La imagen tradicional que todos atribuyen al suicidio es una conducta que progresa en intensidad desde la propia ideación, hasta la planificación e intento. Es una continuidad que ha servido como base en la prevención, ya que permite interrumpir la intención a tiempo. Sin embargo, no se ajusta a todas las realidades. Es el caso de los suicidios por impulso, una tipología que se caracteriza por ser repentino, en el sentido de que no transcurre mucho tiempo entre la ideación y el intento, ni ha sido objeto de extensa planificación.
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