Se cuenta la historia de una profesora de Connectitut, que se ausenta de clase y cuando vuelve se encuentra con que el ordenador abre sin control páginas pornográficas; ella trata en vano de cerrarlas, y pese a que intenta mantener a raya a los pupilos que rodean la pantalla, es demasiado tarde: fue acusada de mostrar pornografía a menores. Aquí se dan algunos consejos útiles (empezando por no confiar en la seguridad del ordenador ajeno) para que los troyanos no nos fastidien la vida.
Comentarios
Yo creo que con un tironcito del cable del monitor o de la torre hubiera valido...
Si usara Firefox...