Querido Eduardo Zaplana:
A qué poco te has quedado de acertar un pleno al 15. Te acusan de los delitos de cohecho, prevaricación, fraude en la contratación, fraude fiscal, falsedad documental, tráfico de influencias, blanqueo, malversación, pertenencia a asociación ilícita para delinquir y pertenencia a grupo criminal. ¡Chapeau! Y porque no existe el delito de exceso de rayos uva o el de intoxicador irredento de la opinión pública. Que sigas insinuando que los atentados del 11-M los perpetró ETA es un caso claro de trastorno delirante o psicosis paranoica. Quizá el trullo –vete tú a saber– pueda venirte bien para que retornes a la cordura y al sentido común, eso sobre lo que tanto os gusta pontificar.
Porque nada como una temporada a la sombra del ascetismo para exorcizar demonios y purgarse de todos los males. De los impecables ternos a medida comprados en El Corte Inglés de Serrano al traje grueso de rayas; de los exquisitos manjares en la marisquería O Pazo al seco mendrugo carcelario; de un BMW todoterreno al coche de San Fernando; del pisazo de dos millones de euros en Chamberí pagado a tocateja al mechinal en Picassent; de “Molt Honorable President” a miserable reo de Estado. “Oh, fortuna variable, ministra y mayordoma de los temporales bienes”, que gritaba Pleberio tras el suicidio de Melibea. Aprovecha para leer a los clásicos, ínclita criatura, ahora que vas a tener mucho tiempo libre. Empieza por Fernando de Rojas y sigue con Bécquer, porque dado el nombre de la operación en que te han trincado, su poesía te viene que ni al pelo: “Mi vida es un erial/ flor que toco se deshoja/ que en mi camino fatal/ alguien va sembrando el mal/ para que yo lo recoja”. Luego puedes abrir una novela actual –Crematorio, por ejemplo– y comprobar que la degradación moral y el ritmo hortera de vida de algunos de sus personajes son propiamente los tuyos.
Al final resulta que el mote de “Don Limpio” no era tanto por el inmaculado aspecto de hombre aseado sino por tu inveterada tendencia al blanqueo de capitales. Para quitarte de encima toda la mierda que te ha caído de golpe te van a hacer falta muchos botes de detergente. No deja de sorprender que para esta difícil misión el escogido no sea otro que Santiago Miláns del Bosch, sobrino del general golpista y un letrado que tuvo problemas con la justicia allá por los años 80, cuando arrojó al interior de un bar en Valladolid, El Cafetin, un cóctel molotov que no explotó porque se le olvidó encender la mecha. Si tu abogado va a defenderte de la misma manera en que sabe atacar, ve rezando lo que sepas, amigo.
Salvo Josep Piqué y Ana Pastor, todos los ministros de Aznar habéis salido tan viscosos y fríos como sapos (apunta a Clarín en esa lista). Parece que han huido los soles esplendentes que bronceaban tu morena cara. En los telediarios se te ha visto con gesto torcido, con mirada agria, con sonrisa hosca. Por decirlo de manera sabiniana: te hemos visto huraño como un dandy con lamparones.
Fuente: Victor M. Muñoz de Digital Sevilla 26/05/2018