Creo que hay que ser prudentes: aún no hay segunda ola. Lo que estamos viviendo es solamente el repunte de la primera, previsto en casi todas las gráficas que vimos y olvidamos durante el confinamiento. ¿Os acordáis de aquello de aplanar la curva? Pues se ha hecho, pero en todos los modelos aparecían repuntes y nuevas curvas. Ahí estamos.
Estaba claro: en cuanto se permitiese la movilidad, habría un repunte de casos, y con una verticalidad distinta.
Mientras la primera oleada empezó por los mayores, en las residencias, y se extendió hacia abajo en el rango de edad, el repunte tenía que ir en sentido contrario: se extendería primero entre los más jóvenes e iría avanzando hacia arriba en la escala de edad hasta alcanzar a los más vulnerables, cosa que yo espero para dentro de un par de semanas. Pero no es la segunda oleada.
La segunda oleada llegará en otoño, cuando aparezca la gripe estacional y nadie distinga churras de merinas. Cuando cada catarro se trate con todos los temores y todas las precauciones. Cuando cada tos sea motivo de lágrimas y alarmas. Cuando cada moquero húmedo se convierta en heraldo de la parca.
Entonces vendrá el llanto y el recrujir de dientes, en versión digital, porque resulta que los medios y los gobiernos han fomentado una conjunción estelar del miedo y tendrán que pagar por cada susto. Por los justificados y por los que no lo son tanto.
Entonces llegará la hora de las urgencias colapsadas por clientes habituales del Frenadol, convenientemente mezclados con personas en verdadero peligro de muerte, y ahí estará el gran desafío.
Entre tanto, la situación sigue el camino de eso que llaman nueva normalidad y que no es más que una ruina embozada, enmascarada, carnaval de precavidos que no saben los que es un grafo de propagación y empujan las métricas de los periódicos más alarmistas, cuesta arriba, como mulos porteadores.
No estamos aún en la segunda ola. No sé si habrá segunda ola de virus. La habrá de alarma, de vete a saber, de mocos y tos, de miedo y sinrazón, de tisana, Kleenex y cementerio, todo en uno, cada cual lo que le toque, al azar o poco menos, al azar o poco más.
Porque la segunda ola será eso: confusión, pánico, dudas y patada en el trasero. Con suerte, buena patada en el trasero acertado. Con mala suerte, caos, colapso, desaliento y patada al que menos se la espera.
Pero aún no.
Estamos a 3 de Agosto y son las cinco de la mañana, así que me voy a permitir unas risas sobre el espacio y el tiempo.
Este año me he tomado con más calma el sobrenombre de Terreno Enemigo y he tratado de llevarme bien con todo el mundo, y la verdad es que ha valido la pena, aunque sólo sea por aquel que dijo que "el tío del ciervo cristiano tiene unas opiniones de mierda pero escribe unos relatos cojonudos". Así, o más o menos, porque las comillas son una licencia poética.
Y es que aunque mis relatos le hubiesen parecido tan mierdosos como mis opiniones, sólo por lo del ciervo cristiano ya me había ganado. No hay modo de enfadarse con alguien así.
Y de eso voy. De que lo mejor que se puede sacar de aquí es no enfadarse. De que hay un montón de gente que sabe de un montón de cosas, y aunque sus opiniones me parecen a menudo tan fecales como a ellos las mías, comparo lo que leo por aquí con lo que se lee en los comentarios de los periódicos generalistas y constato, con sorpresa, que cada día estoy menos en territorio enemigo y cada día más en una especie de aldea donde todos llamamos hijoputa al vecino hasta la próxima nevada, cuando tendrá que traerme el pan o tendré que traérselo yo a él. Porque en las nevadonas se le lleva el pan al vecino, por cojones. Al que te mira bien y al que te mira mal.
Aquí sigue habiendo gente que sabe cosas. Aquí sigue habiendo gente que puede contarte cosas, y enseñarte a a hacer algo. Aquí hay personas a las que , en público o en privado, puedes preguntar sobre asuntos públicos o privados y te va a dar una respuesta sensata. Probad a hacer eso en los comentarios de El País, o de Público, o de El Mundo. Os vais a cagar.
El concepto de comunidad lo doy por perdido en la red pero, aún así, y tras un par de experiencias de hoy mismo, no me queda más remedio que reconocer que entre los pirados hay más gente sensata que en cualquier saco de tontos normoaceptantes que se ven obligados a repetir un tópico sin chiste.
Estamos aquí, es cierto. Pero aún así, todavía no encuentro un sitio mejor donde recitar fragmentos del Alcalde de Zalamea, mencionar a Rafael de León o cascar un texto de Spengler.
A lo mejor desaparezco un tiempo por todo tipo de motivos, y pronto, pero el tío del ciervo cristiano piensa volver desde Wolfenbüttel.
Porque hay que tener un sitio al que volver para que viajar valga la pena.
Y por esto, claro.
¡Salud!
Hace 4 días (en el momento en que publico este artículo) Elisa Beni, una monárquica disfrazada de republicana (que usa el disfraz "soy republicana pero creo que no es el momento adecuado para pasar a la república", de los varios disfraces republicanos disponibles) que escribe nada menos que en ElDiario.es, de Ignacio Escolar (lo de "nada menos" es por lo de ser ella monárquica en el fondo pero no supuestamente serlo ElDiario.es, ya podréis leer el artículo que os digo), publicaba un artículo que ofrecía una importante utilidad, y también un importante error garrafal.
Antes de nada, el artículo es: "El debate que ya existió" www.eldiario.es/opinion/zona-critica/debate-existio_129_6154763.html
El importante error garrafal es el de intentar justificar que aunque la república está muy bien y tal todavía no es el momento adecuado de pasar a ella y hay que dejar a la monarquía aún estar (quizá hasta el fin de los tiempos... ; un argumento que lleva ya 40 años utilizándose por todos esos monárquicos que se disfrazan de republicanos, y les ha salido hasta ahora relativamente rentable; Elisa, lo siento, pero te he visto el plumero. Máximo cuando pasar a la república, en el fondo, únicamente se reduce a hacerle unos pequeños retoques a la Constitución; por lo demás, los políticos seguirán intentando robar lo mismo y comprándose los mismos casoplones en urbanizaciones de lujo aislantes).
La importante utilidad del artículo de Elisa es decirnos, o recordarnos, que el debate "monarquía-república" (que muchos reclaman que se produzca) ya se produjo (otra vez) hace más de 42 años y 3 meses (en el momento en que publico este artículo), cuando el jueves 11 de mayo de 1978 se discutió en el Congreso de los Diputados el artículo 1º párrafo 3º de la actual Constitución española ("La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria") en momentos en que nuestra Constitución era solo un anteproyecto de Constitución pendiente de ser aprobado en un referéndum por el pueblo español.
Antes de seguir os pongo enlaces. El enlace del "debate" sobre monarquía o república es el del propio acta oficial de la discusión: Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados número 64, de 11 de mayo de 1978. Es la sesión 4ª del debate global sobre el anteproyecto de Constitución. El enlace del debate sobre monarquía o república es: www.congreso.es/public_oficiales/L0/CONG/DS/C_1978_064.PDF . Tenéis que ir a la página 2.193 de ese pdf (no os preocupéis, la primera página de ese Diario de Sesiones número 64 es la número 2.159; el salto en páginas no será muy grande). Por que tengáis más enlaces, en esta otra página web tenéis todos los enlaces al debate global sobre nuestra Constitución, cuando solo era todavía un anteproyecto de Constitución: app.congreso.es/consti/constitucion/elaboracion/ses_cong_com.htm
Pues bien, en su artículo en ElDiario.es Elisa Beni nos dice que el debate fue una gran cosa: "en las cortes constituyentes el único voto particular republicano [contra el artículo 1.3 de la Constitución y la monarquía que propugnaba] fue defendido hasta la votación en pleno por el PSOE y el PSUC. Ese voto republicano incluía todos los argumentos [a favor de la república] que cualquiera de nosotros pueda poner sobre la mesa y aún subía la apuesta. Fue respondido, contra argumentado, e incluso ampliado en su fundamentación por los soberanistas."
Bueno, Elisa nos hace imaginarnos que a dónde vamos nosotros hoy, pobres pardillos republicanos.
Según ella el debate fue de tal nivel y envergadura conceptuales que no he tenido más remedio que ir al enlace del debate que os pongo más arriba (el acta misma del Congreso) y leérmelo yo, cosa que también he hecho para que vosotros no tengáis que hacerla.
Si el debate fue de tanta altura conceptual, yo, republicano y por tanto persona racional ante todo, quiero saber qué razones se dieron contra la república y a favor de la monarquía, no vaya a ser que de repente me tenga que volver monárquico.
Antes de nada quiero tranquilizaros. Si sois republicanos por racionalidad, vais a poder seguir siéndolo. Por una parte Elisa Beni nos ha engañado y el debate no fue de tanta altura ni exhaustividad conceptuales.
Por otra parte, en el debate no se dan argumentos tan buenos a favor de la monarquía ni en contra de la república. No se nos revela nada que se nos escapara sobre la monarquía que de repente nos vuelva monárquicos.
Pero, además, leer el debate me ha servido para entender un poco mejor la disparatada mente del monárquico y así perfeccionar cuáles son mis razones en favor de la república.
Así que en el presente artículo me gustaría hacer dos cosas.
La primera, tras haber leído el debate parlamentario preconstituyente sobre monarquía o república expresaros desde mi punto de vista las razones por las que la república es mejor que la monarquía, teniendo en cuenta que estas razones puedo estar ahora formulándolas en términos de las consideraciones e ideas fundamentales a ese respecto que he visto ya manejadas en todo un debate parlamentario. Las razones sobre la superioridad de la república que os expongo en el siguiente apartado son las que yo habría expuesto en aquel debate parlamentario en vista de su contenido y considero que deberían ser expuestas en todo debate parlamentario sobre monarquía o república.
La segunda, poneros unos cuantos extractos del propio debate que se celebró en el Congreso, mostrándoos los argumentos más interesantes que se plantearon a favor de la monarquía y en contra de la república y comentándoos de qué manera fallaban esos argumentos.
Así que vamos a lo primero:
Los privilegios vitalicios, inviolabilidades y demás prerrogativas son complementos que se aplican al desempeño de funciones de un cargo público para ayudarlo, mejorarlo y potenciarlo hasta cierto nivel requerido o exigido.
Dado que los privilegios y prerrogativas son complementos coadyuvantes del desempeño de funciones, entonces lógicamente cuanto mayores sean la capacitación, la cualificación y la habilidad de un cargo público desempeñando sus funciones menor será la ayuda que este cargo necesite para que ese desempeño alcance el nivel de calidad y eficacia que se requiera, y por tanto menos serán los privilegios y prerrogativas que ese cargo público necesite. E inversamente, cuanto menores sean la capacitación, cualificación y habilidad de un cargo público desempeñando sus funciones mayor será la ayuda que este cargo requiera, y por tanto más serán los privilegios y prerrogativas necesarios para que su desempeño pueda alcanzar a situarse en el nivel de calidad y eficacia requerido.
Pero en tanto que complementos coadyuvantes del desempeño de funciones los privilegios y prerrogativas encierran un grave peligro: el de hacer innecesaria la capacitación y cualificación del cargo público y su desempeño.
Un cargo público más capacitado y cualificado siempre es mejor que uno que lo sea menos. Porque con unos mismos privilegios y prerrogativas coadyuvantes, un cargo más capacitado y cualificado siempre podrá llevar el desempeño de sus funciones hasta un nivel de calidad y eficacia más alto que un cargo menos capacitado y cualificado; y si el nivel requerido de calidad y eficacia era un tope fijo entonces un cargo más capacitado y cualificado hará necesarios menos privilegios y prerrogativas para alcanzarlo.
El debido principio de requerirse las mayores cualificación y aptitud posibles irá lógicamente correlacionado con el principio de requerirse que los privilegios y prerrogativas sean los mínimos posibles, en una suerte de eficiencia o economía en cuanto a privilegios y prerrogativas. Un cargo público debería ser tan cualificado, apto y eficiente que necesite las menos ayudas posibles. Un cargo público tan incompetente e inepto que necesita las máximas ayudas, los máximos privilegios y prerrogativas coadyuvantes, es un cargo público costoso e ineficiente. La gente debería ser remunerada por cuánto sea capaz de hacer por sí misma, no por cuánto se la tenga que ayudar en su tarea. Los privilegios y prerrogativas coadyuvantes no deberían ser remunerables.
Así pues los privilegios y prerrogativas no deben ir para el cargo o candidato menos cualificado, sino que deben ir siempre para el cargo o candidato más cualificado y apto, con el criterio anexo de que los privilegios y prerrogativas sean los menos posibles. Esto es, el principio de privilegios y prerrogativas no puede utilizarse para justificar que no deba seguirse y respetarse también el principio de elegirse siempre al candidato que sea más cualificado y apto para ocupar el cargo público. Deben ser la cualificación y la idoneidad los prerrequisitos que se hagan merecedores del sueldo, del cargo y de los privilegios y prerrogativas coadyuvantes, privilegios y prerrogativas que podrán ser mínimos, o incluso no existir, gracias a que la cualificación es máxima. Es mejor hacer vitalicio a un buen juez que a un mal juez.
La corrupción surge cuando se establece que los privilegios y prerrogativas deban ser máximos, porque esto excluye completamente el principio de competencia y presupone que la cualificación y la aptitud puedan ser mínimas o nulas, y toda retribución a una cualificación y una aptitud mínimas o nulas se traduce en un enriquecimiento injusto, corrupto, un sueldo alto no merecido. Como digo, deben ser la cualificación y la idoneidad los prerrequisitos que se hagan merecedores del sueldo, del cargo y de los privilegios y prerrogativas coadyuvantes; no deben ser los privilegios y prerrogativas coadyuvantes los prerrequisitos que hagan a un cargo público merecedor de un sueldo que sea desproporcionadamente alto en relación con una cualificación y una aptitud que no se le exige o se le exige mínimamente. La gente debería ser remunerada por cuánto sea capaz de hacer por sí misma, no por cuánto se la tenga que ayudar en su tarea. Los privilegios y prerrogativas coadyuvantes no deberían ser remunerables.
El más interesado en que le concedan prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios es quien sabe que va a robar o a enriquecerse injustamente porque no quiere o no es capaz de ganarse el dinero ofreciendo a cambio una labor de calidad a la altura que se lo merezca. Una persona capacitada y honrada, noble y digna, no busca ni necesita prerrogativas ni privilegios y se gana su cargo y su sueldo por vía de su capacidad y cualificación.
Los privilegios y las prerrogativas nunca son una dignidad ni una nobleza; de hecho, en tanto que complementos coadyuvantes al desempeño de funciones, ponen más fáciles las cosas y por tanto son indignos, innobles, deshonrosos. La capacidad, la cualificación y la idoneidad son la verdadera dignidad y la verdadera nobleza. Los privilegios y prerrogativas solo pueden ser señal de dignidad y nobleza en la medida en que señalicen la capacidad, la cualificación, la competencia y la idoneidad. El privilegio no se puede convertir en superioridad; es la superioridad la que se puede convertir en privilegio.
Si un cargo público está definido de forma tal que sus funciones deban ser objeto de aceptación o elección democrática mayoritaria por el pueblo entonces ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para ese cargo deberá ser de tal rango o intensidad que impida esa aceptación o elección democrática mayoritaria. Y si las funciones de ese cargo público están definidas de forma que no deban ser objeto de una valoración democrática por el pueblo entonces ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para ese cargo deberá ser de tal rango o intensidad que neutralice o desvirtúe el principio de que el sueldo pagado a ese cargo deberá corresponderse a cambio con el desempeño más cualificado y competente de sus funciones.
En el caso de los cargos públicos políticos, es decir, de los gobernantes, el reconocimiento democrático mayoritario por el pueblo de la cualificación de sus políticas es una garantía más fundamental que cualquier privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa, de que dichas políticas se podrán llevar a cabo. La aplicabilidad de una política o ley debe venir determinada por lo máximo de su calidad e idoneidad y lo mínimo de su prerrogativa o privilegio, no por lo máximo de su prerrogativa o privilegio y lo mínimo de su calidad e idoneidad. Por tanto todo privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa debe quedar supeditado al apoyo democrático mayoritario del pueblo y al principio de democracia, sin poder pretender desplazar, sustituir, excluir, relegar, sortear, vaciar ni impedir ese principio de democracia.
