En Alemania se ha revelado un fraude masivo relacionado con las ventas de coches eléctricos. Aunque políticos y fabricantes afirman que estas van en aumento, los datos reales muestran lo contrario. Las automatriculaciones inflan cifras, mientras que las ventas privadas han caído. Porsche y BMW enfrentan pérdidas, y los concesionarios expresan su preocupación. La retirada de ayudas gubernamentales ha reducido el interés ciudadano. La estrategia de imponer la movilidad eléctrica está haciendo aguas, y se cuestiona su viabilidad económica y social
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