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Vladimir Luxuria, diputada transexual (ella prefiere llamarse transgénero porque le parece menos agresivo) relata el drama que supone ser transexual en un país como Italia. "El Vaticano ", dice, "ya no habla más a las almas, y no se ocupa de pobreza y hambre en el mundo, sino que está obsesionado con el sexo ".
Que el Estado, aunque sea con una fórmula extraña que se llama asignación tributaria, termine pagando los sueldos de obispos y sacerdotes, no parece muy armonizable con la laicidad. O que tengan un tratamiento fiscal más favorable las confesiones religiosas que las ONG. No parece coherente con la laicidad que haya una clase de religión evaluada académicamente. Ni que en los centros públicos la actividad docente, que debe ser escrupulosamente neutral, esté presidida por un crucifijo.
Tras años de controversia científica sobre si realmente existe o no el famoso punto G, un investigador italiano ha publicado en el Journal of Sexual Medicine que realmente existe y que mediante una sencilla ecografía que mide el grosor de la pared vaginal se sabe si una mujer es poseedora o no del punto G.