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa debería poder permitir a un gobernante hacer cosas que no serían aceptadas democráticamente por la mayoría del pueblo ni debería poder permitir que un cargo de gobierno sea ocupado por alguien que por su cualificación no sería aceptado democráticamente por la mayoría del pueblo.
Los gobernantes deben ganarse, y asimismo conservar, su puesto por la aceptación democrática mayoritaria de sus políticas, no por el artificio de privilegios vitalicios o hereditarios, prerrogativas o inviolabilidades que sean tan intensos que desplacen, releguen, excluyan, sustituyan, sorteen, vacíen o desfiguren esa necesidad de aceptación democrática mayoritaria.
El gobernante que es honrado quiere que sus políticas merezcan aceptación, implantación y una buena remuneración porque así lo aprecie la mayoría democrática del pueblo, no porque así lo preestimen artificialmente privilegios vitalicios o hereditarios, prerrogativas o inviolabilidades.
El gobernante honrado y capacitado siempre se orienta a la aceptación democrática mayoritaria del pueblo, no a privilegios ni prerrogativas que hayan sido calculados con la intensidad y el rango suficientes para hacer innecesaria esa aceptación democrática por el pueblo.
Los privilegios vitalicios y hereditarios, las inviolabilidades y las prerrogativas son y solo pueden ser lícitos y legítimos en tanto acaten, se subordinen y no pretendan deshacer, sustituir, marginar o relegar el principio de democracia, es decir, la necesidad de aceptación democrática mayoritaria, así como el principio de mérito, capacidad, idoneidad y calidad. Cuando no se produce tal acatamiento y subordinación, se vuelven privilegios vitalicios y hereditarios, inviolabilidades y prerrogativas corruptos.
Es el más elemental principio del liberalismo económico que los ciudadanos deban poder elegir democráticamente y demandar los servicios del gobernante que consideren más cualificado y apto.
El liberalismo económico, como todos los demás sistemas económicos, se inventó para combatir la corrupción económica, es decir, se inventó para que el enriquecimiento y el empobrecimiento no puedan ocurrir de forma inmerecida e injusta. Y así de forma paralela la democracia (es decir, la aceptación democrática mayoritaria), que es traducción política del liberalismo económico, es la mejor prerrogativa para garantizar que las políticas de un gobernante podrán ser implantadas, que esas políticas son cualificadas, y que ese gobernante no es un simple corrupto.
Solo un gobernante que sabe que por su ineptitud e incompetencia o por su falta de honradez y su falta de creencia en el mérito y la capacidad no sería elegido democráticamente por el pueblo está interesado en que se le mantenga en el cargo a él y a su linaje familiar por el artificio de prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios corruptos, que poseen la intensidad y el rango calculados para que no sea necesario el apoyo democrático mayoritario. Solo un gobernante que sabe que va a robar y a enriquecerse injustamente porque no querrá o no será capaz de ofrecer a cambio políticas cualificadas que consigan una aceptación democrática mayoritaria y que estén a la altura de su sueldo está interesado en que se le mantenga como gobernante por la vía de prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios corruptos, que desplacen, sustituyan, neutralicen y releguen esa necesidad de calidad y de aceptación democrática mayoritaria de sus políticas. El gobernante que pretende gobernar no por el reconocimiento democrático mayoritario de la buena calidad de sus políticas sino por privilegios hereditarios y vitalicios y por prerrogativas e inviolabilidades corruptos, que expulsen la necesidad de ese reconocimiento democrático mayoritario, quiere alcanzar el poder para enriquecerse sin esfuerzo, fácil, ilícita y corruptamente, sin ofrecer buena política o política alguna a cambio.
Por todo esto, y más aún y en lógica relación recíproca, los privilegios vitalicios y hereditarios, las inviolabilidades y las prerrogativas que desplazan, relegan y neutralizan el prerrequisito de la capacidad y el mérito y el prerrequisito del apoyo democrático mayoritario atraen a gobernantes corruptos y fomentan conductas corruptas en los gobernantes.
De hecho, es así como nació la monarquía: como ejercicio de corrupción. Los gobernantes antiguos, en su posición de poder crear las leyes, se crearon a sí mismos las leyes por las que se dotaban de las inviolabilidades, prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios que hacían que sus actuaciones quedasen apartadas de cualquier valoración en cuanto a cualificación y capacitación y de cualquier valoración por parte de la mayoría democrática del pueblo. En la medida que la formulación de esas inviolabilidades, prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios fue llevada hasta esa intensidad corrupta que debilita y llega a impedir el principio de capacidad y mérito y el principio de valoración democrática por los ciudadanos como prerrequisitos, esas prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios se convirtieron en corrupción institucionalizada. Cuando estas prerrogativas y privilegios vitalicios fueron llevados a la intensidad de la corrupción y así como tales nacieron y se asentaron, nacieron las monarquías en sí mismas. Por tanto las monarquías son, y siguen siendo, corrupción institucionalizada.
Dado que la monarquía es corrupción institucionalizada (y por tanto es una institución incualificada basada en los privilegios), debería exigirse un alto porcentaje cualificado de votos favorables a ella si se desea que el pueblo pueda democráticamente aprobarla y adoptarla, no un bajo porcentaje de votos favorables a ella, dado que debe ser muy seguro que el pueblo está dispuesto a consentirla. Sería exigible, además del alto porcentaje de votos favorables a la monarquía, como mínimo dos votaciones favorables a ella. Y sin que se incluyan en la misma votación otras cuestiones distintas de la monarquía que no hagan claro cuánto o en qué medida el voto del pueblo pueda estar refiriéndose específicamente a la monarquía.
Si un rey de verdad desea lo mejor para su pueblo, abdica en favor de la república, aunque solo sea como gesto.
Hasta los jueces, que son vitalicios, y con más razón por ser vitalicios, tienen que opositar y demostrar su mayor cualificación e idoneidad que las de otros candidatos.
En suma, la república es mejor, más racional, ética y capaz de prosperidad y progreso, porque pone el acento en la maximización de la cualificación, la capacidad y el mérito, frente a los privilegios o las prerrogativas, que deben ser mínimos.
Gómez Llorente, del Grupo Parlamentario Socialista, al leer el voto particular republicano contrario a la proclamación de España como monarquía hecha por el artículo 1.3 de la Constitución, página 2195: «No merece nuestra aquiescencia el posible contraargumento que nos compense afirmando la neutralidad de los magistrados vitalicios y por virtud de la herencia, al situarse más allá de las contiendas de intereses y grupos, pues todo hombre tiene sus intereses, al menos con la institución misma que representa y encarna, y por mucho que desee identificarse con los intereses supremos de la Patria, no es sino un hombre, y su juicio es tan humano y relativo como el de los demás ciudadanos a la hora de juzgar en cada caso el interés común.»
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa convierte a un ladrón en honrado, a un injusto en neutral o a un incompetente en cualificado. Debe ser al contrario: son la capacitación, la honradez, el mérito y la idoneidad los prerrequisitos que hacen y justifican el cargo, el sueldo, y sus privilegios y prerrogativas coadyuvantes. Es mejor, procura más justicia, hacer vitalicio a un buen juez que a un mal juez.
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para un cargo público deberá ser de tal intensidad y rango que neutralice o desvirtúe el principio de que el sueldo pagado a ese cargo deberá corresponderse a cambio con el desempeño más cualificado y competente de sus funciones.
La imparcialidad perfecta es imposible, porque el ser humano es imperfecto. Pero incluso en la medida máxima en que la imparcialidad sea posible, no puede ser el privilegio vitalicio el que convierta al injusto en imparcial; es la imparcialidad de alguien la que debe hacerle merecedor del privilegio vitalicio.
Alguien no presta un buen servicio por haber sido elegido para un cargo o por haber recibido un buen sueldo; es elegido para un cargo o recibe un buen sueldo por prestar un buen servicio. Es y debe ser el desempeño cualificado e idóneo la vía justificativa hacia el cargo, el sueldo y el privilegio coadyuvante, no puede ser al contrario.
Quien menos capaz puede ser de amar la neutralidad y la justicia es quien obtiene un sueldo por un privilegio injusto en vez de por ser neutral y justo.
Como digo más arriba, hasta los jueces, que son vitalicios, y con más razón por ser vitalicios, tienen que opositar y demostrar su mayor cualificación e idoneidad que las de otros candidatos. Los jueces no son justos por ser vitalicios; son vitalicios por ser justos.
Un monarca no puede ser neutral entre facciones ideológicas monárquicas y facciones ideológicas que prefieren la república. Haría falta una institución por encima de la monarquía y la república, pero esa institución debería decidirse eligiéndose entre cualificación (república) o privilegio (monarquía), y seguramente se volvería en sí misma republicana.
Pérez-Llorca Rodrigo, de UCD, partidario de la monarquía, página 2200: «Dada la igualdad jurídica de los órganos constitucionales, el Jefe del Estado se diferencia de los demás por una mayor dignidad personal, actuada prevalentemente mediante reglas de corrección y cortesia, más que por verdaderas normas jurídicas. Esta mayor dignidad personal es idónea para facilitarle la tarea de árbitro supremo de las más elevadas funciones estatales, y se da de manera natural y espontánea en las Monarquías.»
Una cool story bro que se desmonta por sí misma, sin necesidad de comentarios.
«Salvo en el modo de reclutamiento, [el Jefe de Estado de la monarquía parlamentaria] se diferencia muy poco del Jefe del Estado en las Repúblicas parlamentarias, sobre el que ofrece la enorme ventaja de situar a la cúspide del Estado fuera de la lucha de los Partidos y de las decisiones políticas.»
Nuevamente, si lo que se desea es que haya una cúspide del Estado que no dependa de las elecciones democráticas, ello no puede implicar que quien ocupe esa Jefatura de Estado no pueda ser expulsado de ella ni aun cuando desempeñe mal sus funciones o se corrompa más allá de ellas. Que el Jefe de Estado no pueda ser expulsado del cargo por vía de elecciones democráticas no puede terminar degenerando de algún modo en, o justificando, un privilegio de continuidad sobre el cargo por el que ficticiamente se deba esperar que el desempeño de funciones por la persona en el cargo sea siempre el más idóneo que podría ser ofrecido, sin que haya existido siquiera un proceso de concurrencia y examen de candidatos que avale tal presunción.
El principio de continuidad y no elegibilidad democrática no puede justificar que la responsabilidad de una Jefatura de Estado sea desempeñada por un inepto o un corrupto. Y si un privilegio o prerrogativa de refrendo permite reducir al mínimo o a cero la cualificación del Jefe de Estado (refrendo a través del cual el Jefe de Estado queda contaminado de la ideología del gobierno refrendante), entonces el sueldo del Jefe de Estado también debería costarles a los trabajadores del país un mínimo o nada.
No puede ser el privilegio vitalicio el que convierta a alguien en cualificado e idóneo; son la cualificación y la idoneidad los que deben hacer a una persona ganarse el mérito de un cargo vitalicio. Siempre renta más otorgar un cargo vitalicio a alguien más cualificado que a alguien menos cualificado.
Alguien no presta un buen servicio por haber sido elegido para un cargo o por haber recibido un buen sueldo; es elegido para un cargo o recibe un buen sueldo por prestar un buen servicio. Es y debe ser el desempeño cualificado e idóneo la vía justificativa hacia el cargo, el sueldo y el privilegio, no puede ser al contrario.
Los jueces son a quienes más neutralidad se les puede exigir, y a ellos ningún privilegio vitalicio les exime de la necesidad de superar unos exámenes de oposición.
«¿Ofrece algún inconveniente en relación con [la fórmula de organización territorial del Estado] el hecho de que la Jefatura del Estado esté organizada en forma monárquica? Por su caracter histórico, por su capacidad de incorporación de representaciones colectivas y por el carácter público per se de sus titulares, la Institución Monárquica solo ofrece ventajas en este campo.» (página 2201)
Otra cool story bro que se desmonta por sí sola.
Seguramente que el rey pueda robar y enriquecerse ilícitamente de forma inviolable no necesita tener ningún impacto en cómo se formule la organización territorial del Estado, ni en otras cuestiones.
La "experiencia histórica" de la monarquía es la de saber blindarse de prerrogativas y privilegios para robar al pueblo; los colectivos no se incorporarán si son partidarios de la república; el jefe de Estado de una república también tiene un carácter público, mucho más público y representativo porque es elegido democráticamente.
«Un monarca hereditario puede ser, por el contrario, un mejor y más neutro cumplidor de la voluntad de las Cámaras que un presidente de la República, cuyo mandato y legitimidad podrían emanar, bien de una cámara anterior, que funcionaría, en un momento determinado, con una mayoría distinta, bien de una mayoría diferente a la que en cada momento existe en una Cámara.» (página 2202)
¿Por qué mecanismo el hecho de que el monarca haya accedido al cargo por el privilegio de la herencia garantiza su idónea capacidad, o la superioridad de sus genes?
Y si no es el privilegio de acceso hereditario a la Jefatura de Estado lo que hace superiores los genes y la capacidad de la persona que accede, sino que, por el contrario, es la superioridad de los genes y de la capacidad de la persona la que determina que ella acceda hereditariamente a la Jefatura de Estado, ¿por qué mecanismo, por qué examen de concurso u oposición, por qué análisis médico se ha podido determinar con carácter previo que esa persona tenía genes y capacidad superiores?
¿No debería accederse a la jefatura de Estado, como a cualquier otro cargo, por la vía de demostrarse el mérito, la capacidad y la idoneidad frente a otras candidaturas, no por la vía hereditaria?
Y si la monarquía parlamentaria moderna se puede permitir ser hereditaria porque no tiene funciones, ¿por qué no nos ahorramos entonces el gasto en ella?
Alzaga Villamil, de UCD, partidario de la monarquía, página 2205: «Como afirmaba Spaak, la monarquía constitucional es el régimen que conviene a la democracia, en la que siempre hay algo de débil y peligroso. «Un rey -concluye Spaak- en la cúspide estabiliza el poder» ... El rey no está entre los poderes políticos, sino sobre los poderes políticos... Ello le permite una imparcialidad en virtud de la cual la nave del Estado está en manos de pilotos que son políticos, que marcan el rumbo, sin que la corona intervenga en la sustitución de esos pilotos o en el rumbo que en cada momento le dan, y hay una nota de continuidad desde el momento en que, como se afirma en el viejo aforismo, el rey nace y no se hace.»
La imparcialidad no necesita el privilegio de la continuidad y de lo vitalicio y hereditario del cargo, sino que es al contrario: es el privilegio de la continuidad y de lo vitalicio y hereditario del cargo el que necesita que haya una imparcialidad, a la que no garantiza. Ningún privilegio de continuidad en el cargo hace imparcial y justo al que es injusto, ni honrado al que es corrupto, ni cualificado al que es incualificado.
El privilegio vitalicio no exime a los jueces de la cualificación ni de la necesidad de concurrir a unos exámenes de oposición.
Como algunos sabrán no soy nada amiga de las magufadas y me resulta incluso entretenido desmontar los argumentos de los magufos en las RRSS, (que aburrido sería este mundo sin ellos) normalmente es extremadamente fácil dejar sus argumentos en evidencia, algunas veces pues requiere algo mas de dedicación, pero siempre acabas desamontonándolos.
Pero hoy por primera vez he perdido, no he sido capaz de desmontar una de las pruebas del comando plandemia, se trata de la web del WITS perteneciente al banco mundial en dónde lista las importaciones de un producto llamado COVID-19 Test kits hasta aquí todo normal.... el problema es que ponen como fecha de importación el 2018.
El enlace a la web en cuestión: wits.worldbank.org/trade/comtrade/en/country/All/year/2018/tradeflow/I
Recurro a la sabiduría popular de menéame para encontrar explicación, porque la única que encuentro es que alguien metiese la pata poniendo la fecha.
El año ha venido jodido. Ha venido chungo. Pero aquí estamos.
Estaba pensando enviar esto en privado a algunos amigos que me han ayudado a echarme unas risas, acumular paciencia, o desahogar mala hostia. Algunos no están en la lista de amigos porque, en teoría, ni siquiera lo son. Otros se preguntarían qué mosca me ha picado para enviar algo así...
Por eso, he decidido ponerlo para todos. Para los que estaban ahí haciendo eco en los momentos jodidos. Para los que estaban dando pro culo y, precisamente por ello, estaban, se podía contar con su voz y se podía contar con su respuesta. Par los que nos enseñaron a encogernos de hombros, aún más, un poco más.
