Según los científicos, el comportamiento de un bebé no parece depender únicamente de la educación o el entorno, sino también de los efectos que deja el estrés y que se transmiten de generación en generación. Experiencias como el abandono, la negligencia o el abuso durante la infancia podrían tener efectos negativos en la salud mental, y no solo de quien las sufrió, sino de su descendencia. Ya se sospechaba que esos efectos podrían transmitirse a los hijos a través las hormonas, en este caso, de la leche materna.