El coñazo que es ser gay y no parecerme a Jorge Javier Vázquez

Buenas.

Hoy es uno de esos días (tengo como 200 al año) en el que tengo que salir del armario. Sí, salir del armario es algo que se hace bastante habitualmente y tienes que hacer constantemente y a lo largo de toda tu vida. Porque no dejas de conocer gente, y porque esa gente no deja de aplicar contigo la conocida presunción de heterosexualidad.

Y esa presunción se rige así: Si un tío no dice específicamente que le gustan los penes, y no lleva el pelo teñido, ni habla como la Lomana, o si no tiene la discografía de Abba: Es hetero. He visto cómo la mayoría de gente que he conocido a lo largo de mi vida ha aplicado esta presunción conmigo, incluso cuando yo nunca he mencionado qué es lo que me gusta. Incluso me ha llegado a pasar lo siguiente:

Yo: Pues el otro día estaba con mi chico en...

Él: ¡Ja! ¡Has dicho chico! ¿Qué eres maricón?

Yo: ... Sí. Tengo chico, por eso lo decía.

Él: ¡Ah!... Oh vaya, perdona, pensaba que te habías equivocado. Pues está bien que seas gay ¿sabes? ¡Me lo podías haber dicho antes!

Gracias. Ya sabía que está bien ser gay. Y es que no me apetecía contártelo antes, porque no venía a cuento y tal.

Desgraciadamente esa presunción es herencia de una imagen que se vende en la televisión, en las series, en películas y en programas telebasura, donde la figura del homosexual es un recurso humorístico, un personaje histriónico que sirve como desencadenante de la risa. Una imagen, dicho sea, que solo corresponde con el 10% de los homosexuales. Porque lo cierto es que la gran mayoría de gays que conocerás a lo largo de tu vida, no sabrás que son gays. Pueden ser personas que te cruces en algún momento puntual, o incluso gente que conozcas durante años y de quienes no sabes absolutamente nada de su vida privada. Y pueden ser gays, igual que pueden ser fans de Cher o del Rubius y tú no tienes por qué saberlo.

Por suerte para todos, esta imagen exagerada del tópico, era más común en los años 90 (hace ya casi 30 años, ni más ni menos, qué mayores nos hacemos) con personajes como Boris Izaguirre, un periodista cuya labor jamás se ha tomado en serio porque siempre ha precedido su orientación sexual y las risas que se podían hacer a costa de ello. Es cierto, admito, que hoy en día es cada vez más común ver a personajes homosexuales donde su orientación sexual es solo un rasgo más de su persona, no es importante para la trama y ni siquiera se le da atención. Lo malo es que de estos personajes homosexuales casi nadie se acuerda, o se trata su orientación con tal disimulo y normalidad que la gente ni siquiera lo relaciona como gay. Un ejemplo absurdo: Albus Dumbledore. Un personaje muy importante en la saga de Harry Potter cuya sexualidad no se dio a conocer hasta una vez terminados los libros. Y por lo tanto hasta que la propia autora no corrigió un texto del guión (el guionista introdujo una frase donde Dumbledore hacía referencia a una chica de su adolescencia) no supimos que era gay.

¿Por qué? Por la presunción de heterosexualidad. La misma que aplicó el guionista a pesar de que jamás se había hablado de las preferencias del anciano profesor.

Yo soy gay, y estoy cansado de decirlo. Cada vez que conozco a alguien, asume que soy heterosexual, y a veces no hay problema (porque ni tengo la obligación de salir del armario en todos los contextos, ni veo la necesidad de hacerlo) pero a veces surge la necesidad de aclararlo para evitar situaciones incómodas o malentendidos. Y en esos casos me veo obligado a tener que dar ese detalle de mi vida que tan íntimo es, pero tan necesario para evitar situaciones incómodas.

