#3 Así que no debemos comprar en Amazon... parece que en este juego del capitalismo a los únicos que se les exige tener moral es a los consumidores. El resto de jugadores se han dado cuenta hace tiempo ya, y siempre que pueden rescatan autopistas y bancos, pagan supersueldos... a nuestra costa. Porque lo contrario es perfectamente posible (también) en el sistema capitalista, pero parece que aún no se le ha ocurrido a nadie... y ahora parece que también tenemos que mantener al "pequeño negocio" de nuestros bolsillos.
... No, lo siento. El capitalismo no premia la compasión (necesariamente) y mi dinero es escaso.
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Lo que escribo a continuación no es ninguna historia enternecedora de esas que leo por aquí: mi padre murió cuando yo tenía 7 años. Soy el pequeño, con dos hermanas mayores. Recibí duras palizas por parte de mi madre que pensaba que era un rebelde y que se medicaba con los antidepresivos de la época: con la zapatilla, pero también con algún palo, a veces a traición y sin esperarmelo, me tiene partido algún labio o alguna ceja. Con 10 años recibí una patada en mis partes muy dura (años después recibí otra en el colegio, pero no me dolió tanto, ni física ni psíquicamente). Nunca le puse la mano encima, me da asco pensar en ejercer la violencia, aunque en algunas ocasiones he levantado la voz y un día, sin querer, le hice un agujero a la puerta de chapa de mi habitación de un puñetazo, mi madre nunca lo arreglo: le ha puesto una puertecita y lo enseña a las visitas. Nunca fuí un chico problematico, siempre saqué las mejores notas de mi clase, muy deportista y con muchos hobbies que me he esforzado en refinar, estoy orgulloso de ellos, y con los años creo que me he convertido en un buen ingeniero, me considero bastante inteligente. Mi adolescencia me la pasé viendo como mi madre rompía palos de escobas y arrastraba por los pelos a mis hermanas que padecían anorexia y anorexia+bulimia respectivamente, y cómo estas contraatacaban. He visto sangre, sudor y lágrimas durante la mayor parte del tiempo en mi casa. Con los años yo no fuí capaz de perdonar esto, pero mis hermanas sí (tal vez les haya ayudado recibir de mi madre parte de la jugosa herencia que dejó mi padre). Hoy en día ya nadie me cree y como dice la canción "the sorrow grows bigger when sorrow's denied". Ahora, si me ha venido bien, mal o las chorradas que se os ocurran... ya lo decidís vosotros.