Para los que nos ayudaron a mirar fuera de la caja, en suma
Para todos vosotros
Un sargento instructor explica a sus reclutas las bases elementales de la balística. Dice el sargento:
“El obús describe una curva ascendente hasta llegar a su punto culminante y, a partir de este punto, empieza a caer a causa de, según dice el manual, la fuerza de la gravedad; pero, si queréis que os diga la verdad, entre nosotros, yo creo que, sencillamente, el obús se cae por su propio peso”.
Y aquí es donde todos nos reímos del sargento, pues resulta cómico descubrir que es tan corto que ignora que “caerse por su propio peso” no es más que la versión popular de “la fuerza de la gravedad”. Pero no se rían demasiado alto, guarden fuerzas para más tarde, no vayamos a continuación todos juntos a descubrir lo equivocados que nosotros también solemos estar y necesitemos fuerzas para reírnos más.
Cuando nuestro sargento dice que un proyectil cae “por su propio peso”, está anunciando, de manera explícita, que el proyectil tiene un peso que le es propio. E implícitamente, que el peso es una propiedad del obús, al igual que lo es su masa o su volumen, aun sea o no nuestro suboficial consciente de esto. Pero, contrariamente a la masa o el volumen, que sí son cualidades propias de un obús, el peso no lo es; los cuerpos tienen volumen y masa, pero no volumen y peso. El volumen sí que pertenece al objeto, la masa sí que es una cualidad esencial del obús, pero el peso no. Recuerden sino las nociones de física que nos enseñaron en el colegio: un cuerpo tiene una masa dada, pero el peso no es más que la medida de la fuerza gravitatoria. El peso no constituye pues una propiedad esencial de la piedra, sino una propiedad relacional. Todos sabemos que un mismo proyectil demostraría un peso diferente en la tierra o en la luna a causa del valor diferente de la fuerza de la gravedad en estos dos ambientes distintos. La masa de la piedra es la misma en la tierra que en la luna; sin embargo, “su” peso varía considerablemente. Y las comillas que hemos utilizado en ese “su” demuestran nuestra uso diario equivocado del asunto: el obús no “posee” un peso, y no se trata, por lo tanto, de “su” peso. Hasta aquí nada que al lector le sorprenda.
Pesar es un verbo, una propiedad relacional, y no una propiedad esencial. Así pues, los objetos, pero también los sujetos (y aquí está el chiste) no poseen la interacción relacional que enunciamos con los verbos ni en su interior ni en ninguna parte: sencillamente, interactúan. Los verbos expresan conductas y las conductas, que son interacciones, no se sitúan en el interior del organismo, en una supueste mente, en una actividad mental, en un yo o en algún espíritu. Aún aceptemos o no la existencia de estos (no es el objeto discutir ahora esto), la conducta no es una propiedad esencial del sujeto sino una propiedad relacional, ya que dependerá siempre de una relación: no es posible saltar una valla sin una valla para saltar, al igual que no es posible demostrar envidia sin algo que envidiar. Considerar la conducta como algo que reside en el sujeto no tiene más sentido que confundir el peso con la masa. Al ver un organismo que se comporta de tal o cual manera tendemos a considerar que exterioriza una conducta que poseía en su interior ("es un envidioso y por eso envidia"), de la misma manera que cuando vemos un obús caer atribuimos su conducta (la de caer) a una propiedad interna del objeto, su peso.
Acaso alguno de los lectores se dirá: ¡pero puedo notar esas mariposas en el estómago cuando estoy enamorado!, o ¡he sentido ese ardor al odiar!, a lo cual le responderemos: ¿es que acaso no era aún así necesario alguien a quien amar para haber sentido esas mariposas?, ¿es que no había algo a lo que odiar que hacía encender ese llama?, ¿es que esas mariposas o ese ardor no son ya parte de la conducta?
Cometemos el mismo error que si, después de frotar una cerilla en el rascador de su caja y ver aparecer la llama en la punta del fósforo, afirmáramos que la llama se hallaba en el interior de la cerilla. A la pregunta: “¿dónde se hallaba la llama antes de frotar el fósforo contra el rascador, en la cerilla o en el rascador?” la respuesta correcta es: “ni en la una ni en el otro”. Pero la llama no se encontraba en el interior de la cerilla ni en el interior del rascador; la llama es la resultante de la interacción entre ambos. Asimismo, la conducta no es una propiedad esencial del organismo, sino una propiedad relacional; y es por ello que se expresa mediante un verbo, que designa acción, y no mediante un sustantivo. Una piedra no tiene peso (sustantivo); pesa (verbo). Un enamorado no tiene amor; ama. Un delincuente no tiene agresividad; agrede, aun aceptemos que exista predisposición genética o de cualquier otro tipo a la conducta agresiva. Explicar que alguien está triste porque llora, o enfadado porque grita, o que es envidioso porque envidia no nos informa sobre la causa de nada.
Y sin embargo, este deslizamiento gramatical desde el verbo hacia el sustantivo corresponde ni más ni menos que a ese proceso de sustantivación e hipostatización, tan corriente y habitual, que ni siquiera somos conscientes del abuso que todos cometemos de este día a día.
Ahora sí, pueden reírse fuerte si les hizo gracia.
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Extracto algo más que editado de la conferencia pronunciada por Esteve Freixa en la UNED (Madrid) en 2002 "¿Qué es Conducta?"
Cuenta Ernst Jünger en sus tempestades de acero que en medio de la batalla encontró a un muchacho con el vientre atravesado de metralla, desangrándose sin remedio, y que cuando fue a ayudarle, el chico se dio la vuelta y se envolvió en su capote, por pudor, para que nadie le viese morir, para conservar la intimidad de su sufrimiento.
Ese soldado, ese muchacho, ese hombre, es para nosotros un marciano. Su actitud no es tan ajena como la de la mozuela que apreciaba su virginidad por encima de su vida y que tasaba su cabeza en la resistencia de su himen, de su voluntad y de su destreza para atraer siempre lo justo y nunca demasiado.
¿Quién escondería hoy su sacrificio? ¿quién escondería su dolor? El dolor, en nuestros días,es parta convertirse en víctima y canjearlo por un bonolágrima que permita saltarse una ley, obtener un privilegio, una plaza o una subvención. El dolor cotiza en bolsa y es un valor más, con su debe y con su haber, regidos por el código de comercio, y donde entra la lógica mercantil entran también los intermediarios, los agentes, los registradores y los notarios del dolor, todos ellos bien pagado y con jugosos incentivos para acrecentar ese dolor, su imagen, su relato, y sus dividendos.
El dolor ya no duele: cotiza. Y donde el dolor cotiza, la dignidad y el pudor son sólo estorbos. Impedimentos. Trabas a la buena administración de esa ética reumática, de esa artritis espiritual que comercializa las penas, y las repone en las estanterías de las redes sociales para que nunca falte la marca y el tamaño que buscas.
Como si las desgracias fuesen champú. Como si las penas fuesen compresas.
Menéame es un "oasis" en el ciberespacio hispanohablante que destaca por unos contenidos de nivel periodístico e informativo de calidad, por unos usuarios que se caracterizan, generalmente, por unas formas correctas, una ortografía como mínimo aceptable y un nivel argumentativo.
Pues hay quienes están empeñados en arrebatárnoslo, convertir esto en un guirigay de bulos, desinformaciones y medias verdades, en una suerte de forocoches en el que los descalificativos, los "ad hominems" y los ataques personales estén normalizados, en un "lloradero" al que vienen todos los racistas, misóginos e islámofobos a lamentarse con llantos infantiles de que no nos dé la gana comprar su bazofia ideológica y en un vómito de chistes sin gracia repetidos hasta la saciedad que no son más que excusas para escupir odio. Todo ello, amparado en una interpretación de lo más estrafalaria del concepto "libertad de expresión", que les otorgaría el supuesto derecho de dar altavoz a sus simplezas cargadas de prejuicios.
Ya está bien, al igual que si voy a una universidad espero unos contenidos de calidad, si entro en Menéame lo mismo, no bulos, chorradas, medias verdades, "chistes" repetidos hasta la náusea y que no pretenden hacer gracia, en un mar de lágrimas de fachas. Por este motivo, convoco a todos los meneantes que deseen que este sitio siga siendo un referente a tomar las armas y actuar contra llorones, buleros, sembradores de odio disfrazados de graciosetes y todo aquel que se crea que Menéame es el único campo de la vida en el que te puedes comportar como te salga de huevos.
Propongo el siguiente decálogo:
Sobre esto último, una cosa es decir "tu actitud es patética", (aceptable) y otra es "tú eres patético", (inaceptable por ser un ataque personal).
Convoco a todos los que quieran mantener un Menéame limpio, veraz, de calidad informativa, donde impere la cordialidad entre los usuarios y cuando toque agarrarse a discutir, que sea desde el respeto y con la motivación de encontrar acuerdo, resolver dudas y buscar la verdad. Por un Menéame con un humor original, novedoso, con chistes que van variando y que no partan del resentimiento, por un Menéame que quién no esté a gusto en él, coja la puerta y se marche discretamente, que no estamos aquí para aguantarle a nadie lo que le salga de las bolas.
Cuando uno oye hablar de la situación de Argentina (y Sudamérica en general), seguramente piense que es culpa del socialismo y de la perversa izquierda. Los medios de comunicación han dejado caer ese argumento a traves de noticias tergiversadas y tertulianos con mas voz que razón, seguramente puestos ahí a proposito para difundir está imagen tergiversada.
Cuando uno se pone a analizar realmente que llevó al famoso "Corralito" argentino, se da cuenta de que no fue el socialismo ni la izquierda perversa lo que acabó con el país en esa situación. Y es que tras la reciente muerte de Carlos Menem, presidente argentino desde 1989 hasta 1999, medios poco sospechosos de ser comunistas como "El Mundo", publicaban artículos repasando su vida política como este:
"Carlos Menem, el neoliberal populista que transformó Argentina
Con la muerte de Carlos Menem, Argentina despide a un hombre que la gobernó por diez años y medio, un político carismático e inescrupuloso que llevó a sus compatriotas a la ilusión de que un peso valía lo mismo que un dólar. Un peronista metamorfoseado en neoliberal populista que modernizó infraestructuras clave del país, pero que también gobernó en un ambiente de densa corrupción, sospechas y oscuras historias aún no resueltas. Un presidente que liberó de la cárcel a miembros de la dictadura militar y de los grupos guerrilleros de los años 70. Un hombre que dejó una profunda huella cultural entre sus compatriotas"
Vaya, vaya, resulta que de socialista tenía poco. O más bien, era un socialista moderno, de esos de socializar perdidas y privatizar beneficios, la más pura descripción de neoliberal.
Si ya Argentina venia de una dictadura militar (1976 - 1983) donde se aplicarían politicas neoliberales, este tipo de politicas siguió produciéndose durante la decada de los 90 con Carlos Menem, como se comenta en el siguiente artículo:
"Neoliberalismo y crisis: ¿una política que no sirve o una mala implementación?
Como es sabido, uno de los peores momentos por los que atravesó Argentina fue la conocida gran crisis del 2001. La causa que desató la ruptura del sistema financiero, producto de diversas variables, fueron las políticas neoliberales aplicadas en el país desde el año 1975 y profundizadas con Menem al poder durante 1989 y 1999. Durante su gobierno, realizó un contundente proceso de reformas de mercado, el cual le dio un giro totalmente distinto a la estructura económica y social del país. Se pasó de un Estado puramente intervencionista a otro neoliberal. Se privatizaron gran parte de las empresas, se desarrolló una política de reducción del gasto del Estado, se realizó apertura de los mercados, flexibilizó la economía, entre otras. Debido a una serie de eventos internacionales que impactaron de forma negativa en el sector financiero argentino, el gobierno tuvo que tomar medidas extremas como lo fueron el megacanje, el déficit cero, hasta el famoso corralito, conduciendo al país a una de sus peores crisis en el año 2001. (Hickey, 2007)
[...]
El modelo económico neoliberal en Argentina comenzó a ser puesto en práctica con el Golpe de Estado del 76, y luego profundizado a partir del 89 durante los mandatos de Carlos Menem. Este período se caracterizó por el endeudamiento externo, la valorización financiera y la concentración de la riqueza, que fueron producto de una serie de políticas impulsadas bajo la presión de los organismos financieros internacionales y de los EEUU, es decir el Consenso de Wahington (propuestas formuladas por académicos, economistas y funcionarios estadounidenses, como también de miembros del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para los países en desarrollo que se veían afectados por la crisis)"
Vaya, esto suena a lo mismo que hicieron Felipe González y Aznar en España, y que sin las ayudas de Europa y el euro, quizás España estaría desde hace años en la misma situación que la Argentina del 2001.
Pero es que incluso el famoso Corralito, ni siquiera lo implemento un politico de izquierdas, sino que corrió a cargo de Fernando de la Rúa, politico también neoliberal del partido Unión Cívica Radical (UCR), un equivalente al nuevo PSOE en su versión socioliberal.
Y como ocurrió con Zapatero en España con la burbuja inmobiliaria creada por Aznar, la derecha neoliberal ya tenía excusa para cargarle el muerto a la "izquierda", que para eso sirve el tener un partido socioliberal, que se denomine de izquierdas en la oposición y en campaña, y que no haga politica de izquierdas en el gobierno, un win-win de la derecha conservadora-liberal: si no gobernamos, digo que gobierna la izquierda radical que en el fondo hace las mismas politicas que nosotros pero de manera light, así que nuestras cagadas se achacan a la izquierda. Si gobiernamos nosotros, decimos que la culpa es de como nos ha dejado la situación la izquierda radical socialcomunista que ha gobernado para que nuestras cagadas neoliberales parezca que son de la izquierda y que encima el sistema falla porque no nos dejan liberalizar y flexibilizar aún más el sistema.
No es que la izquierda sea perfecta, pero está claro que sin ser perfecta, los problemas que se le quieren endosar no son propios de la izquierda, pero así es como te crees que los males del mundo son de la perversa izquierda, desde Argentina hasta la Conchinchina. Porque izquierda socialdemocrata también fue la Suecia de Olof Palme y Tage Erlander durante los años 60, 70 y 80, pero esa no interesa poner de ejemplo, no sea que nos demos cuenta de que la izquierda si generó rizqueza (incluso para que las familias suecas de aquellos años viajaran a pasar el verano a las playas españolas, mientras los españoles que vivian un tiempo de extrema placidez como nos recordó Mayor Oreja, donde no podían ir ni a la vuelta de la esquina de vacaciones).
En el programa de RTVE "Dos Parejas y un Destino", como anfitrión del programa dedicado al País Vasco donde Anne Igartiburu, Florentino Fernandez, Maria del Monte y Gonzalo Miró viajan a pasar unos dias en la tierra de Arguiñano y comer un dia con él, en un momento de la conversación Karlos describe perfectamente uno de los problemas de España con los centralistas y su visión de España del estilo de "Madrid es España dentro de España, que es Madrid si no es España". Describe el problema de fondo de la desunión entre diferentes territorios.
Aqui la transcripción de sus palabras:
"España es un mosaico de cocinas. España es alucine. Lo mismo que todo el mundo con las autonomías y la hostia. Los centralistas están hasta los huevos de todos nosotros, los que estamos por provincias. Quieren que seamos de Madrid, y todos no podemos ser de Madrid. Unos son andaluces, otros son vascos, otros son gallegos y otros tinerfeños, hostia. A ver si todo el mundo va a ir con la bandera de Madrid a todas partes, y yo no voy a llevar la verde y azul mía. ¿Entiendes? Dejáme a mi con lo mío que voy de puta madre.
¡No! ¡Que seas de lo mío!
¡Soy de lo mío, soy de lo mío!
Y ya está, joder, dejáme ser de lo mío. Al final quieren que pienses como ellos. Que yo no quiero pensar como tú ni quiero que pienses como yo."
Extracto del programa en tiempo 1h 10m 57s.
Me he decidido a escribir este artículo sobre inteligencia artificial inspirado en este otro donde @J.Kraken muestra resultados de la IA GTP-3, capaz de continuar o completar conversaciones o textos en lenguaje real a partir de un inicio.
