
El punto medio entre dos mentiras también es mentira.
El Gato Maula.
"La poción más lenitiva que te recomiendo es una vasija llena de pus blenorrágico con nódulos, en el cual se haya disuelto previamente un quiste piloso de ovario, un chancro folicular, un prepucio inflamado, retraído detrás del glande por una parafimosis, y tres babosas rojas. Si atiendes a mis prescripciones, mi poesía te recibirá con los brazos abiertos, tal y como un piojo reseco recibe con sus besos la raíz de un cabello",
I. Ducasse, Comte de Lautréamont (Cantos de Maldoror, V).
Visitaba a menudo las caballerizas de palacio. Y pensé un día que también era mi deber visitar nuestras pocilgas.
Y pensé, tras la vista, que todo iría mejor si mejoraba las condiciones de vida de los cerdos. Y así decidí hacer pocilgas más grandes, y en vez de desperdicios, mandé que dieran de comer a los cerdos los mejores manjares de palacio.
¿Y qué tuve? Cerdos.
Y en vez de cantar, como yo esperaba, siguieron gruñendo.
Ciudadela. Antoine de Saint Exupery.
Un pastel se convierte en basura cuando el fragmento es demasiado pequeño.
El Criptonomicon. Neal Stephenson.
"Esperanza: pequeña luz que se enciende en la oscuridad del miedo y la derrota, haciéndonos creer que hay una salida. Semilla que lanza al aire la sedienta planta en su último estertor, antes de sucumbir a la sequía. Resplandor azulado que anuncia el nuevo día en la interminable noche de tormenta. Deseo de vivir aunque la muerte exista".
Historia del rey transparente, Rosa Montero
This is my least favorite life
The one where you fly and I don’t
The kiss holds a million deceits
And a lifetime goes up in smoke
This is my least favorite you
Who floats far above earth and stone
The nights that I twist on the rack
Is the time that I feel most at home
We wandering in the shade
And the rustle of fallen leaves
A bird on the edge of a blade
Lost now forever, my love, in a sweet memory
The station rolls away from the train
The blue pulls away from the sky
The whisper of two broken wings
May be they’re yours, maybe they’re mine
This is my least favorite life
The one where I am out of my mind
The one where you are just out of reach
The one where I stand and you fly
I am wandering in the shade
And the rustle of fallen leaves
A bird on the edge of the blade
Lost now forever, my love, in a sweet memory
Dedicada a @pasapollo , que me entiende...
Llegué a concluir una serie de once esculturas de estos personajes de yeso, alargados, solitarios, meditabundos y provistos de largos penes; a todos ellos los pinté en color caoba. Metí dos de mis modelos en unas cajas y con ellos fui a una galería casi desconocida de nombre “Equus”. Cuando llegue vi que había una exposición colectiva permanente y entre las obras que allí se exponían había unas cabezas de corcel en bronce cuya autora era Cristina Gálvez, una reconocida escultora peruana. Me topé con aquellas esculturas y todos mis bríos se derrumbaron, sentía que no debía siquiera mostrar mis trabajos. Había tomado la decisión de irme sin enseñar nada cuando fui abordado por un tipo de modales afeminados que luego de saludarme con mucha amabilidad me preguntó si era estudiante de arte. Yo le respondí que no era estudiante pero que hacía esculturas. Él siguió la conversación indagándome sobre el tipo de esculturas que creaba y luego de “pulirme” describiendo lo que hacía, opté por mostrarle tímidamente las que tenía dentro de mis cajas ¡Oh, sorpresa! El tipo afeminado era el dueño de la galería y me manifestó su agrado por mis esculturas. Me dijo: “Pero eres un crío ¿Cómo es que se te ocurre hacer todas estas cosas? ¿Quieres venderlas?” Temblando y balbuceando, le confesé que mi intención era demostrarles a mis padres que yo era un creador y que estaba seguro de haber nacido para cumplir ese rol. Aún estoy convencido de que lo que le impulsó a actuar como lo hizo fue mi estúpido rostro de niño asustado, creo que le inspiré una mezcla de lástima y simpatía paternal o quizás maternal pues, como dije, era afeminado. Me las cotizó en algo más de quinientos soles de esos tiempos y me pidió dejarlas en exposición.
Cuando llegué a casa estaba lleno de una euforia que había arrastrado todo el camino de regreso mas al llegar la alegría era casi incontrolable. “Papá Vicente” estaba recostado en su perezosa, en un rincón de nuestro hermoso jardín. Cuando me vio, tal era mi expresión de extrema satisfacción que aun desconociendo la causa de mi optimismo, sin levantarse de su perezosa abrió los brazos haciéndome una muda invitación a fundirnos en un cariñoso abrazo. Casi entre sollozos le dije:
-¿Sabes que esas tonterías que hago con los fierritos y el yeso me las cotizaron en más de quinientos soles y que ahora están en exposición en una galería de arte?
