2ª) Porque sus aberrantes y tramposas ideas obligan a redirigir la labor propia de la Jefatura de Estado, a través del refrendo, hacia otro órgano que es elegido democráticamente, el Gobierno (Gobierno democrático que puede así desempeñar funciones incluso de disolución de las Cámaras y otras que puedan tener relación con situaciones en las que de hecho no exista definido ningún Gobierno electo). Es decir, se está reconociendo que para que un cargo de gobierno pueda ser desempeñado diligente y competentemente, ha de ser elegido democráticamente.
Comentarios
#0 Yo voy a cosas más simples:
Hay un grupo de población a la que, por lo que sea, este tema le importa.
¿Qué están dispuestos a ofrecer para conseguir lo que quieren?
¿Qué puedo obtener a cambio de sacrificar la monarquía, que a mí me importa un carajo?
Si ofrecen algo, lo valoro.
Si no ofrecen nada, que se jodan y aguanten un rey. A mí me es igual.
Negociación. Tanto quieres, tanto ofreces.
¿Qué ofrecéis por ese cambio?
#1 Una España mejor, más capaz de afrontar e implementar políticas que solucionen el desempleo y la precariedad de este país.
De momento lo que nos gastamos en la colección de bolsos de 5000 euros de la hija de la infanta Elena le vendría estupendamente al sistema educativo.
#2 sí, bla, bla, bla.. Doctrina. Y no me meto contigo. Me refiero a cosas concretas.
Yo te ofrezco la monarquía cambio de los fueros. Si somos todos libres e iguales, adiós a los derechos históricos. El rey es rey por derecho histórico. Si lo suprimimos, adiós derechos históricos. Los del rey, y los de las autonomías históricas. Todas.
¿Aceptas?
#3 Acepto completamente que todas las autonomías deban basarse en estatutos jurídicos iguales en lo concerniente a materias que puedan suponer desigualdades económicas injustas entre unas y otras.
Otra cuestión será si las igualamos haciéndolas a todas iguales a las unas, haciéndolas a todas iguales a las otras, o haciéndolas a todas iguales a algún punto intermedio.
Pero la homogeneidad y homologación me parecen fundamentales en este asunto de las comunidades.
#4 Pues vale. Tú y yo vamos a votar lo mismo en un hipotético referéndum.
Pregunta por ahí y nos echamos unas risas.
#5 Eso es porque mezclan "república" con otras cosas que no son "república", como si la economía tiene que ser de izquierdas o de derechas, o como si el Estado tiene que ser centralizado o descentralizado.
República es solo que la jefatura de Estado no sea hereditaria, sino que se decida democráticamente, conforme a los principios del libre mercado.
Y el debate "monarquía o república" no es un debate "jefatura de Estado sí o jefatura de Estado no", sino un debate sobre qué prerrogativas o características técnicas queremos para la jefatura de Estado (jefatura de Estado que existe en ambos regímenes).
La monarquía quiere una jefatura de Estado consanguínea que gane una inmensa fortuna del pueblo sin trabajar ni asumir responsabilidades (pues las responsabilidades y funciones las asume el gobierno democrático a través del refrendo), y que pueda robar sin poder ser procesada judicialmente.
Y la república quiere una jefatura de Estado que no pueda hacer ninguna de esas cosas malas.
#3 #2 No sé si entendí el juego pero me apunto. Si el poder y el estatus social no debería heredarse, ¿debería heredarse el poder económico? Igual tendríamos que penalizar fuertemente las herencias que sobrepasen un límite muy básico.
#24 Y a las tetas que pasen de un tamaño, que también son hereditarias y no hay derecho.
#25 Si ha de ser por igual, los que menos tetas tienen son los hombres, no sé si estaría de acuerdo con un reparto más equitativo, llámame machista si quieres.
Pues yo creo que el "pueblo" (sea eso lo que sea) sabe que cualquiera vale para ese cargo y que todos son iguales en ese cargo.
#7 El artículo intenta no frenar en sutilezas y juegos conceptuales sobre si tal o cual cosa significa tal o cual cosa. Fíjate, si incluso intentando ir llanamente a los aspectos importantes de la cuestión que trata y asumiendo para ello el significado rápido y vulgar de las cosas ha salido un artículo largo. Si encima el artículo se tiene que parar en filosofías sobre qué es el pueblo o qué es tal cosa, nos dan aquí las campanadas del 2025
#9 Te quito las comillas, pues... el pueblo sabe que cualquiera vale para ese cargo y que todos son iguales en ese cargo.
Solo un iluso pensaria que instaurando una república, las cosas mejoraran para el pueblo.. la realidad es que muchos problemas se agravarian.
Ademas, en una hipotética republica, tendriamos a Gonzalez, Aznar, Zapatero o Rajoy como Jefe de Estado. Solo de pensar en esas posibilidades, me tiemblan las piernas!
#8 A mí me tiemblan más las piernas pensando que hemos tenido a Campechano sin poder echarle del cargo durante decenas de años y encima sin poder obligarle ahora a devolver lo robado. Tiemblo de imaginar lo que habrá podido robarnos a lo largo de 40 años que nosotros no sepamos y nunca sabremos. Y tiemblo de pensar que su propio hijo carnal tenga ahora por delante exactamente el mismo espacio preparado para que pueda robarnos igual.
