Contemplar la realidad desde los contenidos ya no me llena. La irrupción de la IA en nuestras vidas ha sido tan veloz que apenas ha habido tiempo para encajarla o comprenderla. A pesar que su utilidad para crear, también he descubierto otra consecuencia más oscura, triste y peligrosa que esta forma de producción algorítmica sin cuerpo y alma ha erosionado, en mi caso, una dimensión esencial de mi propia condición humana que es la de mi capacidad de emocionarme ante un contenido creado, cuya autenticidad siento como real pero en realidad no...