¿Un Hijoputa en la Sanidad? La RAE Resuelve el Misterio de Pablo Gallart

Subtítulo: Un análisis filológico urgente aplicado a la gestión sanitaria, o cómo llamar a las cosas por su nombre (académicamente hablando)

Estimado lector, en estos tiempos de posverdad y eufemismos blandengues, donde un despido masivo es una “reestructuración de talento” y vaciar la nevera de la abuela es una “optimización de recursos alimentarios”, llega un soplo de aire fresco desde la mismísima Torre de Marfil del Español: el Diccionario de la Lengua.

El caso es de antología. Pablo Gallart, hasta hace poco CEO de Ribera Salud en el Hospital de Torrejón de Ardoz, dimite tras salir a la luz una perla de su filosofía gerencial: a más listas de espera, más rendimiento económico. La ecuación es sencilla y hermosa en su perversión: sufrimiento humano = beneficio. Un MBA en maldad, podríamos decir. Pero nosotros, ciudadanos de a pie, nos preguntamos con la ingenuidad que nos caracteriza: ¿qué palabra define tal proeza ejecutiva?

Afortunadamente, no tenemos que indagar en los bajos fondos del insulto callejero. Podemos acudir a la fuente suprema, a la Academia. Y la RAE, en su infinita sabiduría, nos lo pone en bandeja de plata (probablemente de un hospital privatizado). Bajo la entrada “hijoputa” (escrita en una sola palabra, que es como más duele), encontramos esto: “Persona malvada, despreciable o sin escrúpulos”. Viene marcada como “malsonante” y “vulgar”, lo cual, todo sea dicho, le da un toque de autenticidad que un frío “ético” o “reprobable” no consigue.

Analicemos, pues, con rigor filológico, si el Sr. Gallart cumple los requisitos para ser investido con tan honorable título.

  1. ¿Es “malvado”? Malvado, según la misma RAE, es quien tiene “maldad” (gran ayuda), y esta a su vez es la “cualidad de malo”. Profundo. Pero si “malo” es lo “contrario al bien moral”, y priorizar el lucro sobre la salud de una persona que espera una operación no parece precisamente el Bien con mayúsculas, la balanza se inclina. Punto para la acepción.
  2. ¿Es “despreciable”? Digno de desprecio. Y despreciar es “tener en poco, no estimar”. Cuando uno convierte el dolor y la ansiedad de un paciente en una variable de Excel para maximizar dividendos, está, objetivamente, teniéndolo en poco. Muy poco. Otro punto.
  3. ¿Es “sin escrúpulos”? Aquí ni siquiera hace falta el diccionario. Escrúpulo es ese cosquilleo molesto en la conciencia que te impide, por ejemplo, envenenar el agua de la fuentecita de la oficina. El Sr. Gallart, según las grabaciones, exponía su teoría con la frialdad de quien explica la ley de la oferta y la demanda. Cero cosquilleos. Tercer punto y sentencia.

Conclusión filológica inapelable: El término “hijoputa”, en su primera acepción académica, encaja con una precisión milimétrica en el perfil del ex-CEO. No es una opinión, es lexicografía aplicada. La RAE ha hablado.

Ahora bien, podrán argumentar sus defensores (si los encuentra) que él solo jugaba dentro de las reglas de un sistema que premia la “eficiencia”. Que es un “visionario” de la contabilidad hospitalaria. Incluso podríamos explorar la segunda acepción, la coloquial y positiva: “persona astuta y habilidosa”. Sin duda, idear un método para ganar más dinero dejando a la gente enferma en un pasillo requiere una “habilidad” especial y una “astucia” diabólica. Pero, honradamente, creo que la primera definición le sienta como un guante.

Su dimisión es el epílogo perfecto. El sistema, al menos en su forma más grotesca, ha hecho un poco de crowdsourcing de conciencia. Mientras, en Torrejón y en otros lugares, la sombra de su ecuación infernal sigue alargándose. Y los ciudadanos, más allá de encontrar la palabra precisa, seguimos buscando algo mucho más difícil: una sanidad donde “rendimiento” rimé con “cuidado” y no con “desespero”.

Así que, gracias, RAE. Por una vez, tu definición no es un galimatías del siglo XVIII. Es un reflejo claro, conciso y dolorosamente exacto de una realidad. A veces, la lengua no se anda con rodeos. Y menos mal.

Firma: Un ciudadano escandalizado (y repentinamente interesado en la lexicografía ofensiva).