Publicado hace 2 años por pinaveta a despertaferro-ediciones.com

El papel del califa en los primeros tres siglos del islam fue sumamente cambiante: de ser descendiente del Profeta y representante del enviado de Dios, pasó a ser el enviado de Dios, no descendiente del Profeta e, incluso impío, para terminar siendo un mero títere en manos de señores de la guerra. El sustento de la autoridad califal necesitó en esos primeros tres siglos algo más que doctrina para perdurar.

Comentarios

Cuñado

El califa más impío y el que, precisamente por ello, merecerá siempre el mayor respeto es el Califa Rojo.

D

Podemos ver, por tanto, aquí la intención de al-Mansūr de asegurarse que los califas no fueran nunca más «uno más» entre la aristocracia del califato.

¿Podría asimilarte por tanto ese concepto al "primus inter pares" de los primeros reyes cristianos? Al final en estos reinos guerreros en plena expansión tiene lógica. El sistema chiita de mantener como autoridad a un supuesto descendiente del profeta siempre lo he visto bastante inviable teniendo en cuenta las circustancias a las que se veía sometido cualquier reino con una larga dinastía. Ya les pasó a los merovingios. En cualquier caso en tiempos de Almanzor, donde el poder religioso y la autoridad política a efectos prácticos se mostró dividida, fue uno de los periodos de mayor fortaleza de Al-Andalus, que es a lo que tendieron los distintos califatos. Aunque luego nos encontramos el surgimiento de nuevos imperios islámicos, como en el norte de áfrica, donde poder político y religioso volvían a aunarse en una única persona que aunque no se intitulara califa, sino sultán, solía adquirir el título de "príncipe de los creyentes" (ʾamīr al-muʾminīn).