Deaver Creek Resort, Colorado. 30 de enero de 1989. Son las 15:56 de la tarde y su alteza real Alfonso de Borbón y Dampierre, duque de Cádiz y duque de Anjou, decide salir a esquiar con un grupo de amigos. Le acompañan el excampeón austriaco Tony Sailer, la esposa de éste, la jugadora de golf Gaby Rummeny, y el encargado de seguridad del campeonato mundial de esquí alpino, el canadiense Ken Read. Mientras descienden, Sailer repara en un fino cable trenzado de acero que atraviesa la pista y avisa al duque: "Cuidado, que abajo están trabajando".
Comentarios
Dicen que ante los reveses que le estaba dando la vida últimamente, el duque de Cádiz hizo una plegaria: ¡Dios mío, échame un cable!
#2 Pero en vez de Dios se lo echo.....
Supongo que al año que viene serán 30.
#1 a saber... la vida da tantas vueltas...
#4 Sí, pero la Tierra da una vuelta alrededor del sol cada año, ergo...
#1 en un articulo lei que el camPPechano cometió
un "accidente" con su hermano herederos al trono...
#12 que le pasa a tu teclado?
La verdad, no se me ocurre muerte más aristocrática que morir esquiando en Colorado con ex campeones de esquí y jugadoras de golf. Joder, se adapta todo al cliché de una peli de domingo por la tarde.
#3 A ti y a mí esas cosas no nos van a pasar...
#6 Muy cierto...
#3 Tiene pinta de que fue el mayordomo con un candelabro
Sí, estuvo a punto. Una nieta de Franco, Carmen Martínez-Bordiú y Franco, se casó con él. Doña Carmen le quería como rey, pero Franco se mantuvo firme. Le conocía bien, y a su hermano.
Después de casados, los círculos más pelotilleros llamaban a Carmencita: la princesa.
Tragedias de duques y reyes