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La onda expansiva del fenómeno resultó incluso más potente que el punto de la deflagración. El país no solo se reía con el humorista, sino que, de manera súbita e inesperada, parecía incapaz de moverse y comunicarse sin imitarlo. La gente comenzó a caminar arqueada, dando saltitos como si el pavimento abrasase, canturreando sobre los equinos de Bonanza, pegando consonantes nasales al remate de las palabras y utilizando términos como «pecador» fuera del ámbito eclesiástico y «diodenal» lejos de la galaxia en la que hubiera sido enunciado.
Tenemos muchas historias de médicos medievales que trataron a reyes y gobernantes: eran médicos de élite y famosos. Pero, ¿qué hay de los que atendían a la gente corriente y son menos conocidos para la historia? Un relato muy singular del siglo XIII nos habla de un médico y de los problemas a los que se enfrentaba. Ibrāhīm ibn Yuḥannā al-Wajīh al-Qalyūbī era un médico que vivió en el Cairo en la segunda mitad del s. XIII, regentando una pequeña consulta donde acudían los pacientes, o donde los familiares iban a buscarle para tratar a un enfermo
Guardias civiles entregaban supuestamente borradores de contratos a empresarios del textil para que confeccionaran los pliegos a su antojo; la empresa terminaba llevándose la contratación pública de los uniformes de la benemérita por un buen pico y, a cambio, los funcionarios eran presuntamente agraciados con un porcentaje del dinero, tarjetas regalo, viajes o monterías. Este era el modus operandi de una enorme trama de corrupción: hay seis guardias civiles imputados y hasta 26 empresas bajo el foco.
Como reírte de Pablo Motos en su cara en solo 30 segundos. Vídeo de la intervención de Yolanda Ramos en El Hormiguero.