Mi padre

Mi padre se puso enfermo por la noche del veintiocho, todo a oscuras y sin teléfono. Gracias a tres vecinos pude trasladarlo al hospital comarcal y de allí al provincial pero no valió de nada. Ahora me levanto por la mañana y no está aquí. Ya no tengo a quien decirle que quiere comer o a quien ir a buscar a la huerta porque tarda en venir por dos surcos que le quedan por regar. Ya no volveré a oírlo quejarse de cómo esta el mundo o decir que tran, netanchaju y putin son unos hijos de puta. Me queda su recuerdo y lo que aprendí de él. Aprendí que si no miras por ti nadie lo va a hacer, que siempre que puedas tienes que hacer todo por ti mismo, que hoy ese taladro de doscientos cincuenta euros es caro pero luego ya es tuyo y será barato, que se poda en el menguante de marzo y sin lluvia...... Lo que nunca aprendí es a tener su paciencia y perseverancia que le permitía enhebrar las bridas para armar el tenderete de los tomates a pesar de su parkinson. Hoy ya está junto a mi madre que a pesar de apenas saber leer y escribir me enseñó y con cinco años podía hacerlo y con seis ser capaz de leer de corrido sin seguir la línea con el dedo como hacían la mayoría de compañeros.

Tuve suerte de tener unos buenos padres. Espero que sean felices donde quiera que estén.