Decía Nietzsche que el valor de un hombre lo determina la cantidad de verdad que es capaz de soportar. Siempre lapidario el filósofo bigotudo, pero el caso es que si miramos a nuestro alrededor nos encontramos con una devaluación generaliazada que resulta más que preocupante.
Y no me refiero ya las verdades de los otros, las que no queremos aceptar porque no encajan en nuestros esquemas mentales, porque no nos convienen o porque simplemente arrojan pérdidas en nuestra caja registradora. Me refiero, también y sobre todo, a las verdades propias, a esos hechos que tenemos delante, dentro incluso, y nos negamos a aceptar.
La infantilización de la sociedad es eso, en buena parte: la negativa a crecer. La negativa a evolucionar y reconocer que ni nosotros ni el mundo somos ya lo que aprendimos a reconocer. La obstinación en pensar, evaluar y actuar según normas, valores y procedimientos que sabemos caducados, o simplemente falsos, pero que nos resistimos a desechar porque no tenemos con qué llenar el vacío que dejarían tras su desaparición.
En política internacional, pro ejemplo, por no meterme en debates absurdos, son muchedumbre los que han conservado en su mente a Alemania como un país militarista y a Rusia como el centro del comunismo, cuando la primera gasta una miseria en armamento y la segunda es , desde hace treinta años largos, el paraíso de los magnates capitalistas.
Pero aún más grave es que esa imagen trasnochada nos alcance en lo personal, haciéndonos desear aún a la chavala que nos gustó a los dieciocho, o diciéndonos a nosotros mismos, a los cincuenta, que no estaría mal terminar ahora la carrera que no acabamos a los veinticuatro. La verdad está ahí fuera, componiendo su propio expediente X sobre nuestra biografía: esa chavala es ahora tan fea, al menos, como tú. No vas a terminar nunca la carrera. No vas a irte a trabajar a otra ciudad menos mugrienta. No vas a aprender inglés. Ya nos vas a tener hijos y como te escayolen una pierna no vas a tener ni quien te traiga champú.
¿Cuántas de esas verdades asumimos? ¿Cuánto valemos en realidad?
Comentarios
La negación es la terapia más barata que nuestro cerebro puede permitirse para no acabar en la desesperación.
Esto lo aprendí jugando a rol, a chtuhlu.
En el momento que veías un monstruo imposible de pensar, debías tirar cordura.
Si pasabas, tu cerebro entraba en negación, pensaba que te encontrabas con una broma pesada, un bicho de papel maché, un tipo disfrazado, te reías y le disparabas en la cara.
Si no la pasabas, entonces te dabas cuenta que era real, e ibas directamente a la tabla de locura, donde podía pasarte de todo, desde histeria, a lanzarte desnudo a intentar fornicar con el ser en cuestión.
Parece una tontería, era un juego, pero hay una realidad debajo de esa mecánica.
La negación protege tu mente, y en una sociedad sobreprotectora, no es raro encontrate gente que abuse de esa negación.
Quien puede dormir tranquilo sabiendo que posiblemente ahora mismo, en el Pacífico, hay un carguero con un contenedor lleno de adolescentes secuestradas para ser prostituidas en la otra punta del mundo?
Quien podría incluso cerrar los ojos pensando que algunas de esas adolescentes ya están muertas, y que las que estás vivas deben aguantar la presencia de los cuerpos?
Poca gente, y aun así, sabemos que es muy posible que ese contenedor este en trayecto a algún sórdido lugar, mejor negarlo y olvidarlo, que aceptarlo.
El ser humano es experto en el autoengaño y en la práctica de sesgos cognitivos. Puede que sea un mecanismo evolutivo de automotivación para elevarnos la moral, y tener más posibilidades de éxito en lo que sea que hagamos. Algo para que no nos de una bajona del copón. Si te escayolan la pierna yo te envío el champú por Amazon.
