"La posibilidad de “hacerse a uno mismo” a través de la transformación física se convierte así en una narrativa y en una promesa. El cuerpo trabajado funciona como prueba visible de virilidad y mérito personal. Si tienes éxito dominando a tu cuerpo, sin duda lo tendrás en este capitalismo competitivo que exige hasta la última dominada, madrugar, no dejar pasar ni un minuto sin producir, vender o consumir algo. En este sentido, el gimnasio opera como una fábrica de subjetividades meritocráticas, donde el músculo sustituye al capital como signo..