Durante el año 2016 se generalizó la idea de que España no podía estar paralizada, esperando a que se conformase gobierno. Hoy tenemos un Ejecutivo y un inquilino de La Moncloa, pero no tenemos gobierno si por ello entendemos un rumbo propuesto a la sociedad española, traducido en un proyecto coherente de transformaciones tangibles y de cierto recorrido. En lugar de eso, el Ejecutivo sobrevive de semana en semana, paga facturas y bandea los temas buscando excusas o chivos expiatorios. Da la sensación de que, en ausencia de plan, los inquilinos...