#11 Fijate que curioso, que de lo ultimo que se habla, no es de robar, sino de recibir dinero extranjero a modo de donaciones... el PSOE se ha dedicado a saquear el dinero de los andaluces, y anda que no ha costado decadas el echarlos, ahora que empiezan a salir condenas, no han devuelto ni un solo centimo.
A mi quien me dice que en una republica eso cambiaria? Ya te digo yo que no cambiaria absolutamente nada... y entre cambiar el jefe de estado cada 4 años, y que cada uno tenga a todo su sequito de sinverguenzas y ladrones, prefiero que la cosa sea mas estable y que solo sea uno, y encima esta controlado por el parlamento.. con el campechano hubo demasiada permisividad, algo que no disfrutara su heredero.
Curioso que no tiembles cuando quienes roban sean el psoe.. tu historial te delata.
#12 "controlado por el parlamento"...
Al PSOE la gente ha podido dejar de votarle cuando ha querido, e incluso respecto a lo que el PSOE ha robado el PSOE puede defenderse diciendo que robaba con el permiso de la gente que le votaba, un permiso manifestado más fuertemente que el permiso para robar que se le manifestó a Campechano con la aprobación de la constitución del 78, porque al PSOE se le daba permiso para robar cada 4 años, y a Campechano solo 1 vez al principio de su reinado, cuando la gente no sabía si Campechano robaría.
Con la democracia la gente tiene más control sobre cuánto roban los políticos.
"con el campechano hubo demasiada permisividad, algo que no disfrutara su heredero."
Veo más fácil que los ciudadanos no tengan demasiada permisividad con un jefe de Estado republicano al que pueden dejar de votar que con un jefe de Estado monárquico, al que no pueden dejar de elegir.
De todas formas cuando tú manifiestas que prefieres para la jefatura de Estado a Felipe VI estás pura y simplemente ejercitando un derecho republicano, de elegir al jefe de Estado. Es decir, que sois tan torpes que hasta para atacar a la república lo que hacéis es defenderla.
#13 Bueno, error, no lo controla el parlamento, la agenda del jefe de estado español es controlada el gobierno...
En Andalucia siguen votando al psoe, partido ladron por excelencia, asi que en tu hipotetica republica no cambiaria absolutamente nada.
Ya se ve que control hay ahora con lo que roban los politicos, con la mujer del lider en su ministerio inventado y totalmente opaco, al que le aumentan en un 157% el presupuesto, y no se saben ni los nombres ni los curriculums de toda la gente enchufada en ese ministerio de charos.
En un mundo real preferiria una republica, pero viendo que en España ese modelo es defendiendo fervientemente por los descerebrados que tambien defienden ese fiasco de la II Republica, pues que quieres que te diga, prefiero mil veces una monarquia que la mierda de republica que buscais. Vosotros sois vuestros mayores enemigos, y si en España tardaremos decadas en ver una republica, es por vuestra culpa y por ser tan patéticos. Ademas, no me disgusta nada que la proxima jefa de estado sea mujer..
#14 "la agenda del jefe de estado español es controlada por el gobierno"
¿qué agenda? La agenda de la jefatura de Estado pasa a ser ejecutada enteramente por el gobierno, el rey no tiene otra agenda política que firmar lo que le ponga por delante el gobierno, cosa que puede hacer sin mirar porque encima si algo sale mal la responsabilidad es del gobierno. El resto del tiempo es juerga a costa de los trabajadores españoles.
Además, el rey puede hacer lo que le dé la gana. Robe lo que robe, es inviolable y nunca se le podrá castigar por ello ni obligarle a devolver lo robado. ¿Qué control del gobierno?
"En un mundo real preferiria una republica, pero viendo que en España ese modelo es defendiendo fervientemente por los descerebrados que tambien defienden ese fiasco de la II Republica, pues que quieres que te diga"
¿Pero qué coño...? Eso te pasa porque no tienes ni puta idea de qué es una república.
Una república no tiene absolutamente nada que ver con el comunismo ni con la izquierda ni con la descentralización estatal.
Una república solo consiste en que a la jefatura de Estado se le confieren unas características (principalmente, de acceso) distintas (y mejores, más conformes al libre mercado) que las características que le confiere la monarquía. Léete mi comentario número 6.
#15 La casa real tiene una asignacion, y poco mas, robar lo tiene dificil por que no tiene acceso a las ingentes cantidades de dinero que si que manejan los politicos... No, el rey no puede hacer lo que le de la gana, no puede irse al bar de la esquina a tomarse unas cervezas con sus amigos, no puede viajar donde quiera, no puede ir al super a comprar cosas, no puede ir a dar una vuelta con tranquilidad en su moto como le pasaba a juancar... No se tu, pero si a mi me ofrecieran ser reina, ya te adelanto que lo rechazaria sin pensarlo mucho. Poniendolo en perspectiva, yo gozo de unas libertades que nunca ha tenido y nunca tendra el rey.
