Tengo la desgracia de trabajar con las redes sociales. No es la parte más importante de mi trabajo, pero sí uno de los engranajes esenciales de la monstruosa máquina de la información que todo lo permea. Lo diré sin rodeos: la cosa se está poniendo muy fea para los que peinamos canas pero aún no apuntamos la fecha de la colonoscopia anual en el calendario.
El paulatino declive, la "mierdificación", si me permiten el tecnicismo, de las redes basadas en texto se revela en cada informe mensual. Tik Tok e Instagram tienen ahora el poder de atracción de un agujero negro. Podríamos recorrer de la galaxia si transformásemos en energía todas las horas que la humanidad ha perdido en la tragaperras de los reels. Esclavos del algoritmo, que sabe bien que tira más un buen trasero que leerse un artículo entero, los usuarios, consumidores o seguidores, que son de todo menos lectores, están abandonando en masa los medios que mal les han querido para asomarse indefinidamente al pozo del entretenimiento corto, rápido y repetitivo.
Y en esas estamos. Nos piden que dediquemos más esfuerzos a la "creación de contenido", bonito eufemismo para hablar del reempaquetado, recalentado, refinado y ultraprocesado de la información para su filtrado rápido en el cerebro de los otros, donde no quedará nada, solo un sedimento de dopamina cada vez menos gratificante. Nos piden que contribuyamos a masacrar la capacidad de concentración de los usuarios en nombre del informe mensual.
Lo que peor llevo, como amante del cine, es el formato 9:16. Eso, y la velocidad a la que un joven experto en la materia nos aseguró que teníamos que poner los vídeos. Adiós a saborear el paisaje en un trávelin. Quien quiera ver los detalles tiene la repetición, la cantidad de reproducciones del mismo bucle de 15 o 30 segundos con una voz artificial y un tema convertido en meme como banda sonora. Hay que ocupar toda la pantalla del móvil, de arriba a abajo, con lo importante en el centro. Con el experto bromeábamos al decir que en un futuro próximo las pantallas de cine serían verticales.
Solos nos reímos los viejos.