Aquí tratare de dar mi interpretación metafísica personal respecto a las oportunidades que la vida nos puede brindar: Los planes de “El Gran Hacedor” siempre están allí, sobre nosotros, sobre todos, sin embargo sólo a quienes Dios dota de la antena indicada para captar la frecuencia de estas oportunidades, les está permitido el acceso a ellas. Para los demás, para los no escogidos para llevar a cabo estos roles, esas frecuencias son inaccesibles y aunque estén delante de sus narices no las percibirán jamás; sólo sucederá si “El Gran Hacedor” decide que eres el indicado para llevar acabo esos propósitos, será entonces que moverá de entre su inmensa legión de ángeles involuntarios, los que deban facilitarte lo que precises para llevar a cabo la misión que Él te ha encomendado.
Sin embargo, aun cuando la escultura me permitía expresarme, no llegaba a colmarme. En mi mundo interior pululaban ruidos y sonidos que pugnaban por salir de mi fértil subconsciente y que la escultura no me permitía reproducir para dar a conocer a “los de afuera”. La alternativa sería la guitarra; si Hendrix la había hecho hablar y él era humano, entonces ello era posible, simplemente debía conectarme a su frecuencia.
Me urgía aprender a tocar la guitarra para exteriorizar los murmullos de mi alma. Un día fui a visitar a un primo y lo primero que hallé al cruzar la entrada de su casa, fue una vieja guitarra con clavijas de madera que luego de afinar las cuerdas debían asegurarse presionándolas contra el cabezal que remataba el mástil. La guitarra era un desastre pero a mi me encantó porque tenía la forma de una guitarra eléctrica.
- Primo ¿Y de quién es esto?- Pregunté.
- Un primo que vino del norte la trajo y la dejó hace más de dos años. Aquí estorba, así que la botaremos a la basura.
Yo estaba necesitando una guitarra para culminar la gestación de los ruidos que se embrionaron en mi subconsciente y en ese preciso instante tenía en mis manos la herramienta que me permitiría parirlos. Mi primo había sido el ángel involuntario (ya que él no se lo propuso) designado para facilitarme el instrumento a través del cual se conectaría mi alma con el mundo exterior por casi cuarenta años terrestres.
O. Mejìa, Arte y Cultura
Nos sentamos en la terraza
del café de Levante
y con parsimonia y lentitud
nos tomamos una leche merengada
desbordaa de canela.
El calor, adobiante, no nos permite
hablar de nada ni de nadie.
El camarero,un muchacho rumano,
nos sonrie detrás de su rostro sudorso
y se esconde en el interior
donde el aire acondicionado
salva de la angustia de la calle.
Al atardecer una brisa suave se levanta
y las mesas vacias se llenan
de parejas que se aman ardorosamente.
Es, en ese momento, cuando
abandonamos la terraza
porque a nuestra edad
no estamos ya para contemplar
amores desenfrenados.
José Antonio Labordeta
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Todo ser humano tiene que andar a tientas por ese túnel, desde la estación Nacimiento hasta la estación Muerte. Quien busca la fe, busca corredores laterales en ese túnel. Pero lo único que existen son esas dos estaciones, y el túnel se ha construido tan solo para unirlas…
Metro 2033. Dimitry Glukhovsky
Lo cierto es que conocí a una joven, de la penúltima generación «romántica», que después de algunos años de profesar un enigmático amor a un señor con quien, dicho sea de paso, bien podría haberse casado con toda tranquilidad, acabó, sin embargo, imaginándose toda clase de impedimentos insalvables y una noche tempestuosa se arrojó desde una escarpada orilla, una especie de acantilado, a un río bastante profundo e impetuoso y pereció en él, sin duda alguna por culpa de sus propios antojos, solo para imitar a la Ofelia de Shakespeare, hasta el punto de que, si aquel acantilado, escogido y preferido por ella desde hacía mucho, no hubiera sido tan pintoresco y en su lugar se hubiera encontrado una prosaica orilla llana, es posible que el suicidio nunca se hubiera consumado.
Los Hermanos Karamazov. Fiodor Dostoievski.
Vino desde allí y va hacia allá… La sombra que proyecta sobre el piso jamás se borra, A su paso va dejando cicatrices en la mente de quien la mira........
Trataste de someter a todos los que se te acercaron. Y al marcharse, cada uno se llevó un pedazo de ti en sus cadenas.
Lilith. George McDonald
menéame