—El festival lo organiza la Unión Europea de Radiodifusión, ¿no?— preguntó Thomas Kinskyn desde Alemania
—Sí, eso mismo —respondió una voz femenina desde Bruselas.
—Pues entonces, ya me diréis qué problema hay en que participe la Televisión Vaticana. El año pasado, llegó San Marino a la final...
—No, si no hay ningún problema real... Es de otro tipo.
—¿De qué tipo?
—Ahora todos los carcas y ultraderechistas votan a Israel, por molestar. ¿Y si les da por votar al Vaticano? —preguntó Jansen desde Noruega.
—Pues ganará el Vaticano. ¿Qué problema hay? Quieren presentar a un grupo de monjes cantando una canción medieval gregoriana...
—Son seis minutos de canción...
—¡Joder, que ese sea nuestro mayor problema! A ver qué hacen contra eso los israelíes —se burló el representante de España.
Alguien se rió desde Italia
—¡Ni siquiera los carcas son infinitos! ¡Probemos!
¿Te has fijado alguna vez en cómo los noticiarios, los políticos o los comunicados de prensa llaman «caso aislado» a lo que ocurre con una frecuencia inquietante? Esta semana en el concurso de relatos de Menéame proponemos girar en torno a esa expresión, a medio camino entre la coartada y el eufemismo. Escribe un relato sobre uno de esos hechos excepcionales que se repiten sin cesar. O, si lo prefieres, entrégate al absurdo y construye un verdadero caso aislado: irrepetible, imprevisible, fuera de toda lógica. El relato es tuyo, el encubrimiento o la denuncia también.
Dios, como siempre, iba a lo suyo. Es lo que tiene ser "omni": omnisciente, omnipresente, omnipotente…, que estás a todo pero no estás a nada. Estaba otra cosa, con el tablero de mandos de la Humanidad ahí, desatendido, en automático.
Belce (nombre cariñoso) sabía que su tío era también omnidespistado (es lo que tiene ser "omni", que lo eres en muchas cosas). No levantaba todavía dos palmos del suelo, pero ese tablero… colorines, ruiditos, palanquitas, pantallas… Así que, de puntillas y viendo apenas lo que hacía, alcanzó el único mando al que llegaba, un deslizador, en ese momento desplazado totalmente a la izquierda, y lo movió al centro. Rápidamente se escabulló, temiendo que tito Dios le pillara.
No fue hasta 6 meses después cuando Dios se dio cuenta de que alguien había movido ese deslizador y había apagado el sentido común de la mitad de la población mundial:
-¡¡¡BELCEBÚÚÚ!!! 😡😡😡
-Y este es el Eurovisión Mark VII, con un nuevo psisensor intraóptico que permite controlar los pensamientos del portador, conexión tri-fi al ministerio europeo de la verdad y un selector de cuatro intensidades, a saber: padefo acojonado, votante indeciso, forofo intenso y gilifacha terminal, al gusto de cada extremismo político, con entradas adicionales para lobistas a comisión y religiones milenarias pendencieras.
-Si bueno, pero lo importante aquí es si lo tienen en color rojo sangre y con extra de tragaderas.
-Ufff, me pide usted imposibles, señora presidenta de la comisión europea.
-Pero lo necesitamos...
-Si, si, entiendo, pero para ese tipo de manipulación igual deberían volver a emitir algún concurso de berridos melódicos. Aquí en Bombardeos sanos para todos, sociedad ilimitada, tenemos una firme ética militar para los negocios y no podemos transigir con ese tipo de peticiones.
-Bueno, ya veo como están las cosas... Pues póngame 750 millones de unidades en colores surtidos... ¿Hacen descuento por volumen?
«Amén» no es solo la última palabra de una oración, es también una llave que cierra y sella, un eco de obediencia o resignación, una firma espiritual sin posibilidad de réplica. Esta semana, la palabra que da título a nuestro concurso de microrrelatos coincide con el Cónclave, ese ritual antiguo y secreto en el que los cardenales del mundo se encierran bajo juramento hasta alumbrar a un nuevo Papa.
...y cuando se despertó, el dinosaurio se había ido sin despedirse
Eurovisión es ese ritual kitsch que une a Europa una vez al año con lentejuelas, fuegos artificiales y coreografías imposibles. Entre gallos, prodigios vocales y discursos de unidad paneuropea, se cuelan a veces historias que merecen más que un estribillo pegadizo. Esta semana, en el concurso de Microrrelatos, afinamos la pluma al compás del televoto y os proponemos sumergiros en ese universo donde todo cabe: la ambición, la vergüenza ajena, los amores imposibles, las venganzas balcánicas y los votos falsos. Adelante, que empiece el espectáculo.
Esta semana, en el concurso de microrrelatos de Menéame, nos adentramos en la oscuridad. Bajo el tema «El apagón», os invitamos a hacer un ejercicio de imaginación —o a relatar las experiencias recién vividas— cuando se apagan las luces. ¿Qué ocurre cuando la electricidad desaparece? ¿Qué secretos salen a la luz en medio de la sombra? ¿Qué miedos, qué revelaciones, qué conexiones inesperadas nacen en la penumbra? Tenéis hasta el domingo para enviar vuestro relato, breve pero contundente, capaz de iluminar con palabras ese instante en que todo se detiene.
menéame