Hace ahora nueve meses, el papa Francisco lo llamaba a su habitación de la Casa Santa Marta. Era 24 de septiembre. De allí, el cardenal Angelo Becciu salía apesadumbrado: Bergoglio le había exigido su renuncia como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y, sobre todo, le había retirado todos los privilegios de un cardenal: no podría participar en un cónclave, ni ejercer como tal. Una decisión dura, la más grave referente a un purpurado en el último siglo, junto a la expulsión del sacerdocio del pederasta McCarrick
Comentarios
Vaya con los seguidores de la doctrina "mi reino no es de este mundo"...el reino no, pero los dineros... a su buchaca.
#4 nadie habló de dinero ahí, tampoco hay que ponerse tan exquisitos.
Por qué esta gentuza no va a la cárcel?
Pregunta retórica.
el caso de corrupción vaticana a cuenta del dinero de los pobres, resumiendo: Iglesia Católica.
... "su renuncia como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos"... ¡no me jodas! que tambien cobraba por hacer santos, al final va a tener razon mi vecino que dice que no hay santo que no sea un criminal.