Surgió de la luna llena y de aquel primer niño ancestral que temió las sombras de un árbol; no del miedo a la oscuridad. No, no son el mismo miedo.
Ahora se mueve por tu dormitorio aprovechando las largas sombras que el resplandor de la calle te mete en casa, o las luces de tus propios dispositivos. A veces consigue que notes su presencia, soplándote levemente en la nuca.
No es la muerte, que está bien definida. Es otra cosa que se queda atorada. Como la mirada perdida que viste en la residencia de ancianos. Esa mente sepultada bajo las sombras, que no vuelve ni tampoco se termina de marchar todavía.
Está cerca. Ten cuidado. No dejes que se obsesione contigo.
Sin pedir permiso a nadie, creo este artículo siguiendo la idea que @daphoene tiene en este comentario 8:
meneame.net/m/microrelatos/vacui-dies/c08#c-8
La idea sería sugerir aquí un tema por comentario. Supongo que es buena idea limitar a una idea por usuario, para que nos lo pensemos más y sean de más "calidad". El que más votos positivos tenga el domingo 6 a las 23:59, será el tema de la semana del 7 al 13 de julio. El próximo viernes/sábado se puede abrir otro artículo como este.
El barco navegaba a la deriva en medio de la tempestad muy cerca del Cabo de Hornos.
El contramaestre informó al capitán de los daños: una vía de agua en la sentina, el timón destrozado, mesana y bauprés dañados de manera irreparable. Un rayo hizo que se divisase la costa por la amura de babor.
El primer oficial entró súbitamente en el camarote de oficiales, y dijo que, aunque débil, había captado la señal de Menéame.
¡Intentarían lanzar un SOS a través del popular agregador de enlaces! Era su última oportunidad.
Fue un trágico final para aquél navío y para toda su tripulación.
Dasowe esperó a que la leña ardiendo bajase la llama hasta convertirse en brasa intensa, que repartió homogéneamente. Entre Manuwai y él colocaron grandes piedras encima.
La pieza de caza estaba ya limpia, sobre hojas de platanero. Mientras las piedras se calentaban, Manuwai cavó un hoyo grande en la arena, mientras él envolvía la pieza en hojas de platanero y la ataba, para no perder el jugo de la cocción.
Forraron el hoyo con hojas de plátano, las piedras calientes al fondo, encima la pieza de caza, más hojas de plátano, cubriéndolo todo, y taparon el conjunto con arena. Unas horas y la pieza estaría lista.
-¡Kiteni, prepara salsas y el pan!-, grito a su mujer.
Cuando creyó que ya estaba, empezó a cavar, despacio…
-Pero, Dasowe, no está todavía…
-Claro que está.
-Pero yo lo prefiero bien hecho.
-Pues a mí la carne de explorador me gusta al punto.
En el cuento clásico, el gato con botas le dijo a su dueño que se bañara en el lago, para quitarle la ropa, hacerlo pasar por un noble y que el rey lo invitara a palacio.
Pero el contexto es el que es, y de donde no hay no se puede sacar, y a lo máximo que aspiraban era a colarse por la noche en la piscina comunitaria. Se quitaron los calcetines para bañarse. Y, por supuesto, sin invitación al palacio, solo le pudieron dar al gato los restos fríos de una barbacoa que había en la basura.
-¡No me chilles!
-¡Que no estoy chillando, sólo me estoy riendo! Porque hoy estás muy bonita……
-¿Lo dices en serio?- respondió arrobada. -Bueno, tú también estás muy guapo, ese pelo te queda muy bien.
-¿Te gusta? Me lo han puesto esta mañana, de una bufanda que había en el armario.
-Oye, pues ni tan mal, ese color rojo te favorece…
-Pues lo mismo que el jaspeado de tus ojos, te queda muy bien.
-Gracias, son de un abrigo antiguo, ya no se ven de éstos.
-Ni sin éstos, jajajaja.
-Qué tonto eres, jajajaja.
-¿Quieres venir a dar un paseo conmigo?
-¡Por supuesto! Pero habrá que pedírselo a ellos, ¿no?
-¡Pues claro, tonto! Chicos, ¿nos lleváis a dar un paseo?
-Por supuesto- dijeron tanto él como ella. Y se cogieron de la mano para irse a dar un paseo, mientras sus otras manos seguían con su conversación.
menéame