#6 No es voluntarismo, creo, es cabezonería. Lo que puede ser falso es el premio final para el esfuerzo titánico dedicado a conseguir algunas cosas, eso es cierto. No, no podrás medir dos metros, eso no. Pero hace mucho aprendí a no desear cosas que no son posibles.
#7 Hay otra clase de satisfacción , además de conseguir algo. Eso es cierto.
¿Y qué si son molinos?
#8 De estas de "luchas" contra molinos tengo un historial para aburrir, pero en algunos casos soy perro de presa y me cuesta abrir la boca y soltar a la idem...
"La verdad está ahí fuera, componiendo su propio expediente X sobre nuestra biografía: esa chavala es ahora tan fea, al menos, como tú. No vas a terminar nunca la carrera. No vas a irte a trabajar a otra ciudad menos mugrienta. No vas a aprender inglés. Ya nos vas a tener hijos y como te escayolen una pierna no vas a tener ni quien te traiga champú."
Esa chavala no es fea, tiene 50 años y tiene belleza de 50 años. Si de joven era guapa con 50 es guapa de 50. Igual que uno, si de joven eran guapo, con 50 es guapo de 50.
No terminas la carrera porque la dejaste con 20ypocos y la dejaste porque quisiste, ahora la empezarías y la dejarías igual que siendo un veinteañero. Valga la tontería, pero si se quiere, se puede. Querer de verdad, no de boquilla, claro.
Lo mismo, se puede vivir en cualquier sitio, se puede pasar de una ciudad más mugrienta a una menos mugrienta y viceversa. Eso es tan poco importante que es irrelevante. Uno no es la ciudad donde vive.
Lo mismo con lo del inglés, se puede si se quiere de verdad. El problema es querer que sin ESFUERZO las cosas nos lleguen por magiapotagia.
Pues si eres hombre puedes tener hasta bien entrada la ancianidad. Si eres mujer pues cada vez hay más técnicas para quedarse embarazada a edades impensables años atrás. Otra cosa es que quieras hijos concretamente con fulanito o fulanita de copas... eso ya es otra película.
Pues haber sido mejor amigo de tus amigos, haber creado una red social de soporte y apoyo que te pudieran querer lo suficiente como para que en situaciones malas te lleven champú. Y si no, haber pensado en construir una persona más autosuficiente que aunque sea a rastras llegue hasta el champú, aunque tarde una hora en coger el bote.
Señor Nietzsche, la verdad no existe.
#2 Lo que sucede es que la gente cree tener fuerzas para todo eso, pero no las tiene. En realidad no.
#4 Pues no estoy de acuerdo, querer (de verdad) es poder. Lo que pasa es que hay que pagar un precio, un peaje, y gastar energías nivel 100 para conseguir algo nivel 20... Todo se puede. Todo. Sólo hay que estar dispuesto a pagar en energía, esfuerzo y sacrificios eso.
#5 Me encanta el voluntarismo. Que te conste que siempre estuve muy cerca de esa opinión, pero luego, con los años, he descubierto que es falso.
Nunca podré medir dos metros. El vaso de medio litro nunca podrá acoger un litro. Nuestra capacidad, mal que nos pese, sigue esas mismas reglas.
Hay quién define la depresión cómo un fallo en ese mecanismo de autoengaño. Cuidado con lo que deseas...
Una reflexión interesante. Aunque no estoy de acuerdo con que la infantilización sea no evolucionar o crecer. Más bien es el hecho de no saber gestionar la realidad tal y como es, o no saber afrontar el mundo desde fuera de la construcción que hemos creado de él. Se puede no evolucionar siendo consciente de estas cosas.
Cuando no tenemos a nadie que nos solucione nuestros problemas o cuando no tenemos las herramientas para solucionarlos, entonces aparece el miedo y la frustración de verdad.
Pero sí es cierto que aceptar situaciones a las que no podemos hacer frente y vivir con resignación es un aprendizaje. No niego que no se puedan hacer esfuerzos por cambiar la situación personal de cada uno, pero tal vez suponga un cambio de paradigma que no estamos dispuestos a aceptar.
