Hace no mucho fui a una comida en el campo, y había tres matrimonios mayores, de nivel adquisitivo más o menos elevado. En un momento de la comida, no sé exactamente por qué, uno de los maridos sacó a colación que hoy en día "se habla mucho de feminismo, machismo, techos de cristal, y no se qué tonterías, porque hombre ¡ya no estamos como hace 30 años!¡la cosa ha cambiado mucho!". Como quería una comida tranquila, me dediqué a respirar la brisa marina y comer langostinos, que supongo que estaremos de acuerdo es bastante más agradable.
Solo diez minutos después, mientras los maridos estaban sentados, reflexionando sobre el universo, el machismo, y demás cosas inexcrutables, la mujer del aludido antes, se levantó y se ofreció a llevar su plato, el de su marido, y el mío, que estaba a su lado. Yo me levanté después de su mujer, y me dediqué a llevar lo que pude y traer más viandas por la puerta de vuelta de la cocina. Recuerdo que el marido nos miró de reojo, en silencio, y no se movió ni un ápice. Hubo unos instantes de silencio incómodo.
Un familiar mío creo que sacó otro tema, para romper ese silencio denso, y como digo yo no añadí nada, porque estaba agotado de una ondanada de cuñadeces previo, que no voy a mencionar.
Qué cotidiana se ha vuelto cierta toxicidad y qué acostumbrados están algunos a su propia propaganda e incoherencias personales. Además de lo pesado que se ha vuelto el propagandismo rutinario de muchas de esas personas, sin venir a cuento, rompiendo conversaciones que no tienen nada que ver.
El mundo today dando donde más duele a tenor de los negativos.