La IA que voy a utilizar es diferente. Se llama VQGAN, y lo que es capaz de hacer es generar imágenes a partir de una sencilla descripción de texto. En este enlace Dot-CSV hace una muy buena explicación técnica de lo que hace y cómo lo hace. Y la ventaja importante de esta IA con la GTP-3 es que esta es accesible libremente, a través de Google Collab, donde todo el mundo puede usarla. Tan solo tienes que ir a este enlace e ir siguiendo las instrucciones, que no son más que correr cada uno de los módulos en orden, dando al botón de run y esperar hasta que se carguen, y cuando llegue al módulo de parámetros:
* meter en textos la descripción de la imagen que quieres, preferiblemente en inglés
* en alto y ancho las dimensiones de la imagen. Para la memoria que tiene asignada puede hasta 600 x 600
* en intervalo de imágenes se puede dejar el 50, es cada cuantas iteraciones muestra en pantalla la imagen que va obteniendo. La inicial, la primera, siempre es la imagen aleatoria que usa como partida
* en seed va la semilla aleatoria que usa para obtener la imagen de partida. -1 significa que cada vez que corre elige una al azar. Yo he usado 252525 en la mayoría. Si metes la misma que yo, con el mismo texto, deberías llegar al mismo resultado.
* en máx iteraciones se limita el número de repeticiones o mejoras sobre la imagen que va a realizar. Yo he usado 250. Prácticamente a partir de 150-200 ya la imagen está tan definida que apenas hay cambios. Incluso para valores más altos he notado pérdidas de calidad en los resultados.
Y ahora algunos de los ejemplos que he generado. La descripción del texto la pongo en español, aunque en la IA la he usado en inglés:
Pilotos de combate, celebrando la victoria
La primera imagen que he generado. No es demasiado buena, aunque se nota que más o menos pilla el concepto general. Recuerda que está completamente generada por un programa de redes neuronales, no hay ningún input humano.
Cerdito con un casco en la cabeza, fotorrealista
A las descripciones se les puede añadir palabras descriptivas que denoten el aspecto general que queremos obtener en la imagen. En esta imagen se nota claramente que la IA en realidad no comprende el concepto de lo que está dibujando. Aunque sabe dibujar un cerdo, con sus ojos, sus orejas, su hocico, no entiende la relación entre ellos ni por qué no pueden estar dibujados donde le dé la gana.
Árbol iluminado por los rayos de la tormenta, de noche, tenebroso, de aspecto de dibujos
Este y el siguiente son mis favoritos. Se nota claramente que cuando no tiene que dibujar rostros o conceptos con una posición espacial determinada y clara, lo hace mucho mejor.
El nombre de dios en llamas, sobre las nubes
Simplemente impresionante.
Mi vieja casa de pueblo en un pueblo español
Quería ir a algo más complejo. Se nota que comprende el concepto, aunque no tiene claro ni lo que es una casa, ni un pueblo, ni España, en esta imagen plasma de forma desordenada todos los tópicos que debería tener una imagen de este estilo.
Un orgulloso jefe vikingo de pie sobre un montón de cráneos, realista
Aquí quería meter conceptos más abstractos, como orgulloso, y relaciones espaciales. El problema que tiene al dibujar rostros es enorme. Pero se nota que se esfuerza incluso con los conceptos más rebuscados y les encuentra una solución, aunque no sea la esperada. En este caso, los huesos forman un barco, ¿por qué no iban a hacerlo si los vikingos usan barcos?
El paso está cerrado, épico, legendario, mítico
Una descripción muy vaga para que interprete libremente. Parece el resultado de un sueño, aunque no es todo lo épico y legendario que quería.
Un camaleón rosa mirando las estrellas
Esta podría ser perfectamente una pintura hecha por un humano. Jugando con los colores.
Una sola Elfa con una guirnalda de flores en la cabeza
El problema que tiene con la distribución espacial de ojos, orejas, etc., se puede solucionar en parte dándole en parámetros una imagen de partida, que se sube a la izquierda de la pantalla, donde pone files. En este caso, he usado como inicio una foto de una niña sacada de internet. El resultado, pues bueno, sabe todo lo que tiene que tener una elfa, pero no tiene muy claro donde situarlo. Gracias a la imagen de partida, solo hay dos ojos en vez de ser una aberración de pesadilla.
Un tren antiguo saliendo de la estación, colorido, nuboso, alta calidad
Le he dicho que sea colorido y se lo ha tomado muy en serio.
Dos grandes pirámides azules y rojas bajo la aurora boreal
Otra vez el problema de la distribución espacial. A ver, es que si nadie le ha dicho que las auroras boreales deben estar por encima de las pirámides y no al revés, ¿cómo va a saberlo?
Y para terminar, como yo no soy el autor de estas imágenes, es más, estas imágenes NO TIENEN AUTOR, creo que no me equivoco al declarar que quedan directamente en el dominio público, de forma que cualquiera las puede usar libremente para todo lo que quiera.
En muchas ocasiones he visto en Menéame a varios usuarios (quizá catalanes o valencianos, territorios receptores de las iras de este rey) afirmar que Felipe V de Borbón no era el legítimo heredero de la corona española, dando a entender que se la arrebató con malas artes al aspirante austríaco (un Habsburgo, como Carlos II) y una terrible guerra civil, siendo la consecuencia que toda su estirpe, que como todos sabemos llega hasta nuestros días, habría carecido de legitimidad para ceñirse las coronas de todos los reinos que en aquel entonces conformaban la monarquía hispánica. Entiendo que en la coyuntura actual en la que la popularidad de la monarquía está, por decirlo de una manera muy suave, a la baja, se ha abierto la veda para hacer leña del árbol caído (o por caer) y tras décadas en las que en la prensa, la radio o la televisión (los únicos medios de comunicación hasta hace bien poco), nadie podía decir nada malo sobre la familia real, ahora observamos una gran proliferación de críticas hacia la monarquía, unas legítimas, otras cuestionables y otras directamente falsas.
Por este motivo, me gustaría proponeros echar un vistazo breve y enrevesado a la legitimidad de Felipe V como sucesor de la extinta rama española de los Habsburgo, en un viaje marcado por la endogamia, las deficiencias genéticas y la diplomacia europea de finales del siglo XVII y principios del XVIII para ver brevemente el grave problema sucesorio que se presentó durante final del reinado de Carlos II, cuáles fueron las soluciones propuestas a dicho problema y, como todos sabemos qué pasó al final, por qué la corona acabó en las sienes del pretendiente de la casa de Borbón y no en las del pretendiente de la casa de Habsburgo, y cuál de los dos hubiera sido el heredero legítimo si nos atenemos a las leyes que rigen la sucesión de los títulos nobiliarios, en este caso de índole real.
Nadie que hubiese tratado al rey Carlos II durante más de 5 minutos y estuviese en sus cabales podía creer seriamente que semejante esperpento fuera capaz de engendrar descendencia. El rey había pagado un alto precio por las tradiciones matrimoniales de la casa de Habsburgo y no precisamente en forma de una cola de cerdo: no consiguió andar hasta los 4 años ni hablar hasta los 10, padecía hidrocefalia, tenía ataques epilépticos relativamente frecuentes y, posiblemente, sufría el síndrome de Klinefelter, con las complicaciones reproductivas que esto implica. Ya de adulto le costaba mantenerse de pie tras unos minutos y, aunque al parecer tenía la mente en mucho mejor forma que el cuerpo, lo cual no es mucho decir, los embajadores y cortesanos lo describían como a un hombre que padecía un gran agotamiento general, un estado que no mejoraban precisamente las pócimas que le hacían tomar para tratar de aumentar su fertilidad. Obviamente, ninguna de sus dos esposas engendró descendencia alguna, si bien la última, Mariana de Neoburgo, fingió varios embarazos. Por lo demás, el viejo truco de usar a un, digamos, sustituto para embarazar a la reina era una misión imposible en una corte real de la época, en la que los reyes pasaban toda su vida en compañía de numerosas personas y jamás se quedaban solos, siendo imposible "consumar" la treta sin levantar la liebre. La diplomacia española no tuvo más remedio que ponerse en marcha para encontrar a un sucesor que heredase todos los títulos sin desestabilizar los delicados equilibrios de poder existentes en Europa y meter a toda Europa en una guerra (precisamente lo que acabó pasando), y que tuviese unos lazos de sangre con la familia que reinaba en el país desde hacía casi 200 años para legitimizar su reinado.
La cosa estaba difícil, puesto que no había descendencia que buscar entre los hombres de la familia: de los tres hijos legítimos de Felipe III que llegaron a adultos, uno fue cardenal sin hijos legítimos, otro murió muy joven y sin descendencia y del otro, Felipe IV, solo había sobrevivido Carlos II, así que no tuvieron más remedio que buscar entre las mujeres. Aquí es donde la cosa se enreda.
El mejor candidato que encontraron fue este mozalbete:
José Fernando de Baviera era un candidato ideal. Era el hijo primogénito del elector de Baviera y no estaba destinado a heredar un gran reino o imperio, puesto que en aquel momento Baviera no era más que un simple ducado del Sacro Imperio Romano, por lo que no se trastocaría el equilibrio de poder europeo aunque heredase tanto el ducado de su padre como los reinos hispánicos. Además, sus lazos con la familia real española eran fuertes por vía materna (aquí la cosa ya empieza a enrevesarse): su madre, María Antonia de Austria, era hija de la infanta Margarita Teresa (la niña de Las Meninas) y, además, su abuela materna (la de la madre) era la hija menor de Felipe III (María Ana de España) y su abuelo materno (también de la madre) era Felipe IV, el anterior monarca. Doble conexión directa por vía materna con los reyes de España. Demasiado bonito para ser cierto: el crío se murió en 1699, cuando Carlos II tenía ya un pie en la tumba, su madre ya había muerto sin dejar otros hijos vivos, así que se volvió al punto de partida.
Los siguientes en la línea de sucesión teórica eran... el rey de Francia (Luis XIV) y el archiduque de Austria (Leopoldo I), vástagos de sendas hijas de Felipe III de España. Además, los dos habían estado casados con sendas hijas de Felipe IV. Era un marrón muy gordo, al tratarse de dos de los monarcas más poderosos de la época, con medios más que suficientes como para imponer sus derechos dinásticos por la fuerza de las armas. Sin embargo, ambos sabían que nadie en Europa iba a aceptar una concentración de poder como la que había logrado Carlos I de España casi dos siglos antes (y de hecho los ingleses ya estaban con el cuchillo entre los dientes). Así que se buscaron y propusieron pretendientes entre los descendientes masculinos de estos monarcas que no estuvieran destinados a reinar al no ser hijos primogénitos de sus respectivos padres. Así, la misma persona no heredaría las coronas de España y Francia, o España y Austria, pero seguiría siendo un rey legítimo por sus ancestros entre los Habsburgo españoles, aunque fueran por vía materna en ambos casos. Así es como llegamos a los dos candidatos que librarían la guerra de sucesión española un par de años después: Felipe de Borbón, el duque de Anjou y Carlos de Habsburgo.
Esto ya me está quedando más largo y enrevesado de lo que yo inicialmente pensaba que iba a ser, así que no me voy a meter en las luchas de poder entre los dos bandos que se formaron en la corte de Madrid (a favor del candidato de la casa de Borbón o de la casa de Habsburgo), ni en el testamento de Carlos II ni en la guerra de sucesión que estalló después y que, básicamente, solo sirvió para debilitar (aún más) la para entonces endeble monarquía hispánica. Lo que sí me gustaría destacar tras toda esta parrafada es que Felipe de Anjou fue nombrado heredero en el testamento de Carlos II debido, entre otras razones, a que contaba con derechos dinásticos más fuertes que su rival austríaco, ya que tenía más ascendientes españoles que él. Él, su padre y sus hermanos eran herederos más legítimos a la corona española que el pretendiente austríaco, que terminó reinando en Austria como Carlos VI, irónicamente dando lugar a una crisis sucesoria y a una guerra de sucesión en Austria al morir sin herederos varones en 1740.
Esta mañana he aplastado a una solitaria hormiga que se paseaba, coma negra sobre las baldosas blancas, por mi cocina. Un escrúpulo puntual me ha hecho dudar, pero ¿qué sentido tenía esta intrusa en el rectilíneo, puro, casi abstracto espacio de mi cocina? . Después del pequeño crimen he vuelto al sofá a dormitar con la ayuda cotidiana de un documental sobre las fascinantes vidas de la megafauna africana en el valle del Luangwa.
Me intriga el efecto narcótico de estos programas. No es que me aburran, en absoluto. No es raro que alguno lo vea bien despierto, muy interesado. Por ejemplo, las interacciones de las manadas de leones son mucho más complejas de lo que pensaba; si estos animales no tienen la inteligencia individual de un humano sus relaciones sociales tienen una trama profunda, que los hace mucho mas próximos a nosotros: relaciones familiares, conflictos casi-políticos por los recursos , elaborada tácticas de caza donde el espacio y el tiempo son meticulosamente calculados, trayectorias vitales que transparentan rasgos de personalidad únicos de cada animal….
Sin embargo cuando la somnolencia llega me es muy fácil desenganchar la atención y dormir. Una razón es la ausencia de voz humana que te interpela. Por supuesto hay una locución en off, a menudo magnifica, que narra. Pero no nos llama, no nos intenta seducir, vender, convencer, solo narra. Realmente lo que cuenta me afecta tan poco por que esos seres como animales salvajes que son me son extraños.
Nuestro modo de valorar a los animales están pervertidas por nuestra relación instrumental con los domésticos: Para nuestros abuelos eran riqueza con patas ( capital, caput, cabezas de ganado). Ahora son otros objetos de consumo: hace apenas unos días se publicó la noticia de que los españoles tienen ya más animales de compañía que niños.
El eje sobre el que gira la afición actual por las mascotas no es pragmático si no puramente afectivo. A la vez que las relaciones interhumanas son cada vez más quebradizas imprevisibles, mudables, el animal de compañia de mayor éxito, el perro, es un gadget que garantiza reconocimiento incondicional hasta la muerte, generalmente la suya. Puede ser el dueño un ser desagradable, difícil, insulso o mutilado física o emocionalmente, no importa. Un mínimo de cuidados es recompensado con afectividad y respeto fiel. Cubre un hueco en el orden de los afectos que ningún otro elemento de consumo puede soñar satisfacer.
Hasta ese punto los animales domésticos, familiares se han convertido en parte de nosotros, en seres en un lugar intermedio entre el ser humano y el animal libre, el salvaje.
Sin embargo este amor contemporáneo de las mascotas no define nuestra relación fundamental, de fondo con el mundo de los animales puros, los salvajes. Esta relación es básicamente la de incompatibilidad. Aunque compartimos espacio nuestros planos de existencia colisionan , como placas continentales, desde hace miles de años.
Hay una correlación férrea entre humanización del mundo y reducción de la masa de vida salvaje. En nuestro hogar, el espacio más íntimo no toleramos ni siquiera a pobre hormiga. Fuera, en las calles de las ciudades sobreviven sobre todo salvajes aéreos: palomas, murciélagos, gorriones, porque como somos animales terrestres nos vemos obligados cederles el cielo, no hay generosidad, nuevamente habitamos en dimensiones diferentes que se encuentran solo un puntos discretos: donde el ave se posa, y ello les salva.
Si salimos a los campos modelados desde hace generaciones por la agricultura la talla de los animales salvajes puede crecer un poco: conejos, liebres , algún zorro, alguna serpiente, sapos y ranas en zonas húmedas. Aterrados ante el mínimo indicio de presencia humana, cazados con ferocidad, se esconden y se alimentan de las semillas perdidas de las cosechas, de las plantas silvestres de los linderos entre campo cultivado y erial.
Si el hombre está más ausente, la vegetación menos amenazada por el desbroce y el arado, el bosque casi nunca natural, pero al menos protector, aparecen animales de mayor porte, jabalíes, gamos, ciervos, incluso allí donde el humano ha abandonado viejas ocupaciones aparecen depredadores: linces, lobos, incluso osos.
Pero solo en lugares concretos de unos cientos de kilómetros cuadrados en todo el planeta hay restos del tipo de fauna propia de una tierra libre, en lugares de China, India y sobre todo en Africa quedan estos restos de megafauna, donde los hombres aún no han sido capaces de empequeñecer a sus competidores salvajes, de robarles el agua la comida y el espacio.
En Europa ni siquiera los parques naturales del este (Polonia, Rumania) donde aún se encuentra alguna manada de bisontes mestizos son realmente lugares que estén directamente conectados con el antiguo continente no humanizado.
