No se sabe qué particular percepción de la realidad, qué frustración mal curada o qué avería en el cerebro llevó a este Lubitz a la bestial expropiación de ciento cuarenta y nueve vidas ajenas. La caja negra del avión siniestrado de Germanwings era el cerebro de Andreas Lubitz. Y en él habrá que rastrear las causas de la tragedia del martes pasado, si damos por buena la tesis del fiscal Robin: "El copiloto tuvo la voluntad de destruir el avión". Pero ¿por qué?...
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