En el supuestamente civilizado mundo occidental surge de vez en cuando, cual serpiente veraniega, el nunca resuelto y espurio debate acerca de la obligatoriedad de las vacunaciones frente a la «libertad» de los padres a decidir sobre sus hijos. Y personalmente, en cuanto oigo en temas relacionados con la infancia el argumento de la «libertad de los padres» me echo a temblar, porque en la práctica implica una supeditación de los derechos más elementales de los niños (incluso algunas veces su propia vida) a las creencias de los padres,