Sucede sobretodo cuando la gente que me rodea empieza a preguntarme por mi novia, o cuando empiezan a hacer bromas de tono homófobo (aunque en el fondo no lo sean, siempre es gracioso hacer bromas de gays ¿verdad?) porque creen que no hay ningún gay a su alrededor. Sino no las harían, claro, y ahí es donde entro yo y enrarezco el ambiente cuando digo que soy gay. Se arrepienten de sus comentarios, me piden perdón, y me empiezan a tratar diferente.

Decía al comienzo de mi texto que hoy he tenido que salir del armario nuevamente. La situación ha sido la siguiente. Estoy en una cafetería con mi chico, en el centro de Madrid. Un compañero de trabajo al que conozco desde hace un año pero con el que apenas he hablado unas cinco veces (y siempre por temas de trabajo) entra con su chica. Me ve, me saluda de forma educada y me presenta a su chica. Yo me veo obligado a responder con la misma cortesía y presento a mi chico. Mi compañero, con los ojos como platos, me dice.

-¿Eres gay? ¡No lo sabía!

"¿Y por qué ibas a saberlo?" me he preguntado "sería extraño que conocieras ese dato. Yo no sabía si eras hetero, si tenías novia o si tienes un periquito".

Pero decido ser simpático y contesto.

-Ya ves, no había surgido la ocasión.

-Ah tío, pues no pasa nada ¿sabes? Conozco a muchos gays y no pasa nada.

Su novia sonríe. Está tan orgullosa de salir con un hombre tan tolerante con los mariquitas. Tío, ya sé que no pasa nada. No necesito tu aprobación para ser gay. Y si en todo caso "pasa" algo, será que tú tienes un problema con los homosexuales, no yo. O sea que es tu puto problema.

Pero no quiero dar la imagen de que soy un gay revenido y que no quiero que toquen mi orientación, así que soy simpático y me veo obligado a responder.

-Ya, vale, gracias.

Y ahora, nada más llegar a casa he pensado... que todo sería mucho más sencillo si no asumiésemos la orientación sexual de la gente solo porque no se parezcan a los personajes que más cumplen los tópicos en la tele. Ni todos los gays somos peluqueros, ni todas las lesbianas llevan el pelo corto. OJO, los hay que cumplen los tópicos (cuando el río suena...) pero lo que está mal es asumir que son cosas que se aplican a todo el colectivo. Dicen las estadísticas que 1 de cada 10 personas no es heterosexual. Ahora piensa ¿Cuantas personas conoces en total? Y después piensa ¿Cuantas de ellas son LGTB? A algunos los podrás distinguir porque cumplen los tópicos (joder, yo cumplo muchos tópicos de los Vascos por ser Vasco, así que sé que a veces estas cosas son ciertas) pero estaría bien no asumir que todo aquel que no cumple con lo que nos vende la tele, es heterosexual.

También estaría bien (ya puestos a pedir) no hacer comentarios de tono homófobo (por mucho que no lo seamos) solo porque creamos que quien nos rodea es heterosexual. Igual que a mí no se me ocurre hacer comentarios o bromas racistas solo porque no haya africanos cerca. Hasta tu colega el hetero puede tener una hermana lesbiana y tú no tienes por qué saberlo, y puede sentarle mal un comentario.

Ojo: Creo que todos coincidimos en que se pueden hacer chistes con todas las cosas. Yo me río de los chistes graciosos sobre gays, vascos, etc. Lo malo es cuando esos comentarios no son chistes, o cuando la gente empieza a creer que esas cosas son de verdad. El humor es el humor, no hay que confundirlo con la realidad.

De todas formas, he llegado a la conclusión de que la mejor solución a mi problema (y a tener que dejar de salir del armario casi diariamente) sería teñirme el pello de rubio pollo, hacerme peluquero, o empezar a parecerme más a Jorge Javier Vázques. Eso me facilitaría las cosas mucho, la verdad. Tan solo tendría que sacrificar el 99,9% de mi personalidad para darle importancia a ese 0,1% que representa mi orientación sexual, pero chico ¡y lo fácil que sería vivir sin tener que salir del armario tantas veces!

Puta presunción de heterosexualidad.