Hace 3 años | Por pinaveta a publico.es
Publicado hace 3 años por pinaveta a publico.es

Quedamos con el historiador británico Andy Durgan (1952) al final de la Rambla de Santa Mónica, junto a la estatua de Colón, para dar un paseo por la avenida -prácticamente vacía- hasta plaza Catalunya, y conocer la historia revolucionaria que se esconde detrás de algunos edificios, sobre todo aquella relacionada con el Partit Obrer d'Unificació Marxista, el POUM.Iniciamos el recorrido ante las Drassanes. La madrugada del 19 de julio de 1936, los militares sublevados iniciaron el golpe de Estado contra la República en Barcelona y salieron...

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Fue a la Virreina donde, después de los hechos de mayo de 1937, se trasladó el Comité Ejecutivo de la organización trotskista para hacer la última reunión, el 16 de junio, antes de ser ilegalizada, y sus dirigentes, perseguidos y encarcelados. A la salida de la reunión, Andreu Nin fue secuestrado en medio de la Rambla. "Se lo llevaron en un coche enviado por la policía desde Madrid, y lo llevaron a Valencia y luego a la prisión de Alcalá de Henares, donde fue torturado y asesinado por agentes de la policía soviética estalinista. Su cuerpo debe estar enterrado en alguna carretera entre Alcalá de Henares y Perales de Tajuña, pero nunca se ha encontrado", lamenta el historiador. Dos placas conmemoran la figura de Nin en las Ramblas: la primera la puso el Ayuntamiento de Barcelona en 1983 en la pared de la antigua sede del Comité Ejecutivo del POUM, en la Rambla de los Estudios número 10, el actual Hotel Rivoli. La segunda la colocaron las organizaciones de la izquierda radical en la entrada de la Biblioteca Gòtic-Andreu Nin en 1987. "La segunda placa se puso un 1 de mayo como protesta. Cuando se destapó la primera placa cuatro años antes, ponía que Nin había sido "víctima de la incomprensión", en lugar de "víctima del estalinismo". Se generó un escándalo enorme en la inauguración. Se puso esto para no molestar al PSUC. En los años 90, la Fundació Andreu Nin logró que se cambiara", narra Durgan ante la primera placa.

Que nunca se olviden los crímenes de los comunistas pro-Stalin de aquella época. Y que no se olvide que también fueron responsables del fin de la revolución, no sólo en Cataluña y Aragón sino también en Ucrania en 1919 y en Corea una década más tarde. Todo por su incapacidad para aceptar una revolución no controlada por ellos.

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Homenaje a Cataluña, un gran libro sobre la guerra civil.