Es que la verdad suele ser bastante molesta. No encaja bien con lo que nos gustaría que fuese. Con los años te das cuenta y dejas de luchar.
#0 Yo tengo algo parecido a adblock para todo tipo de webs. Si el producto que te ofrecen es gratis, es que el producto eres tú. Tanto Ricardo Gallir como el actual dueño de meneame.net tiene una idea de cómo debería ser meneame.net y unas normas que no comparto plenamente, pero me aguanto. Subo noticias, escribo artículos gratis y ellos se benefician economicamente, yo solo me beneficio en cuanto a visibilidad online.
Los youtubers españoles que se van a Andorra no me parecen unos egoístas e insolidarios y tienen los santos bemoles de no ser hipócritas y reconocerlo, lo cual les honra. Su discurso es el siguiente: Estoy harto de notificaciones de Hacienda, de ver como los que dicen que hay que construir la patria pagando impuestos, se pegan la vida padre mientras no se ve mejoras en servicios sociales, de ver que las cosas no cambian; porque esta gente vivirá en su mundo de 4 paredes la mayor parte del tiempo, pero de vez en cuando entran en Twitter o Facebook ven un meme de la corrupción monarquía, del pp, del psoe, vox y dicen: puagh! Aún por encima, financian represión, dentro de poco van a meter en prisión a un rapero cuyo único delito fue odiar, apoyar a bandas armadas extinguidas, denunciar la corrupción de la corona, etc.
#0 Ya nos vas a tener hijos y como te escayolen una pierna no vas a tener ni quien te traiga champú.
La "economía colaborativa" me salvará.
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Cuando les preguntaban a los terroristas anti-apartheid del Congreso Nacional Africano de Mandela a qué aspiraban, la repuesta era siempre la misma: "a una vida aburrida, sin sobresaltos".
Yo niego la mayor y de hecho invierto la acusación: no es intantiloide aquel quien tras milenios de continuas guerras intestinas se encuentra muy cómodo en un periodo de paz insólito en la historia de Europa.
Infantiloide es quien echa de menos la guerra como forja de carácter.
Me ha recordado algo...
[Estás obsesionado por el desapego, la pureza, el nirvana, y empero alguien susurra en ti: "si tuvieras valor de formular tu deseo más secreto, dirías: 'Quisiera haber inventado todos los vicios' "].
E. Cioran. "Le mauvais dèmiurge"
Hace unos años tuve un accidente, entré a 70 en una curva de 50 con hielo en la calzada, dos vueltas de campana y el coche destrozado. Por suerte no había nadie cerca. Cuando llegó la guardia civil se me ocurrió argumentar que no iba tan rápido, el guardia civil señaló el coche destrozado y me dijo "Tu sabes que no es cierto, ¿verdad?". Pues lo admití y al menos saqué algo de esa mierda.
Al menos con el inglés no voy mal.
Buen artículo, pero al igual que muchos aquí discrepo de lo que comentas en el penúltimo párrafo.
Cuando alguien dice eso de "tengo que dejar de fumar", "tengo que perder peso", "tengo que hacer ejercicio", "tengo que aprender inglés", no es que no acepten una verdad, es que directamente se están mintiendo a ellos mismos. El "tengo que" habría que sustituirlo por "aunque no estoy por la labor, estaría bien que".
La gente no avanza porque está bien tal y como está, y la comodidad tira más que ninguna otra cosa. A algunos para que suelten dicha comodidad les tiene que pasar algo grave, como casos de accidentes donde sobreviven de milagro o enfermedades que le obliguen a cambiar sus hábitos. Otros ni aún así.
Esto es muy verdad, cada vez la gente vive más en las nubes. Además, como se te ocurra intentar mostrar a alguien el suelo, aunque sea de la forma más sutil, tienes garantizado su rechazo.
Esta escena de "La gran belleza" es un gran ejemplo de ello.