Y ahora nos vamos a poner prácticos y dejarnos de buscarle las cosquillas a la cosa hipotética, al menos de momento.
Cuando tienes la historia, has decidido si tienes algo que contar, has decidido por qué quieres escribirla y crees que estás inspirado, lo primero que tienes que decidir es quién va a contar la historia. O sea, quién va a ser el narrador. Parece una chorrada, pero es uno de los pasos más difíciles, más irreversibles y más comprometidos que vas a dar.
Hay muchas clases de narradores y con el tiempo, cuando tenga un rato, os iré hablando de ellos, o lo hará @ContinuumST, pero ahora no me refiero tanto a su tipología como a su identidad. ¿Quién va a contar la historia?
Puede ser uno de los personajes y entonces es probable, casi seguro, que tendrás que escribir toda la pieza en primera persona, lo que es un poco cansino y muy limitante, como intentes ser mínimamente serio.
Uno de los errores más comunes es utilizar el narrador en primera persona, y que sepa cosas que no debería saber, como por ejemplo qué están pensando los demás personajes o qué hacen en su casa después de despedirse. El narrador en primera persona pone al lector en el lugar del personaje y lo obliga a acompañarlo en su peripecia. El lector ve el mundo con sus ojos, escucha con sus oídos y piensa con su mente. Y hasta ahí. Todo lo que sea referirse a lo que hace el resto de personajes tiene que ser presenciado por el narrador o escrito en forma de conjetura. Por ejemplo: María me dio la mano y entró en su portal. Me dio la impresión de que estaba pensando más en el examen del día siguiente que en mi propuesta de lavar juntos los peluches". Como no digas lo de "me dio la impresión" la has cagado.. Y ten en cuenta que te vas a pasar así toda la narración, así que el narrador en primera persona está muy bien para el relato breve o brevísimo, pero las novelas en primera persona, que las hay, y buenas, son MUY jodidas de escribir.
También puede ser narrador un tercero que conoció la historias desde fuera y se ha ido enterando de lo sucedido a fuerza de investigar, hablar con otra gente, leer papeles, etc. Esto es muy socorrido para las historias negras, policiacas o de misterios, donde el lector se va enterando de cosas a medida que se entera el investigador. O para relatos en plan memoria, de abuelo contando cómo fusilaron a su hermano. Llevo leídos cien de esos, o más, y ya considero un género aparte el fusilamiento del padre o del hermano. En serio. En este caso, el narrador es externo a la historia, la crea y filtra los hechos que son relevantes y los que no. Este narrador es fácil de usar y resulta natural y de fácil lectura, pues se parece a la narración oral. Alguien se sienta delante de ti, abre la botella de anís, y te cuenta una historia Es funcional, sencillo y eficaz.
Por último, tenemos al narrador omnisciente, que es el más literario de todos, y que consiste básicamente en la idea de que dios, algún dios, te está contando la historia, también con botella de anís o de Jägermeister. Este narrador, al contrario que los dos anteriores, se puede permitir saberlo todo, dar saltos en el tiempo, hablar de los pensamientos y sentimientos de los personajes, contar cosas que no ha visto, anticiparse a los hechos o lo que buenamente le parezca sin que la cosa rechine. Este suele ser el narrador más utilizado, precisamente por su flexibilidad y por las posibilidades que ofrece.
Aquí hay un relato mío, medianejo, donde utilizo esa técnica.
Debo insistir en que la elección del narrador es uno de los pasos más importantes en la construcción de una historia. Determina el tono, el alcance y la técnica que luego se habrá de emplear.
Habría mucho, muchísimo más que decir sobre el tema, pero esto es sólo una aproximación y no quiero extenderme más.
¡Salud!