Los uros, las manadas de caballos salvajes (no ferales), los verdaderos bisontes esteparios, los leones que aún habitaban los Balcanes en época de los griegos. Todos ellos son animales terrestres de tamaño que precisan ocupar extensiones de tierra que son incompatibles con el humano en un continente relativamente pequeño, desde hace muchos siglos. Europa no podrá volver a saber cómo era, olía, sentía cuando aún no éramos los dueños fatídicos de todo.
Nuestra tolerancia con la fauna salvaje se mide por lo que les dejamos pues ocupar. Cuanto más humano es el lugar más achicamos , expulsamos, reducimos lo que es primigeniamente salvaje.
A veces me da por un bizarro ejercicio cuando me encuentro con un animal salvaje: mirenles a los ojos, a lo que parece que hay detrás. Hay en la mirada del animal salvaje más poderoso o inteligente, el tigre o un león, un elefante sentimientos claros, atención, curiosidad, hasta preocupación, tristeza y ternura, pero nada que pueda enfrentar la profundidad, el cálculo, el peligro de una mirada humana. Simplemente habitamos en otra dimensión , no somos del mismo mundo. Y si hacemos lo mismo con un perro doméstico veremos lo que hemos querido poner allí como especie, en el fondo de su mirada.
No es cierto , como se ha dicho que el humano sea esencialmente un animal más. Liberados a nuestras propias necesidades de supervivencia colectiva somos radicalmente extraños a un mundo natural puro. Nuestra relación con un ecosistema cualquiera es siempre disruptiva, lo abre y lo hace inestable, desestructurado, pierde su capacidad de autorregularse en nuestra presencia.
Nuestra extraña , extraterrestre especie lamentablemente es demasiado poderosa, demasiado fuerte e inteligente para un planeta como la Tierra, para la capacidad de los seres no humanos para resistirnos o ponernos límites.
Somos tan explotadores, tan aniquiladores de lo salvaje que nuestros problemas actuales se deben en parte a que depredamos ahora ecosistemas de aye , de un tiempo pasado, porque el calentamiento climático es consecuencia de nuestro consumo actual de los restos de seres vivos animales y plantas que habitaron la tierra hace millones de años. Hasta eso rapiñamos. Las consecuencias las estamos empezando a vivir, en estas generaciones, ahora, ya.
No podemos esperar pues que la tierra nos salve mostrándonos una salida por sí misma, no tendremos esa suerte. Solo nosotros podemos hacer lo que es necesario, la única salvación para el planeta y nosotros mismos es asumir nuestra extemporaneidad, nuestra naturaleza artificiosa, peligrosa para nosotros y los demás, y hacer lo que la naturaleza puede hacer con otros animales pero no con nosotros: ponernos límite.
No nos queda otra salida que convertirnos en algo muy diferente de lo que hemos sido desde nuestra aparición en la tierra, seres insaciables.
Supongo que es una casualidad, resulta que el símbolo de la ahora conocida organización católica ultraderechista de origen mejicano "El Yunque" es exactamente el mismo que la insignia divisionaria de la 16ª PanzerDivision de la Wehrmatch y similar a los de otras unidades del ejercito hitleriano, como la 6 y 8 Panzerdivs.
En estos enlaces se pueden ver las imagenes:
Imagen del simbolo del Yunque: es.wikipedia.org/wiki/Organización_Nacional_del_Yunque
16ª Panzerdiv : en.wikipedia.org/wiki/16th_Panzer_Division_(Wehrmacht)
8ª Panzerdiv: en.wikipedia.org/wiki/8th_Panzer_Division_(Wehrmacht)
En este ultimo enlace se presenta una imagen de lo que dicen que es la bandera de El Yunque. En este caso el parecido con la bandera del partido nazi NADSP es más que evidente:
Las discusiones rarísima vez se ganan porque es muy difícil que nos bajemos del burro. Y menos aún, si por lo intenso de la batalla el burro va al galope. Si te bajas de ese burro en marcha el que sale herido es tu ego.
Para mí ganar es que el otro te dé la razón. Y eso no pasa casi nunca. Porque siempre convertimos los debates en batallas, y no en medios para acercarnos a la verdad o aprender, que es lo que deberíamos hacer.
Si además la discusión es sobre algo como religión, política, o alguna otra creencia fundamental, olvidaos de convencer a nadie. Esto es debido a que si convencieses a esa persona, le quitarías la piedra angular de su edificio de creencias y este se desmoronaría. Y es probable que te odiara por ello aunque te diese la razón. Por eso el ego se protege haciendo lo que sea necesario, saltándose la logica si es necesario y autoengañandose. Y el autoengaño es el más difícil de ver de todos los engaños.
Enlace a la encuesta: www.meneame.net/notame/3494252
Después de meses de declaraciones, supuestas pruebas del fraude, entrevistas televisivas, radiofónicas, en el lema “confía en el plan”.
Varios de los principales actores te lo están diciendo a la cara después de las denuncias milmillonaruas que les han interpuesto…
Giuliani, bajo juramento, no recuerda si lo que leyó vino de Facebook o de otra plataforma similar, al ser preguntado si tenía alguna otra prueba que vinculara a un empleado de Dominion con el supuesto fraude dijo que no lo recordaba
www.meneame.net/story/rudy-giuliani-afirma-bajo-juramento-fuentes-sobr
Sidney Powell en su defensa judicial dijo que "personas razonables" no habrían creído como un hecho dichas afirmaciones de fraude difundidas después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
www.meneame.net/story/sidney-powell-abogada-cercana-trump-argumenta-na
Defensa que uso Tucker Carlson y que funcionó. “Nadie sería tan tonto como para creernos”
www.businessinsider.com/fox-news-karen-mcdougal-case-tucker-carlson-20
Y apostaria a que no son los últimos en decir algo así…
¿Fueron las bombas atómicas la causa de la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial? En este artículo pretendo poner de relieve que existe una visión alternativa sobre este discurso histórico. Tal vez la realidad sea más compleja de lo que aparenta.
El libro de texto que utilizábamos en el instituto liquidaba la Segunda Guerra Mundial con este párrafo: “El golpe final se produjo en 1944 con el desembarco aliado en Normandía. En agosto de ese año París fue liberado, y en mayo del año siguiente Alemania capituló después de que los aliados hubieran cercado Berlín. La rendición de Japón, tras su bombardeo atómico, fue el punto final del conflicto”. En otros manuales, como Historia del Mundo Contemporáneo coordinada por Emilio de Diego, esta vez ya universitarios, la idea se repite: “Las vacilaciones del Japón son disipadas por el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (agosto de 1945)”.
Si simplemente utilizamos nuestro sentido común, no podemos más que corroborar esta idea. Ante un Japón sin ninguna posibilidad de victoria y que simplemente se empecina en no rendirse, se utiliza el arma más mortífera que conoce la humanidad, un artefacto capaz de borrar de la faz de la tierra una ciudad de un solo golpe y ante el cual no cabe ninguna defensa posible. Nos parece evidente que nadie podría haber tomado una decisión diferente ante tales circunstancias. Sin embargo, no todos los historiadores admiten que lo evidente coincida con lo real, ya que la cuestión podría presentar una complejidad mayor.
Podemos encontrar varias incoherencias lógicas en esta explicación.
En primer lugar, existe un problema cronológico. Hiroshima fue bombardeada el 6 de agosto y Nagasaki el 9. El día 10, Japón anunció su intención de rendirse. A primera vista parece existir una clara relación causa-efecto, pero recordemos aquello de que correlación no implica causalidad. El gabinete de gobierno japonés fue informado inmediatamente de que Hiroshima había sido destruída por un artefacto (que inmediatamente identificaron como nuclear) el mismo día 6, pero no se reunieron hasta el día 9. Parece realmente sorprendente que ante un hecho tan relevante tardaran 72 horas en decidir reunirse, tras haber rechazado explícitamente la posibilidad de hacerlo. Por otro lado, tampoco Nagasaki podría haber influido en la decisión, pues la reunión sobre la conveniencia de rendirse había comenzado antes de que el segundo bombardeo atómico se produjese.
En segundo lugar, encontramos el problema de concebir a la bomba atómica como un tipo de ataque mucho más mortífero que los anteriores. Tenemos la imagen de que los ataques nucleares llevaron la guerra a otro nivel de destrucción que ya era simplemente inaceptable. Sin embargo, la realidad es que durante el verano de 1945 las ciudades japonesas sufrieron una campaña de bombardeos de alfombra terriblemente destructivos que ofrecen una cifras que pueden hacernos ver la cuestión desde otro ángulo. Un bombardeo típico de esa campaña consistió en cientos de B-29 portando entre 4 y 5 kilotones de poder destructivo. El artefacto lanzado sobre Hiroshima tenía un poder destructivo de 16,5 kilotones y el de Nagasaki de 20. Puestos en este contexto, tampoco parece tan impresionante. De hecho, si creamos una tabla ordenada con los daños generados, encontramos que fueron 68 las ciudades arrasadas durante la campaña de bombardeos, es decir, 66 mediante medios convencionales y 2 mediante bombas atómicas. Hiroshima ocuparía el puesto número 2 por civiles muertos, el cuarto por superficie destruída y el 17 por porcentaje de la ciudad destruída. El peor bombardeo que sufrió Japón fue el de Tokyo en marzo, con 120000 muertes. De hecho, podríamos preguntarnos por qué se eligieron esos dos blancos para los ataques nucleares y no otros, hallando la respuesta en que ya no había mucho entre lo que elegir, puesto que eran pocas las ciudades de más de 100000 habitantes que quedaban por destruir.
Desde esta perspectiva, está claro que al alto mando japonés le era totalmente indiferente que los civiles estuviesen muriendo masivamente. Tenía asumido que todas las ciudades japonesas iban a ser reducidas a escombros. Si nos ponemos en los zapatos de un alto mando japonés, el 6 de agosto no fue un día especialmente malo; al fin y al cabo, solo una ciudad fue arrasada. Por ejemplo, las noticias que hubiésemos recibido el 17 de julio serían que Oita, Hiratsuka, Numazu y Kuwana habían sido atacadas con porcentajes de destrucción del 50%, 50%, 90% y 75% respectivamente.
Podemos, en definitiva, preguntarnos por qué perder las primeras 66 ciudades no tuvo efecto pero sí la número 67 y la 68. Dos días después del peor bombardeo, el de Tokyo, el exministro de exteriores, Shidehara, opinó que la población acabaría acostumbrándose a ser bombardeada y que reforzaría su unión y determinación. En una carta a un amigo escribió que “incluso si centenares de miles de civiles mueren, son heridos o sufren hambre, incluso si millones de edificios son destruidos o quemados”, hacía falta más tiempo para la diplomacia. Shidehara era parte de la facción moderada de la élite japonesa.
Mark Selden, profesor, asegura que "Los japoneses ya habían sufrido la destrucción de ciudad, tras ciudad, tras ciudad, con la pérdida de aproximadamente medio millón de vidas, por causa de los bombardeos estadounidenses. Y no habían parpadeado, pero era porque estaban queriendo obtener una pequeña concesión de Estados Unidos, que exigía una rendición incondicional: la protección del emperador".
El tercer problema lo encontramos al realizar un análisis estratégico militar. Ni el más fanático de los líderes japoneses creía posible una victoria. La cuestión era cómo rendirse y qué condiciones aceptar. Los aliados exigían una rendición incondicional pero los japoneses eran conscientes de que se estaban realizando juicios contra los jerarcas nazis por crímenes de guerra. Su objetivo era conseguir salir impunes del conflicto, conservar el sistema imperial y lo esencial de su sistema político o incluso alguno de los territorios conquistados. Para conseguirlo, tenían dos opciones. La primera era diplomática: tenían un pacto de no agresión con la URSS hasta el 46, por lo que esperaban que Stalin se aviniese a unirse a las negociaciones de paz. A los soviéticos no les interesaba que Japón se convirtiese en territorio americano, pegado a sus fronteras. El inicio de la Guerra Fría era ya una realidad evidente para el futuro inmediato. Los rusos podrían presionar para mantener a Japón como una especie de estado-tapón, lo que significaba una ventana de oportunidad para los intereses de los dirigentes japoneses.
La segunda opción era la militar. Aún contaban con 1,2 millones de soldados en sus islas dispuestos para la defensa y convenientemente dispuestos para enfrentarse a un asalto desde el sureste. Los planes incluían añadir a cuantos civiles fuera posible a la lucha, incluso equipándolos simplemente con cañas de bambú afiladas o explosivos atados a sus cuerpos, que debían utilizar en sucesivas oleadas humanas contra la infantería americana. El diario de guerra del Cuartel General Imperial concluyó que “ya no podemos dirigir la guerra con alguna esperanza de éxito. El único plan que queda es que los cien millones de japoneses sacrifiquen sus vidas cargando contra el enemigo para hacerles perder la voluntad de combatir”.
Los militares estadounidenses temían, con razón, que las bajas sufridas entre sus tropas serían inasumibles si intentaban una invasión terrestre, aunque el alto mando parecía estar dispuesto a realizarla. Según los diversos cálculos aliados las bajas estadounidenses serían de 400000 a 800000 muertos y las japonesas de 5 a 10 millones.
En definitiva, el bombardeo de Hiroshima, no alteraba en nada ninguna de las dos opciones. Sin embargo, la declaración de guerra de Stalin, hacía esfumarse ambos escenarios. De posible intermediario en la mesa de negociaciones, se había convertido en beligerante. Por otro lado, la resistencia era inviable. Con todo el ejército atrincherado en las posiciones necesarias para repeler el desembarco americano, no había nada que oponer frente a un ataque por la espalda. El rápido desmoronamiento del ejército en Manchuria frente a los rusos no hará más que reforzar esta hipótesis.
Desde un punto de vista estratégico, la entrada de la URSS en la guerra acortaba los plazos, pues el alto mando japonés calculaba que aún quedaban varios meses para que los americanos estuvieran listos para lanzar su ataque anfibio. Sin embargo, ya en la reunión del consejo supremo en junio, se comentó (Kawabe) que “el mantenimiento de una paz absoluta en nuestras relaciones con la Unión Soviética es imperativa para la continuación de la guerra”.
Según el historiador Tsuyoshi Hasegawa, fue precisamente la posibilidad de un involucramiento soviético lo que terminó de decidir a Truman por el uso de la bomba ya que “en otras palabras, la principal razón para usar la bomba fue forzar a los líderes japoneses a que se rindieran antes de que los soviéticos entraran a la guerra. Las dos cosas están muy conectadas”.
Cuando hablamos de Historia, siempre hemos de separar los hechos de las interpretaciones. En este caso, poco importa si Japón se rindió por el bombardeo atómico, por la declaración de guerra de Stalin o por una combinación de ambas. Sin embargo, hemos de preguntarnos a qué intereses responde el hecho de que una interpretación se imponga a otra aunque sea la menos plausible desde una perspectiva puramente racional.
Desde la perspectiva japonesa, la narración que sitúa a la bomba como el hecho determinante, es muy beneficiosa para sus intereses. Los dirigentes del imperio del sol naciente debían responder, en primer lugar, por la responsabilidad de haber llevado a cabo una guerra desastrosa en la que habían cosechado una serie de derrotas catastróficas que habían causado una enorme masacre entre sus súbditos, para acabar siendo humillados ante el enemigo. Habían ocultado sistemáticamente la gravedad de la situación, insistiendo hasta el final en la posibilidad de victoria y en el deber de no rendirse jamás. Sin embargo, la aparición de un “deus ex machina” solucionaba la papeleta de un plumazo. Ante un arma de cualidades divinas, incluso podría admitirse que la supuesta dirección del también divino emperador hubiese fallado. El discurso de los dirigentes nipones podría defender que la rendición era por evitar sufrimientos a su pueblo, aunque existen diversas pruebas de que ese factor era irrelevante en sus cálculos. Parece bastante evidente la hipocresía del discurso imperial de rendición:
“Además, el enemigo ha empezado a utilizar una bomba nueva y muy cruel, cuya capacidad de provocar daño es realmente incalculable, provocando la muerte de muchas vidas inocentes. Si continuáramos luchando, no solo tendría como resultado el colapso y destrucción de la nación japonesa, sino que también conduciría a la completa extinción de la civilización humana.
Siendo así el caso, ¿cómo vamos nosotros a salvar a nuestros millones de súbditos, o a expiarnos ante los espíritus benditos de Nuestros Ancestros Imperiales? Esta es la razón por la que hemos ordenado la aceptación de las disposiciones de la Declaración Conjunta de las Potencias.
