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El otro día, recibí un correo de Gabriela, una periodista argentina afincada en Barcelona. Tras varios meses leyendo El Rincón, quería saber mi opinión acerca de su reflexión. Según ella, "España no es un país natural".
El otro día, mientras paseaba a Diana por las calles del vertedero, tropecé con un titular que indignó la calma de mis temores. El titular rezaba así: "El gobierno de la Región de Murcia concede el premio Mujer del Año a una monja".
Hace tiempo, conocí a Gabriel, un tipo que frecuentaba El Capri los sábados a deshoras. Después de hablar, largo y tendido, de Rajoy y de otras frivolidades, me confesó que había sido cura en las tripas de Alicante. Hoy, tras conocer la "cumbre de los obispos", me he acordado de él. Y me he acordado de él, queridísimos ateos, porque desde aquella conversación tuve repugnancia hacia los curas.
El otro día, recibí un correo de Gabriela, una periodista argentina afincada en Barcelona. Tras varios meses leyendo El Rincón, quería saber mi opinión acerca de su reflexión. Según ella, "España no es un país natural".
El otro día, mientras paseaba a Diana por las calles del vertedero, tropecé con un titular que indignó la calma de mis temores. El titular rezaba así: "El gobierno de la Región de Murcia concede el premio Mujer del Año a una monja".
Hace tiempo, conocí a Gabriel, un tipo que frecuentaba El Capri los sábados a deshoras. Después de hablar, largo y tendido, de Rajoy y de otras frivolidades, me confesó que había sido cura en las tripas de Alicante. Hoy, tras conocer la "cumbre de los obispos", me he acordado de él. Y me he acordado de él, queridísimos ateos, porque desde aquella conversación tuve repugnancia hacia los curas.