Los personajes. Evitando clichés... o no. Taller de escritura (VIII)

Esta frase se le atribuye a Henry James (el escritor y crítico literario). “¿Qué es un personaje sino la determinación de un incidente? ¿Qué es un incidente sino la ilustración de un personaje?”

No hace falta explicar que, a veces, la construcción de personajes arquetípicos ayuda a la trama general; ese personaje (Lola) era un secundario cuando lo creé en el limbo de lo teórico pero luego, cuando armé la trama y consiguió hablar y relacionarse con los demás personajes cobró más importancia. Con esto os quiero decir que hay que ser flexibles, hasta cierto punto, con la construcción de personajes y sus resultados finales. He cambiado los nombres por aquello de...

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Lola. 45 años. Pareja de Anselmo. Ayudante en la carnicería de Juan. Carnicera de vocación y de tradición, sus padres tenían una carnicería en el pueblo de al lado y aprendió de ellos todo lo que hay que saber.

Tiene la carrera de filología inglesa, algo “muy útil” en [PUEBLO], como ella misma ironiza. Así que accedió a trabajar en la carnicería.

Conoció a su actual pareja tras un pequeño accidente de coche, sabiendo que era hermano de Isabel, se cayeron mal al principio, pero él la conquistó, mostrándole que no se parecía en nada a su hermana.

Lola tiene dos hermanos que viven en Londres, los dos dedicados a la hostelería. Sus padres están en una residencia de ancianos en la capital de la provincia y los fines de semana va a verlos.

Mujer físicamente fuerte y muy habilidosa en el despiece de la carne. Personalidad chispeante y franca. Su parte menos positiva es que a veces es pesimista, como en sus opiniones sobre la despoblación en la comarca, con tanto anciano y falta de futuro. Anselmo le insiste que en el pueblo hay que guardar las apariencias, cosa de la que ella está más que harta.

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La clave del uso de estas pequeñas fichas, para mí, es que quizás uses un pequeño porcentaje de la información que te guardas, pero ayuda cuando tienes dudas en la trama, en diálogos o en lo que sea relacionado con ese personaje.

En la construcción del personaje hay un factor extremadamente importante y es dónde sucede la historia.

Si la trama general sucede sobre todo en un pueblecito soriano, no es lo mismo que en una urbe como Barcelona, o en Marte, o en un bloque de pisos, en una empresa de informática, etc. El dónde tiene un componente geográfico, pero además un componente social y cultural.

Nuestra carnicera Lola, la ficha de su personaje puede variar mucho si la historia pasa en un pueblecito soriano, en Barcelona, en Marte o... Por eso es habitual, al menos en mi caso, situar geográficamente la historia antes de mover todos los hilos de la trama.

Si os fijáis es una buena costumbre ponerle a cada personaje un adversario, aunque sea un mini adversario, porque añade volumen. Simplemente puede ser alguien con quien se lleva mal, o no se entienden, o son de equipos de fútbol enemistados o algo realmente grave. Depende del peso dramático de cada personaje en la historia. Lola, esa Lola, era un personaje secundario que acompañaba a la historia de Anselmo y al dueño de la carnicería: Juan. Al final resultó ser un personaje con más peso en la historia y pasó a ser “secundario con galones”. Estas cosas pasan.

Siempre nos surgirá la duda de qué fue primero el personaje o la historia. El huevo o la gallina. Mi respuesta es que DEPENDE.

Otra manera que a veces tengo de crear personajes sin tantos detalles es la de hacer anotaciones del tipo:

Carlos. Aspecto: Como mi amigo Felipe. Profesión y carácter: Como mi prima Ana. Cajera en un banco.

Manuela. Aspecto: Como mi hermana. Profesión y carácter: Abogada, seca de carácter como mi tía Ana.

Bibi. Mote por sus apellidos. Aspecto: Como Elena. Profesión y carácter: Elena. Dueña tienda de cómics.

Genaro. Aspecto: Como el vecino del primero. Profesión y carácter: Jubilado, jefe de obra. Liante como mi mecánico de cabecera.

Esta es otra manera de no hacer fichas completas pero que pueden servir para el arranque de todos los personajes o si vas escribiendo poco a poco para no perder el norte de cómo son los personajes. Por supuesto, si la trama pensada pide algún cambio pues se hace sacrificando lo anotado en los personajes.

Recomendaciones: Cuando un personaje piensa, habla. Cuando un personaje siente, actúa. Esta regla tan simple es uno de los errores más habituales en la escritura. Pero esto pertenece al mundo de los diálogos, dejémoslo para más adelante.

Un ejercicio que es muy divertido es jugar con el azar a la hora de crear ALGUNOS personajes. Imaginemos que la trama es la siguiente:

“Una tarde de verano en un pueblecito aragonés, María, de 14 años, va a dar un paseo en bici, su pesado hermano menor, Carlos, de ocho años, insiste en acompañarla y ella lo manda de vuelta a casa. Cuando Carlos desaparece sin dejar rastro, toda la comunidad se une a la familia en su búsqueda. Veinte años después, María, sigue culpándose por lo sucedido a su hermano. María regresa a la casa familiar en busca de respuestas porque se le aparece en sueños su hermano, como un fantasma. María está decidida a descubrir lo que le pasó a Carlos, aunque no toda su familia comparta su entusiasmo por desenterrar la verdad.”

María: ¿Vulgar o noble?

Carlos: ¿Obstinado o dócil?

Padre: ¿Locuaz o taciturno?

Madre: ¿Impetuosa o serena?

Se pueden conseguir combinaciones interesantes eligiendo al azar una de estas simples características para cada personaje. La historia puede engrandecerse o ir a la papelera, claro. No se puede olvidar que la emoción de un personaje ha de coincidir con su intelecto. Un personaje altamente racional y taciturno no lo podemos poner a bailar una jota (al menos que hubiera bebido, o se volviera loco o...) ya que no sería un comportamiento acorde a su forma de ser poco expansiva. La correspondencia entre intelecto y emociones es lo que le da identidad al personaje.

Los seres humanos somos muy variables, hay tantos tipos como huellas digitales, pero no hay que confundir el contraste con las contradicciones del personaje ni con su identidad, que es la mezcla resultante de los valores individuales y universales.