No sé si alguna vez os he contado que fui pofesor de EGB, ya retirado.
En mis muchos años de carrera, viví mil anécdotas edificantes y enriquecedoras, pero no todo son luces, también hubo sombras.
Y de una de esas sombras os quiero hablar hoy.
Por preservar su anonimato no mencionaré su nombre real, pero sus compañeros le llamaban el "flequi", porque lucia uno de esos flequillos incompatibles con la visión, que obligan al interfecto a dar resoplidos contínuos para apartarlo de sus ojos y no ser invidente de facto.
El maldito renacuajo además disfrutaba enfrentándose a mí, ya fuera por una mal entendida rebeldía hacia la autoridad o porque sabia que no podía estrangularle con mis propias manos si quería poder disfrutar de la jubilación algún dia.
Me espetaba perlas del tipo: "el respeto se gana y se demuestra con actos, no con palabras. Si tú no me respetas, no puedes esperar respeto mutuo".
Y yo sólo soñaba con freirlo en aceite hirviendo sin tan siquiera rebozarlo.
No creo mucho en el karma pero espero que la vida se lo haya devuelto y que sea informático o alguna otra profesión aún más denostada que la de profesor.
@flekyboy @Yonseca
En 2008, recién acabada mi preparación como publicista y tras una entrevista de trabajo, recibí una llamada de SCPF (probablemente y por aquel entonces, una de las mejores por no decir la mejor agencia de España). La conversación con el director creativo fue maravillosa:expectativas profesionales, posibilidad de currar con Segarra, llevar la cuenta Vodafone...hasta que al final pregunté por el sueldo. Sin un ápice de vergüenza el jefazo me respondió que 280 euros/mes. Naturalmente, y dado que aún no me había mudado a Madrid, tuve que rechazar la oferta. Antes de colgar el teléfono, el director creativo se encargó de repetirme por activa y por pasiva que estaba perdiendo una de las oportunidades más grandes que iba a tener jamás. No le faltaba razón, al menos en lo profesional.
A lo que voy con todo esto es que detrás de lo de Jordi Cruz o Ángel León hay algo mucho más gordo que la precariedad de un puñado de aprendices de chef sin orgullo ni conciencia social. Cuando te ofrecen currar gratis en un gran restaurante o un sueldo de 280 euros en una gran agencia, indirectamente se te está mandando un mensaje claro y cristalino: que sólo los niños de papá pueden acceder a profesiones de este tipo y de ese estatus. Personas que pueden permitirse el no cobrar durante bastante tiempo para aprender y crecer en un entorno (supuestamente) de alto nivel profesional.
El Tribunal Supremo declara la ilegalidad de prácticas como la de Jordi Cruz y Ángel León en base a algo que me parece muy interesante: la defensa del ascensor social (la posibilidad de que gente que proviene de entornos económicos precarios, logre mejorar su posición social) y creo que ese ascensor social es esencial en toda sociedad que se considere libre, democrática e igualitaria.
El neoliberalismo quiere acabar con eso, ya que supone un ataque al objetivo esencial de esta doctrina económica: que los que siempre han estado arriba, sigan arriba y lo que siempre han estado abajo, caigan aún más bajo.