La política antisemita nazi, antes de llegar al horror del Holocausto, planeó varias soluciones para marginar, confinar y excluir de su idea de sociedad, del gran Reich, a todos los judíos de Europa. En 1940, Heinrich Himmler, que luego daría la orden de la «Solución Final», propuso un exilio forzoso, una deportación a una isla grande, tipo Madagascar. Se inspiraba en una idea del orientalista antisemita y filósofo decimonónico germano, Paul Antón de Legarde.