Claro, ahora tu te vas a encargar de repartir carnets de republicanos a los demas... así os va, con descerebrados como tú.
#16 Ya te digo, tú prefieres a los Borbón en la jefatura de Estado, y eso es ejercitar el derecho republicano de preferir quién ocupe la jefatura de Estado.
Si de verdad eres monárquica porque prefieres que el quién o cómo se ocupe la jefatura de Estado no tenga nada que ver con la preferencia de la gente, entonces deberías estar encantada con que la república se te impusiera por la fuerza o sin importar lo que tú prefieras u opines, solo así saborearías un poco lo que en realidad significa el principio monárquico de que el cómo se ocupe la jefatura de Estado no tenga que ver con lo que prefiera la gente.
#17 Prefiero al Borbon, antes que a Zapatero o Aznar.. pero es que no me cabe la mas mínima duda.
Si quieres republica, vota a partidos republicanos... pero mientras siga viva la II Republica en espiritu en los partidos republicanos como IU o Podemos, os auguro un futuro muy, pero que muy negro.
#18 Eres la encarnación misma de la verdad del artículo:
"Puede parecer una burla al pueblo trabajador que se le intente convencer de que es bueno que no pueda elegir al mejor gobernante posible, pero, de hecho, esta trampa ideológica es realmente buena consiguiendo que la monarquía se haga inmensamente rica del sustento familiar del pueblo trabajador a cambio de nada con la propia connivencia de un pueblo trabajador cuyo nivel cultural se reduce a ser explotado desde la muerte de sus padres y a criar hijos para que sigan siendo explotados cuando ellos mueran"
#12 #13 Perdonad que me meta para decir algo muy puntual. Tenemos los gobernantes que nos merecemos, es imposible que nadie se mantenga en el poder solo, debajo hay una pirámide de favores muy grandes que va desde asesores, empresas afiliadas, hasta el último limpiabotas de la ciudad.
Alguna vez he conocido hasta personas que trabajan en condiciones precarias, pero votaba a cierto partido porque sino su trabajo, que era para el ayuntamiento, se podría ir a otra empresa.
Como siempre ocurre en política, hay que separar dos cosas:
1.- La teoría política, las reflexiones filosóficas y éticas, etc., que sólo importan a una pequeña élite ilustrada de la sociedad.
2.- La percepción de la realidad que tiene la masa social, que siempre tiende a simplificar las cosas.
La importante, para mí, siempre es la segunda. En ese ámbito, la monarquía tiene sentido porque para un sector muy importante de la población española, que se identifica a sí mismo como derecha, la monarquía es un símbolo identitario, es decir, "son de los suyos". La principal utilidad práctica que tiene es hacerles sentir que "los suyos están en el poder de forma permanente" y, además, que hace rabiar a otro sector que se autodenomina de izquierda y que tiene los sentimientos opuestos. En definitiva, a la población monárquica española la monarquía les reconforta porque les da una sensación de victoria y de humillación del rival. Por tanto, nada exigen de esta monarquía y los escándalos que puedan suceder les son indeferentes. Para los antimonárquicos, valga decir lo mismo a la inversa.
De todo esto, se infiere una paradoja: creo que la monarquía estará acabada si algún día la izquierda deja de reclamar su abolición.
Saludos
#20 La monarquía, con su carácter antidemocrático y extremadamente ineficiente y derrochador (pues gana un pastón sin hacer nada a cambio -pues por el refrendo el gobierno elegido democráticamente gobierna y asume las culpas y responsabilidades- y se corrompe y roba inviolablemente), es la que menos puede representar y más puede lesionar e imposibilitar los valores del libre mercado que tanto gustan a la derecha, además de que la derecha se declara del laissez faire y del gobierno mínimo, y por tanto es la derecha la que menos proclive debería declararse a considerar necesarias instituciones gubernamentales, como por ejemplo la monarquía.
Vamos, que con su defensa de la monarquía la derecha solo está desnudando su ineptitud e inferioridad mental, solo que a la derecha esto no le produce vergüenza porque nadie es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de la inferioridad de su inteligencia.
Por eso muchas veces digo que la república, como la prosperidad económica, solo irán llegando a medida que el nivel cultural general de la población vaya subiendo.
Así que es en cierto modo lo que dices: actualmente la monarquía ya solo está apoyada por la mayoría intelectual y culturalmente mediocre e inferior de este país. De hecho la monarquía siempre ha encontrado en la inferioridad cultural del pueblo la posibilidad de explotarlo como lo hace.
¿No va a estar España como está?
Con la monarquía, siempre cabrá la posibilidad de tener a Felipe Juan Froilán de Rey. Jaque Mate. A otra cosa.
#21 Sí, pero había que entrar un poco a aclarar teóricamente por qué eso que dices es así. Los monárquicos siempre se servían de que esto no se hiciera, porque a ellos, como al bolsillo de los Borbón, les viene de maravilla que las neuronas no se usen. En cambio a los republicanos nos viene de puta madre que las neuronas se usen. Yo solo quería contribuir consideraciones que sean útiles si llega el momento.
De momento este artículo ya basta para dejar a la monarquía sin el apoyo de todo buen economista.