Las dificultades y sufrimientos a los que nuestra nación quedará sujeta de ahora en adelante serán ciertamente enormes. Somos plenamente conscientes de los sentimientos más profundos de todos vosotros, nuestros súbditos. Sin embargo, es de acuerdo a los dictados del tiempo y del destino que hemos resuelto preparar el terreno para una gran paz para todas las generaciones que están por llegar, soportando lo insoportable y sufriendo lo insufrible”.
Por otro lado, las bombas atómicas servían como expiación ante los pecados (léase crímenes de guerra) del Imperio Japonés. Si se habían cometido masacres de civiles, violaciones y todo tipo de torturas, la nación japonesa ya había pagado un alto precio al haber sido la única en recibir un castigo nuclear. De esta forma los crímenes de la nación (siempre es conveniente reducir a toda la población a una única unidad en ciertas situaciones) quedaban compensados con el castigo recibido. Este discurso histórico ha pervivido hasta nuestros días de forma que podríamos realizar el experimento y conseguir rastrearlo en cualquier conversación sobre la Segunda Guerra Mundial. Japón sigue siendo más simpático que Alemania porque, entre otras cosas, sufrió un mayor castigo. La estrategia de la victimización ha dado sus resultados hasta el presente.
Desde la perspectiva norteamericana, no había duda de que las bombas atómicas habían sido determinantes. Podemos advertir una continua malinterpretación de la mentalidad japonesa por parte de las autoridades occidentales, siempre oscilante entre el racismo hacia los “amarillos” y la interpretación desde las coordenadas culturales propias. Para los dirigentes de los EEUU, la bomba servía de demostración pública del increíble poder que había alcanzado su ejército y serviría tanto para forzar la rendición de los japoneses como para amedrentar a los soviéticos, que no disponían de un arma semejante. Realmente no podemos asegurar que alcanzara ninguno de los dos objetivos, puesto que ya hemos argumentado que los japoneses daban por descontado la destrucción de todos sus núcleos urbanos; los soviéticos ya tenían en marcha su propio programa nuclear, por lo que diversos testimonios aseguran que Stalin no se inmutó y simplemente ordenó a sus científicos acelerar la investigación.
Ambas perspectivas confluyeron. El historiador japonés Asada Sadao recuerda que en muchos de los interrogatorios tras la rendición “los oficiales japoneses estaban ansiosos por complacer a sus entrevistadores americanos”. Si los invasores estaban convencidos de que la rendición había sido forzada por los ataques atómicos, ¿para qué contradecirlos? Pensemos que el mayor deseo de los interrogados era complacer y congraciarse con los interrogadores. Se produjo un sesgo de confirmación. Los americanos deseaban confirmar que los 2 billones de dólares empleados en el arma no habían sido desperdiciados, ya que habían forzado la rendición de los japoneses y eliminado la amenaza soviética. Los japoneses deseaban confirmarles todo aquello que quisieran para congraciarse con sus vencedores. El arma milagrosa, además, limpiaba su honor militar y camuflaba sus crímenes de guerra. Todo el mundo ganaba con este relato. La guerra se cerraba con un último acto espectacular e icónico: Truman aseguró que “los japoneses empezaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto ese golpe multiplicado”.
Recientemente se ha publicado Hiroshima: sol, silencio, olvido, en el que los autores hablan sobre la interpretación de aquel conflicto. Vale la pena citar algunos fragmentos de una entrevista:
P. Da la impresión de que fue una operación exitosa porque cabe la tentación de pensar si el propio pueblo japonés asume que es mejor no remover nada contra EEUU para evitar que se juzguen sus propias acciones como la matanza de Nankin en China. ¿Estaban al tanto de lo que habían hecho ellos durante la guerra?
R. No, la población japonesa no fue consciente y, de hecho, lo que hizo Japón durante esos años es poco conocido también ahora en la medida en que, a pesar de que se está abriendo allí el debate de la memoria histórica, todavía los planes de estudio de ese periodo de la historia son muy opacos, entre otras cosas porque el partido político es el mismo y porque las relaciones familiares en la élite aún permanecen: el abuelo del presidente más longevo, Shinzo Abe, fue un alto dirigente del gobierno de Hiro Hito y su el líder del Partido Liberal Demócrata durante muchos años en la posguerra. Es decir que los que han dominado el discurso sobre la bomba y el papel de Japón en la guerra han sido los mismos y su objetivo ha sido enterrarlo. Esto implica que sea bloqueada no solo cualquier iniciativa de restitución a las víctimas sino también la revisión de ese periodo.
(...)
P. Bueno, es el otro aspecto clave y quizás al que más atención se le ha prestado pero, ¿realmente la bomba se lanzó para amedrentar a la URSS?
R. Claro, había un doble objetivo por eso a la hora de elegir las ciudades donde se iba a lanzar, para saber cuál era el efecto real que iba a provocar se eligieron dos ciudades como Hiroshima y Nagasaki que no habían sido previamente bombardeadas... Es terrible pero no había mejor forma de comprobarlo: así se sabía cuál era el daño concreto que se hacía, el interés aunque parezca duro, científico. El otro, que era geopolítico era para decirle a la URSS que mucho cuidado porque nosotros tenemos este arma y tú no la tienes. EEUU entiende sobre todo a partir de Stalingrado que su enemigo próximo van a ser los soviéticos y de hecho esa política de contención dura hasta el año 1949 cuando Stalin consigue el desarrollo de la bomba atómica y al año siguiente ya comenzaban los puntos calientes de la Guerra Fría que es la confrontación en Corea.
Como conclusión, señalar que los hechos históricos pueden ser objetivos pero su interpretación nunca es directa. Frente al discurso comúnmente aceptado de que el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki forzó la rendición de Japón, podemos, al menos, oponer otros discursos que poseen una sólida argumentación que los sostiene. Al mismo tiempo, resulta incluso más interesante ahondar en las razones sociológicas y políticas que empujan a la opinión pública a aceptar una interpretación histórica concreta.
Sabemos que uno de los fenómenos sociopáticos más llamativos de esta pandemia es la extensión y tozudez de un colectivo de personas que se niegan a vacunarse. Hay quien se explica aduciendo que ni siquiera tal cosa, el virus, existe. La pandemia nos ha traído entre otros horrores bizarros el espectáculo de manifestantes adultos, gente perfectamente normal, sosteniendo pancartas con lemas negacionistas que se acercaban al delirio.
No quiero traer aquí las explicaciones comunes que desde las posiciones de quienes creemos en el conocimiento científico, en un paradigma de pensamiento que está en la raíz de la cultura occidental desde la Grecia clásica, se están dando a esta sorprendente resistencia. Y no porque esas explicaciones del fenómeno no sean acertadas. Pongamos por caso la evidente y conocida relación entre estas ideas y el liberalismo libertario: personas que rechazan la idoneidad de cualquier acción procedente del Estado, ese monstruo que esquilma a los buenos trabajadores y lo gasta de forma ineficiente y derrochadora. Es comprensible que odien tener que aceptar el salvavidas de la acción pública.
Muchos negacionistas no son lo que se entiende por freaks, al contrario son gente perfectamente integrada, estable, “gente normal”. Precisamente en esa normalidad podamos encontrar alguna pista que explique algo de su resistencia a aceptar este terremoto, esta quiebra inesperada del estado de las cosas. Que compartamos con ellos sociedad y espacios ciudadanos, tradiciones, orígenes culturales no significa necesariamente que todos nuestros planos de creencia sean compartidos. Igual que para los ateos nos cuesta asumir que nuestro vecino tenga fe, crea ( ¿realmente cree?) en la existencia de Dios, la Virgen y el resto de la corte celestial, y sin embargo podemos pertenecer al mismo equipo de fútbol, enamorarnos de la misma persona e incluso votar lo mismo, los que creemos en la verdad de la ciencia, en que las leyes de la física o la biología van más allá de nuestras creencias y percepciones personales, que están por encima y son más potentes y eternas que nuestra existencia particular, que las conclusiones de la ciencia sobre lo que es posible o imposible forman parte del marco mental que utilizamos para vivir, podemos estar equivocandonos al dar por seguro que los demás comparten esto que creemos evidente.
Para nosotros la intrusión de la pandemia, un fenómeno extraño, inesperado en la vieja rutina previa a enero de 2020 pudo ser rápidamente metabolizada, encajada y asumidas sus consecuencias en nuestra vida personal porque creemos en la jerarquía de las relaciones causa-efecto que nos indica la ciencia. O mejor dicho creemos en la jerarquía que la ciencia determina de lo que puede suceder: sabemos que ante todo estamos sometidos al imperio que marca la física, a nuestra naturaleza de mamíferos con fecha de caducidad, a nuestra dependencia de las leyes dominantes de la biología, la caducidad, la contingencia. Si hemos leído sobre la grandes epidemias del pasado ( la peste, el cólera, la gripe española), si tenemos alguna noción, aún básica, de lo que es un virus, el sistema inmunitario, etcétera podemos concebir como razonable que algo de esto se repita en nuestro presente.
Y sin embargo para muchos de nuestros vecinos, la realidad es su vida cotidiana, pero es sólo esa vida cotidiana, dibujada en un plano fijo, en las fronteras aparentemente inmóviles, “normales” del mundo de diciembre de 2019. No había nada más allá de lo concreto, de lo palpable en sus vidas tal como eran vividas; trabajo, familia, amigos, placeres y displaceres humanos, en el mismo plano de existencia, múltiple y a la vez limitado a lo que se puede ser vivido.
Las referencias abstractas que se alejaban de ese círculo de lo tangible ( conceptos como la ciencia, la historia, la alta política, los cambios globales) son palabras que apenas tienen consistencia fuera del momento en que hubo que tratar con ellos, cuando tocó estudiarlos, en los colegios e institutos. Como los antiguos que creían que más allá de las columnas de Hércules el mundo se acababa en una línea perfecta y abrupta, lo real y lo cotidiano mantenían para ellos una estricta relación biunívoca.
Y es que la creencia en lo que no puede ser visto es un asunto problemático. Quienes dicen creer en Dios (¡o en los Santos!) lo saben. Nunca se está seguro de lo que significa en realidad la palabra creer. Pues bien muchos conciudadanos padecen de esa fragilidad , esa insustancialidad en su creencia para con ciertas abstracciones como son las que se supone forman parte del pensamiento académico.
El virus supuso para muchos una intrusión, un ser inesperado, inesperable, que no tiene rostro ni se puede palpar ni golpear, que agrieta el espejo que tan bien enmarcaba su mundo, su trabajo, su familia, su ocio. Un virus, ese fantasma etiquetado con nombres extraños, que nos es comunicado por lejanos personajes ( ministros, microbiólogos, ¿quién había visto antes a un virólogo? ….), cabezas parlantes como la de los burócratas impasibles de un relato de Kafka. Una sorpresa impensable como una invasión alienígena, o para los más reacios directamente una mentira, un cuento de alguien malintencionado.
En los cuentos de terror, lo que asusta del fantasma es que es el heraldo de la existencia de un plano de la realidad que antes desconociamos.Es un aparecido, un ser que sobrevive a lo imposible, a la muerte; procede de un lugar del que nada sabemos y que decide caprichosamente hacer una excursión letal por nuestra cotidianidad. Lo horrible no es su aspecto, sino su incongruencia con nuestra presunciones de lo que es real. El virus para muchos ha tenido este efecto de aparición repentina, de espectro ominoso.
Lo interesante es que los negacionistas han invertido la relación enfermedad/terapia, proyectan estas características de extrañeza y amenaza no en el agente infeccioso sino en las vacunas. Son las vacunas las que son peligrosas: inoculan algo ajeno y peligroso.
Por ejemplo, una de las ideas delirantes que subyace al rechazo de la vacuna es el temor a ser envenenados, a la mancillación de la pureza del cuerpo: la vacuna contiene metales pesados, imanta el cuerpo, incluso introduce un chip. Como en las viejas películas de extraterrestres, se teme la inyección, la invasión del cuerpo, la aducción. Diría el viejo Jung, que aquí se revuelven viejos arquetipos que enraizan con lo demoníaco.
¿Por qué se da esta inversión entre enfermedad y terapia? ¿por qué lo que protege del agente invasor es temido más que la enfermedad? Porque los negacionistas están entregados a esta inversión de las causas y los efectos: Lo que les parece intolerable es que vivir en este nuevo mundo nacido en diciembre de 2019 les exija tener que aceptar vacunas, normas sanitarias impuestas por policías uniformados, restricciones globales, miedo e incertidumbre. Encontrarse con el virus depende de la mala suerte, del azar, pero la vacuna se plantea prácticamente como una obligación, la imposición de una intención humana sobre el cuerpo propio.
La explicación entonces puede ser un plan demoníaco ( o fascista, o comunista, el calificativo es un matiz que depende de cada ideología personal) de hombres ocultos . El virus es un pretexto. Es el efecto, no la causa. Que pregunten en el laboratorio de Wuhan. La existencia de metales pesados, de chips es conveniente, es la demostración (?) de esta intencionalidad oculta. El virus es un mcguffin del mal para justificar la imposición de un propósito, porque ¿quién puede creer que algo tan insignificante, invisible puede obligarnos a destruir nuestra cómodas vidas de ayer, nuestros viajes, las reuniones con los amigos y familiares, a perder el orden lógico y natural? Tiene que ser algo más importante, más poderoso e intencional que un simple “bicho”.
La reacción colectiva de los negacionistas tiene precedentes históricos, en la Edad Antigua y Media. Las epidemias, las pestes eran interpretadas como consecuencias de la maldición, producto del pecado colectivo de una sociedad, o de un enemigo interno como los judios. Es decir consecuencia de actos intencionados, culposos de una voluntad divina o humana. El mal sucedía porque alguien deseaba el mal. Por eso para los negacionistas invierten causa y efecto. Porque la causa no puede estar libre de intención. El azar, el accidente, la impersonalidad de la causa del daño son inaceptables. Porque para aceptar el accidente como causa de un mal hay que colocar antes al ser humano en lugar subordinado, en el que las leyes del mundo no se rigen por los deseos o actos humanos, sino por las leyes sordas y ciegas de la física y la biología. Hay que colocar al ser humano en una posición en el que lo cotidiano es una cápsula frágil y estrecha.
Todo esto fué asumido tras el triunfo de la ilustración y el pensamiento racional en la edad moderna por la cultura oficial. La pregunta es hasta qué punto eso mismo forma parte de la naturaleza de lo que es real por esa categoría que llamamos el individuo “normal y corriente”. Porque lo llamativo de los negacionistas contemporáneos es que viven en un mundo que ya ha pasado por allí, que ha superado el momento histórico del encuentro con Pasteur, el microscopio, la epidemiología y la ciencia médica.
Esta resistencia, este no poder asumir el saber científico heredado como el terreno de partida del sentido común es quizá más fuerte de lo que esperábamos. Porque es el miedo y la rabia por perder lo que se cree ganado (nuestra segura vida cotidiana del primer mundo) lo que desgasta con facilidad ese barniz de racionalidad adquirido durante la educación.
La capa protectora de la cordura acumulada por siglos de conocimiento es más leve, más quebradiza de lo que nos gustaría.
Es imperativo que comience con una aclaración: no creo que sea posible, ni deseable, una Navidad sin que los niños pequeños reciban sus regalos. Lo que voy a contar tiene que ver con la costumbre de hacernos regalos de Navidad entre los adultos: entre hermanos, cuñados, primos, tíos, incluso entre padres e hijos ya mayores. También tengo que aclarar que no tengo nada en contra de los que viven de vender en las tiendas y grandes superficies. Os pido disculpas, pero este texto no va de cómo funciona la rueda de la economía, sino de sentimientos más o menos forzados.
Resulta que, desde que era pequeño, el tema de los regalos de Navidad siempre me ha causado más estrés que alegría. El regalo más importante del año, en mi caso, era casi el único, con la excepción del de cumpleaños, que, por cierto, me producía las mismas sensaciones desagradables. En casa nunca faltó de nada, pero mis hermanos y yo solo recibíamos juguetes (de verdad) en estas fechas señaladas. Si me equivocaba con lo que pedía a Los Reyes, cosa muy habitual debido a las luces cegadoras de la publicidad, sabía que pasarían muchos meses antes de tener otra oportunidad de acertar y "ser feliz". Lo de que los niños jugábamos (y juegan) con sus juguetes unos días y luego nos olvidábamos de ellos, para mí, era una pequeña tragedia.
