El cruce de piernas de Sharon Stone y las armas de destrucción masiva...

El otro día se me dio por volver a ver esta película que tanto me impactó en su día. A veces no hay nada mejor que revisionar una cinta para comprobar lo que significó en su día y lo que todavía puede mostrarnos. Paul Verhoeven que era un adelantado, un visionario de esos que le llaman o, un loco, que a veces viene a ser lo mismo, ya se olía, sospechaba, esa intuición que tienen algunos de ir un paso más allá que los demás, que el reinado de la mujer iba a ser imparable. Esa cinta escondía mucho más que el simple cruce de piernas de una atractiva y emergente Sharon Stone que, tras este papel (seguramente, el de su vida) se convertiría en toda una sex symbol de la época. Muchos se quedaron pasmados, atrapados, en ver que escondía esta mujer entre sus dos piernas, si era algo común a todas las mujeres, o tras ese cuerpo de ensueño había otra cosa...

33 años pueden ser una eternidad para muchos o, muy poco para otros, pero no cabe duda de que sirven para dar otra perspectiva de las cosas. Que os quiero decir con todo esto. La inmensidad del bosque, a veces, no nos deja ver los árboles. Quizás, ahora, en vez de ir todos a saco a un ataque visceral y primitivo de las cosas, sería más inteligente retomar las enseñanzas de estos genios que vertían todo su potencial en enseñar algo pero sin mostrarlo explícitamente. Es la insinuación, la seducción, el despertar de las emociones veladamente la mejor arma de destrucción masiva. No es solo lanzar bombas (físicas) a discreción, sino provocar nuestros instintos más primigenios (miedo, angustia, dolor, placer...). Fijaros lo que consiguió la película... ¿Qué podríamos conseguir si lo aplicáramos a otras facetas de nuestras vidas...?