De entre todas las variadas tribus dietéticas que conviven en Barcelona (vegetarianos, veganos, crudívoros, adoradores del cerdo), hay pocas tan discretas como la de los amantes del menú infantil. Su amabilidad quizás derive de que aquí no se trata del culto a una dieta o de una decisión basada en argumentos morales, sino de una intermitencia animada por una reminiscencia de quita y pon; al capricho, vamos. La comida casera requiere guiso y tiempo, y es más agradable cuando más profunda es la fuente y cabe más cantidad de sustancia alimenticia.
Comentarios
Pero menuda gilipollez de noticia
#1 Casi tanto como tu comentario.