Cuando crecí, el trauma se acrecentó. En Navidades, solo veía gente haciendo compras apresuradas, a veces gastando un dinero que no tenía, para regalar a la familia "porque era lo que había que hacer". Claro, seguro que también había gente que disfrutaba del ritual, era previsora y lo llevaba bien, pero esa gente, o era muy poca, o no se hacía notar porque no andaban por las calles comerciales con paso apresurado. El caso es que, las sensaciones que a mí me llegaban, no eran nada agradables.
Ya de adulto, he tenido que soportar, Navidad tras Navidad, la misma costumbre, odiosa para mí, de buscar y comprar más de diez productos originales, no demasiado costosos (pero no demasiado baratos) y que supiera que iban a gustar a sus receptores. Al mismo tiempo, tenía que mentalizarme para poner buena cara ante los regalos recibidos que, casi nunca, necesitaba ni quería realmente. Sé que suena horrible, pero mentiría si no reconociera que es lo que llevo sintiendo desde hace lustros.
El año pasado, con la excusa de la distancia social, advertí a mi familia de que no entraría en el juego de los regalos (insisto, entre adultos. Los pequeños de la familia no tienen culpa de mis conflictos mentales). Esas Navidades, aunque nos pudimos ver muy poco (y en la calle), disfruté como ningún año de la compañía de los míos. Sentí que la pseudo-reunión familiar no estaba "contaminada" por la obligación de comprar algo a los demás ni de tener que fingir que, lo que me habían comprado a mí, me gustaba. Sorprendentemente (o no) para mí, fueron unas Navidades más auténticas. Ni que decir tiene que, este año, también he avisado de que haré lo mismo. Me gusta pensar que el regalo que hago a los míos es "librarles de comprarme nada a mí". Y, creedme, tengo mis motivos para pensar que, para ellos, tampoco es un placer andar de compras estas fechas.
Con la esperanza de que algunos de los que lean esto me entiendan, aunque sea solo un poco, termino respondiendo a la pregunta del título, con el necesario (creo yo) aviso de que todo esto es mi punto de vista y que no pretendo convencer a nadie de nada. Este texto, sobre todo, me sirve a mí mismo de terapia. Llevo ya muchos años en este foro y para algo tendría que servirme, digo yo.
La respuesta es, sí. Para mí, sí es posible disfrutar de una Navidad sin regalos de por medio. De hecho, creo que es mucho mejor, más limpia y más auténtica. Y voy a intentar que, cuando ya no sea necesario el distanciamiento social, mi familia se de cuenta de que no pasa nada por no regalarnos nada y que sería mejor seguir con esta nueva tradición. Deseadme suerte.
Gracias por leerme.
¡Felices Reyes!
A la persona que me ha inyectado: Gracias por tu amabilidad y por hacerme sentir único a pesar de llevar todo el día atendiendo igual de bien a gente como yo.
Al resto de sanitarios, incluyendo los que están detrás del sistema de citaciones: Gracias por vuestra dedicación y por hacer tan fácil que millones de personas podamos elegir lugar, fecha y hora para algo tan delicado.
A algunos políticos: Gracias por seguir los consejos de los que saben, transmitir el mensaje adecuado cuando ha hecho falta y poner los medios para que no estemos peor.
A los otros políticos: Dejad de mirar al pasado y aprended de los que saben por dónde va el futuro. Echaos a un lado de una vez.
A los científicos (públicos y privados): Hoy he tenido presente que me han inyectado el resultado de décadas de investigación básica y aplicada. Me siento un privilegiado. Gracias.
A los antivacunas: No se me ocurre una postura más egoísta e infantil que la vuestra. Hay decenas de millones de personas que no tienen acceso a todo esto y no os entienden. Yo tampoco.
A vosotros: Gracias por leerme.
A pesar de estar de acuerdo con muchos de los que, estos días, sostienen que hay que evitar que la guerra de Ucrania nos lleve al amargo precedente de dar la razón al agresor, no puedo menos que pensar en la gente que está sufriendo las consecuencias de la agresión rusa.
Porque sí, hay que decirlo para que quede claro: Rusia es el agresor en esta guerra, sean cuales sean sus razones para la agresión, y a todos nos gustaría que la historia terminase como en una buena serie o en una de esas películas, a medio camino entre la Metro Goldwin Meyer y Disney, en que los buenos triunfaban y los malos eran vencidos y humillados.
Pero resulta que hay que decir otra verdad, aunque sea obvia: nosotros no estamos allí. No, ni a mil Kilómetros siquiera. Y ojalá no lo estemos nunca, porque ya he dicho de trescientas maneras que prefiero que Europa en general, y España en particular, no participen en esta guerra.
Tenemos allí nuerstro ánimo y nuestros calculos, todo hay que decirlo, pero joder, amigos, no estamos allí. Mandamos lanzacohetes como podíamos mandar pimientos de Padrón o queso manchego. Algo que nos cuesta dinero, pero no sangre. Y no podemos, honradamente, pedir a los ucranianios el sacrificio de poner los muertos para que la realidad coincida con nuestro relato. No podemos decirles que hay que esperar a que Rusia se arruine. No podemos decirles que cada día que pasa Rusia se debilita y eso nos ayuda a tener nosotros menos miedo a la siguiente agresión. No podemos decirles que están muriendo por un mundo más justo donde ser el agreso salga muy caro, porque de momento los que ponen los muertos son ellos, mientras nosotros ponemos las palmas y la banda de música.
Demasiado a menudo tengo la impresión de que estamos en una corrida de toros, o en una de esas lamentables casas de apuestas que trufan nuestros barrios más humildes, y que le estamos pidiendo al boxeador por el que apostamos que aguante un par de asaltos más, mientras nios acabamos la birra. Así de frívolos y así de gilipollas.
Pero es que las hostias se las lleva él.
No podemos pedir orgullo y dignidad a quien ha demostrado tenerla de sobra pero se enfrenta a cien veces más de lo que nosotros estaríamos dispuestos a tolerar cerca de nuestras casas. Aquí no hay ley de oro ni ley de hierro: aquí hay muy a menudo una puñetera mentalidad de videojuego, una mezcla de mierda de Half Life con Pretty Woman, donde ellos ponen los muertos y nosotros la geoestrategia de mesa camilla donde hablamos de lo malo que sería que el agresor se saliese con la suya si se firmase una paz en que Rusia sacase tajada.
Y es que todos aguantamos muy bien, demasiado bien, los palos en espalda ajena. Aunque le ayudemos a gritar. Aunque le demos ánimos. Aunque sintamos los colores.
Un poco de vergüenza, por favor.
Hola meneant@s:
Hoy me gustaría hacer un análisis corto de una de las páginas que suelo usar para enseñar géneros musicales:
musicmap.info
Esta página es un mapa interactivo donde aparecen subgéneros musicales clasificados por el género matriz. También podemos observar la división temporal a los lados donde nos indican en qué década del siglo XIX, XX o XXI pertenecen esos subgéneros.
Al entrar en la página web, nos encontramos el siguiente mapa:
Al ampliar, nos aparecerá la línea temporal anteriormente descrita así como los subgéneros musicales:
En el, podemos ver la clasificación siguiente:
- Utility
- Folk
- Classical
- World
- Industrial & Gothic
- Heavy Metal
- Rock y sus derivados
- Pop
- Country
- Rythm ‘n’ Blues
- Blues, Gospel y Jazz
- Jamaican
- Rap
- Breakbeat
- Drum ‘n’ Bass
- Hardcore
- Techno
- House
- Trance
- Downtempo
- Industrial
Si hacemos un zoom sobre cualquier de los géneros principales, podemos observar el despliegue de subgéneros . A si mismo, si pulsamos sobre cualquiera de ellos veremos que se destacan sobre el resto y nos aparece una línea que traza tanto los subgéneros que influenciaron el seleccionado y/o cuales influenciaron su creación.
Por ejemplo esta imagen:
A nuestra derecha aparecerá una breve descripción del subgénero musical y abajo dos iconos: YouTube y Spotify. Si clicamos en alguno de los dos, seremos redirigidos a una lista creada para ejemplificar con canciones el subgénero escogido:
A continuación, expondré algunos pros y contras del mapa
Pros:
- Te permite descubrir subgéneros musicales con bastante facilidad.
- Puedes ver la línea evolutiva de un subgénero y entender fácilmente de dónde viene y a dónde puede evolucionar.
- Es bastante intuitivo.
Contras:
- No funciona más allá de finales siglo XIX.
- No existe una clasificación para la música clásica (que me parecería interesante que lo ampliasen)
- No hay ejemplos auditivos para los géneros superiores del mapa.
Espero que os sirva tanto como a mi esta página. ¡Un saludo a todos meneant@s!
El otro día me topé con un tuit que estaba ganando relevancia. No sé si el autor se daba cuenta de lo burdo y ridículo que sonaba, pero las mofas en las respuestas se repetían y al volver a él veo que había sido borrado. Por suerte he podido rescatarlo:
Básicamente en el tuit da la razón de una tacada a todos aquellos que tildan todo el movimiento crypto como estafa piramidal o esquema Ponzi. Ante la brutal caída de, en este caso, Bitcoin, nos pide que compremos de manera "masiva", habla de generar un "movimiento" y de que "no es momento de querer hacernos millonarios".
Lo que me llama la atención aquí es que alguien que de verdad creyera en la moneda como potencial método de pago lo que pediría es su uso, que se implementara como forma de pago de manera masiva, no meterse en la pirámide para salvarle el culo y que pueda salir de manera cómoda minimizando pérdidas (o conservando potenciales ganancias).
En parte todo lo que estamos viendo con el movimiento crypto me parece que ejemplifica muy bien la decadencia de occidente por los valores que desde hace generaciones se nos inculca. No importa el cómo sino el qué, el fin justifica los medios, quiero llegar al estilo de vida que me venden mis influencers favoritos desde las redes sociales y quiero llegar por el camino más corto. Eso nos hace perder totalmente la perspectiva, no nos hacemos las preguntas de pensamiento crítico más básicas: "Mira, invierte en esta moneda porque es el futuro, es super tecnológica y además está subiendo un 10% semanal sin ningún tipo de problema", "Vale, lo voy a hacer, no quiero perderme esta oportunidad".
Algunas de las preguntas más básicas que cabría hacerse ante un rendimiento tan inusual serían:
Y algunas más complejas tras informarse un poco de la parte técnica:
Hemos vivido en los últimos años tiempos locos: La codicia sin límites disparaba el precio de tarjetas gráficas y componentes usados para minado, el consumo energético para la resolución de estos puzles criptográficos (energía cada vez más preciada) ha sido disparatado y ha ido en aumento cada vez más, se han creado directamente monedas meme cuya capitalización superaba a la de grandes empresas en cuestión de pocos meses, Elon Musk ha jugado de una manera burda con el mercado y sus inversores sin control alguno, ...
Lo bueno de todo esto es que está sirviendo como un experimento sociológico a gran escala para muchos de los postulados libertarios que circulan hoy en día por las redes e incluso de parte de think tanks y algunos académicos. Esperemos que no sea demasiado tarde para cambiar como sociedad, pero me temo que cambios que han tomado varias generaciones para consolidarse también necesitarán varias décadas para desaparecer.
Reconocer la Propaganda Propia no es tarea fácil, hace falta un ejercicio de crítica de la información propia e incluso de la propia educación que hemos tenido.
Un ejemplo claro lo podemos ver en este caso, donde un usuario tras citarle los pasos a seguir en la Constitución Ucraniana para destituir un Presidente, los tilda de "invenciones" y de "discurso nazi de Putin".
www.meneame.net/story/entrevista-ministro-asuntos-exteriores-serguei-l
¿Qué dice la Constitución Ucraniana?
ARTÍCULO 111
El Presidente de Ucrania puede ser destituido por la Rada Suprema de Ucrania mediante el procedimiento de destitución, en caso de que cometa traición estatal u otro delito.
Facultades de la Corte SupremaRemoción del Jefe de EstadoLa cuestión de la destitución del Presidente de Ucrania por el procedimiento de destitución es iniciada por la mayoría de la composición constitucional de la Rada Suprema de Ucrania.
Para llevar a cabo la investigación, la Rada Suprema de Ucrania establece una comisión especial de investigación temporal cuya composición incluye un fiscal especial e investigadores especiales.
Las conclusiones y propuestas de la comisión de investigación temporal se examinan en una reunión de la Rada Suprema de Ucrania.
Por causa, la Rada Suprema de Ucrania, por no menos de dos tercios de su composición constitucional, adopta una decisión sobre la acusación del Presidente de Ucrania.
La decisión sobre la destitución del Presidente de Ucrania por el procedimiento de destitución es adoptada por la Rada Suprema de Ucrania por no menos de tres cuartas partes de su composición constitucional, después de la revisión del caso por el Tribunal Constitucional de Ucrania y la recepción de su opinión sobre la observancia del procedimiento constitucional de investigación y examen del caso de destitución y la recepción de la opinión del Tribunal Supremo de que los actos, de los que se acusa al Presidente de Ucrania, contienen elementos de traición estatal u otro delito.
www.bcn.cl/procesoconstituyente/comparadordeconstituciones/materia/war
Como podemos comprobar, en 2014 en Ucrania no se siguieron estos pasos. La Constitución marca de forma meridiana que ha de llevarse a cabo una investigación, una comisión especial de investigación temporal, incluso incluye quiénes deben de componerla. Nada de esto fue respetado. Se pasó a la votación final y ni siquiera se alcanzó el número necesario de diputados que marca la Constitución para destituirlo. Dice, textualmente, que se necesitan 3/4 de los diputados de su Composición Constitucional (338 votos de 450).
Los blanqueadores justificarán primero que había más de 3/4 que votaron en ese momento ya que votaron 341 parlamentarios, ignorando lo que dice la Constitución textualmente.
Tras quedarse sin argumentos para justificar este golpe, intentarán blanquear el sistema actual porque han existido varias elecciones desde aquellas. Lo que es cierto. Pero las elecciones tras un golpe, con milicias neonazis patrullando las calles y hasta en la puerta de la Rada Suprema, tras prohibir Partidos Políticos como el comunista, tras asesinatos de periodistas Prorusos como Oles Buzina y de masacres como las de Odessa, no creo que se les pueda dar demasiada credibilidad, ni que los ciudadanos Ucranianos se sintieran libres para expresar su opinión. Sobre todo si esa opinión es Pro Rusa.
¿Les daríamos credibilidad a unas elecciones así en cualquier otro país? ¿Con partidos políticos prohibidos? ¿Con persecución, asesinatos y masacres en las calles? Lo dudo mucho.
www.dw.com/es/asesinan-a-tiros-en-kiev-a-un-conocido-periodista-prorru
Todo esto son datos objetivos e innegables. Fuera de toda propaganda. No tengo ninguna simpatía por Putin ni por la invasión de Ucrania, más bien lo contrario. Pero lo que no voy a ignorar es la realidad.
Se puede condenar la invasión Rusa a Ucrania al mismo tiempo que se exponen estos datos. De hecho, estos datos no lo justifican, pero sí que explican las motivaciones. Esas que se niegan a ver para intentar retratar al enemigo como un monstruo irracional.
Revisen la Propaganda Propia, que es la que es difícil de ver.
“Se producen más individuos de los que es posible que sobrevivan; tiene que haber forzosamente en todos los casos una lucha por la existencia” (Carlos Castrodeza)
"No hay derecho ninguno ni a la existencia, ni al trabajo, ni a la felicidad: el destino del hombre no se distingue del destino del más vil gusano." (Friedrich Nietzsche. Aforismo 753 de Voluntad de Poder)
Introducción.
"Crash Oil" es la denominación que recibe una hipótesis científica muy actual que, en resumen viene a defender lo siguiente:
1º) La sociedad y la economía moderna en la que vivimos basa de manera fundamental su compleja existencia en el eficiente rendimiento energético que ofrecen los diferentes recursos fósiles disponibles en el planeta.
2º) Estos recursos fósiles no son renovables, y por lo tanto su uso masivo llevará a su agotamiento en algún momento futuro por determinar. De hecho, no es necesario que estos recursos se agoten materialmente como tal, sino que vale simplemente con que la extracción y la explotación de los mismos requieran consumir más energía de la que produzcan.
Conclusión) Se propone por último que, una vez llegado el momento en que la producción (el rendimiento en realidad) de los combustibles fósiles comience a disminuir tras superarse lo que se suele conocer como el pico ("Peak") de su explotación, la economía sufrirá un gran retroceso social y económico debido fundamentalmente a la inexistencia de una fuente de energía alternativa tan abundante, eficiente y versátil como ha sido la fósil hasta ahora.
Se habla en estos círculos además sobre el hecho de que esta fuente de energía es ya hoy día más escasa de lo que parece (al menos en cuanto a rendimiento de explotación se refiere), y que por tanto será muy pronto complicado mantener el orden social y económico establecido; ya que es de sobra conocido en ciencias físicas que toda complejidad en sistemas lejos del equilibrio térmico debe ir acompañado siempre de una cantidad mínima de energía que le de soporte. Lo cual lleva a que si no se encuentra una alternativa de igual rendimiento y versatilidad (y de momento no hay nada en el horizonte ni remotamente parecido), será físicamente imposible que la complejidad social no se vea afectada; lo que viene a traducirse en que nuestra civilización sufrirá posiblemente un importante retroceso.
Ese retroceso está por ver como de severo será, pero se supone que será lo suficientemente grande como para en teoría poder incluso producir el colapso completo de nuestra civilización, que es precisamente a lo que se refieren con ese "Crash" dentro la tesis que venimos tratando.
Peakoilers y tecnooptimistas .
Hay hoy día mucha controversia alrededor de la propuesta que acabamos de describir. A grandes rasgos, algunos se decantan simplemente por rechazar la mayor negando las dos premisas que acabamos de ver, mientras que otros aceptan estas premisas como algo lógico y empíricamente constatable. Luego, dentro de los que la aceptan estos postulados tenemos una nueva división entre dos grupos claramente enfrentados que podemos denominar como tecnooptimistas y peakoilers; agrupándose por otra parte los que rechazan las premisas en torno a argumentos que podemos clasificar como de ingenuos, ignorantes o manipuladores.
Muy resumidamente, los tecnooptimistas vienen a defender a grosso modo que algún avance tecnológico aún por descubrir (o la mejora y explotación de alguno ya existente) vendrá a salvar finalmente la situación una vez llegue el momento de la escasez fósil (no siendo por tanto necesario preocuparse demasiado por este pretendido colapso). Y por otra parte, los peakoilers defienden que no creen que tal "salvavidas" tecnológico sea físicamente viable, y que por tanto lo más que podemos hacer es simplemente "prepararnos" lo mejor posible para la llegada de la escasez de manera que el "Crash" sea lo más "suave" posible.
La termodinámica y el crecimiento económico.
Como dijimos arriba, también tenemos el bando de los ingenuos-ignorantes-manipuladores, los cuales sencillamente se limitan en general a negar o a infravalorar las limitaciones impuestas por la termodinámica en el mundo. Algunos lo hacen por desconocimiento y otros actúan de mala fe guiados por intereses personales de algún tipo.
Sea como sea, este grupo es muy heterogéneo y defienden posturas muy diversas, aunque quizás la mayoría tenga como denominador común que tienden a defender ante la opinión pública sin tapujos que el rendimiento energético no es lo fundamental para el mantenimiento y/o el aumento de la complejidad social (eso que llamamos en general el estado del bienestar). Según ellos, aún en un escenario de descenso en el total energético disponible para el consumo y la producción, todavía es posible mantener el sistema social tal cual, e incluso los hay que afirman ¡que aun así es posible crecer económicamente! Ridículo. Y más ridículo puesto que todo eso se cuenta dentro de un escenario de crecimiento poblacional global casi exponencial. Cada vez hay más población y cada vez la energía disponible rinde menos, lo cual requiere un avance tecnológico ilimitado capaz de hacer tender al infinito la eficiencia en el uso de la energía restante de manera que la estructura social se salve a gran escala. La ciencia hace décadas que no descubre nuevas fuentes de energía, y la mejora en la explotación tecnológica de las ya conocidas cada vez tiene menos margen de mejora en cuanto a eficiencia.
Estos negacionistas no comprenden (o no quieren comprender) que es la termodinámica la que pone un límite a lo que una fuente de energía puede rendir, y que será esta cota natural en la energía renovable superviviente la que determinará hasta qué punto será viable mantener la complejidad social; es decir, hasta qué punto irá a colapsar nuestro sistema social actual (i.e. cuánta complejidad estructural se podrá mantener y cuánta no).
Se puede decir en pocas palabras, que cuanto menor sea el rendimiento (y versatilidad) efectivo en la construcción, mantenimiento y explotación de los recursos energéticos que nos queden tras el Peak Oil, menor será la complejidad social que se podrá mantener llegados a este punto. O lo que es lo mismo, que cuanto más caiga la cantidad total de energía neta disponible para su explotación, mayor será el colapso (decrecimiento en la complejidad); siendo por eso que muchos peakoilers defienden abiertamente invertir gran parte de la eficiente energía fósil que todavía nos queda en conseguir construir la mejor y mayor infraestructura renovable posible de modo que el rendimiento energético total posterior a la era fósil sea el mayor posible.
Y no hay ninguna duda de que es esta la estrategia más lógica y sensata de entre todas las disponibles, pero hay que plantearse una cuestión importante: ¿es un estrategia biológicamente viable? Porque históricamente, a nivel social, hemos visto en repetidas ocasiones que el hecho de que algo sea lógico y razonable casi nunca ha sido óbice para alcanzar un acuerdo global, siendo más bien una Teoría de juegos la que ha guiado siempre estas acciones a gran escala primando en este sentido siempre el inmediato interés propio (y el de los "nuestros").
¿Y si el colapso social fuese inevitable?
Me gustaría por tanto a continuación introducir y defender con más detalle una nueva alternativa a las ya vista hasta ahora: tecnooptimistas, peakoilers e ingenuos-ignorantes-manipuladores. En concreto, me gustaría comentar la posibilidad de que el colapso (decrecimiento) socio-económico sea inevitable tras el Peak Oil; pero que, al contrario de lo que los peakoilers suelen pensar, no hay nada que se pueda hacer por intentar siquiera amortiguar la caída. Es decir, que el hecho de advertir y comprender el problema no permite en modo alguno adelantar ninguna "solución", ni siquiera parcial.
Y es que, como ya he comentado antes, gran parte de los peakoilers son optimistas dentro de la realidad pésima por venir (según la tesis defendida); y piensan dentro de ese optimismo que la sociedad tiene medios para prevenir en gran medida el colapso de manera que el decrecimiento acontecido tras el Peak Oil no sea demasiado severo e incluso abordable de manera que se mantenga en pie gran parte de la sociedad del bienestar. Las medidas propuestas por ellos se basan en comenzar a decrecer desde ya, regulando el consumo y la producción de manera que la energía que resta pueda ser utilizada de manera más útil con visos de favorecer una transición a un mundo impulsado 100% por energías renovables (solares, eólicas, etc.), y sin que por el camino se desmantele demasiado la enormemente compleja estructura social que hemos logrado montar gracias al fósil desde hace un par de siglos hasta ahora.
Yo no creo que esto sea posible, y paso a continuación a defender mi hipótesis que podríamos denominar como colapsista.
El colpasismo.
Pedir decrecer de manera controlada pensando en el futuro cuando aún hay disponibilidad de recursos para no tener que hacerlo, es tanto como pedir a un padre que deje pasar hambre a un hijo pensando en el mañana pero teniendo al mismo tiempo un supermercado a la esquina repleto de comida: en un escenario de previsible escasez, racionalizar esta comida sería la actuación lógica, pero la realidad de nuestra esencia biológica nos empuja instintivamente por el contrario a actuar de un modo muy distinto, empujándonos a acaparar para "los nuestros" lo máximo posible antes de que tal escasez finalmente llegue (si es que llega). Por lo tanto, aunque a primera vista puede sonar algo exagerado, el símil que utilicé antes creo que es en realidad muy acertado: yo personalmente no voy jamás a dejar pasar "hambre" a mis hijos teniendo un "supermercado" repleto en la esquina (y el que no piense así definitivamente es que no tiene hijos) , y eso a pesar de que la comida quizás no vaya a ser repuesta. Primero porque el futuro siempre es incierto, mientras que el "dolor" de mi hijo sería presente; y además porque sé a ciencia cierta que si no saqueo yo el "supermercado", lo hará sin duda mi vecino (ya que sé que él sufre el "dolor" de su hijo lo mismo que yo). Escalando el símil a un nivel social, esto se puede traducir en que yo no voy a comenzar a decrecer (haciendo pasar "hambre" a los míos), para que luego el vecino (cualquier otro país o comunidad) siga consumiendo y creciendo por su cuenta a costa del "dolor" de los míos.
Y esto último que hemos visto es importante porque supone que el decrecimiento controlado sólo sería viable por tanto mediante una coordinación (¿represión?) mundial, y en este sentido la historia se encarga rápidamente de refutar esta utópica posibilidad de un entendimiento a gran escala: tal cosa NUNCA ha sucedido, y es de hecho bastante iluso creer que tal entendimiento entre 7.000 millones de personas sea posible; más aún cuando hay diferencias irreconciliables (y aquí en España de eso sabemos mucho) ya no sólo a nivel interestatal, sino incluso a nivel de estado entre comunidades autónomas (provincias, localidades e incluso barriadas de vecinos). Conseguir en la "Teoría de juegos" en la que el mundo se mueve a nivel global una estrategia dominante que convenga a todos (un equilibro de Nash), y que tal estrategia suponga además un decrecimiento controlado, es algo tan improbable que solamente tendría alguna posibilidad de llevarse a cabo reduciendo el número de "jugadores" a uno solo (en este caso un único país capaz de dirigir y reprimir a todos, posiblemente tras una agresión militar); y siendo además este único jugador consistente y estando concienciado con la propuesta del decrecimiento controlado, lo cual plantea de nuevo el interrogante de si esto llevaría realmente el equilibrio deseado, o si lo que se conseguiría finalmente con este estado sería una estrategia mediante la cual dicho estado dominante crecería él mismo (y lo suyos) a costa del decrecimiento de todos los demás (con lo que nos encontramos de hecho de nuevo con el problema biológico de base con el que partimos esta disquisición, el cual nos dice que es muy difícil -si no imposible- dejar pasar voluntariamente "hambre" a los nuestros).
Por lo tanto, y a modo de resumen, bien podría ser el caso de que un escenario de decrecimiento controlado sea demasiado inestable como para que se produzca el necesario equilibrio de Nash. Y si este es el caso, y tiene pinta de que lo es, la humanidad estaría entonces condenada a sufrir las consecuencias de un duro colapso socio-económico como consecuencia de la próxima escasez de recursos fósiles por venir.
Pero, ¿de verdad el rendimiento energético disponible y la complejidad social están tan relacionados?
Ya vimos antes que la termodinámica en sistemas lejos del equilibrio térmico relaciona de manera directa complejidad y energía, lo que implica que al decrecer en consumo se produce necesariamente menos, lo cual va acompañado de una disminución en la complejidad (social en este caso) admisible. En otras palabras: si se consume menos, también se produce menos, lo que lleva a cada vez existan menos servicios y productos disponibles a repartir entre todos. Decrecer controladamente supone por tanto pedir al pueblo que acepte desde hoy vivir peor, y que lo haga además cuando todavía no es del todo evidente que la tesis del "Oil Crash" sea inevitable (como defienden los tecnooptimistas y los negacionistas en general). Y de todas formas; y para más inri, hay que tener en cuenta que conforme aumente la población mundial en el tiempo (se habla de alrededor de 10.000 millones de habitantes en el año 2100), este reparto decreciente hará que toque cada vez a menos por persona, lo que termina resultando un disparate puesto que al cabo de no mucho tiempo, este aumento de la población llevará junto con una producción estancada o en retroceso a un reparto unitario que tendería a cero, con lo que todos acabaríamos siendo inmensamente pobres.
Es decir; que el crecimiento mundial de la población, y la petición voluntaria de decrecimiento que proponen los peakoilers más optimistas (algunos de los cuales comparten intereses personales "ecologistas" en sus argumentaciones), es algo que sencillamente no sólo no puede funcionar en teoría (como vimos antes al hablar de la "Teoría de juegos"), sino que incluso un intento por llevar a cabo dicha estrategia podría incluso precipitar la inestabilidad social y acelerar la llegada del colapso.
No lo olvides: la sociedad la conforman personas.
Cuando se tratan estos temas (en realidad, cuando se habla de economía en general), no se suele tener nunca en cuenta nuestra naturaleza evolutiva a la hora de discurrir, olvidándonos de que son personas individuales las que suman y conforman la sociedad como una entidad global. Y que en este sentido son los intereses personales los que mueven realmente el mundo, y no una supuesta "Razón social" actuando a gran escala (baste ver al respecto la inutilidad de la ONU para llevar a cabo ni una sola actuación destacable en todas sus décadas de existencia).
Todo esto nos debería hacer comprender que macroeconomía y microeconomía van de la mano, y que la primera se reduce a la suma de fuerzas de la segunda, terminando ambas reduciéndose a la economía familiar. En este sentido, merece la pena mencionar de nuevo que ni yo ni nadie (con hijos) dejará jamás pasar "hambre" (y no me refiero evidentemente sólo a los alimentos) a su progenie, y mucho menos mientras haya productos que consumir y bienes que ofrecer a los nuestros. Por lo tanto, de poco o nada servirán los avisos de los peakoiler (o de los ecologistas ya que estamos). El mundo seguirá su curso guiado de manera autónoma e instintiva por nuestra esencia biológica (evolutiva) individual.
El ser humano, el gusano, y la bacteria.
Nuestro tradicional orgullo antropocéntrico hace que muy pocos se planteen siquiera si el ser humano no será después de todo un simple fenómeno natural más sin importancia objetiva alguna. Se nos llena la boca con la palabra "Humanidad" sin replantearnos si verdaderamente esta "Humanidad" tiene algún fin u objetivo distinto en esencia por ejemplo, al de un gusano o una cepa de bacterias. Damos por hecho que sí, que somos diferentes, algunos incluso afirman que somos hijos de Dios hechos a imagen y semejanza de Él (en este punto, perdonen que me ría). ¿Por qué debería de ser así? ¿Por qué tanta soberbia y prepotencia? Lo único que empíricamente diferencia nuestra especie de las demás especies es un mayor córtex cerebral, el cual nos permite llevar de manera más eficiente los quehaceres evolutivos pero...¿supone eso que nuestro sino y nuestro destino va a ser distinto del destino del más vil gusano? No necesariamente. Todos los seres vivos somos hijos del mismo proceso evolutivo, y en consecuencia todos compartimos la misma finalidad objetiva: consumir toda la energía posible en el menor tiempo posible (gracias en gran parte a la replicación y el crecimiento exponencial).
Mucho que nos pese, bien podría ser el caso de que nuestra civilización pudiera estar determinada de base al colapso; lo mismo que lo está una cepa de bacterias con unos recursos energéticos limitados dentro de una placa de Petri. En el caso de nuestra civilización moderna, la placa de Petri sería la propia Tierra, y los recursos limitados serían los eficientes combustibles fósiles. De hecho, empíricamente es ciertamente destacable el hecho de que el "colapso" del crecimiento bacteriano dentro de ese entorno cerrado (la placa) presenta un pico (Peak) muy similar al esperado para nuestro particular crecimiento y posterior colapso como civilización (véanse las dos figuras de más abajo). En realidad ningún crecimiento exponencial es en general estable en el Universo (a nivel físico todo crecimiento exponencial presenta una curva similar a la abajo mostrada), y muy probablemente nuestro caso no pueda ser una excepción.
Conclusión.
Personalmente, junto a todos los peakoilers, veo muy claro el peligro que supone la futura escasez de fuentes fósiles; pero no veo para nada claro que exista una "solución" viable y favorable para todos. Muy posiblemente algo así como un consenso para decrecer con visos a amortiguar el futuro colapso no pueda ocurrir (debido a nuestra esencia biológica), y posiblemente serán por contra una vez más (en realidad, como siempre ha sido, y quizás como siempre será) los más "fuertes" los que acaparen a toda máquina lo que vaya quedando a expensas del resto. Posiblemente todo el que pueda irá tirando del "patadón para adelante" hasta que todo se vaya al traste. Esto es, salvar el culo de los nuestros mientras sea posible, a la espera de que "algo" salve finalmente la situación.
Referencias.
- Como principal referencia en estos temas (en castellano), no hay más remedio que visitar el magnífico blog del físico Antonio Turiel Martínez: "The Oil Crash" (crashoil.blogspot.com.es/). Cualquier duda al respecto seguro que podrá ser resuelta en algunas de sus innumerables entradas.
menéame